Uranofobia: síntomas, causas, tratamientos
La uranofobia es el miedo irracional a la idea mística de un paraíso o cielo y a no ser merecedores del mismo. Como resulta razonable, este es un temor derivado al miedo a morir y no haber hecho lo suficiente para merecer ascender al cielo. Por extensión, se refiere también al simple miedo a morir.
Esta amenaza latente de que la vida se acabe y no haya nada más o que lo que siga no sea agradable se basa en el miedo a lo desconocido, a lo inexplorado. Por eso, la uranofobia también guarda relación con el temor irracional a lo infinito, al espacio exterior y el cielo físico. Por su inmensidad y todo lo que pueda ocultar.
Es esta una fobia de tipo generalizada, lo que quiere decir que sus efectos se pueden sentir en cualquier momento de cada día, sin un estímulo que las provoque, como sí ocurre con las fobias simples (por ejemplo, el miedo a los perros). Por esta razón, puede resultar altamente discapacitante o limitante para quien la padezca.
Síntomas de la uranofobia
Como otras fobias, la uranofobia se caracteriza por un temor acusado y persistente, que es excesivo e irracional, que ocurre ante la presencia de situaciones o temas asociados a la muerte, la vida después de la muerte o la inmensidad del espacio exterior. A continuación, se explica a qué se alude con acusado, persistente, excesivo e irracional.
Se dice que un temor es acusado, cuando el propio sujeto es capaz de expresarlo y entender que existe. No se considera una fobia si la persona no es capaz de distinguir la razón de su miedo. Se considera, a su vez, que es persistente, cuando se mantiene sin mayor variación a lo largo del tiempo (meses o años).
Se indica que un temor es excesivo cuando sobrepasa la cuota en que es esperada que ocurra de acuerdo al contexto, edad y cultura. Por ejemplo, el miedo a morir es común en casi todos los humanos, pero hasta un nivel que no impida vivir la vida a plenitud. Igualmente, el miedo a no ascender a un posible cielo es común en muchos creyentes.
Por último, se considera que el miedo es irracional cuando no atiende a la razón o a los argumentos en contra. Por ejemplo, al sujeto con uranofobia se le puede asegurar que está bien de salud, que es joven y que vive en un entorno sin violencia y buena asistencia médica, y aun así seguirá sintiendo un profundo temor a morir.
Respuesta de ansiedad
Otro de los síntomas más importantes es que la exposición a situaciones o temas (incluso los pensamientos) asociados a la muerte, la vida después de la muerte o la inmensidad del espacio exterior, desatan siempre o casi siempre una respuesta automática de ansiedad. También puede ocurrir un ataque de pánico o crisis de angustia.
La persona también puede llegar a temer estos estímulos por el temor mismo de experimentar la ansiedad o la crisis de angustia. Y ya que uno de los síntomas de la crisis de angustia es el miedo a morir, la misma puede intensificar los efectos de la uranofobia y esta, a su vez, los de la crisis de angustia, en una espiral creciente.
Cuando la persona presenta crisis de angustia constantes ante la presencia de los estímulos fóbicos se la puede diagnosticar también con Trastorno de Angustia sin Agorafobia, si no presenta síntomas de agorafobia, y con agorafobia si los presenta. La agorafobia puede ocurrir por la relación entre el espacio exterior y los lugares abiertos.
Evitación
Finalmente, la uranofobia lleva al sujeto a realizar conductas de evitación para controlar la ansiedad y el temor. Una de las formas de evitación más común es intentar no dormir, por el temor de no despertar o morir durante el sueño. Así que esta fobia se puede asociar a distintas formas de insomnio.
También es común que el sujeto evite hablar sobre la muerte, asistir a velorios y afines, mirar al cielo o leer sobre la vida después de la muerte. Estas conductas de evitación, y la ansiedad misma, reducen la calidad de la vida de la persona y afectan sus relaciones interpersonales o bien generan un malestar lo suficientemente significativo.
Niños
En los niños, la ansiedad fóbica podría presentarse en la forma de berrinches, pataletas, conductas de inhibición o congelamiento y búsqueda de resguardo afectivo. Para los niños o menores de 18 años, se indica que la uranofobia debe haber estado presente por al menos los últimos seis meses.
Causas
No existe mucha bibliografía al respecto de las causas de la uranofobia, pero la mayoría está de acuerdo en que pueden afectar situaciones similares a las que ocurren en otras fobias. Por ejemplo, una experiencia traumática pasada, a saber, un accidente, una experiencia cercana a la muerte o una educación religiosa muy férrea.
Es posible, por ejemplo, que el afectado haya sido amenazado sistemáticamente con ir al infierno o no ganarse el cielo, por conductas de poca relevancia moral, durante su infancia, bien sea por padres o por tutores escolares o religiosos. Esto le ha llevado a pensar que nada de lo que haga será suficiente para ascender al cielo al morir.
Es posible que haya experimentado la muerte de uno o varios seres queridos en un período corto o de mucha vulnerabilidad emocional, o que haya sufrido de una enfermedad fuerte o recibido un procedimiento médico invasivo, que le lleva a pensar que la vida es frágil y en cualquier momento es posible morir.
En otras ocasiones, la fobia puede desarrollarse por aprendizaje o modelado, por ejemplo, cuando un miembro importante de la familia también padece de uranofobia u otra fobia similar, como tanatofobia (miedo a la muerte), tapefobia (miedo a ser enterrado vivo) o estigiofobia (miedo al infierno).
Otra causa es que la persona haya presentado una crisis de angustia inesperada y esto haya desencadenado el temor generalizado a morir o cualquier otra forma de uranofobia. La presencia previa de cualquier otra fobia similar o asociada también predispone a la persona a presentar esta fobia específica.
Finalmente, habrá algunos casos donde la persona no sea capaz de recordar el origen de su temor o el mismo esté desplazado de acuerdo a la lógica. Por ejemplo, la persona podría haber sido abusada sexualmente y a partir de allí, por desplazamiento, empezar a temer el cielo como espacio de vida después de la muerte.
En los casos donde la persona no puede recordar la causa de su fobia, se le suele recomendar que recuerde cuándo empezó a evitar esos estímulos y qué describa el contexto de su vida para entonces. Esto podría ofrecer un panorama impreciso pero útil para comprender la génesis del temor irracional.
Diagnóstico diferencial
Una de las cosas más difíciles para diagnosticar una fobia específica es que hay muchas y, de entre ellas, las hay con tantas similitudes que resulta fácil confundirlas. La uranofobia no es una excepción. A continuación, se presenta una lista de fobias que pueden confundirse con uranofobia y sus diferencias.
Eonofobia
La eonofobia es el miedo irracional a la eternidad. Esto se refiere tanto a la posibilidad de ser inmortal, como cualquier otra forma de vida eterna (por ejemplo, la vida después de la muerte que prometen muchas religiones). También tiene que ver con temer a la idea misma de eternidad.
Como se puede ver, guarda mucha relación con la uranofobia, pero se distingue en el que uranofóbico no teme específicamente vivir para siempre, sino el no hacerlo en el lugar que espera: el paraíso que promete la religión en que cree. O teme el espacio exterior por su inmensidad, pero no por su característica de ser eterno.
Tanatofobia
La tanatofobia, como ya se expresó, es el miedo irracional a morir o a la muerte. Suele asociarse con la hipocondría, o la creencia de tener enfermedades que no se tienen, y a la necrofobia, que es el miedo irracional a las cosas muertas o asociadas a la muerte (por ejemplo, urnas). El tanatofóbico también puede temer la muerte de seres queridos.
La uranofobia se distingue de la tanatofobia en que, en la primera el temor a morir es que esto ocurra de forma inesperada o antes de que la persona pueda hacer lo mínimo necesario para ganar el cielo o paraíso prometido por su religión. En la tanatofobia, en cambio, el miedo es simplemente a la idea de la muerte o morir.
Estigiofobia
La estigiofobia, también mencionada anteriormente, es el miedo al infierno, y la hadefobia, es el miedo a cometer pecados que le valgan una vida en el infierno. Se pueden asociar a la pecatofobia y la enosiofobia, que son el miedo a pecar y a cometer un pecado imperdonable, respectivamente.
Hay que distinguir estas cuatro fobias en que las primeras dos guardan relación con el temor al infierno, mientras que en la uranofobia el infierno no es temido como tal, sino el no ir al cielo. Y en la dos últimas, el temor al pecado no deriva del temor a no poder ir al cielo, que es lo que teme el uranofóbico.
Astrofobia
La astrofobia es el miedo irracional al espacio celeste o al cielo nocturno y lleno de estrellas. Y la anablefobia es el miedo a mirar hacia arriba. El primero se distingue de la uranofobia en que no causa temor lo inmenso del espacio celeste, sino su simple presencia, y el segundo en que la anablefobia está más relacionada al vértigo.
Como se puede notar, son muchas las fobias que guardan similitudes parciales con la uranofobia, y es importante apuntar que si se cumplen los criterios para más de una de ellas hay que entender que ambas están presentes. De otra forma, hay que decantarse por la que explique de mejor forma el cuadro experimentado por la persona.
Tratamiento
El tratamiento de la uranofobia no es distinto del de las demás fobias, y puede incluir el consumo de psicofármacos, de acuerdo a la valoración del especialista y la voluntad o interés del paciente. Habitualmente, el consumo de psicofármacos se justifica cuando hay presencia de ataques de pánico o la intensidad de la ansiedad fóbica es muy alta.
En el campo de la psicoterapia, es muy común el uso de terapia conductual o cognitiva. En la terapia conductual el objetivo es exponer a la persona a la situación temida. Pero esto puede hacerse desde distintas aproximaciones. Una de las más utilizadas, por su efectividad y respeto por los ritmos del paciente, es la desensibilización sistemática.
Esta técnica de modificación de conducta consiste en que el paciente se expone progresivamente a niveles más altos de la situación temida, mientras se vuelve menos sensible al temor. Por lo regular, se inicia con situaciones imaginadas, luego vistas a la distancia y luego experimentadas de cerca.
Para esto, el paciente elabora una lista de situaciones en que ocurre su fobia, y las valora de mayor a menor ansiedad. Sobre esta base se realiza la desensibilización. Por ejemplo, un paciente con uranofobia primero se expondrá a imaginar cómo es el cielo, luego a ver tarjetas con representaciones gráficas del mismo, seguido a hablar del tema, etc.
La terapia cognitiva pone su énfasis en la reestructuración de pensamientos distorsionados, que causan o sostienen la fobia. Por ejemplo, la persona puede realizar una abstracción selectiva (ver solo una parte de la realidad), al analizar su conducta dentro de su sistema de fe, lo que le lleva a concluir que es malo.
Otras distorsiones cognitivas que se podrían presentar son el pensamiento polarizado (“nunca lograré subir al cielo”), la sobregeneralización (“hoy fui un mal cristiano; siempre lo soy”), descalificación de lo positivo (“ayudé a ese mendigo, pero no tanto como podía”), catastrofización (“si duermo, puedo morir”), etc.
Como la fobia es irracional estas distorsiones del pensamiento se mantienen con facilidad. Así pues, es requerida la atención psicoterapéutica para lograr un verdadero resultado positivo. La autoayuda puede funcionar en casos leves y, aun así, es recomendable la asesoría de un experto para evitar que evolucione negativamente.
Referencias
1 APA (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5th Edition.