Acciones Instrumentales: qué son, ejemplos y crítica
Las acciones instrumentales son cualesquiera de las acciones cotidianas que realiza una persona, donde lo importante es lograr un resultado “externo”. Se ejecutan considerando sus consecuencias y los diversos medios para lograr el fin.
Desde un punto de vista sociológico, las acciones instrumentales posibilitan la interacción social del individuo por cuanto lo convierte en un actor racional dentro de su entorno. Se trata de acciones racionales que se adoptan tras considerar costos, medios y consecuencias. Las transacciones económicas suelen entrar en esta categoría.
Las acciones instrumentales pueden ser comunicativas, diseñadas para influir en la opinión o expresar una idea; y concretas, diseñadas para tener un impacto tangible en un objetivo. Se dice que están orientadas al éxito porque persiguen: aumentar la productividad, minimizar costos y maximizar los beneficios.
Generalmente, una acción de tipo instrumental requiere que estén presentes los siguientes elementos: fuerza de trabajo, medios técnicos, conocimiento y habilidades. Parten de un razonamiento instrumental que responde a la pregunta de “¿cómo se hace eso? “.
También se refieren a los actos que quieren influir en el entorno político y social en un momento determinado. Pueden ser estratégicas, ya que se basan en un razonamiento sobre los medios más eficaces para lograr un objetivo. También se les llama acciones “instrumentalmente racionales”.
Índice del artículo
- 1 Base teórica de las acciones instrumentales
- 2 Ejemplos de acciones instrumentales
- 3 Críticas al razonamiento instrumental
- 4 Referencias
Para entender mejor este punto conviene revisar los planteamientos sociológicos de Max Weber, según los cuales hay cuatro tipos principales de acción social: la acción racional propuesta o instrumental, acción de valor racional, acción afectiva y acción tradicional.
En la primera, los fines de la acción, se toman como medios para el cumplimiento de otros fines. Es instrumental. En el segundo caso, se trata de una acción determinada por la creencia de su valor ético, moral, estético o religioso.
La acción afectiva obedece a una reacción emocional de alguien que está frente a determinadas circunstancias. Por su parte, la acción tradicional, se refiere a actos o rituales sociales que se transmiten de generación en generación y se ejecutan por costumbre sin ningún razonamiento muy profundo sobre sus fines.
Para Weber, en las acciones instrumentales, se pueden distinguir diversos grados de racionalidad y su relevancia dependiendo de si está o no, orientada al logro de objetivos; el ingeniero que está construyendo un puente o el general que quiere ganar una victoria, tienen claro su objetivo y combinan medios con vistas a alcanzarlo.
En el fondo, el planteamiento central de Max Weber es que este tipo de razonamiento caracteriza a las interacciones que se dan más comúnmente en la sociedad. Interacciones sin mayor consideración que la de los medios más eficaces para el logro del propio objetivo.
A las acciones instrumentales se le contraponen las acciones comunicativas propuestas por Jünger Habermas, que permiten una comprensión comunicativa entre los actores en interacción. Según Habermas, con ellas se pretenden lograr definiciones comunes de la situación para, dentro de tales definiciones, perseguir metas individuales.
En el caso de una organización o empresa, la razón instrumental supondría que el aumento del rendimiento se convertiría en el único objetivo. Un objetivo distinto supone asumir acciones comunicativas o, al menos, no puramente instrumentales.
Aunque desde el descubrimiento del fuego y la elaboración de herramientas para la caza del hombre prehistórico, abundan ejemplos de acciones instrumentales, es con la revolución industrial que se masifica e institucionaliza la técnica y se inicia un proceso de transformación económica, social y tecnológica.
Con este fenómeno se abrió la puerta a la posibilidad de obtener mayores beneficios utilizando técnicas y herramientas que ahorraban tiempo y esfuerzo.
Hoy son normales las profesiones u ocupaciones técnicas en las que pocas veces se espera una acción de valor racional. En cambio, las acciones instrumentales parecen ser la norma.
En este orden de ideas, los ejemplos de acciones instrumentales pueden ser muy disímiles:
- Construir un puente.
- Desarrollar un fármaco.
- Participar en una actividad de activismo político, ambiental o de otro tipo. En este caso, cabe diferencias en que el objetivo puede ser de autoexpresión o propiamente instrumental.
- Escribir un libro.
- Construir una casa.
- Elaborar una receta de cocina.
- Dar un discurso político.
- Gerenciar una empresa.
- Tomar una foto.
- Practicar una cirugía.
- Podar unos árboles.
- Elaborar una pieza textil.
- Hacer una transacción bancaria
- Comprar o vender algo.
- Manejar un medio de transporte.
- Diseñar una campaña política.
- Desarrollar una estrategia gerencial.
La lista puede seguir, pero parece bastar para revelar la diversidad de niveles y campos en los que se puede dar una acción instrumental así como para advertir en sus mencionadas características: suelen estar mediadas por técnicas y herramientas, suelen ser un fin que lleva a otro, exigen ciertas habilidades específicas de quien la ejecuta y responden al cómo se hace algo.
Hay posiciones críticas según las cuales, la racionalidad instrumental ha derivado en una ciencia que crece con el objetivo del aumento del capital en una sociedad de consumidores pasivos.
De hecho Habermas acusaba una tendencia egoísta en este tipo de acciones en las que el individuo, decía, solo perseguía su fin y consideraba los mejores medios para lograrlo.
Según esta postura, con la globalización del capital, también surge un modelo universal relacionado con el consumo y la cultura. Por ejemplo, hoy se consideran necesidades básicas, cosas que no lo eran en otras épocas de la historia.
No obstante, hay quienes defienden este tipo de razonamiento por su impacto en la evolución de las civilizaciones.
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