Historia

Revolución de Ayutla: qué fue, antecedentes, causas, consecuencias


¿Qué fue la Revolución de Ayutla?

La Revolución de Ayutla fue un movimiento insurgente contra la dictadura establecida por Antonio José de Santa Anna en México. Esta revolución comenzó en el estado de Guerrero en marzo de 1854 después de que sus líderes llamaran a la rebelión mediante el denominado Plan de Ayutla. Tras derrocar a Santa Anna se sucedieron las presidencias de Juan N. Álvarez e Ignacio Comonfort.

La presidencia de Santa Anna, quien se hacía llamar Su Alteza Serenísima, estuvo repleta de casos de corrupción y de una feroz represión contra los opositores. Los sectores liberales se mostraban totalmente contrarios a su labor e, incluso, los grupos a los que favorecía, la Iglesia y los conservadores comenzaron a verlo como un problema.

El rechazo al gobierno creció aún más tras la venta de La Mesilla a los Estados Unidos y un grupo de liberales liderados por Álvarez, Tomás Moreno y Florencio Villarreal decidieron lanzar el Plan de Ayutla. Este desconocía a Santa Anna y pedía su salida del gobierno y la elección de un presidente provisional.

La rebelión se extendió pronto desde Guerrero a otros estados del país. Tras unos meses de enfrentamientos armados, Santa Anna presentó su renuncia y abandonó el país. Los liberales ocuparon entonces el poder y emprendieron una serie de reformas legales que quedaron recogidas en la Constitución de 1857.

Antecedentes

Santa Anna había estado presente en la política mexicana desde la independencia del país. Después de ocupar varias veces la presidencia y de participar en diversos conflictos armados, su figura era bastante controvertida. En ocasiones fue aclamado como un héroe, como en la batalla de Tampico contra los españoles, y otras veces considerado un villano, como en la independencia de Texas.

Durante el conflicto que terminó con la independencia del territorio texano, Santa Anna se había proclamado dictador del país, aunque tuvo que partir al exilio dado su papel en ese acontecimiento.

La situación de México en esos momentos era bastante mala. Ante los intentos de Estados Unidos de continuar anexionándose territorio, el gobierno recurrió a la figura de Santa Anna para hacer frente a la amenaza. El general reunió un ejército numeroso, pero no pudo hacer frente a la superioridad armamentística de los estadounidenses.

Tras su derrota en la batalla de Cerro Gordo, debida en parte a sus errores estratégicos, Santa Anna volvió a partir al exilio. El Congreso del país tuvo que firmar un tratado con Estados Unidos por el que México perdió buena parte de su territorio. A cambio, los estadounidenses pagaron una indemnización de 15 millones de dólares.

Su Alteza Serenísima

Con Santa Anna en el exilio, la situación en México seguía siendo muy inestable, tanto política como económicamente. En 1853, el presidente Mariano Arista tuvo que dimitir obligado por el Plan del Hospicio y el Partido Conservador, entonces el más fuerte del país, pidió el regreso de Santa Anna.

Los conservadores pusieron como condición que defendiera desde la presidencia a la religión católica, acabara con el federalismo y reorganizara el ejército. Santa Anna aceptó y recobró la presidencia en abril de 1853.

Las primeras medidas tomadas por Santa Anna, que se rodeó por buenos colaboradores, fueron bien recibidas. Sin embargo, tras la muerte de su principal asesor, Lucas Alamán, su gobierno adquiriendo un carácter cada vez más autoritario. El general se autodenominó Alteza Serenísima y algunas de sus acciones hicieron temer que intentara establecer una monarquía.

La precaria situación económica, además, obligó a Santa Anna a imponer impuestos por conceptos muy variopintos, desde el número de puertas y ventanas de las viviendas hasta la posesión de perros.

La venta del territorio de La Mesilla a los Estados Unidos a cambio de 10 millones de dólares hizo que su ya escasa popularidad descendiera aún más.

Rechazo de la burguesía

El gobierno de Santa Anna había favorecido a las clases más altas de la sociedad mexicana, así como a la Iglesia. Esta última institución había logrado aumentar sus posesiones de manera considerable.

A las medidas tomadas para favorecer a esos sectores había que unir la decisión de Santa Anna de desterrar a varios líderes liberales, como a Melchor Ocampo, a Benito Juárez o a Ponciano Arriaga, entre otros.

Por esos motivos, Santa Anna era rechazado totalmente por los liberales. Con el tiempo, además, los conservadores empezaron a criticar sus excesos. Serían, no obstante, los primeros quienes daría el paso para arrebatarle el poder.

Causas de la revolución

La principal causa de la Revolución de Ayutla fue el rechazo a la dictadura impuesta por Santa Anna. Durante su gobierno, los casos de corrupción y de malversación de fondos eran constantes.

Ese manejo del presupuesto en favor de unos pocos fue uno de los factores que llevó a México a la bancarrota a pesar de los pagos realizados por los estadounidenses.

Las medidas tomadas por Santa Anna para paliar la crisis económicas solo incrementaron el descontento de la población.

Régimen dictatorial de Santa Anna

Como se señalaba anteriormente, Santa Anna impuso impuestos especiales, como el que se cobraba según el número de ventanas y puertas que tuviera una vivienda. Además, volvió a implantar las alcabalas para cobrar tributos por las ventas.

Aunque algunas de sus medidas fueron beneficiosas, sobre todos las leyes contra el vandalismo y la mejora de las comunicaciones, el carácter autoritario de la presidencia provocaba cada vez más rechazo.

Su Alteza Serenísima, título que se concedió a sí mismo, consideraba a los liberales como una amenaza. Por ese motivo emprendió una campaña en contra de sus líderes y muchos de ellos debieron salir al exilio. La represión política crecía conforme pasaba más tiempo en el poder.

Venta de La Mesilla

Una de las decisiones tomadas por Santa Anna que fue peor recibida por la población fue la venta del territorio mexicano de La Mesilla a los Estados Unidos.

La venta tuvo lugar el 30 de octubre de 1853, cuando el gobierno mexicano firmó un tratado con el embajador estadounidense. El acuerdo recogía la venta de un área de 76 845 km² a cambio de 10 millones de dólares.

Desarrollo

En 1854, todos los estados mexicanos se encontraban controlados por el régimen de Santa Anna, con la excepción de Guerrero. Este estado estaba gobernado por el general Juan Álvarez.

Santa Anna ordenó a sus militares que organizaran la toma de Acapulco y Álvarez respondió preparando a sus hombres para un conflicto abierto.

Ignacio Comonfort instó a Álvarez a comenzar a preparar un plan para derrocar a Santa Anna. El inicio debía ser el lanzamiento de un comunicado escrito que sirviera para que la población se uniera a la rebelión.

Plan de Ayutla

El documento que llamaba a la rebelión, conocido como Plan de Ayutla por la población en el que se redactó, fue hecho público el 1 de marzo de 1854. Sus promotores principales fueron Florencio Villarreal, Juan Álvarez e Ignacio Comonfort.

El Plan de Ayutla llamaba a crear un frente nacional que derrocara al gobierno de Santa Anna. Comonfort y Álvarez organizaron para ello una tropa de campesinos y lograron el apoyo de Benito Juárez, Melchor Ocampo y otros políticos liberales represaliados por Santa Anna.

Según el documento, una presidencia interina de carácter liberal debía hacerse cargo del país tras la destitución de Santa Anna. Después debían convocarse un Congreso Constituyente para redactar una nueva constitución, ya que la de 1824 había sido abolida por Santa Anna.

Comienza la guerra

La respuesta de Santa Anna a los movimientos de Álvarez y Comonfort fue decretar la pena de muerte para todos los que poseyeran una copia del Plan de Ayutla y se negaran a entregarla a las tropas gubernamentales.

Además de esa medida, el presidente instauró la leva en el ejército, aumentó los impuestos y reinstaló las alcabalas (una especie de aduanas interiores).

El propio Santa Anna comandó una fuerza de 6 000 hombres que alcanzó Acapulco el 19 de abril de 1854. Allí, el llamado Ejército Restaurador de la Libertad, al mando de Ignacio Comonfort, se había hecho fuerte en la fortaleza de San Diego. A pesar de la inferioridad numérica, ya que solo contaban con 500 efectivos, los rebeldes resistieron los ataques gubernamentales.

Las bajas entre las tropas de Santa Anna fueron considerables, puesto que a las muertes en combate se le unieron las deserciones y las enfermedades tropicales que sufrieron sus hombres. Finalmente, Santa Anna tuvo que retirarse y regresar a la capital. Durante su repliegue, el dictador ordenó la destrucción de muchas haciendas y poblaciones que habían apoyado el Plan de Ayutla.

La rebelión se extiende

El Plan de Ayutla no solo tuvo impacto en Guerrero. En poco tiempo, el apoyo al documento se extendió por otros estados mexicanos, comenzando por Michoacán.

Para mediados de 1854, el Plan había sido refrendado en Tamaulipas, San Luis Potosí, Guanajuato, Jalisco y México.

En esos momentos, los partidarios del Plan no eran solo los miembros de la burguesía liberal, ya que muchos sectores populares lo apoyaban debido a su situación de pobreza y al impacto de los impuestos decretados por el gobierno.

Además, desde los Estados Unidos llegaban muestras de apoyo por parte de los liberales desterrados por Santa Anna.

Medidas de Santa Anna

En su intento de acabar con la rebelión, Santa Anna no dudó en usar todo tipo de medidas. Así, ordenó ocupar las propiedades de los rebeldes, incluidos lo simplemente sospechosos. Igualmente, dispuso que toda población que hubiera prestado apoyo a los insurgentes debía ser quemada y saqueada.

Otra de sus medidas fue condenar a muerte a cualquier civil que poseyera armamento. Por último, los destierros fueron habituales y la red de espionaje del gobierno estaba presente en todos los lugares.

Además de las medidas represivas, Santa Anna intentó ganarse a sectores de la población. Para ello impulsó las celebraciones religiosas y patrióticas e, incluso, convocó un concurso para elegir el himno nacional. Una de las estrofas del himno ganador, cuyo nombre se hizo público en septiembre de 1854, hacía una alusión a Santa Anna como héroe nacional. La estrofa se eliminó años después.

Continuación del conflicto

Para mitad de año, los rebeldes comenzaron a tener problemas económicos para aguantar la ofensiva gubernamental. En junio, Comonfort viajó a Estados Unidos para tratar de obtener recursos y consiguió un préstamo de un español liberal amigo de Álvarez, Gregorio Ajuria.

Con lo conseguido, Comonfort regresó en diciembre a Acapulco y, desde allí, se trasladó a Michoacán donde la revolución progresaba favorablemente.

En el bando de Santa Anna, por su parte, la situación no era mucho mejor. El dictador convocó un plebiscito para hacer ver que contaban con el apoyo popular, pero aquellos que se pronunciaron abiertamente en contra de su continuidad en el poder fueron sometido a juicio y apresados.

Ya en 1855, Santa Anna se puso al frente de sus tropas para aplastar a los insurgentes en Michoacán. Sin embargo, solo consiguió dispersarlos, aunque afirmó haber conseguido una gran victoria. Sin embargo, en esos momentos ya estaba perdiendo el apoyo de la aristocracia mexicana y de la Iglesia.

A pesar de sus problemas, la rebelión había seguido ganando adeptos en otros territorios del país. En Nuevo León, por ejemplo, sus partidarios habían conseguido algunas victorias y en Veracruz y en Oaxaca los rebeldes habían tomado algunas localidades.

Final de la guerra

La fortaleza de la revolución a mediados de 1855 no paraba de crecer. Desde Estados Unidos, los liberales exiliados decidieron participar en la guerra. Benito Juárez se trasladó a Acapulco en julio para ejercer de consejero político y otro grupo, liderado por Ocampo, formó una Junta Revolucionaria.

Por su parte, el gobierno se encontraba sin recursos. Las medidas represivas de Santa Anna se habían mostrado ineficaces para acabar con la rebelión y no habían hecho más que desprestigiar la figura de Santa Anna.

En agosto, un ejército formado por efectivos de Guerrero y de Nueva León amenazaba la Ciudad de México. El día 9, Santa Anna huyó del país, decisión que fue celebrada por una multitud en las calles de la capital. Como muestra de rechazo, sus opositores desenterraron la momia de la pierna que el general había perdido y destrozaron su estatua ubicada en la plaza de El Volador.

Los conservadores manifestaron entonces su apoyo al Plan de Ayutla y nombraron una Junta de Representantes, con Martín Carrera como presidente interino. Sin embargo, el avance de las tropas liberales provocó que solo durara 28 días en el cargo.

El 1 de octubre, los líderes de la revolución tomaron Cuernavaca y formaron una nueva Junta de Representantes. Este organismo nombró presidente interino a Juan Álvarez, quien incluyó en su gabinete a algunos de los ideólogos liberales que habían sido desterrados por Santa Anna.

Presidencias de Álvarez y de Comonfort

El triunfo de la Revolución de Ayutla significó la llegada al poder de una nueva generación de liberales. Entre ellos se encontraban los que gobernarían el país en los años siguientes, como Benito Juárez, y Miguel Lerdo de Tejada, así como figuras importantes en las políticas venideras, como Melchor Ocampo o Ignacio Ramirez.

El primer presidente interino surgido de la revolución fue Juan Álvarez, conocido por su defensa de los campesinos. A pesar de ocupar el cargo durante solo dos meses, fue el responsable impulsar la llamada Ley Juárez, que acababa con el fuero militar y eclesiástico, además de convocar el Congreso que elaboró la Constitución de 1857.

El siguiente presidente fue Ignacio Comonfort, quien continuó con las políticas de su antecesor. Además de desarrollar la Ley Juárez, que declaraba a todos los ciudadanos iguales ante la ley, fue el responsable de promulgar la Ley Lerdo, en 1856, mediante la que las corporaciones civiles y eclesiásticas fueron obligadas a vender sus terrenos improductivos.

Consecuencias de la revolución

Como se ha señalado, la primera consecuencia del triunfo de la revolución fue que los liberales ocuparon el poder. Durante los años siguientes, elaboraron varias leyes que pretendían reformar el sistema político mexicano.

Entre las leyes promulgadas destacaron la Ley Juárez, la Ley Lerdo y la Ley Iglesias. Todas ellas pretendían limitar el poder de la Iglesia Católica y de los conservadores.

La primera de esas leyes, la Juárez, acabó con los tribunales especiales para los eclesiásticos y militares. La Ley Lerdo reemplazó la propiedad comunal de la tierra por la individual y prohibió que la Iglesia poseyera terrenos que no estuvieran dedicados a las funciones de la institución.

Por último, la Ley Iglesias pretendía controlar los costes de la administración de los sacramentos de la Iglesia católica.

Constitución de 1857

Los líderes liberales surgidos de la revolución convocaron un Congreso para redactar una constitución que reemplazara a la de 1824. La principal diferencia entre ambas era la limitación del periodo presidencial a un solo mandato de cuatro años.

La nueva Carta Magna incluía las tres leyes antes mencionadas, denominadas en su conjunto como Leyes de Reforma. Los legisladores unieron a esas leyes otras como la que establecía la libertad de pensamiento y la de prensa. Igualmente, la Constitución de 1857 reafirmó la abolición de la esclavitud.

Aunque la libertad de culto no estaba incluida, la constitución no declaraba al catolicismo como religión oficial, lo que provocó el rechazo inmediato de la Iglesia.

Guerra de Reforma

La Iglesia y los sectores conservadores consideraron que la nueva legislación era anticlerical. Pronto iniciaron una campaña para intentar anular la constitución y llegaron a amenazar a los que compraran las antiguas propiedades de la Iglesia con la excomunión.

La división social creada por la presión de la Iglesia acabó provocando una nueva guerra civil. Esta, la llamada Guerra de Reforma, tuvo lugar entre 1858 y 1861.

Referencias

  1. González Lezama, Raúl. La Revolución de Ayutla. Obtenido de inehrm.gob.mx
  2. Historia de México. Revolución de Ayutla. Obtenido de historia-mexico.info
  3. Enrique Sánchez, Antonio de J. Ayutla, 1854: La revolución olvidada. Obtenido de humanidades.uaemex.mx
  4. Mexican History. Revolution of Ayutla. Obtenido de mexicanhistory.org
  5. Knowlton, Robert J. Plan of Ayutla. Obtenido de encyclopedia.com
  6. The Editors of Encyclopaedia Britannica. La Reforma. Obtenido de britannica.com
  7. Wikiwand. Plan of Ayutla. Obtenido de wikiwand.com