Julio Zaldumbide Gangotena: biografía, obras e influencia
Julio Zaldumbide Gangotena fue un destacado poeta, con preferencia por el romanticismo, las obras clásicas y el neoclasicismo. Es sin ninguna duda una de las figuras más importantes de la literatura ecuatoriana del siglo XIX.
Se dedicó por completo al mundo literario y llegó a escribir prolíficamente. Lo hizo en diferentes géneros y estilos, como relatos y sonatas, sin dejar de lado la poesía.
Sus principales referencias literarias venían del neoclasicismo y del romanticismo. Ambas corrientes de la primera mitad del siglo XIX, que se originaron en Europa y rápidamente ganaron un espacio significativo en América Latina. Esta región recién estaba empezando a crear una historia propia en el terreno de la literatura.
Las obras literarias de Julio Zaldumbide también han trascendido en el tiempo, algo que se puede afirmar sin temor a equivocación. Sus creaciones dieron una base sobre la cual empezar a crecer toda una nueva generación de escritores y poetas de Ecuador. Zaldumbide influyó profundamente por su trabajo.
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Biografía
Julio Zaldumbide Gangotena nació el 5 de junio de 1833 en Quito, capital de Ecuador. Fue hijo de Ignacio Zaldumbide, hombre de alta clase social. El joven Julio pasó su infancia y temprana juventud en un ambiente acomodado, en donde se estimulaba su amor por las artes, la literatura y las ciencias sociales.
Su madre era la aristócrata Felipa de Gangotena, mientras que su padre, Ignacio Zaldumbide Izquierdo, fue un destacado político y militar, quien se esmeró para poder proporcionarle a su hijo una educación adecuada.
A pesar de que fue asesinado en combate cuando su vástago tenía solo un año de edad, el padre de Julio fue una figura muy importante a lo largo de su vida. De él heredó su amor por la república y las ciencias sociales.
Además, su padre influyó profundamente sobre sus ideas políticas y sus ambiciones por querer formar parte del gobierno ecuatoriano.
Estudios
Julio Zaldumbide era un alumno destacado, apreciado por sus maestros, de suma inteligencia. Aunque padecía de ciertas limitaciones físicas, dado que tenía una constitución física débil y su salud siempre fue delicada. Sin embargo, esto no le impidió formarse.
Posteriormente, pudo ingresar a la universidad para cursar la carrera de Derecho, aunque abandonó rápidamente este proyecto y se dedicó por completo a su vocación de escritor. Al momento en que cumplió los veinte años, Zaldumbide ya era una figura reconocida por los escritores y poetas ecuatorianos de la época.
Los escritores de estas tendencias que más influencias tuvieron sobre Zaldumbide fueron los españoles Tomás de Iriarte y José Iglesias de la Casa, ambos por la corriente neoclasicista. Mientras que por el romanticismo, influyeron en él Enrique Gil Carrasco, José de Espronceda, y su contemporáneo, Gustavo Adolfo Bécquer.
Muerte
Julio Zaldumbide Gangotena murió en Quito, la ciudad que lo vio nacer, en el año 1887, poco después de haber cumplido los 54 años de edad. Su vida, siempre achacada por la enfermedad, fue una muestra de rectitud personal, vocación académica y civismo, así como de amor por la patria y la cultura.
Los admiradores de su obra, junto con alumnos, amigos y familiares, se encargaron de mantener con vida su legado literario. Por lo tanto, Zaldumbide, a día de hoy, sigue siendo una figura central para la historia de la cultura ecuatoriana.
Obras
Los escritos de Zaldumbide son una oda al amor, a la felicidad, a la tristeza, a la nostalgia, y al ambiente cercano a la naturaleza con el que siempre estuvo muy relacionado.
Sus poemas y escritos lidian con ideas que son complejas, intrigantes, emocionantes, inquietantes, significativas y, sobre todo, convincentes.
Eso no significa necesariamente que su obra haya sido una oda dedicada al conflicto, a la guerra, a la política o a las grandes teorías sociales de su época. Incluso los momentos más pequeños pueden transmitir grandes verdades.
Y cuando de sus poemas se trataba, el escritor no temía explorar profundamente para encontrar la belleza que se esconde en lo cotidiano, en lo cercano, en la rutina diaria.
El ecuatoriano siempre se esmeró por buscar la mejor manera para transmitir sus ideas. Los poetas tienen muchas opciones disponibles para ello: pueden rimar o no rimar, y Zaldumbide supo hacer uso de estas opciones.
Características de sus obras
Sus obras pueden seguir un ritmo repetitivo o no. Pueden extenderse por páginas enteras o ser sorprendentemente cortas.
A la hora de escribir, Zaldumbide no pensaba en los críticos, o incluso en sus futuros lectores. Su poesía tiene como característica principal su sentido realismo: nada de lo que él plasmó en papel es fantasioso o lejano. Todo es real, es cotidiano, es la vivencia de su tiempo convertida en poesía bien hecha, y por ende, en arte.
Zaldumbide supo plasmar en sus escritos aquello que lo atormentaba, así como lo que amaba o echaba de menos. Como un poeta consumado, logró convertir lo ordinario en extraordinario, con un vocabulario preciso y prolijo. Todo esto apoyado en una mente sedienta de buena literatura, dispuesta a crear la suya propia.
Zaldumbide también fue uno de los principales miembros fundadores de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Esta es la institución cultural con más trayectoria del país suramericano, filial de la Real Academia Española.
Sus obras más destacas fueron: La estrella de la tarde, A María, A la soledad del campo, Trova, América y España, Al dolor, Al sueño y El bosquecillo.
Trascendencia
Actualmente, es uno de los personajes más estudiados de la historia literaria en Ecuador y todas sus obras son de dominio público, pues ya han pasado más de cien años de su muerte. Casi todas ellas se pueden encontrar con relativa facilidad en Internet.
Durante su vida, Zaldumbide se destacó por ser un patriota convencido, pues poseía un amor inmenso por su país natal. Este fuerte sentimiento patriótico lo llevó a inmiscuirse en la política.
Logró cierto reconocimiento en este gremio, aunque no llegó a ser elegido para desempeñar ningún cargo de elevada importancia, pero en su momento logró ser diputado.
De su persona se dice que era un hombre de buenas maneras, finamente educado, poseedor de una mente tan creativa como crítica.