Monseñor Leonidas Proaño: biografía
Monseñor Leonidas Proaño (1910-1988) fue un sacerdote ecuatoriano que dedicó su vida y su obra a la defensa y educación de los derechos de los indígenas. En este sentido, se involucró a profundidad con las comunidades más necesitadas para comprender así sus problemas y luchar por encontrar una solución.
Proaño fue reconocido por el papa Juan Pablo II como el “obispo de los pobres” por su excelsa gestión en la defensa de sus derechos y, particularmente, por la creación de un sistema educativo a través de la fundación de las Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador (ERPE), por medio de las cuales se alfabetizó a más de 20 mil personas.
También fue uno de los grandes representantes de la Teología de la Liberación en Ecuador, gracias a su particular manera de ejercer el sacerdocio al vincularse muy de cerca con los pueblos, viviendo como ellos.
Toda su labor en defensa de los derechos de los más necesitados le valió la nominación al Premio Nobel de la Paz en 1986, candidatura que fue fuertemente criticada por el ala tradicional de la Iglesia al considerarlo como un “obispo comunista”.
En 2008 la Asamblea Constituyente de Ecuador nombró a monseñor Leonidas Proaño como personaje emblemático de la nación, al considerarlo un ejemplo de la lucha por la defensa de los pueblos indígenas y de los más necesitados, al oponerse a la opresión, a la exclusión y a la marginalidad, combatiéndolas a través de la educación.
El legado de Proaño se mantiene —particularmente en la región de Riobamba, donde fue obispo por más de 30 años—, ya que la defensa de la causa indígena sigue vigente; además, el gobierno ha emprendido diversas iniciativas de educación para continuar combatiendo el analfabetismo y la pobreza, siguiendo el ejemplo del “obispo de los indios”.
Índice del artículo
Biografía
El 29 de enero de 1910 nació Leonidas Eduardo Proaño Villalba en San Antonio de Ibarra, fruto del matrimonio entre dos campesinos dedicados a la elaboración de sombreros de paja tejidos: Agustín Proaño Recalde y Zoila Villalba Ponce.
La pareja de pobres campesinos se dedicó a los sombreros para educar a Leonidas, el único que logró sobrevivir, ya que sus tres hijos mayores murieron.
En su primera edad apoyó a sus padres en el agotador trabajo de tejer sombreros de toquilla en el taller familiar.
Interés por la pintura
Al culminar la educación primaria, contaba con 12 años y tuvo el sueño de ser pintor e inscribirse en el Liceo Artístico de San Antonio fundado por Daniel Reyes, que había estudiado en Quito.
Sin embargo, el sueño del arte se detuvo ante el llamado de Dios. Por sugerencia de un párroco a sus padres, en 1925 fue inscrito como alumno externo en el seminario de San Diego de Ibarra, del que egresó como bachiller.
Estudios
Con tan solo 20 años ingresó en el Seminario Mayor de Quito y fue ordenado sacerdote en 1936. Desde su formación eclesiástica se mostró interesado por la doctrina de la Iglesia y sus diferentes tendencias.
En su Ibarra natal comenzó su apostolado encargándose de la situación de los jóvenes trabajadores, por lo que fundó el movimiento Juventud Obrera Católica.
Riobamba: la preocupación por los indios
En 1954 fue nombrado por Pío XII —el entonces Papa— obispo de Riobamba, donde comenzó su lucha por la defensa de los derechos de los indígenas.
Le preocupó siempre la precaria situación de los indios, en general de los pobres, por lo que decidió que la mejor manera de ejercer el sacerdocio era abandonando los privilegios y viviendo como sus feligreses.
Vistió como los pobres, con poncho, y se adentró en los páramos para conocer su situación. Así vio de primera mano cómo los terratenientes explotaban a los indígenas, a quienes tenían en situaciones de miseria extrema y con una completa pérdida de su dignidad humana.
Debido a la cercanía que tenía con los campesinos, lo llamaban el “taita obispo”, ya que en quechua (lengua de los indígenas) taita significa “padre”.
Predicar con el ejemplo
Su inquietud por la situación de los indios de Chimborazo comenzó en cuanto fue nombrado obispo, como queda demostrado en una misiva que escribió al profesor Morales en 1954, que representa un atisbo de lo que fue su plan pastoral: “(…) Yo quisiera dar al indio: conciencia de su personalidad humana, tierras, libertad, cultura, religión…”
Al darse cuenta de que la Iglesia era un gran terrateniente, en 1956 comenzó a repartir los terrenos que pertenecían a la diócesis, marcando un hito en la historia de Ecuador casi una década antes de la promulgación de la primera reforma agraria.
Con este acto —controversial a los ojos del ala más tradicional de la Iglesia— comenzó la revolución de los ponchos, en la cual los indígenas de Riobamba exigieron a los terratenientes sus derechos sobre las tierras que trabajaban, situación que se extendió a otras localidades del Ecuador y que siguieron también en otros lugares del continente.
El obispo incómodo
En el marco de su pastoral educativa fundó las Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador (ERPE) en 1962, como un sistema a través del cual se podía educar a los indígenas para alfabetizarlos, ya que aproximadamente el 80 % de esta población no sabía leer ni escribir. Diariamente se transmitían programas en castellano y también en quechua.
Con todo su programa educativo, logró combatir el analfabetismo como un factor clave para que los pueblos indígenas salieran de las condiciones poco dignas en las que vivían.
Gracias a su apostolado en defensa de los necesitados, participó en el Concilio Vaticano II. Antes de que este evento concluyera, en 1965 firmó junto a otros 40 obispos el Pacto de la Catacumba, en el que se comprometían a vivir bajo las condiciones de pobreza y fundar una Iglesia para los pobres.
Su influencia se extendió por toda Latinoamérica, por lo que en 1969 fue designado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) como presidente de la institución sobre pastoral en el continente, cuya sede estaba en Quito.
Vigilancia del Vaticano
Dado que su acción estaba dentro de los parámetros de la Teología de la Liberación y que su apuesta era por los pobres, el ala conservadora de la Iglesia le hacía franca oposición, a tal punto que en 1973 el Vaticano envió a un emisario a investigar sus presuntas acciones comunistas.
Cuando Proaño supo de esta visita, conversó con su feligresía, que organizó un recibimiento para el visitador apostólico. Así, los indígenas le mostraron al enviado de la Santa Sede las condiciones en las que vivían y cómo la gestión del llamado obispo de los indios había tenido una influencia positiva.
Todo esto permitió que ese emisario constatara de primera mano que, gracias a la pastoral de Proaño, las comunidades tenían una relación muy cercana con el Evangelio, por lo que el Santo Padre no debía preocuparse.
Otro acto que puso en evidencia que monseñor Proaño era un obispo incómodo para ciertas élites fue que en 1976 fue detenido junto a otros sacerdotes que estaban reunidos en Riobamba, ya que el triunvirato de la dictadura militar los acusaba de estar conspirando para su derrocamiento.
Reconocimientos
Toda la vida de Proaño estuvo orientada a esa opción por los pobres, lo que se evidencia claramente en sus cuatro publicaciones: Rupito (1953), Concientización, evangelización y política (1974), Evangelio subversivo (1977) y Creo en el hombre y en la comunidad (1977). Estas obras recogen su pensamiento sobre los pobres desde una perspectiva diferente.
Proaño fue un sacerdote que siempre trabajó por la defensa de los marginados luchando por su inclusión, lo que le ganó ciertos adversarios incluso en el mismo seno de la Iglesia.
Sin embargo, el cariño de los pobres se lo ganó con su gestión cercana, lo que le valió que en 1985, durante una visita del papa Juan Pablo II, este lo reconociera como el “obispo de los indios”.
Ese mismo año renunció al episcopado en Riobamba pero no se retiró de la vida pastoral. En 1987 fue honrado con un doctorado honoris causa por la Universidad de Saarbureken en Alemania. Además, también fue nominado al Premio Nobel de la Paz.
Tan solo a un mes de fallecer, en julio de 1988 fue honrado con el premio Bruno Kreisky por la defensa de los derechos humanos, galardón otorgado en Austria.
Fallecimiento
A la edad de 78 años, monseñor Leonidas Proaño falleció en Quito el 31 de agosto de 1988 en condiciones de pobreza. En fiel cumplimiento a su última voluntad, lo enterraron en Ibarra, específicamente en la comunidad de Pucahuaico.
En 2008 la Asamblea Constituyente lo designó como un símbolo nacional y un ejemplo para las generaciones al exaltar su lucha por la defensa de los derechos de los pobres, en la que combatió con la fe y con la educación la exclusión, la marginalidad y la miseria de los pueblos indígenas.
Monseñor Proaño fue un pionero en la lucha por las reivindicaciones de los indígenas en Ecuador, incluso puede afirmarse que en todo el continente americano. Hoy su legado se mantiene vigente en tanto que los pueblos autóctonos siguen exigiendo sus derechos.
Referencias
- “A 26 años de la muerte de Leonidas Proaño, el país aún lo recuerda” (31 de agosto de 2014) en El Comercio. Recuperado en 25 de Enero de 2019 en El Comercio: elcomercio.com
- “Biografía de Monseñor Leonidas Proaño – Resumen de su vida y obras”(marzo 2018) en Foros Ecuador. Recuperado en 25 de Enero de 2019 de Foros Ecuador: forosecuador.ec
- Lamport, M. (2018) Encyclopedia of Christianity in the Global South, Volumen 2 en Google Books. Recuperado en 25 de Enero de 2019 de Google Books: books.google.co.ve
- “Legado de Leonidas Proaño, el ‘cura de los indios’, lucha por mantenerse vigente en Ecuador” (2 de septiembre de 2018) en El Universo. Recuperado en 25 de Enero de 2019 de El Universo: eluniverso.com
- “Leonidas Proaño, Personaje Símbolo Nacional y ejemplo permanente para todas las generaciones`” (25 de julio de 2008) en Redes Cristianas. Recuperado en 25 de Enero de 2019 de Redes Cristianas: redescristianas.net
- “Monseñor Leonidas Proaño es el quinto personaje emblemático” (9 de abril de 2018) en Ministerio de Educación. Recuperado en 25 de Enero de 2019 de Ministerio de Educación: educacion.gob.ec
- Romero, M. (diciembre 2017) “El taita de la revolución del poncho” en Periferia. Recuperado en 25 de Enero de 2019 en Periferia: periferiaprensa.com