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Entender el flujo dopamina es la base de la psicología de los videojuegos


La dopamina es un neurotransmisor ligado a la motivación, a la conducta orientada a metas, a la euforia, al placer y a la atención (aunque se puede atribuir la sensación de placer tras conseguir un objetivo a otros neurotransmisores o no está claro que sea exclusivamente la dopamina).

Generamos picos de dopamina en función de la expectativa de una recompensa, es decir, proporcionalmente a su magnitud, a su probabilidad de ocurrencia y a su distancia espacio-temporal.

Seguramente usted haya escuchado que los videojuegos generan dopamina y que por ende pueden ser adictivos. Y punto. Normalmente no nos solemos encontrar más profundidad ni rigurosidad en los artículos que tratan esta temática. Sin embargo, hoy sí que podrá darle forma.

La relación entre la dopamina y los videojuegos

Lejos queda el primer estudio de Koepp y colaboradores en 1998 donde se midió, por primera vez, un incremento en la secreción de dopamina al jugar a videojuegos en general.

Teniendo en cuenta eso, que los videojuegos generan dopamina siempre ha sido una idea acertada, pero que, durante años, ha servido como horizonte en nuestra comprensión. Vayamos más allá.

Lo que importa para una mayor capacidad dopaminérgica es que ésta fluya, no que tengamos “mucha” dopamina en el cerebro.

Por otro lado, para que fluya la dopamina necesitamos los receptores pre y post sinápticos; cuando un receptor absorbe dopamina éste entra en regeneración. La regeneración de un solo receptor de dopamina en el corto plazo (desde menos de un día hasta dos días) es un enigma.

Tenemos un mecanismo neuroquímico que puede hacer que modifiquemos la expresión de nuestro ADN para codificar más receptores de dopamina y así tener más capacidad de flujo en este aspecto; no obstante, este también es limitado y puede “desgastarnos”.

Además, si sobresaturamos nuestro cerebro de dopamina, ésta queda estancada, lo que significa que tendremos menos receptores de dopamina comparado con un estado normal, y que los pocos receptores que queden y/o que se vayan regenerando lentamente, estarán reabsorbiendo dopamina estancada. Esto nos dejará un estado de baja calidad atencional, motivacional y de capacidad para sentir placer.

Las implicaciones de esto en la salud de los gamers

No sabemos cómo es la regeneración dopaminérgica en el corto plazo, pero sí conocemos las curvas de atención sostenida y los síntomas de “desequilibrio dopaminérgico”, por lo que, en cierto modo, podemos inferir en el corto plazo cuándo tenemos unos iveles de dopamina estables o desequilibrados.

Por un lado, la atención de forma general suele tardar unos 5 minutos en “calentar”, y a partir de ahí siempre va para abajo gradualmente, pudiendo encontrarse, dependiendo de cada situación, un efecto de mejora en la calidad atencional cuando se acerca el final de una tarea.

Por el otro, estos son los síntomas de desequilibrio dopaminérgico (hablamos de desequilibrio porque una dopamina muy alta, siempre acaba en bajo flujo de dopamina).

Desequilibrio dopaminérgico

Entre otros, destacan fenómenos como las piernas inquietas, los tics, la rigidez, el descenso de la secreción de insulina, la bajada de defensas y reducción de la motilidad intestinal. Esto que puede sonar alarmante, una vez lo comprendemos, sirve para actuar en consecuencia.

Y sí hemos visto casos como el de Uzi (jugador profesional de League of Legends) que se retiró con diagnóstico de diabetes, pero también tenemos que poner el foco, en el hecho de que la mayoría de jugadores de videojuegos son responsables con respecto a los hábitos de salud y cuidado académico-laboral.

Y digo esto, tocando madera, habiendo cotejado más de 50 jóvenes que dedicaban 30 horas semanales en el mundo amateur de League of Legends y ver que el 90% mantenía bien su vida y que los que no lo hacían tenían otros problemas vitales que también añadían leña al fuego para llevarles a vivir el uso elevado de videojuegos más bien como vía de escape.

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Es importante dar a entender a nuestros jóvenes gamers que, para disfrutar más y jugar mejor, hay que cuidar el rendimiento mental; si les hacemos comprender cómo funciona la dopamina, la mayoría actuará en consecuencia. Y esto nos sirve para promocionar hábitos de salud como el deporte, la higiene de sueño e incluso el no quemarse jugando tanto.

No son pocos los jóvenes que se han refugiado en los videojuegos y a raíz de tomárselos más en serio (una actitud que bien podría ser vista como huir hacia delante) ello les ha servido, sin embargo, para mejorar su autoestima y cuidarse más. Y esta base, a su vez, sirve como punto de partida para reconstruir la solución a otros problemas vitales que les llevaron a buscar refugio.