El afecto en las relaciones: ¿por qué resulta difícil sentirlo?
Me quiere, no me quiere... este juego infantil o casi adolescente se transforma en una rutina inconsciente con el paso de los años y puede formar parte de tu día a día en tu vida adulta.
En las relaciones, especialmente en las sentimentales o de pareja (las más estrechas y en las que más vulnerabilidad sentimos) encontramos con frecuencia esta fuente de inseguridad. Dudamos del afecto del otro, lo analizamos, y tratamos de comprobarlo como si fuéramos detectives emocionales y sentimentales.
Esta dificultad, en realidad, no indica que estemos validando una relación en concreto (ya que esto ocurre con cualquier tipo de relación) sino que estamos tratando de validar nuestras propias emociones y seguridad personal. Al ser las relaciones una parte tan importante de nuestras vidas, el problema termina por enquistarse y afectar a todas las áreas. ¿Por qué se produce? ¿Cómo resolverlo?
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¿Por qué te cuesta sentir afecto y te conquista la inseguridad?
Aunque al pensar en un proceso de cambio solemos imaginar ansiedad, tristeza, desánimo, o un enfoque quizá más práctico o profesional, la gran mayoría de dificultades que tenemos en nuestro día a día son emocionales y sentimentales. Esto, ante todo, es lo que más nos conmueve, nos hace aprender, nos vulnera y también nos asusta. Por esa razón, un cambio en tu forma de afrontar las relaciones cambia toda tu vida. Vivir las relaciones con constantes dudas, inseguridades, conflictos e incluso coacciones termina por resultar agotador.
El primer paso para resolver una dificultad es reconocerla. Sí, la gran mayoría de dificultades que tenemos en relación a nuestro desarrollo personal están asociadas a cómo te relacionas contigo y con los demás. En las relaciones personales y sentimentales encontramos muchos de los mayores beneficios de nuestra vida, pero, a su vez, las mayores dificultades. ¿Por qué ocurre así?
En una relación íntima vivimos una especial disolución en el encuentro con el otro. Más tarde, surge una lucha de egos, en la que tratamos de coaccionar al otro y acomodarlo a nuestra particular visión de la vida. Ahí es donde aparecen las reticencias, no se cumplen las expectativas, valoramos el afecto del otro y terminamos siempre por sentir que no existe ese afecto (a pesar de que nunca tendremos una forma real de saberlo... tanto solo confiar en ello).
El origen del problema, las emociones que están involucradas, y sobre todo cómo dar los primeros pasos para resolverlo, te lo cuento en este vídeo donde profundizamos mucho más y damos un primer paso hacia la solución. ¡Dale a play!
La raíz emocional del problema
En las relaciones, sentimentales o no, experimentamos afecto, unidad, comprensión. Este beneficio y aprendizaje nos resulta tan indispensable que, con el tiempo, tratamos de controlarlo y validarlo. Ahí es cuando aparecen los conflictos, las desilusiones y el deseo por controlar o, en el caso de que no lo consigamos, romper con la insatisfacción que nos produce esa relación.
El origen del problema siempre es el miedo. Pensamos que nuestro bienestar depende de un factor externo que no podemos controlar. Tratar de indagar en el afecto que el otro nos tiene es una forma de expectativa que siempre construimos en relación al miedo. ¿Por qué esto ocurre así?
Una expectativa, en resumen, implica que quieres que las cosas sucedan de una determinada manera (puede ser en relación a ti o al comportamiento del otro). A través de la expectativa tratamos de comprobar si esos factores externos son acordes a tus necesidades.
Sin embargo, las expectativas no suelen cumplirse. ¿Por qué? Porque si queremos que las cosas sucedan de una determinada manera (en lugar de confiar en que lo que ocurre es lo adecuado, así como confiamos en el afecto de las figuras de apego más importantes de nuestra vida, como el padre o la madre) es porque en realidad tenemos miedo de que no ocurran. La expectativa se construye a raíz el miedo, y eso implica que estamos viviendo nuestra relación condicionados por el miedo y la inseguridad.
La gran mayoría de las personas que tienen esta dificultad (todas las personas alguna vez lo han experimentado) creen que el problema está en el otro o en la forma de afrontar la relación. Sin embargo, existe un origen más profundo, que es la forma en la que entiendes y gestionas tus emociones, que es a su vez el mayor condicionante para construir tus relaciones de una forma u otra.
Se trata de tomar una decisión: tener las emociones en tu contra o a tu favor. Elegir entre el miedo y la confianza. Este es el aprendizaje más complejo y a la vez más transformador que podemos hacer en nuestras vidas.
En los últimos 10 años he acompañado como psicólogo y coach a personas en sus procesos de cambio, y este problema era muy habitual (no solo en una relación, sino en varias relaciones y a lo largo de los años). La solución está en tu propio aprendizaje personal. En empoderamientohumano.com tienes opciones para dar los primeros pasos en tu proceso de cambio personal, con compañía experta y constante (no solo con sesiones sino de una forma diaria y totalmente personalizada).
Tus relaciones cambian cuando cambias tu forma de concebirlas. Todo cambia a través de tu propio cambio. Esa es la decisión más trascendente que puedes tomar.