Odio entre suegra y nuera: ¿qué hacer para gestionarlo?
Cuando mencionamos la palabra “suegra” no son pocos los estereotipos negativos que se nos vienen a la cabeza. Nos imaginamos a una señora mayor, concretamente una maruja que siente gran necesidad en interponerse en los asuntos de su hijo y su pareja.
Esta imagen tan estereotipada es cierto que no siempre se tiene que cumplir pero, seamos sinceros, la relación entre la mayoría de nueras con sus suegras no suele ser la de una profunda amistad. No es de extrañar puesto que son dos mujeres que no son amigas ni familia de sangre, sino personas que tienen en común que quieren a un mismo hombre.
Si bien ya hace mucho tiempo de esos tiempos en que la señora madre de nuestro marido podía bien competir en un concurso de vuelo de escobas en la actualidad no son pocos los casos de profundo odio entre suegra y nuera. A continuación descubriremos los porqués de este tan común rifirrafe y veremos un par de consejitos para destensar la situación.
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Odio entre suegra y nuera: ¿de dónde puede surgir?
Muchas veces, al oír la palabra “suegra” no podemos evitar imaginarnos una estereotípica visión de una figura femenina ya entrada en sus años. Aunque en nuestra vida hayamos tenido una, los medios de comunicación, nuestros allegados y la propia cultura popular nos han inculcado una imagen de la suegra como una persona desagradable. Puede que nos la imaginemos como la típica maruja de barrio o como una señora de buen vestir y un tanto pijilla, pero da igual su apariencia, la figura de la suegra nos la imaginamos como alguien que, de tenerla, no va a tener reparo alguno en decirnos lo muy mal que lo estamos haciendo.
Pese a que no son pocos los chistes de suegras y que a menudo es el blanco de las bromas, cabe decir que la idea que se tiene de ellas no deja de ser eso, una idea. Somos conscientes de que no todas son así y que lo que nos han vendido como auténticas brujas no son más que clichés y estereotipos como los que tenemos de cualquier individuo. Sin embargo, pese a saber todo esto, no son pocas las mujeres que al conocer a la madre de su novio o esposo descubren a alguien que más que un apoyo va a convertirse en un obstáculo.
Si bien el odio entre suegra y nuera no es algo generalizado, habiendo por regla general una relación más o menos agradable, sí que cabe decir que por lo general la relación entre ellas no llega a ser tan profunda como la de una amistad. De acuerdo con investigaciones llevadas a cabo por la doctora Terri Apter, psicóloga especializada en dinámicas y relaciones familiares, cerca del 60% de las mujeres ven en la madre de su pareja una figura hostil, de difícil relación. Por el otro lado, el 55% de las suegras se sienten incómodas con la pareja de su hijo.
Desde luego, las estadísticas vienen a confirmar que la relación entre suegras y nueras es difícil, tensa y puede que vaya a más, llegándose incluso a las manos. Sin embargo, estas estadísticas simplemente nos confirman que hay mala relación, pero no el por qué de ello. Es irónico que dos personas que quieren lo mejor para aquel a quien aman, el hijo-esposo, puedan llegar a odiarse tanto. ¿Qué hace que suceda esto?
¿Por qué se llevan mal?
Aunque naturalmente no todas las suegras y nueras tienen una mala relación, sí que es cierto que sus interacciones pueden ser de las más tensas. Pese a compartir el querer lo mejor para el mismo hombre, el hijo de la suegra y el novio o esposo de la nuera, este nexo de amor hacia esta persona puede convertirse en el motivo del más acérrimo odio entre estas dos mujeres. A la hora de explicar por qué ocurre esto hace falta aclarar que aquí vamos a hablar de las relaciones heterosexuales y de las mujeres implicadas. Hablar de la relación entre suegro y nuero es distinto, aunque también tiende a ser un tanto tensa.
El principal motivo entre las desavenencias entre la suegra y la nuera es cómo la suegra, esa mujer que ha estado encargándose por más de 20 años de su hijo, al que sigue viéndolo como su pequeño hombrecito, va a ser sustituida por otra mujer más joven. Se siente desplazada, muchas veces no pudiendo evitar que su “vida útil” ha acabado, que no es más que una vieja que debe dejar paso a otra mujer que sí va a poder compensar a su hijo. Esto es algo que, pese a formar parte de la vida, no tiende a ser muy bien aceptado de primeras.
Relacionado con este mismo motivo, la suegra no puede evitar intentar reintroducirse en la vida de su hijo y su pareja. Necesita ver cómo se están haciendo las cosas, si la mujer que ha entrado en la vida de su hijo está a la altura. Es aquí donde empiezan las conductas fisgonas, la intromisión y la comprobación de lo bien y, sobre todo, de lo mal que esa chica de la que no se fía nada lo está haciendo. Esto de por sí no tendría que ser necesariamente fuente de conflicto, puesto que si la nuera lo hiciera todo bien o no le diera importancia acabaría viendo en la preocupación de la madre de su pareja algo lógico.
El problema es que en la mayoría de ocasiones esto no ocurre. Ambas mujeres interpretan la presencia de la otra como una invasión de su territorio. Por un lado tenemos a la madre, quien ve en la nuera una mujer que la está desplazando, su sustituta, o alguien que le va a quitar a su tan querido hijo. Por el otro lado tenemos a la pareja quien ve en su suegra en una entrometida desagradable más que simplemente una mujer preocupada, una pesada que ha venido aquí para entorpecer la relación, a sabotear su felicidad y la de su hijo.
Estos pensamientos que en la mayoría de casos son infundados y producto de la mala idea que tenemos de las suegras en nuestra cultura es un muy mal comienzo. Ambas se ponen tensas, dispuestas al ataque, preparadas para lo que diga la otra parte. Un simple comentario sobre si los platos no están del todo limpios o que una cocina de una forma mejor que la otra puede interpretarse como la más profunda de las ofensas. No debemos pensar que esto es parte de la “mentalidad femenina” ni nada de eso, sino que la cultura y la propia situación en sí despierta en estas dos personas este tipo de conducta.
Otro de los motivos por los que surge esta tensión es la idea que tenía la suegra de quien iba a ser su futura nuera. Todo padre que quiere a su hijo quiere que salga con lo mejor. En más de una ocasión las madres se imaginan a la mujer perfecta, a aquella que realmente quiere para su hijo (que no es aquella que puede hacer feliz a su hijo). Al conocer a la nueva pareja de su retoño y ver cómo no cumple con sus expectativas no puede evitar decepcionarse e, incluso, exagerar sus defectos o tratar de cambiarla. Intentar “mejorar” a la novia de su hijo es percibido como un ataque personal, tanto por la novia como por el hijo.
No obstante, tarde o temprano tendrá que asumir que su hijo sale con esa mujer, por muy alejada que esté de sus expectativas de la mujer perfecta. Una vez ya están saliendo o, incluso, habiéndose casado y tenido hijos, surgen otros motivos por los que la relación entre suegra y nuera puede ir a peor si se ha dado la muy mala suerte de que no se han acercado posiciones. Entre estas causas podemos encontrar:
- Intromisión que afecte a la independencia del matrimonio.
- Intromisión en la crianza de los hijos, decir abiertamente que no cría bien a sus nietos.
- Querer participar en los asuntos financieros.
- Mantener una relación de dependencia con el hijo, aun estando ya casado.
- No ser objetiva con los errores o dificultades del hijo que afecten a la pareja.
- No sentirse lo suficientemente valorada (tanto nuera como suegra)
¿Cómo de perjudicial es una muy mala relación entre suegra y nuera?
Como comentábamos, que entre suegra y nuera haya una relación tensa no es algo poco común ni tampoco es necesariamente algo malo. Es normal que dos personas que ni son amigas ni son familia de sangre se sientan incómodas al tener que compartir la vida de alguien a quien aman, su pareja e hijo. No obstante, si la relación es muy mala, tanto el matrimonio como las relaciones familiares del marido van a verse perjudicadas.
Ambas partes, la pareja, representada en la figura de la novia o esposa, y la familia, representada con la madre van a reprocharle el no haberse posicionado.
Aunque hijo-esposo, pareja y madre conforman una estructura triangular pueden verse implicadas muchas más personas en el conflicto, siendo especialmente vulnerables los niños en caso de que los haya. Estos van a encontrarse en la disyuntiva de dar apoyo a su madre o a su abuela paterna, situación a la que ningún niño debería verse implicado. Los niños son niños y necesitan figuras de apoyo sólido, cuántas más mejor. Hacerles escoger y reducir su círculo familiar implica privarlos de las experiencias y el amor de personas que los quieren, haciéndoles daño tanto a ellos como a esas mismas personas.
Por mucha razón que tenga la nuera en según qué aspectos, el hecho de haber confrontado a su marido contra su propia madre hará que se sienta frustrado con su matrimonio, el cual verá como un elemento separado de la mujer que le trajo al mundo y lo crió. En cuanto a su madre, si le está haciendo alejarse de su pareja verá en ella una mujer que no le deja respirar, que corta sus alas de independencia y que más que querer que él sea feliz lo que hace es solo pensar en ella misma en su casi patológico miedo de perderlo.
Sea como sea, la salud mental de todos se resquebraja, y realmente la única persona que tiene un pequeño margen de maniobra es la pareja. Ella es la que decide si prefiere continuar viviendo en una mala relación con la madre de su pareja o, de lo contrario, huye. Al fin y al cabo una pareja es decisión de dos personas y, viendo que el hombre muy difícilmente se va a desprender de una madre sobreprotectora, es cuestión de tiempo que la mujer decida irse. La madre, por regla general, intentará estar encima de su hijo. Rara vez dejará de hablarle por salir con esa mujer, aunque sí le reportará hacerlo.
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¿Qué se puede hacer ante este conflicto?
Lo que primero queremos destacar sobre el odio entre suegra y nuera es que, en caso de haberse llegado a tal extremo, se debe acudir a un profesional, concretamente a un psicólogo especializado en dinámicas de familia y que ofrezca terapia familiar. La situación es grave y se requiere de ayuda experta antes de que empeore y se acabe rompiendo un matrimonio porque tanto nuera como suegra no han querido acabar con sus desavenencias y pensar en el bienestar de aquella persona a la que, supuestamente, aman.
No obstante, en caso de que todavía no se haya llegado a semejante extremo nuera y suegra pueden seguir una serie de consejos que prevendrán que se dé esta tan desagradable situación.
Qué hacer desde el rol de nuera
Como nuera, lo primero que se debe hacer es practicar la empatía con la madre de nuestro novio, especialmente si queremos tener hijos o ya los tenemos. Por lo general, las madres tienden a mostrarse temerosas de que a sus hijos les pueda pasar algo malo y que se alejen de su lado. Los sentimientos de muchas personas llegadas a la tercera edad tienen que ver con miedos a quedarse solas, añoranza al pasado y los celos. Lejos de criticar sus ganas de pasar tiempo con su hijo debemos aceptarla con los brazos abiertos, mostrándole que tiene un apoyo en nosotras.
Otro aspecto fundamental es, claramente, evitar conflictos producidos por simple lucha de egos. Puede que nuestra suegra nos haga comentarios un tanto ácidos sobre lo que hacemos, pero lejos de verla como una entrometida y criticona debemos valorar su experiencia que sin duda tiene puesto que ha sabido criar y tirar hacia adelante una familia. Muchas veces son lecciones que nos pueden servir.
Naturalmente, no podemos evitar comparar nuestra relación con nuestros padres con la que tienen nuestro hombre con su madre. Puede que de primeras nos parezca hasta un tanto infantil, que esa mujer trata a su hijo como si fuera todavía un niño. Esto no tiene por qué ser algo negativo, puesto que en cada familia la forma en la que se muestra el amor es distinta y, por lo tanto, las comparaciones no pueden hacerse bajo un mismo criterio. Es por esto que debemos evitar compararnos, puesto que vamos a ver más cosas malas que buenas.
Muy importante es también comprender que el tono y el vocabulario con el que se dicen las cosas se puede interpretar de múltiples formas. Es posible que haya actitudes de nuestra suegra que nos molesten pero, aún así, no podemos contestarle con faltas de respeto ni tampoco con un tono burlón. Puede incluso que haya un momento en que la situación se ponga tensa. En caso de ser así lo mejor es esperar a que se calmen los aires y hablarlo más tranquilamente, comentando que agradecemos sus observaciones pero que también somos libres de tomar nuestras propias decisiones en tanto que somos adultas.
Qué hacer desde el rol de suegra
Es fundamental que si somos la suegra comprendamos que nuestro hijo ha crecido. Por mucho que nos duela ya no tiene 10 años, sino que es un adulto hecho y derecho y que es libre de tomar sus propias decisiones. A no ser que la mujer con la que esté saliendo sea muy desagradable no debemos entrometernos en su vida amorosa. Si él es feliz con ella, nosotras deberíamos ser felices por él.
Si ya tienen hijos, podemos ofrecer a nuestra nuera nuestra experiencia en tanto que somos madres y hemos criado a niños. Debemos comprender que son recomendaciones, no imposiciones. Nuestra nuera verá en estas propuestas algo aplicable o no en base a su propio criterio, que puede ser peor o mejor pero, al fin y al cabo, nosotras también puede que erráramos en el pasado, y aún así nuestro hijo ha llegado a la vida adulta. No hay método educativo perfecto e infalible, lo que importa es que ayude a crear a adultos responsables y funcionales.
Muy importante es también comprender que nuestra nuera es una persona de carne y hueso, no la idea perfecta e idealizada que una vez nos hicimos. La perfección no existe en el mundo de los mortales y, siempre y cuando dé felicidad a nuestro hijo, nuestra nuera lo más parecido a esa perfección. Cierto que tendrá sus defectos, pero no podemos esperar a que cambie si la presionamos o le recordamos aquello malo que vemos en ella. Podemos recomendarle hacer un par de cosas para mejorar, pero siempre desde el respeto y la tolerancia.