Los cambios psicológicos que se producen tras la maternidad
La maternidad es una experiencia que, si bien puede aportar una experiencia muy ilusionante, también puede ir de la mano de cambios algo más negativos o desajustes emocionales que cuesta gestionar. Es por eso que la psicología perinatal interviene no solo antes y durante el embarazo, sino que sus funciones acompañan a los padres y madres también durante los primeros meses tras el nacimiento.
En este artículo veremos cuáles son los principales cambios de tipo emocional, cognitivo y relacional que puede experimentar una mujer tras ser madre.
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¿Por qué el hecho de ser madre puede generar cambios psicológicos rápidos?
Con la maternidad coinciden dos tipos de transformaciones en la vida de la mujer. Por un lado, un proceso de cambio de su cuerpo, que se readapta a la ausencia de un feto en el útero y a todo lo que ello conlleva desde el punto de vista anatómico y hormonal.
Por el otro, un cambio de roles: con la aparición del rol de madre, hay que incluir en el día a día muchas responsabilidades de cuidado, que además suelen estar descompensadas en comparación con el padre (si lo hay) a causa de las dinámicas de desigualdad de sexos.
Esta combinación de factores, que a su vez cuentan con una amplia variedad de ramificaciones y posibles causas de problemas, pueden hacer que los primeros pasos en la maternidad sean todo un reto, o incluso que vayan acompañados de una reducción drástica en la salud mental. En casos de esta clase el problema no es el hecho de haber pasado por un parto ni las rutinas de cuidado y crianza del niño o niña, sino otras complicaciones en la manera de vivir esa experiencia. Es por eso que con ayuda psicológica profesional es posible superar esa clase de dificultades.
Y, por otro lado, no hay que olvidar que no todo es negativo: muchos de los cambios psicológicos que acompañan a la maternidad son muy ilusionantes y estimulantes, como vamos a ver más adelante.
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Cambios psicológicos frecuentes tras ser madre
Aquí nos vamos a centrar en los cambios más habituales; eso sí, algunos de ellos raramente se dan a la vez, y no tienen por qué estar presentes en la experiencia de la maternidad de todas las madres.
1. Problemas para hacer frente al estrés
El estrés surge tanto por la necesidad de hacerse cargo de más tareas, como por el temor a que algo salga mal. A fin de cuentas los bebés son totalmente dependientes de los adultos y son muy vulnerables a las lesiones, a lo que hay que añadir que no pueden expresar claramente lo que les ocurre cuando sufren una complicación de salud. Esta ambigüedad y falta de información hace que algunas madres adopten una predisposición al pesimismo o a la creencia de que el bebé está constantemente alertando de que algo malo le ocurre.
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2. Ilusión por la maternidad
El hecho de tener metas concretas en la tarea de criar y educar al niño o la niña hace que muchas madres se sientan muy felices por este nuevo proyecto, el cual les ofrece incentivos a corto, medio y largo plazo. Hay algunos mecanismos de liberación de hormonas que las predispone sentir satisfacción durante el contacto visual con el bebé y el contacto físico con él.
3. Inseguridades asociadas al rol de madre
Como he adelantado, los roles de género dejan una huella importante en la experiencia de la maternidad. Las madres se sienten presionadas por resultar ejemplares en sus tareas de cuidado, y esto puede hacer que sientan culpa o que su autoestima se resienta si creen que “no están a la altura” a los ojos de la sociedad, incluso a pesar de que según su opinión le dan al bebé todo lo que necesita.
4. Aumenta la necesidad de estar a solas
La carga de trabajo hace que sea muy común entre las madres empezar a apreciar mucho más la soledad, la posibilidad de alejarse de todo y de todos y tener tiempo para una misma. Y es que esta clase de momentos pasan a ser menos habituales, lo cual también dificulta el mantener aficiones que requieren de introspección y soledad.
5. Una rápida evolución de su identidad
Muchas mujeres que tienen un bebé por primera vez pasan a considerar el concepto de “madre” una parte nuclear de su identidad, algo que no se habían planteado que pudiese ocurrir. Es decir, empiezan a querer relacionarse principalmente con otras madres, consultan medios de comunicación vinculados a la maternidad y al mantenimiento familiar, hacen saber a todo el mundo que son madres y lo expresan claramente en sus redes sociales… Esto hace que en algunos casos las amistades cambien en cuestión de pocos meses.
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Cambios psicológicos poco frecuentes tras ser madre
Los procesos de cambio que veremos a continuación son relativamente menos frecuentes que los anteriores, pero algunos de ellos están lejos de ser raros. Veamos cuáles son.
1. Sentimiento de culpa
Algunas madres se sienten culpables no ya por sentir que no llegan a abordar todas las responsabilidades de su nuevo rol (algo muy común), sino por no sentir la suficiente ilusión por la reciente maternidad o la suficiente conexión con el bebé. Esto se debe en parte al sistema de fuertes expectativas que giran alrededor del rol de cuidadora de la madre, una de las formas de manifestación del sexismo. El simple hecho de no sentir un cambio emocional cualitativo en una misma antes y después de ser madre puede ser suficiente para asumir que se ha hecho algo mal.
2. Depresión posparto
La depresión posparto, que se estima que afecta a alrededor del 15% de las mujeres que han tenido un bebé, tiene causas biológicas y psicosociales.
Tras el nacimiento se producen una serie de cambios rápidos en los patrones de liberación de hormonas en el organismo, y esto puede ocasionar un desequilibrio que se expresa en un desajuste del estado del ánimo.
Pero además, a esto hay que añadirle la necesidad de gestionar psicológicamente todo lo ocurrido durante las horas del parto y justo después, con el miedo por saber si el bebé está bien o tiene alguna enfermedad, y el estrés de volver a casa y empezar a vivir de un modo totalmente nuevo. Todo esto puede alterar emocionalmente mucho a la madre, y en este estado de vulnerabilidad, no es raro que se dé un “efecto dominó” con otro tipo de problemas y retos.
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3. Dismorfia corporal
Algunas madres se sienten muy mal con sus cuerpos tras haber dado a luz, y están siempre pendientes de si con el paso de las semanas la piel recupera su firmeza, sus pechos vuelven a parecerse a como estaban antes, etc. Esto da lugar a pensamientos obsesivos y conductas de autochequeo que, en casos extremos, facilitan la aparición del trastorno dismórfico corporal.
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Soy Psicóloga General Sanitaria y trabajo atendiendo a personas de todas las edades. Las sesiones pueden ser realizadas presencialmente en mi consulta de Valencia o a través de la modalidad de terapia online.