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Terapia familiar multidimensional: qué es y cómo funciona


Las dificultades sociales, económicas, legales y emocionales de una familia pueden tener un impacto sustancial sobre el desarrollo de cada uno de los individuos que la conforman; y muy especialmente de los adolescentes, que viven un momento de especial efervescencia.

Dado que la familia funciona como un sistema, todo aquello que afecta a alguna de las partes tiene su eco sobre las demás, deviniendo un problema que altera el conjunto y que precisa de un tratamiento integrador y multidisciplinar (psicólogos, trabajadores sociales, etc.).

El fin de la terapia familiar multidimensional es proveer un conjunto de medidas terapéuticas para abordar situaciones de conflicto extremo, como la delincuencia o el consumo de drogas, que pueden destruir por completo la unidad en su capacidad de adaptación al medio.

Seguidamente procedemos a ahondar en todo lo esencial para conocerla mejor; destacando su definición, las dimensiones susceptibles de intervención y las medidas que podrían usarse para ello.

Terapia familiar multidimensional

La terapia familiar multidimensional pretende ofrecer una adecuada cobertura a la totalidad de los ámbitos de funcionamiento que pueden verse condicionados en el seno familiar, sobre todo cuando concurren situaciones de peligro para su desarrollo (como el abuso de drogas o la criminalidad). Se trata de un procedimiento que alberga un evidente fin reparador, y que pone en marcha toda una miríada de recursos sociales y humanos para ello.

El énfasis fundamental se orienta al cuidado y la vigilancia de los adolescentes y sus padres, de modo que se orquestarán los mecanismos necesarios para abordar cualquier conflicto en la relación entre todos ellos. Esto implica que la salud mental cobra una relevancia especial, puesto que no es infrecuente que el consumo de sustancias y/o la criminalidad puedan ser la causa o la consecuencia de algún trastorno en este dominio.

En lo sucesivo abundaremos en la áreas que resultan de interés desde esta particular forma integrada de intervención, la cual requiere de un abordaje multidisciplinar en el que participa el sistema educativo y judicial. Ha demostrado disponer de una amplia evidencia empírica en lo relativo a su capacidad para atajar el abuso de sustancias y potenciar la capacidad grupal de adaptación al entorno.

Objetivos por áreas

Seguidamente planteamos la totalidad de los objetivos que se persigue con la aplicación de la terapia familiar multidimensional; los cuales coinciden con los elementos individuales de la unidad familiar (el adolescente y sus padres), las dinámicas internas entre ellos (la familia) y sus relaciones con el exterior (la comunidad).

1. Adolescente

En lo relativo al adolescente, el objetivo básico de la intervención es prevenir o abordar el uso de sustancias ilegales, así como estimular las propias capacidades para regular los afectos y comunicarse con las personas del entorno. Al hacer esto se tienen en consideración todos los ámbitos de funcionamiento cotidiano, entre los que destacamos la escuela/instituto y/o el inminente acceso al mercado laboral (en caso de que no se tenga interés en la continuación de la formación académica).

2. Padres

Los padres del adolescente son, sin ninguna duda, uno de los eslabones principales para el bienestar del mismo. El programa es sensible a sus necesidades, fundamentalmente en todo lo relativo a los estilos de crianza y promoción de relaciones constructivas con el menor. Con ello se busca fomentar su salud mental, así como explorar cualquier circunstancia de este ámbito que pudiera ser objeto de intervención.

3. Familia

La familia es un sistema de relaciones que se da entre los padres y sus hijos. Incluye estilos de crianza específicos y formas de interacción entre todos los miembros que la componen. El objetivo básico de este programa es mejorar la comunicación a todos los niveles, así como aumentar el número de intercambios genuinos de afecto.

4. Comunidad

La comunidad hace referencia a los diferentes organismos, instituciones y grupos con los que la familia interactúa; con el propósito de cubrir sus necesidades sociales, humanas o de otro tipo. En resumen, se trata de relaciones hacia el exterior que contribuyen de forma decisiva a las dinámicas del interior. En esta dimensión se incluye la escuela, el barrio y los juzgados; que han de aprovecharse de forma positiva y equilibrada.

Procedimientos

Una vez localizadas las áreas de interés en la terapia familiar multidimensional, veamos los distintos procedimientos que pueden desplegarse durante su aplicación y desarrollo. Los sistemas educativo y judicial se imbrican indisolublemente en el proceso.

1. Servicio y colaboración comunitaria

La terapia familiar multidimensional promueve la relación entre la familia y todos los servicios comunitarios de los que puedan disponer en caso de necesidad. En este sentido, se busca proporcionar información sobre las ayudas de las que el sistema puede proveer; sobre todo relacionadas con el acceso a la vivienda, las energías o los alimentos básicos para subsistir en condiciones salubres y equilibradas.

Se pretende subsanar, siempre y cuando sea posible, cualquier dificultad para el acceso a la más elemental de las condiciones de vida. Es un elemento cardinal del proceso, en el que se despliega todo el sistema de apoyo necesario para que pueda asumirse un control adecuado sobre la propia vida y sobre las opciones con las que poder integrarse adecuadamente en el ámbito académico y laboral. El fundamento es preservar la dignidad y velar por el principio de igualdad de oportunidades.

En los casos en que se haya incurrido en una conducta delictiva y se encuentren implicados los distintos estamentos legales, es esencial que la familia reciba una asesoría sobre cómo relacionarse con los funcionarios judiciales y los agentes de libertad vigilada, cuya función es disuadir a quienes han cometido un delito de que continúen reincidiendo en actividades de este tipo.

2. Entrenamiento para el hogar y la escuela

El hogar y la escuela son los dos espacios en los que más tiempo invierte el adolescente, y por ello tienen una importancia especial en la terapia familiar multidimensional. Es necesario identificar las necesidades individuales de los padres y abordarlas pertinentemente, pues la deficiente salud mental de los mismos es uno de los principales factores de riesgo para que se manifiesten problemas en el adolescente o el niño.

Además de los estilos de crianza y la dinámica familiar, que son elementales con el objeto de prevenir formas de maltrato o abuso, se deben considerar: problemas para controlar impulsos o emociones como la ira, déficit en habilidades sociales y carencias para entablar un contacto asertivo. A menudo todo ello se reproduce en los adultos y los menores de la misma familia, por lo que puede ser necesario organizar una intervención dirigida al entrenamiento de todos ellos, ya que son circunstancias que se suelen relacionar con la conflictividad dentro y fuera del hogar.

También la escuela debe ser objeto de interés para la terapia familiar multidimensional, pues en ella se despliega una parte muy importante de la vida adolescente, sobre todo a nivel de relaciones entre iguales (para las que resulta esencial una cercana supervisión). El objetivo es que se minimice el riesgo de "bullying" (en los papeles de víctima o de victimario), que se estimulen al máximo las experiencias positivas y que se refuerce el deseo de proseguir una formación ajustada a los intereses del menor.

La orientación vocacional es una herramienta muy importante en este sentido, y debe estar acompañada del fortalecimiento de la voluntad de los padres por participar en la vida escolar, lo que implica la concurrencia a las reuniones y/u otros actos que organice la dirección del centro o el claustro de profesores. Se sabe que la implicación de los progenitores en este tipo de actividades es esencial para que exista un espacio propicio para el desarrollo del potencial académico de su hijo.

3. Desarrollo de competencias específicas

Esta parte de la intervención hace uso, sobre todo, de la psicoeducación. El fin es aportar la información más precisa posible, a los padres y a sus hijos, de algunas de las circunstancias más peligrosas que estos últimos enfrentan en el período evolutivo de la adolescencia: el uso de drogas con fines recreativos, la posibilidad de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual (VIH u otras), los accidentes por hacer uso irresponsablemente de un vehículo, etc.

El control de la ira es también muy importante, y para ello se requiere articular estrategias de diverso tipo, orientadas especialmente a hacer de ella un afecto que no se traduzca en actos de violencia intra o extrafamiliar. Técnicas de corte cognitivo dirigidas a explorar contenidos mentales subyacentes a la emoción, con el fin de reestructurarlos y dotarlos de un sentido no aversivo, son útiles para reducir el conflicto en la familia y para percibir la realidad de manera ajustada a sus términos objetivos.

También resulta importante dotar a los padres de información sobre la adolescencia, pues es una etapa que plantea retos tanto a quien está atravesando por ella como al entorno cercano, incluyendo formas de comunicación concretas que sean de utilidad para facilitar intercambios saludables entre todos los componentes de la unidad familiar. En este sentido, es elemental dotar de conocimientos sobre la aplicación de refuerzos y castigos, así como la gestión de la privacidad y la aplicación de límites.

En la misma línea de lo anterior, es básico que se ofrezcan conocimientos sobre las prácticas de riesgo más comunes en este momento de la vida, como el sexo sin protección o el uso de vehículos (motocicletas, p. ej.) de manera irresponsable. Se ahondará en las infecciones de transmisión sexual (no únicamente el VIH, sino también el prevalente virus del papiloma humano o las hepatitis, pasando por la sífilis e incluso la gonorrea o la clamidia) y también en las consecuencias de un potencial accidente de circulación. Todo ello con el fin de buscar la profilaxis de problemas de salud que implican en potencia una extrema gravedad.

Por último será necesario mejorar la formación de la que padres y adolescentes disponen de. cara a buscar un empleo, incluyendo el uso de redes sociales profesionales y las estrategias para buscar trabajo o afrontar una entrevista con el contratante. También es interesante dar información sobre cursos y complementos de formación que ponen en marcha las diferentes instituciones, en la medida en que pueden aportar conocimientos/destrezas que faciliten el acceso al mercado laboral.

4. Consumo de drogas

El abordaje específico del consumo de drogas es uno de los objetivos básicos de la terapia familiar multidimensional, muy especialmente cuando implica al adolescente o al niño (pues son momentos en los que el sistema nervioso se encuentra en pleno desarrollo y cualquier uso deviene una forma de abuso). Este paso es necesario para construir una vida adaptada al medio, y debe velar por definir la historia de consumo y sus características en la actualidad tanto cuantitativa como cualitativamente, con énfasis en las consecuencias sobre la propia vida personal y familiar.

En el caso de que no exista ningún consumo, se dispondrá de herramientas necesarias para mantener la abstinencia a lo largo del tiempo. Si el adolescente es consumidor activo puede articularse un tratamiento dirigido a estimular la motivación para el cambio, reorganizar las redes sociales, controlar estímulos asociados con el uso de la droga y proponer actividades agradables o personalmente significativas. La escucha activa es esencial, así como informar a los padres de las posibles dificultades que podrían surgir durante el abandono del hábito y de los procesos que indefectiblemente se relacionan con el fenómeno de la dependencia (tolerancia y síndrome de abstinencia).

Si existe consumo de sustancias en la familia este debe erigirse también como uno de los objetivos del tratamiento, pues se sabe que se asocia tanto al inicio como al mantenimiento del abuso y/o de la dependencia entre los adolescentes.

5. Aspectos judiciales

En aquellos casos en los que el adolescente ha incurrido en actos delictivos o antisociales, es posible que se vea inmerso en un proceso judicial activo, el cual supone una intensísima experiencia de estrés para la familia. En este caso debe proveerse a todos los miembros de la misma de las habilidades necesarias para la comunicación con los distintos agentes que se erigen como elementos del sistema (como el juez, los secretarios o los procuradores). Todo ello con el fin de que puedan colaborar de una forma adecuada con las autoridades durante la resolución de su situación contenciosa.

Se persigue que los padres se impliquen en el proceso judicial de forma activa, aceptando la imposición de las medidas sancionadoras en el ámbito civil o penal. El propósito de todo el esfuerzo es prevenir que en el futuro vuelvan a producirse actos ilícitos, pues estos podrían condicionar definitivamente el futuro y la vida del adolescente o de su familia.

Referencias bibliográfica:

  • Danzer, G. (2014). Multidimensional Family Therapy in Theory and Practice. Child and Youth Services 35(1), 16-34.
  • Rowe, C.L. (2011). Multidimensional Family Therapy: Addressing Co-Occurring Substance Abuse and Other Problems among Adolescents with Comprehensive Family-Based Treatment. Child and Adolescent Psychiatric Clinics of North America, 19(3), 563-576.