Paralelismo: características, usos y ejemplos
El paralelismo es un recurso literario que consiste en organizar en forma secuencial y repetitiva los elementos que integran un enunciado o frase. Al mismo tiempo que se hace esto se genera la posibilidad de alternar algunos de los componentes de la oración. Un ejemplo calambur es: Yo que anduve inquieto, yo que anduve inquieto y descalzo.
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define al paralelismo como ‘la organización pareja de los componentes similares que conforman una unidad secuencial sintáctica’. Etimológicamente, el vocablo proviene de la lengua griega parállelos, que se traduce como ‘semejanza que vincula a dos elementos’.
Por otro lado, al ser el paralelismo una figura de repetición, abre paso a la intensificación y a la fuerza del mensaje expresado en el enunciado. Este elemento literario se presenta de las siguientes maneras: parison, semántico, correlacional, isocolon, sinonímico, antitético y sintético. El paralelismo es comúnmente utilizado en poesía.
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El paralelismo se caracteriza por los siguientes aspectos:
El paralelismo se caracteriza principalmente por la organización simétrica y equitativa de los componentes sucesivos que conforman la estructura de un enunciado. En este sentido, el texto mantiene coherencia y significado lógico.
Ejemplo:
Ella va hacia el mar, va con su cuerpo de ola al origen.
El paralelismo es una figura literaria de repetición, en virtud de que utiliza continuamente elementos iguales o parecidos dentro de un texto. Esto se aplica para aportarle mayor fuerza a lo que se expresa.
Ejemplo:
La vida golpea duramente, la vida golpea y hay que seguir viviendo.
Un rasgo sobresaliente del paralelismo es la fuerza expresiva que le aporta a los textos en lo que se utiliza. Esto se debe a la forma en que se distribuyen los componentes sintácticos de los enunciados y al mismo tiempo a la cualidad repetitiva de los elementos de las frases.
Ejemplo:
¿A dónde va tanta lágrima viva?, ¿a dónde va tanta desdicha suelta?
El paralelismo goza de ritmo y sonoridad, lo cual se produce debido a la repetición de palabras y a la distribución simétrica de los componentes lingüísticos. Por tal motivo, esta figura literaria es ampliamente usada en la poesía, en virtud de que les da a los versos belleza, musicalidad, profundidad e intensidad.
Ejemplo:
Te amé en el Norte de la vida,
Te amé y era temprano, como para morir dos veces. (Juan Ortiz)
El paralelismo es una figura retórica que se usa para imprimirle a los textos fuerza de expresión y dinamismo rítmico tal como se ha mencionado en líneas anteriores. Al mismo tiempo, este elemento literario permite captar la atención del receptor a través de la repetición de los componentes que conforman a las frases y a los párrafos.
En definitiva, el paralelismo aporta intensidad, dinamismo y sonoridad a los escritos. De allí, que sea utilizado en poemas, canciones, cuentos y novelas. Algunos de los autores que hicieron uso de esta técnica fueron: Garcilaso de la Vega, Gustavo Adolfo Bécquer, Lope de Vega y Luis de Góngora.
Ahora bien, una vez conocidos el concepto, las características y los usos del paralelismo se describen a continuación los tipos más comunes:
Esta clase de paralelismo se refiere a la similitud que existe en la longitud de las sílabas en los términos que se repiten dentro de un enunciado en un texto en prosa. En poesía se le conoce como ‘isosilabismo’.
Ejemplo:
Yo iba esa noche, iba con ellos mismos,
iba caminando entre sombras y abismos.
Estaba todo árido y desierto,
cada uno se veía distinto, como muerto.
Esta clase de paralelismo se refiere a la similitud que existe entre dos frases u oraciones pertenecientes a un poema o a una prosa. El parecido se da en la métrica y en la lógica de su estructura sintáctica. También se le conoce como paralelismo sintáctico.
Ejemplo:
¿Adónde vas tú con la vida a cuestas?
¿Adónde voy yo con esta herida mía?
Ella no sabe lo que amar cuesta,
Él no sabía lo que el amar sería.
Esta variedad de paralelismo se basa en la repetición de las mismas ideas y pensamientos, pero utilizando palabras y frases distintas. Se observa con frecuencia en poemas y salmos bíblicos.
Ejemplo:
El hombre busca el bien y no lo encuentra,
y este le huye por su casta humana.
El paralelismo de correlación se basa en colocar de forma simétrica las palabras dentro de un enunciado para crear una estructura uniforme.
Ejemplo:
El mar bravío a la sirena toca,
sus olas fuertes danzan al viento,
la mujer con sal besa su boca,
y en seguida puebla todo su aliento.
Este se caracteriza por repetir casi en su totalidad la idea de la frase original.
Ejemplo:
El malvado gato huía en la noche fría,
El hombre malvado al alma fría, de noche huía con el gato.
En este caso el parecido entre los enunciados se da de forma estructural. No hay, en realidad, una relación directa de significados. Sin embargo, es posible que la segunda frase fortalezca la idea de la primera.
Ejemplo:
Cada persona es un mundo.
Y el mundo, muchas veces, no es nada.
Este tipo de paralelismo tiene la particularidad de que sus partes se oponen entre sí, es decir, se contradicen o son contrarias.
Ejemplo:
En la noche fría la vida espera,
también la muerte con sus engaños.
– ¿Qué será ahora que no se sabe nada? ¿Qué será ahora que el mundo se nos escapa? (Sinonímico).
– El perro anda que ladra a ver si muerde, pero cuando calla su boca es un cuchillo. (Atitético).
– Si él va y se lanza, de seguro gana; si ella va y se lanza, él seguro pierde. (Sintáctico).
– Mañana se va el alcatraz en vuelo, se va con sus alas al ras del suelo. (Correlación).
– De tanto andar se aprende mucho. De tanto andar la desconfianza llega. (Sinonímico).
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