Comunismo de guerra: características, objetivos y resultados
El comunismo de guerra en Rusia fue un sistema político y económico que existió en el transcurso de la Guerra Civil del país zarista, acaecida entre 1918 y 1921. Este fue un medio usado por el ejército bolchevique para que tuviera medios con los que subsistir durante el conflicto bélico y así derrotar tanto a la facción zarista como a los contrarrevolucionarios. El comunismo de guerra tuvo políticas reacias a la acumulación del capital y por tanto al capitalismo.
La evolución del comunismo de guerra apenas duró más de una década, pero fue tiempo suficiente para que se pusieran en práctica las teorías filosóficas expuestas por Karl Marx en el siglo XIX.
Los ideales del socialismo, de este modo, se llevaron a sus últimas consecuencias en mitad de un conjunto de pugnas en las que se disputaba no solo el control político de la nueva Rusia, sino también la soberanía de la nación y su estabilidad económica.
En su totalidad, las políticas financieras del comunismo de guerra fueron aislacionistas y se rigieron en algo que según los críticos de su tiempo fue catalogado como “capitalismo de estado”.
Además, sus desastrosos resultados dieron pie a que se implementaran reformas en las que se dio crédito a la afirmación de que la revolución había sido traicionada, puesto que había operado contra los intereses del pueblo, que era integrado por la clase campesina y por la clase obrera.
Índice del artículo
- 1 Rusia y la Revolución Bolchevique
- 2 La economía del comunismo ruso
- 3 Políticas implementadas
- 4 Objetivos
- 5 Resultados obtenidos
- 6 Referencias
Rusia y la Revolución Bolchevique
Uno de los períodos más difíciles de la historia rusa fue el fin del zarismo, pero no tanto por la extinción del viejo régimen sino en cómo se impuso el nuevo.
Para fines de la década de 1920, Rusia atravesaba una grave crisis en todos sus aspectos dado que el imperio no había sabido manejar la terrible situación del país que experimentó tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Ante este ambiente de roces políticos, el Imperio Ruso cayó y por ende triunfó la Revolución Rusa en 1917. Pero esta victoria significó poco para calmar los ánimos caldeados, por lo que estalló una guerra civil que terminó en 1923.
En aquel entonces, el Estado soviético nació enfrentado a una fuerte resistencia a la que debía batir con un plan político y económico que le diera la ventaja y que, por consiguiente, le ayudara a acabar con sus enemigos.
La economía del comunismo ruso
Fue delicada la situación económica de Rusia tras la Revolución de 1917. El zarismo había dejado de existir, pero no los problemas inherentes a los levantamientos que tomaron el Kremlin. Por tanto, era urgente que se buscara una forma de reactivar la producción, prestando atención especial a las exigencias de dos clases sociales excluidas: el campesinado y el proletariado. La burguesía debía ser suprimida, así como los mecanismos con los que ésta obtenía sus riquezas.
Por tanto, la economía comunista, o al menos así sucedió con la interpretación leninista del marxismo clásico, se debía erigir mediante cambios institucionales que dieran pie a cambios políticos, financieros y sociales.
En estas transformaciones de la Rusia revolucionaria no debían tolerarse ya la propiedad privada y menos aún en las zonas rurales, donde era común el latifundio.
En el sector urbano, ea preciso también acabar la explotación de los trabajadores, especialmente en las industrias.
Políticas implementadas
En base a ese contexto de pugnas encaradas por la Revolución Rusa, el comunismo de guerra apareció como un modo para hacer frente a la difícil situación que ésta tenía durante la guerra.
Esta estaba costando muchas vidas humanas y además venía acompañada de daños materiales con su subsecuente erosión del presupuesto nacional.
De esta forma, el Estado soviético estableció que las políticas que debían aplicarse en la nación debían ser las siguientes:
1- Unión entre el Estado y el Partido Bolchevique
El Estado y el Partido debían formar un solo ente político que no admitiera facciones ni división de pensamiento. Los mencheviques y comunistas que opinen diferente fueron automáticamente excluidos del movimiento.
2- Supresión de las repúblicas socialistas autónomas
Estas se disolvieron para unirse a la Unión Soviética con una capital, que es Moscú, en la que residió la autoridad. Cabe destacar que la URSS fue centralista y no admitió la autonomía local.
3- Economía centralizada, planificada y estatizada
Las finanzas corrieron por cuenta del Kremlin, el cual controlaba las actividades económicas. Por tanto, la economía estaba en manos del Estado y no de las empresas. La propiedad privada fue abolida y se instalaron las granjas colectivas, en las que hubo requisas de cultivos para alimentar al ejército.
4- Reformas laborales
Se fomentó la autogestión obrera sin patronos. También se prohibieron las protestas por las condiciones de trabajo, el cual era obligatorio y se hacía bajo una estricta vigilancia policial que imponía una férrea disciplina.
5- Reformas castrenses
Hubo, para comenzar, una militarización tanto en la sociedad como en los cargos públicos, declarándose la Ley Marcial. Se realizaron purgas que eliminaron a potenciales enemigos o a sus simpatizantes, las cuales se hicieron más crueles durante la era del estalinismo.
Objetivos
Se ha debatido mucho acerca de qué se quería lograr con el comunismo de guerra. Los autores y estudiosos en el tema convergen en que el principal motor de este sistema fue el conflicto bélico que vino con la Revolución Rusa, la cual debía triunfar a como diera lugar.
Para ello era necesario ganarse el apoyo del pueblo, que debía ser integrado en la gestión política y económica mediante los programas del Estado en los que se incluía el proletariado.
Además, queda claro que las políticas puestas en marcha por el Estado Soviético sirvieron como cimiento para dar un paso más a la lucha por el socialismo, el cual según los bolcheviques se hallaba en una etapa de transición entre el capitalismo de los zares y el comunismo al que tanto habían aspirado.
La guerra, por tanto, no fue sino una circunstancia necesaria por la que debían pasar los rusos, a fin que se pudiera gestar un comunismo que se abriera paso entre las fuerzas contrarrevolucionarias.
Resultados obtenidos
Resultados militares y políticos
La victoria militar sobre los contrarrevolucionarios fue el único objetivo que se alcanzó exitosamente en la agenda del comunismo de guerra.
A esto se suma que, durante la posguerra, el Ejército Rojo pudo desarticular los focos de resistencia, así como de mantener a salvo las fronteras rusas de posibles reclamaciones territoriales póstumas a la Revolución Bolchevique. Habría que incluir, desde luego, el nivel de orden interno que se obtuvo dentro del país.
No obstante, los laureles conseguidos por los revolucionarios no fueron gratuitos, pues dejaron por saldo cuantiosas pérdidas humanas y materiales que fueron difíciles de reparar.
Lo que para los bolcheviques sirvió de compensación fue el auge de un nuevo sistema político que alcanzó el poder.
La era de Lenin tocó a su fin y dio campo abierto para que entraran otros líderes que fortalecieron el comunismo. O radicalizaron, como el caso de Stalin.
Resultados sociales
De manera paradójica, la victoria de la Revolución Rusa en la Guerra Civil significó una drástica reducción demográfica.
Esto se produjo no solo por las bajas en combate, sino por las cifras de ciudadanos que se desplazaron de las ciudades al campo debido a las precarias condiciones económicas de la posguerra.
La población urbana, por tanto, mermó considerablemente y en favor de una población rural que iba aumentando rápidamente pero que no hallaba medios para abastecerse en las granjas colectivas.
Lo que aumentó la temperatura a estos enfrentamientos fue que hubo varias rebeliones internas dentro del mismo seno comunista.
El Partido Bolchevique se dio cuenta que aumentaban las disidencias, las cuales solo podían ser acalladas con la fuerza militar. Los alzamientos civiles exigían mejores condiciones en la economía que les permitieran subsistir, ya que esta generaba una desigualdad social en la que los uniformados conformaban una especie de casta privilegiada.
Resultados económicos
Son los más desastrosos que haya dejado la política del comunismo de guerra. La inflexibilidad del Estado soviético despertó un mercado paralelo que sirviera para paliar los recortes implementados por la burocracia del Kremlin, el cual estaba repleto de restricciones.
En consecuencia, aumentó el comercio ilícito, el contrabando y la corrupción. No fue sino en 1921 cuando se relajaron estas rígidas normas con la Nueva Política Económica, en la que se intentó remediar la situación.
La autogestión de las empresas del Estado, realizada por el campesinado y el proletariado, hizo que las mismas terminaran en la quiebra o que produjeran menos que cuando estaban en manos privadas.
La producción se redujo drásticamente, con una capacidad industrial que para 1921 sólo era del 20% y con salarios que en su mayoría ni siquiera se pagaban con dinero sino con bienes.
Para más inri, el colapso de la economía soviética fue mayor cuando el comunismo de guerra experimentó crudas hambrunas en las que fallecieron millones de personas.
Las requisas y el racionamiento del Estado a las granjas colectivas daban más comida al ejército que a la población civil, la cual pasó hambre.
En más de una ocasión esto fue motivo para levantamientos internos en Rusia, en los que se rechazaron las políticas centralistas y se exigieron medidas más justas para el pueblo.
Referencias
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- Davies, R.W.; Harrison, Mark y Wheatcroft, S.G. (1993). The Economic Transformation of the Soviet Union, 1913-1945. Cambridge: Cambridge University Press.
- Kenez, Peter (2006). A History of the Soviet Union from the Beginning to the End, 2ª edición. Cambridge: Cambridge University Press.
- Nove, Alec (1992). An Economic History of the USSR, 1917-1991, 3ª edición. Londres: Penguin Books.
- Richman, Sheldon L. (1981). “War Communism to NEP: The Road From Serfdom”. Journal of Libertarian Studies, 5(1), pp. 89-97.
- Robertson, David (2004). The Routledge Dictionary of Politics, 3ª edición. Londres: Routledge.
- Rutherford, Donald (2002). Routledge Dictionary of Economics, 2ª edición. Londres: Routledge.
- Sabino, Carlos (1991). Diccionario de economía y finanzas. Caracas: Editorial Panapo.