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​Creatividad: tipologías, dimensiones y fases


La creatividad es un fenómeno psicológico de gran importancia tanto a nivel individual como a nivel colectivo. Necesitamos de la creatividad cuando buscamos solucionar algún problema cotidiano a nivel individual y también nos es útil, a nivel colectivo, en la ciencia, en el arte o en la tecnología.

Cualquier avance de la humanidad tiene su origen en una idea creativa. Del mismo modo, lamentablemente, la creatividad ha estado presente en la mayoría de situaciones más deleznables y aberrantes de la historia de la humanidad. Para bien y para mal, la creatividad nos distingue del resto de seres de este planeta, siendo, tal vez, la característica más definitoria del humano.

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Algunas propuestas integradoras de definición de la creatividad

La principal traba para estudiar la creatividad a nivel científico es llegar a consensuar una definición que complazca a todos los que la investigan desde diversas disciplinas. Una de las definiciones más completas que se han logrado hasta el momento tal vez sea la de Vernon (1989): Creatividad es la capacidad de la persona para producir nuevas y originales ideas, descubrimientos, reestructuraciones, invenciones u objetos artísticos, los cuales son aceptados por los expertos como elementos valiosos en el terreno de las ciencias, la tecnología o el arte. Tanto la originalidad como la utilidad o valor, son propiedades del producto creativo a pesar de que estas propiedades puedan variar con el paso del tiempo”.

Con un enfoque más bien abstracto, algunos autores la definen como “habilidad para producir nuevas ideas, originales y apropiadas” (Sternberg y Lubart, 1991). Se entendería por original algo que es relativamente infrecuente, si bien, conviene hablar de grados de originalidad, más que verla como algo absoluto en el sentido de “todo o nada”. En cuanto a que algo (idea o producto) sea apropiado, se considera que lo es cuando con su propuesta soluciona un problema significativo o supone un paso intermedio determinante para alcanzar logros mayores. La utilidad es igualmente una cuestión de grado.

La creatividad como conjunto de dimensiones

Otros autores han intentado ser más concretos en sus definiciones, abordando la creatividad desde cuatro niveles de análisis. Es lo que tradicionalmente se ha conocido como las 4 P’s de la creatividad.

1. El Proceso (process)

La creatividad entendida como un proceso mental (o conjunto de procesos) que tiene como resultado la producción de ideas originales y adaptativas. Es la perspectiva adoptada por la Psicología Cognitiva, que se ha centrado en estudiar diferentes operaciones cognitivas como la solución de problemas, la imaginación, la intuición, el uso de heurísticos (estrategias mentales) y el insight (revelación espontánea).

Algunas teorías que se han ocupado de abordar los diferentes estados del proceso creador se inspiran en la propuesta inicial de Wallas (1926). Otros autores se han dedicado a intentar identificar los componentes del pensamiento creativo, tal es el caso de los estudios de Mumford y sus colegas (1991; 1997).

2. El Producto (product)

La creatividad puede conceptualizarse como una característica de un producto, entendiéndose por producto una obra de arte, un descubrimiento científico o un invento tecnológico, entre otros. Generalmente, un producto creativo es aquel que se considera original, es decir, consigue combinar novedad, complejidad y sorpresa. Además, es adaptativo, lo que significa que es capaz de resolver algún problema del entorno. También, dependiendo del dominio en el que se sitúe, el producto creativo se relaciona con características como la belleza, la verdad, la elegancia y la virtuosidad, (Runco, 1996).

3. Persona (personality)

Aquí la creatividad es entendida como un rasgo,o perfil de personalidad y/o de inteligencia característico de una persona concreta. Es una cualidad o capacidad individual, por lo que unos individuos tienen más que otros (Barron, 1969).

La creatividad individual es uno de los objetos de estudio de la psicología diferencial, desde donde se han encontrado varios rasgos que parecen coincidir en las personas creativas. Entre otros, se encuentran: la motivación intrínseca (no necesitar incentivos externos para crear), la amplitud de intereses (alta curiosidad en distintos dominios), la apertura a la experiencia (ganas de experimentar y alta tolerancia al fracaso) y la autonomía (Helson, 1972). En la actualidad, la personalidad se entiende como una más de las influencias en el comportamiento creativo, y no algo que consiga explicar completamente tal comportamiento (Feist y Barron, 2003).

4. El entorno (place o press):

El entorno o clima en el que emerge la creatividad es determinante. Combinando ciertos elementos de la situación, conseguimos facilitar o bloquear el proceso creativo. La creatividad suele aparecer cuando hay oportunidades para explorar, cuando se dota al individuo de independencia en su trabajo y el entorno fomenta la originalidad (Amabile, 1990). 

Además, el entorno es clave en la valoración de la creatividad pues, finalmente, será quien determine si el producto puede considerarse o no creativo.

Interacción entre elementos creativos

Evidentemente, estos cuatro elementos de la creatividad están totalmente relacionados en la práctica. Es de esperar que un producto creativo sea generado por una persona creativa, aplicando procesos de creatividad, en un ambiente propicio para la elaboración de tal producto y, probablemente, en un entorno preparado su valoración. A las 4 P’s, recientemente, se han sumado dos nuevas, por lo que ahora suele hablarse de las 6 P’s de la creatividad. La quinta P se corresponde con la Persuasión (Simonton, 1990) y la sexta es el Potencial (Runco, 2003).

Si volvemos a reformular la pregunta ¿qué es la creatividad?, obtendremos, como hemos visto, varias respuestas en función de dónde pongamos el punto de mira: la persona, el producto, el proceso, el entorno, la persuasión o la potencialidad. También, podríamos referirnos a la creatividad de los genios, a la de los niños pequeños, o a la de cualquier persona en su vida cotidiana, sin dar importancia a su edad o a su genialidad

Hasta el momento, la mayor parte de definiciones se centran en tres componentes o características definitorias del hecho creativo: la originalidad que supone la idea, su calidad y su ajuste, es decir, cómo es de apropiada para lo que pretende resolver. Por tanto, puede decirse que una respuesta creativa es aquella que es, al mismo tiempo, nueva, apropiada y relevante.

La creatividad como magnitud

Otro enfoque alternativo establece diferencias entre distintos niveles de creatividad, abordándola como una magnitud en lugar de considerarla un conjunto de características fijas. El rango de la magnitud creatividad se extendería desde la creatividad menor o mundana “Little-c” (más subjetiva) a la creatividad mayor, creatividad madura o eminencia “Big-C” (más objetiva).

La primera, la creatividad mundana, hace mención a la creatividad individual cotidiana que cualquiera de nosotros emplea para resolver algún problema. Forma parte de la naturaleza humana y se concreta en algo nuevo para el individuo, o para su entorno cercano, pero raramente tiene reconocimiento o supone un valor destacable a nivel social (Richards, 2007). Es una categoría de gran interés en el análisis de factores influyentes en la creatividad común a nivel doméstico, en la escuela o en el entorno laboral (Cropley, 2011).

La segunda tiene que ver con las actuaciones y productos de individuos eminentes en algún campo. Son aquellos personajes que muestran un alto desempeño y/o consiguen transformar un ámbito del conocimiento o social, por ejemplo: Charles Darwin, Newton, Mozart o Luther King.

Mini-c y Pro-c

Si planteamos la magnitud creatividad como algo dicotómico (blanco o negro), nos encontraremos con el problema de no poder identificar matices que se dan entre la categoría Little-c y la Big-C. Es decir, hablar de dos tipos de creatividad, mundana o eminente, no representa la distribución real de la característica en la población porque entre ambas se extiende un abanico de posibilidades. Para intentar superar las limitaciones de la categorización dicotómica, Beghetto y Kaufman (2009) proponen incluir dos nuevas categorías, Mini-c y Pro-c, ampliando así a cuatro las categorías que intentarían enmarcar el fenómeno de la creatividad.

La creatividad Mini-c es la forma más subjetiva de todos las clases de creatividad. Se refiere a los nuevos conocimientos que adquiere un individuo y a cómo interpreta internamente sus experiencias personales. En investigación, es útil para entender los aspectos personales y del desarrollo de la creatividad, ayudando a explicarla en los niños pequeños.

La categoría Pro-c representa un nivel de evolución y esfuerzo que comienza en la Little-c pero no llega a ser la Big-C, ayudando a entender el área que se extiende entre ambas. Corresponde a la creatividad relacionada con la pericia algún área profesional. Cabe indicar que no todos los profesionales expertos en un área alcanzan este tipo de creatividad. Aquellos que la alcanzan requieren aproximadamente 10 años de preparación en su dominio para convertirse en “expertos”. Para llegar a ser Pro necesitaremos preparar un cóctel que contenga altas dosis de conocimiento, motivación y desempeño.

La creatividad como un continuo

Aunque con cuatro categorías podemos abarcar mejor el fenómeno de la creatividad, siguen resultando escasas para captar su naturaleza compleja. Por ello, algunos autores prefieren tratar la creatividad como un continuo.

Cohen (2011) nos propone su “continuo de comportamientos creativos adaptativos”. Este autor considera fundamental la interacción entre la persona y el entorno, desde una óptica adaptativa, para analizar la creatividad. Su continuo abarca desde la creatividad en los niños pequeños, hasta la creatividad de los adultos eminentes, estableciendo siete niveles o etapas. Propone algunas variables influyentes para el desarrollo de la creatividad a lo largo del continuo, tales como: propósito, novedad, valor, velocidad y estructura.

Los trabajos mencionados no son más que una escueta muestra del esfuerzo realizado, especialmente desde 1950, por definir la creatividad desde múltiples esferas del conocimiento, aunque aquí nos hayamos centrado en trabajos del ámbito de la psicología.

Entre todas las disciplinas vamos fijando ciertos puntos de acuerdo a la hora de establecer qué puede entenderse por creatividad y qué no lo es, si bien, estamos aún en el camino de descifrar el enigma y establecer alguna verdad respecto a este fenómeno, que difícilmente llegará a ser absoluta, como suele suceder con otros muchos constructos en el campo de las ciencias sociales, pero que nos servirá para entender un poco mejor el mundo que nos rodea y nuestro propio mundo interior.

Referencias bibliográficas:

  • Amabile, T. M. (1990). Within you, without you: The social psychology of creativity, and beyond. En M. A. Runco, & R. S. Albert (Edits.), Theories of creativity (págs. 61-91). Newbury Park, CA: Sage.
  • Barron, F. (1969). Creative person and creative process. New York: Holt, Rinehart & Winston.
  • Beghetto, R. A., & Kaufman, J. C. (2009). Intellectual estuaries: Connecting learning and creativity in programs of advanced academics. Journal of advanced Academics (20), 296-324.
  • Cohen, L. M. (2011). Adaptation, adaptiveness, and creativity. En M. A. Runco, & S. R. Pritzker (Edits.), Encyclopedia of Creativity (2ª ed., págs. 9-17). London: Elseiver.
  • Cropley, A. J. (2011). Definitions of creativity. En Encyclopedia of Creativity (págs. 358-369). London: Elsevier.
  • Feist, G. J., & Barron, F. X. (2003). Predicting creativity from early to late adulthood: Intellect, potential and personality. Journal of research in personality.
  • Helson, R. (1972). Personality of women with imaginative and artistic interests: The role of maculinity, originality, and other characteristics in their creativity. Journal of creative Behavior .
  • Mumford, M. D., Baughman, W. A., Maher, M. A., Costanza, D. P., & Supinski, E. P. (1997). Process-based measures of creative problem solving skills: IV. Category combination. Creativity Research Journal .
  • Mumford, M. D., Mobley, M. I., Uhlman, C. E., Reiter-Palmon, R., & Doares, L. M. (1991). Process analytic models of creative capabilities. Creativity Research Journal .
  • Richards, R. (2007). Everyday creativity and new views of human nature: Psychological, social, and spiritual perspectives. American Psychological Association. Washington, DC.
  • Runco, M. A. (2003). Education for creative potential. Scandinavian Journal of Education.
  • Runco, M. A. (1996). Personal creativity: Definition and developmental issues. New Directions for Child development.
  • Simonton, D. K. (1990). History, chemistry, psychology, and genius: An intellectual autobiography of historiometry. En M. A. Runco, & R. S. Albert (Edits.), Theories of creativity. Newbury Park, CA: Sage.
  • Sternberg, R. J., & Lubart, T. I. (1991). An investment theory of creativity and its development. Human Development, 34 (1).
  • Vernon, P. (1989). The nature-nurture problem in creativity. En J. A. Glober, R. R. Ronning, & C. R. Reynols (Edits.), Handbook of creativity. New York: Plenum.
  • Wallas, G. (1926). The art of thought. New York: Harcourt Brace and World.