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​Labilidad emocional: ¿qué es y cuáles son sus síntomas?


Si algo caracteriza a las emociones es que vienen y van sin tener, muchas veces, una causa concreta que las desencadene. Por ejemplo, una persona puede sentirse triste en un momento en el que todo parece indicar que debería estar alegre, o también puede darse el caso contrario.

Por decirlo de algún modo, cada persona tiene un rango de emociones que suele manifestar de un modo relativamente independiente de su contexto. Algunas tienden a experimentar más emociones con la alegría, y otras menos. Sin embargo, en ocasiones la variación de emociones puede llegar a ser muy significativa. En eso casos hablamos de labilidad emocional.

¿Qué es la labilidad emocional?

El concepto de labilidad emocional hace referencia a una tendencia a cambiar rápida y abruptamente en lo referente al estado emocional.

Cuando se presenta este fenómeno psicológico, las emociones van variando casi como si siguiesen el movimiento de un péndulo, aunque no necesariamente con esa regularidad entre periodos.

Duración de los cambios de humor

La labilidad emocional puede expresarse en variaciones de la emoción que se notan en cuestión de horas, pero también puede darse el caso que este cambio aparezca después de varios día de manifestar una misma emoción o una secuencia de emociones muy parecidas entre sí.

Del mismo modo, los cambios bruscos en las emociones se pueden ir sucediendo los unos a los otros durante días hasta que llega un momento en la que la labilidad emocional vuelve a sus niveles normales en los que no hay cambios tan abruptos.

La labilidad emocional como síntoma

La labilidad emocional puede llegar a ser una propensión útil a la hora de abordar problemas desde diferentes puntos de vista. De hecho, un cierto grado de labilidad emocional está presente en casi todas las personas, ya que todas tienen un rango de emociones habituales.

Sin embargo, en otros casos llega a ser tan intensa y repentina que más allá de ser una característica de la personalidad puede ser, en sí misma, un tipo de síntoma de un trastorno mental.

Los trastornos mentales en los que es más frecuente la labilidad emocional son los siguientes:

1. Depresión mayor

En la depresión mayor se puede pasar de fases de aplanamiento emocional y anhedonia a otros en los que aparece una profunda tristeza que se vive de manera muy intensa. En estos casos los cambios de humor pueden generar problemas relacionales, especialmente cuando se asocian a brotes intensos.

2. Trastorno Bipolar

Se trata de un trastorno del estado de ánimo caracterizado justamente por los cambios repentinos en los estados emocionales. Clásicamente, en el Trastorno Bipolar se van alternando episodios de manía, en los que se manifiesta una sensación de euforia y alegría, y episodios de depresión. En definitiva, en este trastorno la labilidad emocional es uno de los factores típicos (siempre que haya manía y depresión.

3. Ciclotimia

Aunque la labilidad emocional es el síntoma por excelencia del Trastorno Bipolar, la versión más leve de este, la Ciclotimia, también la presenta como síntoma. En estos casos, los síntomas no son tan intensos como en el resto de trastornos depresivos, estos se mantienen durante un periodo más largo.

Las causas de la variación emocional

Cuando la labilidad emocional es muy intensa e interfiere con la calidad de vida de la persona, es posible que sea un síntoma de un trastorno mental o un desorden neurológico. Aunque las causas dependen de cada caso, se entiende que la labilidad emocional muy intensa asociada a problemas psicológicos aparece cuando el sistema límbico (situado en el cerebro) empieza a funcionar de manera anormal.

Los pacientes con epilepsia, por ejemplo, pueden llegar a presentar labilidad emocional, ya que los ataques nacen de una alteración en el funcionamiento global del encéfalo.

Tratamiento

Hay que tener claro que la labilidad emocional no es en sí un trastorno mental, sino un síntoma, y por eso no se trata de forma directa a partir de intervenciones psicológicas o psiquiátricas. Las medidas sanitarias que la puedan llegar a reducir pasan por un diagnóstico de posibles desórdenes mentales.

Cuando las causas no tienen que ver con un trastorno del estado de ánimo diagnosticado, el tratamiento será más difícil de establecer. Además, el uso de psicofármacos que puedan servir para reducir la intensidad de las fases de labilidad emocional es algo que depende del personal médico especializado que lleve cada caso.