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Metadona: ¿qué es esta droga y para qué se utiliza?


La adicción a la heroína conlleva riesgos como contraer enfermedades, desarrollar problemas hepáticos, sufrir una sobredosis o consumir productos muy tóxicos mezclados con la droga, además de interferir en gran medida en el funcionamiento cotidiano.

Para tratar esta adicción se utilizan habitualmente terapias sustitutivas con metadona, un opiáceo sintético con efectos secundarios más leves que los de la heroína, la codeína o la morfina.

¿Qué es la metadona?

La metadona es un fármaco de la familia de los opiáceos, sustancias utilizadas para tratar el dolor, como la codeína, o con fines recreacionales, como la heroína. Los opiáceos también son conocidos como narcóticos, aunque en ocasiones este término incluye la cocaína, que tiene efectos estimulantes.

En la actualidad se usa el término “opiáceo” para hacer referencia a cualquier sustancia psicoactiva que tenga efectos agonísticos en los receptores opiáceos del sistema nervioso central. Por contra, los opioides son sustancias endógenas del cerebro con efectos analgésicos, en particular las endorfinas, las encefalinas y las dinorfinas.

La heroína es especialmente conocida entre los opiáceos por su potencial adictivo; inmediatamente después de ser consumida esta droga se concentra en el cerebro, provocando una sensación de euforia. Poco después se reparte por otros tejidos, causando sensaciones relacionadas con la sedación.

La metadona es un opiáceo sintético que se consume por vía oral, en formato líquido o en cápsula, o bien inyectado. Se utiliza para tratar el síndrome de abstinencia de opiáceos, que provoca síntomas como ansiedad, insomnio, vómitos, fiebre, dolor muscular, diarrea y disforia. Remite de forma progresiva entre 5 y 7 días después de la interrupción del consumo.

Historia de los opiáceos y la metadona

Los antiguos griegos, árabes y egipcios ya utilizaban el opio, la resina seca de la planta conocida como adormidera, para tratar el dolor y la diarrea. Su uso se popularizó en Inglaterra en los siglos XVIII y XIX, y llegó a los Estados Unidos con los trabajadores del ferrocarril provenientes de China; son célebres los fumaderos de opio típicos de esta época.

Durante el siglo XIX aparecieron la codeína, la morfina y la heroína, los tres derivados del opio más populares. Estos fármacos se mostraban útiles para tratar síntomas de dolor, diarrea y tos, así como en la deshabituación de otras sustancias más potentes, pero conllevaban un riesgo elevado de adicción en sí mismos.

La metadona fue creada de forma sintéticaen Alemania en el año 1937 en respuesta a la necesidad de este país de conseguir opiáceos fáciles de desarrollar. Se descubrió que tenía un potencial de adicción significativo, si bien sus menores efectos sedativos y depresores sugerían que podía ser usada como medicamento.

Diez años después la metadona empezó a comercializarse como analgésico en los Estados Unidos. Además se detectó su utilidad para tratar el síndrome de abstinencia de opiáceos, de modo que empezó a investigarse su eficacia como componente de terapias sustitutivas en casos de adicción a la heroína.

¿Para qué se utiliza?

La metadona se utiliza principalmente para reducir los síntomas de abstinencia en personas en proceso de desintoxicación del consumo de opiáceos, en especial heroína. Con este objetivo suele prescribirse en el contexto de una terapia sustitutiva.

Los programas de manejo de contingencias que utilizan metadona (o bien naltrexona, un antagonista opiáceo) se han mostrado eficaces para la desintoxicación de heroína, según la evidencia científica disponible. En general resulta mucho más complicado mantener la abstinencia de esta droga sin el uso de fármacos compensatorios.

Se suele administrar metadona a personas que no consiguen mantener la abstinencia sin la ayuda de un sustitutivo. Aunque idealmente el consumo de esta sustancia sólo se mantiene durante unos meses, en algunos casos el tratamiento dura de por vida para prevenir el consumo de otras sustancias con efectos secundarios más graves y el posible contagio de enfermedades.

En los últimos años el uso de la metadona se ha extendido al tratamiento del dolor crónico, especialmente el de tipo neuropático; en estos casos puede ser más recomendable que otros opiáceos porque sus efectos son más duraderos, lo cual reduce la frecuencia de administración y por tanto el potencial adictivo.

Efectos secundarios de la metadona

Los efectos secundarios y adversos de la metadona son muy similares a los provocados por otros opiáceos. Además del riesgo de desarrollar una dependencia física y psicológica, los más habituales son la somnolencia, la sensación de mareo, los vómitos y la sudoración.

Otros signos y síntomas que pueden aparecer son la diarrea, la sequedad bucal, las dificultades para orinar, el descenso de la presión sanguínea, la debilidad física, la sensación de fatiga crónica, la confusión, las pérdidas de memoria y las alucinaciones. La miosis (contracción pupilar) también es un signo característico de la toma de opiáceos.

El consumo crónico de metadona puede reducir la capacidad respiratoria y alterar el ritmo cardiaco. Por otra parte se calcula que aproximadamente el 25% de muertes por intoxicación con opiáceos en Estados Unidos se da como consecuencia del consumo de metadona.

La interrupción de la toma de esta sustancia puede hacer que aparezcan acatisia (inquietud y malestar intensos), fiebre, mareos, taquicardia, temblores, náuseas, fotofobia (sensibilidad a la luz), ansiedad, depresión, alucinaciones auditivas y visuales, ideación suicida, delirios e insomnio crónico.