Historia

Desigualdad y movimientos sociales en México (1950-1980)


La desigualdad y los movimientos sociales en México en el periodo de 1950 a 1980, se materializaron en fenómenos de intervención colectiva, en los que se identifican una demanda común de lucha, tanto pacífica como violenta: la reivindicación socio-económica ante el elevado costo de la vida.

Además de las movilizaciones de corte sindical o del sector de la población más golpeado por la crisis económica, se presentaron puntualmente causas de diferente naturaleza, como fueron la político-electoral, la urbano-popular, la ambiental y la que impulsaba la igualdad de género.

Índice del artículo

Movilizaciones sociales en las décadas de 1950 y 1960

La década de los 50 se caracterizó por manifestaciones cívicas – y algunas armadas – que rechazaban las difíciles condiciones económicas y pretendían mejoras salariales, por lo que el sector sindical tuvo gran protagonismo.

El denominado jaramillismo por parte de la población campesina de Morelos, fue uno de los fenómenos a destacar. Otro fue el movimiento ferrocarrilero, un conflicto iniciado por el sindicato del sector que decidió paralizar sus actividades, exigiendo mejoras en su contrato colectivo.

 Durante estos años también aparecieron los grupos que defendían los derechos de la mujer y aspiraban al voto electoral.

Para los años 60 se mantuvo la lucha por mejorar las condiciones laborales, a lo que se aunó la gran afinidad con los ideales de la revolución cubana. Además se presentaron manifestaciones que exigían la liberación de los presos políticos, pero el fenómeno social más emblemático de esa década fue el conocido movimiento estudiantil de 1968.

Manifestaciones entre las décadas de 1970 y 1980

Durante la década de 1970, se generó un auge de grupos guerrilleros tanto en entornos rurales como urbanos, que dieron pie a ajusticiamientos extrajudiciales. Los presos políticos iban en aumento, mientras se mantenía la lucha por reivindicaciones económicas desde el campesinado y el sector obrero.

Sin embargo, a mediados de ese periodo hubo algunas batallas ganadas, como fueron la amnistía de los miembros de las guerrillas y la admisión de nuevos partidos políticos a la oferta electoral.

Finalmente, en el periodo de los 80, se combinaron una gama de causas que movilizaron a la población mexicana. Por una parte, se continuó la lucha popular, que llegó a concretar paros cívicos y protestas por presunto fraude electoral.

Por otra parte, los movimientos ambientalistas también ocuparon la escena, denunciando los estragos ecológicos del desarrollo industrial, con ciertos tintes anti-capitalistas, y enfocados en la defensa de la vida en nuestro planeta.

Además reaparecieron los grupos en defensa de los derechos de la mujer, demandando programas de subsidio y proyectos para reducir la pobreza. Los sociólogos identifican en estos grupos los inicios de lo que luego se conocería como “feminismo popular”.

Antecedentes y origen

Desde 1929, México estuvo bajo el poder hegemónico del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que estableció un gobierno autoritario y antidemocrático. Además de no aceptar la disidencia y pese a ser un sistema presidencialista, el poder ejecutivo sometía al legislativo y judicial.

Desde 1930 se registró un importante incremento demográfico, que sobrepasó las capacidades de desarrollo del Estado y sus recursos. La tasa de crecimiento media anual había alcanzado el 3%, para 1950.

El aumento de la población se acompañó de movimientos migratorios externos, pero en especial internos. La proporción de personas que habían emigrado de un estado a otro llegó a 12,8%. Con esto las ciudades tenían cada vez mayor demanda de servicios, pero el urbanismo y la ampliación de los servicios de agua y electricidad no iban a la par de ese proceso.

De manera paralela, en el ámbito económico se presentó un crecimiento sostenido del Producto Interno Bruto (PIB), un proceso de industrialización y oportunidades de inversión, bajo un modelo económico estabilizador y centralizado, que se conocería históricamente como el “Milagro mexicano”.

Cabe destacar que en el sector internacional, los movimientos estudiantiles y el triunfo de la Revolución cubana con sus ideales comunistas, despertaron el debate político y fortalecieron a los grupos izquierdistas de los llamados países del tercer mundo, incluido México.

Causas

Una de las principales causas de las movilizaciones sociales mexicanas fue sin duda la recesión económica que se registró a inicio de los años 1960, luego del período de bonanza y en combinación con la explosión demográfica.

Una fuerte devaluación, la constante inflación y la suspensión de los aumentos salariales fueron los elementos que encendieron los ánimos del sector obrero, al que se le fue sumando la insatisfacción de otros grupos, como la clase media y los profesionales.

Además del acumulado descontento social se registró una tensión de carácter político. El régimen institucionalizado por el Partido Revolucionario Institucional desde más de una década, no permitía la disidencia y mantenía el control a través del amedrentamiento, el encarcelamiento y la represión.

Consecuencias

A pesar de la relevancia de los movimientos sociales en México entre las décadas de 1950 a 1980, hay que considerar que no generaron los resultados esperados en el ámbito socio-económico. El desequilibrio se mantiene incluso hoy día, es decir, 40 años más tarde, independientemente de la tendencia capitalista o socialista del gobierno de turno.

Producto de la continua desigualdad, los expertos en la materia coinciden en que una de las principales consecuencias fue la aparición de los grupos guerrilleros, en zonas urbanas y rurales, que se hicieron notar mediante una violenta ofensiva con emboscadas, secuestros y asesinatos.

Entre ellos cabe mencionar la Liga Comunista 23 de septiembre, el Partido de los Pobres y la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), incluso el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), aunque su aparición fue hacia mediados de 1990.

Sin embargo el balance no es del todo negativo, pues se registraron varias reformas electorales, con las que se amplió la participación ciudadana y se permitió el pluralismo político.

El proceso de democratización, así como la conformación y vida de otros partidos, además del PRI, es sin duda triunfo de los movimientos sociales mexicanos de mediados del siglo XX.

Durante ese período, además las manifestaciones en pro de la igualdad de género rindieron frutos. Primero, se logró que las mujeres emitieran su voto en el proceso electoral municipal de 1953 y, dos años más tarde, se les concedió su derecho pleno en las elecciones federales.

Referencias

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