Inglaterra y la Primera Revolución Burguesa
La Primera Revolución Burguesa sucedida en Inglaterra abarca el período comprendido entre 1642 y 1689. Supone uno de los periodos más convulsos de la isla británica. A principios del siglo XVII, Inglaterra gozaba de una cierta situación privilegiada con respecto al resto de Europa, ya que había conseguido mantenerse en buena medida al margen de las guerras de religión.
Aasimismo, Inglaterra contaba con una clase burguesa fuerte, que, aunque se había ido consolidando por el buen desarrollo de la flota mercante y los enclaves coloniales, no contaba sino con una escasa representación a nivel político.
Los orígenes de la revolución se remontan a 1603, cuando la reina Isabel I, última monarca de la dinastía Tudor, muere sin herederos. Isabel I contó con muchos logros durante su monarquía ya fue la cabeza de la Iglesia Anglicana, derrotó a la Armada Española y supervisó la expansión colonial en América.
Sin heredero para continuar con la dinastía Tudor, el primo de Isabel, Jacobo Carlos Estuardo, quien fuera rey de Escocia, fue proclamado Rey Estuardo de Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Jacobo reclamó el derecho divino de los reyes y mantuvo divergencias y tensas relaciones con el Parlamento, especialmente por motivos monetarios y por su arbitraria política de impuestos. Tampoco gozó de la simpatía del pueblo.
Reinado de Carlos I: primeros brotes de la Revolución Burguesa
Al morir Jacobo I asume el trono su hijo, Carlos I en 1625, quien, como su padre, abusó de su poder. Su absolutismo y su apoyo a la Iglesia Católica fueron deteriorando aún más las relaciones con el pueblo y con el Parlamento.
Para limitar su poder, el Parlamento hizo que Carlos I firmara la Petición de Derecho en 1629, (Segunda Carta Magna Inglesa). Bajo esta petición, se ofrecían ciertas garantías al pueblo respecto a la recaudación de tributos y las detenciones ilegales. Carlos I, sin embargo, no tardó en ignorar la Petición y disolver el Parlamento temporalmente.
Su imposición de la religión anglicana despertó rebeliones en Escocia que invadieron el norte de Inglaterra y se sumaban al cada vez más creciente descontento popular.
Debido a la amenaza de la invasión escocesa, Carlos I se vio obligado a restablecer el Parlamento en 1640 para ganar el apoyo de la burguesía, pero esta medida no acabó con la lucha de poder político entre el rey y el Parlamento.
Cada vez más sectores de la población mostraban su descontento, muchos de ellos eran perseguidos, como era el caso de los puritanos, quienes fueron blanco de prejuicios y castigos bajo el rey Carlos I, emigrando muchos a América en busca de libertad religiosa.
Primera Guerra Civil Inglesa
La Guerra Civil estalla en 1642, dividiendo al país y marcando un hito en la historia de Inglaterra. El Parlamento, buscando limitar el poder absolutista de Carlos I, declaró una serie de leyes anti-absolutistas.
Al frente del Parlamento, Oliver Cromwell conduciría a sus hombres, los “cabezas redondas” (partidarios puritanos del parlamento), contra los partidarios del rey Carlos, los “caballeros” (el ejército leal al rey).
Tras extensas batallas y tácticas no convencionales de guerra, el ejército de Cromwell derrota a Carlos I, quien huye a Escocia, donde es capturado por orden del Parlamento.
Fue el primer rey europeo en tener un juicio público y ser ejecutado por alta traición. Este acontecimiento acabó con la concepción del origen divino del rey y sentaba las nuevas bases políticas.
Cromwell y la Revolución puritana
Abolida la monarquía y la Cámara de los Lores, y buscando el claro beneficio de la burguesía y sus intereses, se estableció una República, aunque Cromwell acabó designándose a sí mismo “Lord Protector de la República”, y finalmente, imponiendo una dictadura puritana avalada por la burguesía y los militares.
Cromwell murió en 1658, dejando el poder en manos de hijo, quien fue depuesto un año después.
El regreso de los Estuardo
El Parlamento sentía que Inglaterra necesitaba un rey, así que en 1660 se invitó a Carlos II, hijo del rey Carlos I, a asumir el reinado.
Nuevamente, un rey Estuardo se sentaba al trono, aunque con poderes limitados, proclamándose este acontecimiento como “la Restauración”.
Tras su muerte en 1685, el hermano de Carlos II, Jacobo II asume el cargo. Sin embargo, sus medidas para restaurar el absolutismo, reactivar el catolicismo y restringir los derechos que se habían conseguido (como la limitación a las detenciones ilegales), no fueron toleradas por el Parlamento.
Jacobo II fue obligado a abdicar y en su lugar se puso a su hija María Estuardo y su esposo Guillermo de Orange, príncipe de los Países Bajos, como los nuevos monarcas.
Este acontecimiento es conocido como la Revolución Gloriosa (o Incruenta) en tanto nadie fue ejecutado durante la sucesión de poder. Jacobo II no ofreció resistencia y acabó huyendo a Francia.
La democracia parlamentaria
Los nuevos monarcas gobernarían bajo una monarquía constitucional, en la que el poder real estaría limitado por la Constitución.
Se firmó la Declaración de Derechos, en la que se garantizaba que el rey no pudiese cancelar las leyes parlamentarias ni establecer impuestos sin aprobación del Parlamento.
Además, se establecía que el rey no tendría ejército durante los períodos de paz, y que, tras su muerte, los inspectores podrían controlar las cuentas reales.
El documento, además, otorga a las personas la libertad de expresión y el derecho a presentar peticiones al rey por agravios.
Como consecuencia de las sucesivas guerras civiles, la posterior Revolución Gloriosa y finalmente la Declaración de Derechos, se sientan las bases de la democracia parlamentaria moderna inglesa, donde el poder de la monarquía quedaría limitado hasta la posteridad.
Por otra parte, significó también un largo período bélico que dejó cientos de miles de muertos (entre los bandos defensores del parlamento y de la corona, y los civiles diezmados por enfermedades provocadas por la guerra).
Por otra parte, el juicio y ejecución de un soberano bajo sentencia del Parlamento y la presencia de un ejército permanente a lo largo de la década de 1650, combinada con la proliferación de sectas religiosas radicales, sacudieron los fundamentos mismos de la sociedad británica.
La importancia de esta primera revolución inglesa radica en la abolición de la monarquía y la cámara alta del Parlamento inglés (Cámara de los Lores), con una sociedad que ejerció su derecho frente al absolutismo, ganando garantías a nivel legal y político marcando un hito histórico fundamental.
Referencias
- English Civil Wars (2009) History.com Recuperado en: 9 Mayo de 2017 de History.com Publisher A+E Networks.
- Cannadine, D. “The Rise and Fall of Class in Britain” Columbia University Press (1999) en: The New York Times. Recuperado en 9 Mayo de 2017 de The New York Times: Books. nytimes.com.
- Ohlmeyer, J. “English Civil Wars” en Encyclopædia Britannica, Publisher: Encyclopædia Britannica, inc. Recuperado en: 9 Mayo de 2017 de Encyclopædia Britannica britannica.com.