Psicología educativa

Ambiente protector: qué es, cómo se genera, tipos y ejemplos


¿Qué es un ambiente protector?

Un ambiente protector es cualquier entorno en el que una persona encuentra afecto, cuidados, protección contra peligros, comprensión y apoyo. Se trata de un espacio en el que los individuos pueden desarrollar todo su potencial. 

Los ambientes protectores se contraponen a los entornos en los que los niños son sometidos a castigos físicos, negligencia por parte de sus cuidadores, o abusos de cualquier tipo. Por desgracia, estas situaciones tan negativas son más frecuentes de lo que podríamos pensar, y tienen un impacto muy duradero en quienes las sufren.

La creación de un ambiente protector es uno de los principales campos de interés de la psicología del desarrollo. Además, los descubrimientos en este ámbito pueden aplicarse a mejorar las condiciones de niños y adolescentes dentro de espacios como la familia, la escuela y demás espacios educativos.

¿Cómo se genera un ambiente protector?

Para que se dé un ambiente protector, es necesario que se cumplan una serie de requisitos. Los más importantes son la existencia de un vínculo de confianza entre el niño y el cuidador, la ausencia de amenazas, la libertad para explorar y desarrollarse y la satisfacción de sus necesidades.

Vínculo de confianza

Uno de los conceptos más importantes en la psicología del desarrollo es el de vínculo de apego. Según la teoría, los niños generan un tipo de relación especial con su cuidador principal. En función de la naturaleza de este lazo, el pequeño experimentará una serie de consecuencias a lo largo de su vida.

Así, el vínculo de apego puede ser “seguro”, es decir, el niño aprende que puede contar con el apoyo de su cuidador y se sentirá protegido por él.

Sin embargo, en otros casos el apego puede ser “inseguro”, “ansioso” o “ambivalente”. Todos estos tipos de vínculos provocan que el pequeño se desarrolle sin confiar en sí mismo ni en los demás.

Uno de los principales componentes de un ambiente protector es la existencia de un apego seguro dentro del mismo. Este puede darse en la relación con el padre o la madre, con uno de los profesores, en el caso de la escuela, o con cualquier otra figura de autoridad y referencia que exista en el entorno concreto.

Ausencia de amenazas

Una de las conductas más dañinas que se puede tener con respecto a un niño es mostrarle, directa o indirectamente, que no está seguro con nosotros.

Crear un ambiente protector pasa por eliminar conductas como la violencia o las amenazas hacia los más pequeños.

En lugar de ellas, se pueden utilizar otros estilos educativos menos dañinos y que además han mostrado ser más efectivos, como por ejemplo, el que se conoce como “autoritativo”.

Libertad para explorar y desarrollarse

Muchas veces, cuando un adulto tiene bajo su responsabilidad a un niño, trata de imponerle su forma de ver el mundo y manera de pensar, a la vez que intenta evitar que corra peligros o se enfrente a amenazas.

Sin embargo, esta conducta es enemiga del desarrollo del pequeño como un individuo pleno y capaz de valerse por sí mismo.

Un ambiente protector no debe suponer que los niños eviten cualquier posible problema. Por el contrario, tiene que permitirles cometer errores, explorar su entorno y dotarles de las herramientas necesarias para enfrentarse a las dificultades que se encuentren en su camino. Todo ello, con la confianza de tener un lugar seguro al que volver.

Satisfacción de las necesidades

Un ambiente protector tiene que ser capaz de satisfacer las necesidades básicas del niño. Esto implica, por ejemplo, contar con los recursos económicos necesarios como para proporcionarle comida, agua y refugio. Pero también incluye otros elementos menos materiales, aunque igualmente importantes.

Entre las necesidades menos tangibles de un ambiente protector, se encuentran el apoyo social, el desarrollo de la autoconfianza, la creación de hábitos saludables y el cariño incondicional por parte de la figura de autoridad.

Tipos de ambiente protector

En teoría, es posible que se desarrollen ambientes protectores en cualquier contexto en el que exista una figura de autoridad que satisfaga las necesidades del niño y que cumpla con los requisitos mencionados anteriormente.

Sin embargo, en la práctica estos medios se dan sobre todo en dos ámbitos: en la familia y en la escuela.

Tanto los padres/cuidadores como los profesores juegan un papel fundamental en los primeros años de vida de un niño. En función de cómo se comporten con él, cómo le eduquen y el tipo de entorno que creen, los pequeños crecerán para convertirse en personas funcionales y felices, o, por el contrario, tendrán todo tipo de problemas.

Por eso es tan importante crear conciencia entre padres y profesores de qué se consideran buenas prácticas educativas, y qué acciones o actitudes pueden perjudicar a los más pequeños en este periodo tan vulnerable de sus vidas.

Ejemplos de ambiente protector

Cuando se da un ambiente protector, los niños muestran una serie de conductas muy concretas que no se producen en otros entornos. Algunas de las más reconocibles son las siguientes:

– El pequeño intenta mantenerse próximo a su figura de referencia, y se siente más seguro cuando está con él/ella.

– Inicia el contacto con la figura de autoridad, tanto físico como emocional, de forma recurrente.

– Dentro del ambiente protector, el niño explora más su entorno y muestra mayor curiosidad por lo que le rodea.

– Siente ansiedad o desconfianza cuando se encuentra lejos de la figura de referencia, e intenta llamar su atención o volver a su lado.

Estas conductas son un síntoma de que se ha conseguido crear un ambiente protector con éxito. Si las condiciones se mantienen en el tiempo, el niño tendrá muchas más probabilidades de crecer sano y feliz, y de convertirse en un adulto plenamente capacitado para desenvolverse por sí mismo.

Referencias

  1. The Protective Environment: Development support for child protection. Recuperado de resourcecentre.savethechildren.net.
  2. Reproducir un ambiente protector. Recuperado de buenostratos.com.