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Dolor en las relaciones sexuales: causas, síntomas y soluciones


El Vaginismo y la Dispareunia son disfunciones sexuales donde el dolor es el elemento protagonista. La escasa educación sexual y el desconocimiento corporal dificultan seriamente la detección y expresión de ambas problemáticas.

El resultado es una alerta continua que aleja a la persona afectada de las relaciones íntimas, hecho que se traduce en un sufrimiento silencioso. Esta semana, Yolanda Segovia, psicóloga colaboradora del Instituto de Asistencia Psicológica Mensalus, nos habla sobre estas dos disfunciones y abre una reflexión sobre la importancia de su tratamiento.

¿Qué diferencia el Vaginismo de la Dispareunia?

El Vaginismo es la imposibilidad para conseguir la penetración vaginal debido a la contracción de los músculos que rodean la entrada de la vagina. Cuando una mujer se excita sexualmente, experimenta una relajación de los músculos vaginales. Sin embargo, en el Vaginismo, la contractura muscular es tal que impide la penetración.

En cambio, la Dispareunia es el dolor que pueden sufrir, tanto hombres como mujeres, en el área pélvica durante o poco después de la relación sexual. El dolor se presenta en el momento de la penetración, la erección o la eyaculación.

Centrándonos en el sexo femenino, el factor dolor es protagonista en ambos problemas. Aún así, la diferencia es importante. En el caso de las mujeres con Vaginismo, la respuesta refleja de los músculos imposibilita tener relaciones sexuales con penetración (o las dificulta extremadamente). En el caso de las mujeres con Dispareunia, el dolor dificulta seriamente el placer durante la penetración pero no impide el coito.

En el caso del Vaginismo, ¿qué aspectos impiden la relajación de la musculatura?

Las mujeres con Vaginismo relacionan la penetración con la sensación de peligro. Esto crea una respuesta tensional totalmente automática que se materializa en la musculatura vaginal. Esta reacción genera un elevado malestar dado que existe el deseo de mantener una relación sexual con penetración pero, la realidad física, es muy distinta. Aparece entonces una contradicción entre mente-cuerpo inexplicable para la persona.

El resultado es una abrumadora sensación de falta de control y un explosivo aumento de la ansiedad. Entre los factores que pueden originar Vaginismo encontramos las creencias y los valores de carácter sexual que crean confusión, inseguridad e, inevitablemente, generan una respuesta desadaptativa. Por otro lado, esta disfunción tiene habitualmente un inicio en el pasado.

Algunas mujeres manifiestan haber presentado dificultades en la etapa de la primera menstruación al querer introducir un tampón, ideas irracionales sobre la penetración o la posibilidad de quedarse embarazadas e, incluso, ideas distorsionadas respecto a la percepción de sus propios genitales.

Y en el caso de la Dispareunia, ¿por qué aparece?

Entre los aspectos que pueden influir en la aparición del dolor destacan la insuficiente lubricación por falta de estimulación erótica, la sequedad vaginal, las relaciones sexuales prematuras tras una cirugía o parto, la irritación genital por jabones, alergias al látex de diafragmas o preservativos, y aquellos aspectos específicamente de carácter médico (fimosis, frenillo, prostatitis, hemorroides, herpes genital, etc.).

Queremos resaltar que, en el caso de esta disfunción, el dolor debe ser constante y repetido en las relaciones sexuales; el dolor ocasional no significa que exista un problema. Sea como sea, no hay duda que las molestias afectan mucho a la sexualidad y pueden conducir hacia la evitación de las relaciones.

Por este motivo, en caso de duda, es aconsejable consultar con un profesional.

Las personas que sufren Vaginismo o Dispareunia, ¿hablan de su problema?

La mayoría no lo hacen, lo convierten en un tema tabú. En el caso de las mujeres con Vaginismo, la labor educativa es especialmente importante. La falta de conciencia sobre el propio cuerpo (habitualmente no existe exploración) y la censura social, hacen aún más difícil la expresión y normalización de aspectos de carácter sexual.

Esta realidad aleja a la afectada de los distintos contextos (amistades, compañeros, familiares, etc.) por temor a ser incomprendida y tachada como “rara”. El miedo aumenta día a día y la alerta se convierte en un elemento intrínseco de la personalidad.

Desde la Psicoterapia, ¿qué trabajo se realiza en ambos casos?

Además de la labor psicoeducativa y la detección de pensamientos negativos y destructivos que se realiza desde un contexto de terapia individual, es importante el trabajo que se lleva a cabo desde la terapia de pareja. Para solucionar el problema es esencial establecer una comunicación abierta con el fin de expresar el malestar y encontrar la comprensión mutua.

Asimismo, el trabajo terapéutico que facilite el cambio irá dirigido a abordar, de forma progresiva, aspectos profundos. El trabajo de introspección, insight y autoexpresión emocional nos acompañarán a lo largo del proceso. El sentimiento de culpa, los conflictos internos y, en algunos casos, los sentimientos no resueltos fruto de experiencias traumáticas pasadas (Ej: historia de abusos sexuales, maltratos, o violación), serán algunos de los temas que, desde una perspectiva sistémica e integradora, repararemos.

¿Qué consejos darías a las personas que sufren una de estas dos disfunciones?

Especialmente, en el caso del Vaginismo, la sensación relacionada con la falta de control contamina el resto de contextos personales. El malestar traspasa la frontera puramente sexual y se traduce en un miedo que va mucho más allá.

La imposibilidad de mantener relaciones sexuales con penetración aún sentir el deseo, merma poco a poco la capacidad por buscar el placer y satisfacer las propias necesidades. Dejar de lado este problema puede repercutir seriamente en la autoestima de la mujer. El miedo se traduce en más miedo; es por ello que resulta difícil hablar del problema y consultar a un profesional.

Nuestra recomendación siempre es abordar el problema desde una visión holística y, ante todo, considerar las posibles causas orgánicas. Una vez descartadas, el trabajo desde la Psicoterapia individual y de pareja es el que facilitará a la persona recuperar la seguridad en sí misma y, ante todo, no vivir en una continua lucha, consiguiendo así tener el control de la situación y dejar de “escapar”.

En este sentido, la comunicación de pareja es esencial para reafirmar el derecho a expresar y vaciar todo aquel cúmulo de sentimientos que, de un modo inconsciente, un día quedaron reflejados en un órgano esencial.