Hipocondría digital: usando Internet para autodiagnosticarse
El mundo digital y la existencia de Internet hacen que nuestra manera de pensar haya cambiado mucho en pocas décadas. Es fácil encontrarle aspectos positivos a este hecho: ahora lo tenemos más fácil para acceder a grandes cantidades de información, e incluso se nos ofrece la posibilidad de ser (o parecer) sabios en potencia con la simple habilidad de buscar datos en Google.
Sin embargo, hay ciertos casos en los que esta especie de mente colectiva expandida que es Internet juega en nuestra contra, y uno de los ejemplos más claros lo encontramos en la hipocondría digital.
¿Autodiagnóstico? Más bien cibercondría
¿Alguna vez has tenido la tentación de buscar información en Internet acerca de posibles enfermedades que pueden estar detrás de síntomas que experimentan? No resulta sorprendente que tu respuesta a la pregunta sea un rotundo "sí".
Esto no es algo malo de por sí, ya que si se dispone de buenas fuentes de información y se toma lo que se lee con espíritu crítico, el hecho de buscar ciertos datos por la red de redes no deja de ser una actividad más de búsqueda de información interesante que, dado el caso, puede desembocar en una consulta médica.
Sin embargo, cuando la aparición de una ligera incertidumbre acerca de unos síntomas lleva irremediablemente a autodiagnosticarse leyendo textos en Internet, lo más probable es que no hablemos de cierta búsqueda de información, sino de hipocondría digital, también llamada cibercondría.
¿En qué consiste la hipocondría digital?
La hipocondría digital o cibercondría, es una palabra de reciente aparición que, a pesar de no aparecer en los manuales diagnósticos, sirve para designar un estilo de comportamiento que resulta muy perjudicial tanto para las personas que la experimentan como para la comunidad sanitaria. Alude a los conceptos de lo cibernético y la hipocondría, que es un desorden mental por el que la persona cree de manera infundada que tiene una o más enfermedades basándose en evidencias muy débiles, ambiguas o totalmente imaginarias.
A muchas personas les parece descabellado que alguien sea capaz de pensar que tiene la enfermedad del Parkinson por haber derramado el agua de un vaso que sostiene en la mano en tres ocasiones, pero puede parecer menos estrambótico si introducimos en esta ecuación el factor Internet.
La red tiene una cantidad de información prácticamente infinita que no siempre es fácil de interpretar y que en muchos casos es errónea, y además pone todo esto al alcance de unos pocos clicks. Si a esto le sumamos el hecho de que en situaciones de incertidumbre las opciones con consecuencias más alarmantes tienen todos los números de captar más la atención que el resto de posibles interpretaciones y que los seres humanos tenemos una capacidad inusitada para sentirnos identificados con descripciones ambiguas (algo llamado efecto Forer), las posibilidades de entrar en pánico aumentan.
Los efectos negativos de la hipocondría digital
El hecho de recurrir a los buscadores de internet ante el más mínimo síntoma sospechoso de enmascarar una enfermedad tiene una serie de consecuencias negativas que se explican por sí mismas:
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Puede llegarse a vivir crisis de ansiedad muy severas debido a la creencia de que se tiene una enfermedad grave.
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Puede constituir un hábito muy peligroso si aprendemos que la incertidumbre acerca de posibles problemas de salud puede disiparse con unos cuantos clicks con el mouse.
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En algunos casos, la persona puede dudar entre el diagnóstico personalizado dado por los médicos y las conclusiones extraídas del proceso de "autodiagnóstico". Puede llegar a darse el caso de que no se le de credibilidad al diagnóstico dado por profesionales acreditados del sistema de salud y se emprendan iniciativas de curación por cuenta propia o mediante las llamadas terapias alternativas, lo cual tiene consecuencias muy serias para la propia integridad física.
¿Qué hacer?
Para no caer en una dinámica de comportamientos que nos arrastre hacia algo parecido a la hipocondría digital, es bueno plantearse dos cosas:
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Buscar indicadores que certifiquen la calidad de las páginas de internet de las webs médicas, como el sello HONcode.
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En cualquier caso, tener claro que sin una formación adecuada en medicina no podemos precipitar conclusiones acerca de enfermedades que podamos tener. Merece la pena analizar, en la medida de lo posible, si nuestros motivos para preocuparnos por una serie de síntomas están fundamentados racionalmente.
Serenidad y espíritu crítico
Existe una fina línea que separa la posibilidad de acudir a Internet en busca de información sanitaria y la de utilizar los buscadores para autodiagnosticarse enfermedades.
Es por eso que merece la pena tener en cuenta que, aunque parezca mentira, algo que a la luz de ciertos datos tenga todos los números de ser un trastorno o un problema serio de salud no solo no tenga por qué serlo, sino que en muchísimas ocasiones no lo es (y aún es menos probable que, además, el autodiagnóstico coincida con el diagnóstico de un experto).