Trastornos de la personalidad

Conducta antisocial: qué es, teorías, ejemplos


La conducta antisocial hace referencia a cualquier tipo de comportamiento que va en contra de normas sociales y leyes. Engloba un gran número de comportamientos que atacan al orden social, así como conductas que promueven este tipo de comportamientos. 

Ejemplos de conductas antisociales son las que atacan la propiedad privada, como robar o el vandalismo, o las que atacan la integridad física u honor de las personas, como agredir físicamente, insultar, coaccionar o acosar.

Características de la conducta antisocial

El comportamiento antisocial hace referencia a una gran variedad de actos y comportamientos que se caracterizan por violar las normas sociales y los derechos de los demás.

En la actualidad, se sustenta que qué una conducta se catalogue como antisocial puede depender de diferentes factores. Los más prominentes son:

  1. Juicios acerca de la severidad de los actos.
  2. Juicios acerca del alejamiento de las pautas normativas.
  3. Edad de la persona que lleva a cabo dichas conductas.
  4. Género de la persona que lleva a cabo dichas conductas.
  5. Clase social de la persona que lleva a cabo dichas conductas.

Así pues, la conducta antisocial es un término cuyo punto de referencia resulta siempre el contexto sociocultural en el que se desarrolla el comportamiento.

Por este motivo, no existen hoy en día criterios objetivos para determinar qué actos pueden englobarse dentro de la conducta antisocial y qué comportamientos se quedan fuera de esta categoría.

Las conductas que infringen las normas sociales y de convivencia reflejan un grado de severidad que resulta tanto cualitativa como cuantitativamente diferente del tipo de comportamientos que se desarrollan en la vida cotidiana de las personas.

Esto quiere decir que las conductas antisociales involucran comportamientos que no resultan habituales ni por lo que respecta su forma ni por lo que respecta su intensidad de ejecución.

Conducta antisocial desde la sociología

La sociología es, probablemente, la disciplina que ha estudiado en mayor abundancia y profundidad la conducta antisocial. Desde esta aproximación, los comportamientos antisociales se han considerado, tradicionalmente, como parte integrante del concepto más general de desviación.

Desde la sociología, la conducta antisocial se entendería como una serie de comportamientos, ideas o atributos personales que se caracterizan por violar una norma social determinada.

La norma social que específica la aproximación sociológica denota dos campos semánticos relacionados entre sí. Por un lado, la norma sería indicativa de lo frecuente, usual o estadísticamente normal sobre los comportamientos de las personas.

En este sentido, las normas se conceptualizarían como criterios esencialmente descriptivos que se encargarían de definir un rango de comportamientos mayoritariamente típicos dentro de un sistema sociocultural determinado.

Por otro lado, la norma presenta un componente evaluativo y prescriptivo. Es decir, define lo que es permisible, apropiado o bueno a través de las expectativas sociales sobre cómo deben pensar o actuar las personas.

Desde la aproximación sociológica, la desviación implícita dentro de la conducta antisocial no determina únicamente comportamientos infrecuentes sino también actos negativos, reprobables y sancionables.

Conducta antisocial desde la legalidad

Desde la aproximación legal y/o forense, la conducta antisocial suele englobarse bajo etiquetas y categorías como crimen, delito o delincuente. De hecho, estas categorías son elementos especialmente protagonistas dentro de la criminología, la cual se centra principalmente en el estudio de las conductas antisociales.

Bajo esta aproximación, el delito se concibe como aquel acto que viola la laye penal de una sociedad determinada. El delincuente resulta esa persona que el sistema de justicia ha procesado y culpado por la comisión de un delito.

El relativismo histórico-cultural emerge también en este tipo de aproximaciones como elemento estrechamente relacionado con la definición de lo delictivo.

Las leyes y las normas institucionalizadas que protegen determinados bienes jurídicos se ven sujetas a múltiples variaciones en el tiempo y en el espacio en función de las ideologías gubernamentales.

En este sentido, la relatividad que caracteriza los ordenamientos legales da lugar a que tanto los delitos como las conductas antisociales se conviertan en una realidad cambiante y multiforme.

Este hecho contribuye aún más a dificultar la conceptualización de comportamiento antisocial. Lejos de constituir una categoría natural o prefijada, lo delictivo responde a complejos procesos de producción sociopolítica y se convierte en un fenómeno cuyo contenido se puede especificar únicamente en función del contexto jurídico en el que se produce.

Conducta antisocial desde la aproximación psicopatológica

La aproximación psicopatológica ha sido otra de las disciplinas que, tradicionalmente, ha obtenido un mayor protagonismo en el estudio de las conductas antisociales.

De hecho, la psicología es una de las ciencias que ha estudiado en mayor profundidad este tipo de comportamientos y, lo que es más importante, ha permitido la obtención de información acerca de su desarrollo y funcionamiento.

Desde esta perspectiva, la conducta antisocial se ha conceptualizado como una serie de componentes más o menos pertenecientes a ciertos trastornos o alteraciones psicológicas.

Dicha asociación entre conducta antisocial y trastorno mental ha permitido determinar qué procesos psicológicos se ven involucrados en el desarrollo de este tipo de comportamientos.

En este sentido, las alteraciones que se han asociado más frecuentemente a este tipo de conductas son: los trastornos de control de impulsos, el trastorno antisocial de la personalidad y el trastorno negativista desafiante.

Por lo que respecta a los trastornos de control de los impulsos, diversas patologías tales como la cleptomanía, la piromanía o el trastorno explosivo intermitente, se han relacionado con la conducta antisocial.

El trastorno antisocial de la personalidad en cambio, muestra como los rasgos de personalidad y el desarrollo caracterial de las personas resulta también un elemento clave a la hora de predecir la aparición de comportamientos antisociales.

Finalmente, el trastorno negativista desafiante es una alteración que se origina en la infancia y la adolescencia que se caracteriza por la presentación de un patrón de comportamiento negativista, desafiante, desobediente y hostia, dirigido a las figuras de autoridad.

Conducta antisocial desde la perspectiva conductual

Finalmente, desde un punto de vista conductual, el comportamiento antisocial constituye un elemento de especial significación y utilidad como objeto de estudio debido a distintos motivos.

En primer lugar, dentro de la aproximación conductual, el comportamiento antisocial incluye tanto comportamientos clínicamente significativos que resultan estrictamente delictivos, como una amplia gama de actos antinormativos que, sin ser ilegales, se consideran dañino o perjudiciales para la sociedad.

Por ejemplo, una conducta antisocial considerada como clínicamente significativa sería agredir a alguien o robar. En cambio, otras conductas como ensuciar la vía pública o molestar a otras personas, formarían parte de comportamientos antinormativos no ilegales.

Desde el punto de vista conductual se permite separar la conducta antisocial de la conducta delictiva. La primera categoría abarcaría la segunda, pero no resultaría exclusiva de ella.

Por otro lado, la aproximación conductual adquiere una elevada relevancia en el comportamiento antisocial de los niños. Conductas antinormativas tales como comportamientos disruptivos en el marco escolar o conductas de agresión entre niños son elementos que se catalogan dentro de la conducta antisocial a través de esta aproximación.

Factores de riesgo

Más allá de la conceptualización y la descripción de las propiedades de la conducta antisocial, otro elemento que se estudia de forma abundante en la actualidad son los factores que pueden predisponer a la persona a llevar a cabo este tipo de comportamientos.

Dichos factores pueden englobarse en seis grandes categorías: los factores ambientales, los factores individuales, los factores, biológicos, los factores psicológicos, los factores de socialización y los factores escolares.

Por lo que respecta a los factores ambientales, los medios de comunicación, el desempleo, la pobreza y el padecimiento de discriminación social son los elementos que se relacionan más significativamente con la conducta antisocial.

En los factores individuales en cambio se ha encontrado que la transmisión genética y el desarrollo anómalo de ciertas hormonas toxinas o neurotransmisores, tales como la testosterona o la enzima monoaminoxidasa (MAO) también se relacionan con la conducta antisocial.

Finalmente, las otras categorías de factores de riesgo presentan como elementos más importantes el padecimiento de trastornos psicológicos, las alteraciones relacionales dentro del ámbito familiar y la desadaptación escolar.

Referencias

  1. Huesmann, R. y Eron, L. (1984). Cognitive processes and the persistence of aggressive behavior. Aggressive Behavior, 10, 243-251.
  2. Jacobs, P.A., Brunton, M., Melville M.M., Brittain, R.P., y McClermont, W.F (1965). Aggressive behavior, mental subnormality and the XYY male. Nature. ;208-1351- 2.
  3. Loeber, R., y Stouthamer-Loeber, M. (1998). Development of juvenile antisocial behavoir and delinquency, Clincal Psychology Review, 10, 1-4.
  4. López-Ibor Aliño, Juan J. & Valdés Miyar, Manuel (dir.) (2002).DSM-IV-TR. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Texto revisado. Barcelona: Masson.
  5. Millon, Theodore & Davis, Roger D. (primera edición 1998. Reimpresiones 1999 (2), 2000, 2003, 2004).Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Barcelona: Masson.