Motivación deportiva: qué es, para qué sirve, y cómo aumentarla
Como toda motivación, la deportiva hace referencia a una fuerza que nos impulsa y dirige hacia un objetivo y nos mantiene pese a las dificultades que pueden surgir; en este caso concreto la meta será la realización de ejercicio.
Sabemos que hacer deporte es bueno para mantenernos sanos no solo físicamente sino también mentalmente, puesto que nos ayuda a desconectar, a dejar de pensar en nuestras preocupaciones, al mismo tiempo que ejercitamos el cuerpo mejorando nuestra forma física.
Es importante escoger la práctica que más te guste y la que más te motiva para persistir en el objetivo de hacer deporte y no terminar dejando de lado este hábito.
En este artículo conocerás qué es la motivación deportiva, qué variables influyen en ella y qué estrategias te pueden ser útiles para aumentarla.
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¿Qué es la motivación deportiva?
La motivación se define como el impulso, la fuerza interna, que mueve al individuo para la consecución de un objetivo. Es decir, tiene la función de activar, mantener estable y dirigir la conducta hacia una meta, nos permite persistir en una acción aunque esta nos cueste, puesto que sabemos que el resultado nos compensará.
Por otra parte, sabemos que realizar deporte es una de las actividades más recomendadas para conseguir y mantener un buen estado físico y estar saludables. Establecer una buena rutina de ejercicio previene posibles enfermedades en el sujeto, sobre todo las vinculadas con problemas de peso. Así, realizar deporte es un buen motivo para fijarnos.
De este modo, motivación deportiva se refiere a la activación y persistencia de una conducta guiada a conseguir un fin vinculado al deporte. Aunque al sujeto le cueste y el camino sea duro el resultado final premia todo el esfuerzo.
La motivación de cada deportista puede ser distinta, ya que algunos disfrutarán y sentirán satisfacción por el simple hecho de hacer deporte (esta es la motivación intrínseca) y otros sujetos presentarán metas no tan relacionadas con gozar de hacer deporte, como podría ser alcanzar el propósito de adelgazar (esta motivación se conoce como extrínseca y se vinculan más a recompensas que puede tener el practicar deporte).
Así pues, la motivación que te mueve a hacer ejercicio es un elemento clave y fundamental para realizar tal actividad y esta es muy variada y distinta según el sujeto. Se han observado diferencias entre individuos que se dedican a deportes de alto nivel, que lo realizan de modo profesional, en comparación con personas que lo hacen para mantenerse sanos o entre individuos de distintas edades. Del mismo modo, esta fuerza que nos mueve y los objetivos que nos fijamos también cambian a lo largo de la vida.
A continuación te citamos algunas estrategias o consejos para ayudarte a aumentar o encontrar tu motivación para hacer ejercicio físico.
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Cómo mejorar la motivación deportiva
Como ya hemos visto, cada sujeto tiene su propia motivación para hacer deporte y aunque haya motivos similares las características distintivas de cada individuo también los hacen diferentes, no siendo completamente iguales. Es importante que encuentres tu motivación, puesto que será la única que te permitirá superar las dificultades, los días que no te apetezca entrenar, para conseguir la meta deseada.
1. Visualiza los objetivos
La motivación impulsa hacía una meta, así que es importante que nos fijemos un objetivo al que queramos llegar. Este será distinto según sea tu propósito; por ejemplo, podemos visualizar nuestro físico en un futuro o los logros en una competición que podemos alcanzar si seguimos entrenando. Imagina lo que realmente te haría feliz y lo que realmente sientas que te mueve.
También se ha visto que esta técnica no funciona igual de bien en todos los sujetos, hay a quien le va mejor visualizar la consecuencia contraria, es decir, el estado negativo que se alcanzaría si seguimos igual y no entrenamos, imaginar los resultados terribles que pueden acontecer como problemas de salud y enfermedades.
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2. Ponte metas a corto plazo
Dado que el camino no es fácil, ayuda ponernos objetivos a corto plazo que nos mantengan motivados para poder alcanzar la meta final. Fíjate metas que sean más asequibles y logres superar con relativa rapidez, ya que serán las que te animarán a seguir luchando y haciendo deporte.
Cuando estamos cansados y preferimos quedarnos tumbados en el sofá o hemos tenido un día duro en el trabajo, serán las pequeñas metas las que nos moverán, por ejemplo pensar en cómo nos sentiremos después de hacer deporte ese día, lo bien que nos sentiremos con nosotros mismo. Asimismo, hacer ejercicio aunque te deje cansado posteriormente genera en ti una sensación de energía y de sentirte mejor físicamente, al mismo tiempo que te ayuda a desconectar de tus preocupaciones y así disminuir el estrés.
Se ha comprobado que el deporte aumenta la cantidad de endorfinas en el cuerpo, hormona que se vincula con la sensación de bienestar y disminución del dolor. Este propósito puede ser un buen motivo a corto plazo.
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3. Márcate una rutina de entreno
De la misma manera que hemos visto que visualizar, es decir, representar el motivo internamente, es útil para mantenernos con fuerza, también es funcional y necesario plantearse el modo de actuación y dejarlo establecido de antemano.
Dicho de otro modo, nos puede beneficiar fijar y concretar qué es lo que vamos a hacer y cuál va a ser nuestra actuación, qué día vamos a entrenar, qué ejercicios vamos a hacer, cuánto tiempo va a durar cada entreno…
Si nos creamos una rutina y sabemos que debemos hacer cada día, será más fácil mantenernos motivados y no desistir cuando estemos cansados. Es otro modo de establecer pequeños objetivos que te mantengan motivado a corto plazo.
4. Sé realista
Intenta fijarte objetivos que sean posibles, sobre todo los que establezcas a corto plazo, ya que si las metas son poco realistas y no las puedes cumplir puede que esto te frustre y te haga dejar de intentarlo. Deben ser metas que puedas alcanzar para que te sientas recompensado.
Por ejemplo, si te planteas una rutina diaria muy intensa es probable que cuando lleves unos días realizándola ya no puedas más y tu cuerpo no te permita seguir. De igual forma se recomienda iniciar de manera progresiva, para evitar sentirnos muy cansados y así poco a poco ir mejorando y estableciéndose nuevos objetivos. Así podremos mejorar, por esta razón es mejor empezar poco a poco.
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5. Permítete descansar
Vinculado con el punto anterior, debemos ser realistas y, por tanto, tenemos que permitirnos descansar, puesto que no es solo que sea necesario para nuestro cuerpo, sino que al mismo tiempo nos da más fuerza para poder seguir.
Es erróneo pensar que alcanzaremos nuestros objetivos más fácil y de manera más rápida si no descansamos, lo más probable es que nuestro cuerpo no pueda aguantar y sea mucho peor la recuperación, incluso puede que si forzamos indebidamente términos lesionados y, por tanto, tengamos que parar durante más tiempo.
Todo el mundo necesita descansar incluso los atletas profesionales lo hacen, ya que es parte del entreno, siendo clave para conseguir nuestro propósito.
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6. Encuentra lo que te motiva
Como ya hemos dicho, no todo el mundo tiene el mismo propósito ni las mismas motivaciones. De igual manera no a todos nos gustan o funcionan los mismos ejercicios, encuentra que práctica de deporte es la que te atrae más: deporte individual, en grupo, al aire libre, en la piscina… Hay una gran variedad que se adaptan a las preferencias de cada persona.
Es importante encontrar lo que nos gusta, dado que de este modo será más fácil persistir y es más probable que los días que nos encontramos menos motivados no tiremos la toalla.
7. Modifica los ejercicios
Antes hemos hablado de lo recomendable que puede ser establecer una rutina, pero este hecho no quiere decir que siempre hagamos los mismos ejercicios, va bien variar, no solo para no aburrirnos, sino también para trabajar otras partes del cuerpo o hacerlo de distinto modo. Hay muchas maneras de ejercitar, por ejemplo podemos hacer ejercicios de fuerza sin utilizar ningún material o con peso.
Así pues, según tu progresión también verás que debes potenciar y qué partes necesitan más entreno, pudiendo adaptar tu rutina a estos objetivos a mejorar.
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8. Apúntate a clases dirigidas
Apuntarse a clases dirigidas o practicar deporte donde el horario ya esté establecido nos puede beneficiar. Sobre todo al principio, cuando aún no estamos en forma o no hemos establecido como rutina hacer deporte.
Realizarlo de manera libre puede no ser la mejor opción, puesto que es más fácil que no lo hagamos cuando nos notemos desganados. Por el contrario, si tenemos el “compromiso” previo con una actividad favorecerá que asistamos a ella.
9. Sé consciente de tu progreso
A veces nos cuesta ver nuestro progreso y solo nos centramos en mejorar y en conseguir nuevos objetivos, sin valorar ni recompensarnos por las metas que ya hemos conseguido. Fíjate en cómo has mejorado y siéntete orgulloso de las metas alcanzadas, ya que ser consciente del progreso también te ayudará a seguir motivado y persistir en tus metas.