Batalla de Muret: qué fue, antecedentes, causas y consecuencias
¿Qué fue la batalla de Muret?
La batalla de Muret fue una confrontación que tuvo lugar el 12 de septiembre de 1213 entre las fuerzas del rey Pedro II de Aragón y Simón IV de Montfort en la llanura de Muret, localidad del sur de Francia. El enfrentamiento militar se dio dentro de una campaña bélica más larga conocida como cruzada albigense, o cruzada contra los cátaros.
La zona donde ocurrió la contienda pertenece a la región francesa conocida como Occitania, situada en el extremo sur del territorio francés limitando con Andorra. Para la fecha en la que se dio la batalla de Muret, toda la zona de Occitania era centro de disputas religiosas y políticas que comenzaron a partir de 1209.
Los bandos se encontraban conformados, por un lado, por los grupos cátaros enfrentados al papa Inocencio III, que ocupaban la zona y amenazaban con extender su influencia. Por el otro lado, estaban los reyes de Francia, quienes en apoyo al papa desataron la cruzada albigense que tuvo como desenlace la batalla de Muret.
Del lado de los cátaros, se hicieron alianzas con condados y vizcondados del territorio español que fueron lideradas por Pedro II de Aragón, también llamado el Católico.
Por el lado de los reyes de Francia se aliaron grupos de cruzados formados por condes, barones y señores feudales franceses, quienes fueron a la guerra bajo la promesa de privilegios ofrecidos por la iglesia.
Antecedentes de la batalla de Muret
Políticos
La región al sur de Francia en la que se encuentra Muret, estaba conformada por pueblos tanto hispanos como franceses que compartían raíces culturales e históricas. Tal era el caso, por ejemplo, de catalanes y occitanos, quienes compartían un pasado común y hablaban variantes de la misma lengua.
La región era centro de interés político. Todos los señores feudales de los condados y vizcondados de la zona se declararon vasallos del reinado de Aragón, a pesar de que la región era francesa. Con esta adhesión, intentaban tener acceso a los mismos privilegios que tenían otros señores franceses localizados más hacia el norte de su territorio.
Por otro lado, Pedro II de Aragón buscaba aumentar el poder de la casa de Aragón sobre las tierras de Occitania. Por ello, era muy permisivo en las actividades de la región, a pesar de que ellas pudieran molestar a la corona francesa.
Al declararse la guerra de los reyes de Francia contra la parte disidente de Occitania, sus señores condales recurrieron a Aragón en busca de auxilio. El rey, a pesar de ser un cristiano reconocido por el papa, no tuvo más alternativa que apoyar el movimiento disidente y marchar contra las fuerzas cruzadas.
Religiosos
En el aspecto religioso, la batalla de Muret fue el desenlace de un fenómeno que comenzó a expandirse en la Francia meridional a partir del siglo XI, el catarismo. Este movimiento religioso fue la respuesta a un cúmulo de nuevas necesidades de la población del territorio, especialmente de la población citadina.
Los cristianos de esa época vivían un proceso de reforma de la iglesia católica iniciada por sus jerarcas. Estas reformas trataban de mantener actualizada sus estructuras para así poder contar un cristianismo más puro, más apegado a los principios del Evangelio y con menor control del clero.
Sin embargo, este clamor no pudo ser satisfecho con las reformas emprendidas por la estructura eclesiástica. Como resultado, se desprendieron del catolicismo dos corrientes disidentes, el valdismo y el catarismo.
Estas corrientes, si bien aceptaban el mensaje del Evangelio, propugnaban por el cambio de ciertos dogmas de fe y la disminución del poder de los papas en los asuntos políticos de las regiones.
Entonces, el catarismo se erigió como un movimiento de reivindicación de un cristianismo diferente. El auge de este movimiento religioso en la región occitana precipitó, en primera instancia, su excomulgación y declaración de herejía.
En segundo término, originó que el papa Inocencio III lanzara en su contra la cruzada albigense o cátara en 1209.
Causas de la batalla de Muret
La batalla de Muret fue causada por el temor del papa Inocencio III de una fractura de la unidad religiosa de la cristiandad. Esta acarrearía el peligro de no poder salvar las almas cristianas y la desaparición de los dogmas de fe más importantes del cristianismo. También pondría en peligro los privilegios sociales y económicos de la clase eclesiástica.
Al igual que en el resto de las sociedades medievales, la occitana se caracterizaba por una fuerte influencia política de los prelados católicos. Estos gozaban de gran prestigio por su misión pastoral, por su origen aristocrático, su patrimonio personal, y la riqueza de sus diócesis.
En sí mismos, los prelados conformaban una clase social pudiente con riquezas y privilegios. Esto estaba en contraposición a lo que predicaban sobre la humildad de Jesucristo.
Por otro lado, el panorama político del sur de Francia carecía de cohesión. A diferencia de otras regiones, como el norte de Francia e Inglaterra, que trataban de unificarse, en esta área había enfrentamientos políticos constantes.
Constantemente, sus señores feudales se encontraban enzarzados en escaramuzas territoriales. Así pues, la declaratoria de guerra del Papa generó una inmediata y unificada respuesta bélica de los nobles que no querían perder sus territorios.
Consecuencias de la batalla de Muret
Humanas
En la batalla de Muret se produjo la pérdida de vidas de una gran contingente humano. Las fuerzas combatientes del lado de Pedro el Católico, a pesar de ser más numerosas, perdieron la batalla y sufrieron la mayor cantidad de bajas.
Por el lado del ejército cruzado, su comandante, Simón IV de Montfort, fue premiado con los títulos de conde de Tolosa, duque de Narbona y vizconde de Carcasona y Beziers.
El rey Pedro II de Aragón, fallecido en el combate, fue piadosamente levantado del campo y enterrado sin honores en el condado de Tolosa. Años después, en 1217, a través de una bula (decreto de contenido religioso) emitida por el papa Honorio III, se autorizó el traslado de sus restos al Real Monasterio de Santa María de Sigena (Aragón).
El hijo de Pedro el Católico, quien tendría unos 5 años, quedó retenido bajo la tutela del vencedor Simón IV de Montfort. Años después, y a través de otra bula papal, su custodia fue cedida a los caballeros templarios de la corona de Aragón. Bajo su cuidado, y con el paso de los años, llegaría a convertirse en el rey Jaime I el conquistador.
Geopolíticas
La victoria de la corona francesa en la batalla de Muret consolidó, por primera vez, una verdadera frontera política en los límites meridionales franceses. Esta batalla marcó el inicio de la dominación de la corona francesa sobre la Occitania. De igual modo, representó el final de la expansión de la Casa de Aragón en esa región.
En cuanto a los cátaros, comenzaron a sufrir persecuciones encabezadas por Jaime I, hijo de quien había muerto defendiéndolos. La inquisición dirigida por los monjes dominicos los forzó a buscar refugio en algunas provincias españolas como Morella, Lérida y Puigcerdá. El último de ellos fue apresado en la provincia de Castellón y quemado en la hoguera.
Referencias
- Encyclopædia Britannica (2018). Battle of Muret. Tomado de britannica.com.
- Navascués Alcay, S. (2017). La batalla de Muret. Tomado de historiaragon.com.
- Arrizabalaga, M. (2013). Muret, la batalla que acabó con el sueño de la Gran Corona de Aragón. Tomado de abc.es.
- Alvira Cabrer, M. (2008). Muret 1213: la batalla decisiva de la cruzada contra los cátaros. Barcelona: Grupo Planeta (GBS).
- De Caixal i Mata, D. O. (s/f). La batalla de Muret. Tomado de rutasconhistoria.es
- Machuca Carrasco, J. D. (2017). La batalla de Muret: el declive cátaro. Tomado de lahistoriaheredada.com.