Contrato Dreyfus: antecedentes, acuerdos y consecuencias
¿Qué es el contrato Dreyfus?
El contrato Dreyfus fue firmado entre el Estado peruano y la empresa francesa Casa Dreyfus & Hnos el 5 de julio de 1869. Mediante el acuerdo rubricado en París, la compañía se comprometía a adquirir dos millones de toneladas de guano de islas. Este producto era muy valorado en la época por su uso como abono.
El valor económico de la compra se estimó en 73 millones de soles, que debían ser abonados mediante el pago de 700 000 soles. Aparte, Dreyfus también se encargaría de cubrir toda la deuda externa del país. Perú estaba pasando por momentos de gran debilidad económica.
La guerra con España, la revolución en Arequipa y el posterior levantamiento de Chiclayo habían dejado las arcas públicas casi sin recursos y una enorme deuda externa. Ante esto, el presidente José Balta, que llegó al poder en 1868, decidió aprovechar mejor uno de sus recursos naturales más valiosos: el guano.
Para ello cambió el sistema tradicional de venta a través de consignatarios nacionales, entregando casi toda la producción a la empresa francesa.
Antecedentes
La inestabilidad que padecía Perú al comienzo de la segunda mitad del siglo XIX afectó muy negativamente a la economía. La guerra librada contra España, que finalizó en 1866, profundizó la crisis económica, ya que obligó a un enorme gasto militar.
Además, se vivieron continuas revoluciones y levantamientos armados entre distintas facciones que buscaban alcanzar el poder. En octubre de 1867 estalló una revolución en Arequipa y, más tarde, una en Chiclayo bajo el mando de José Balta.
Esta última consiguió tener éxito y Balta, tras ser convocadas unas elecciones, fue nombrado presidente el 2 de agosto de 1868. El nuevo gobierno se encontró con unas cuentas estatales totalmente arruinadas.
El guano
El guano, con una gran demanda exterior por sus propiedades fertilizantes, había sido desde la década de los 50 el producto que había soportado la economía nacional. Las ventas al extranjero suponían una gran cantidad de divisas, pero el sistema de comercialización era bastante deficiente.
La estructura creada para la explotación comercial de ese producto se basaba en un sistema de consignación. El Estado firmaba acuerdos con los denominados consignatarios, que hacían la labor de intermediarios con los clientes finales a cambio de una comisión.
Sin embargo, en muchas ocasiones los consignatarios no entregaban las sumas acordadas a Estado o, si lo hacían, se retrasaban mucho. Además, eran acusados de numerosas irregularidades en el proceso de venta, ya que intentaban obtener la máxima ganancia posible aunque sus prácticas fueran ilegales o abusivas.
A pesar del mal funcionamiento del sistema, el gobierno no era capaz de cambiarlo; en parte porque, dada la crisis económica, había tenido que pedir préstamos a los propios consignatarios, atándose a ellos. Para colmo, los intereses que reclamaban por cada préstamo eran altísimos.
Balta, recién llegado a la presidencia, se propuso cambiar la situación, aunque tuviera que tomar medidas drásticas.
Acuerdos
Para intentar paliar la grave situación financiera, Balta nombró como ministro a Nicolás de Piérola, un joven político de solo 30 años de edad. Hay que señalar que nadie más quiso asumir la tarea, ya que se preveía que debían tomarse decisiones muy impopulares.
El nuevo ministro responsabilizó a los consignatarios de los problemas con la venta de guano. Ante la aparición de abonos químicos, estos intermediarios se habían dedicado a especular con los cargamentos de guano, intentando obtener mayores ganancias y sin cumplir con sus obligaciones con el Estado.
La manera de solucionarlo fue retirarles la concesión para comercializar el producto a los consignatarios y buscar a otra empresa que se encargara de ello.
El contrato Dreyfus
Para poder negociar el nuevo sistema de venta de guano, Piérola solicitó previamente permiso al Congreso. Su idea era poder negociar directamente las condiciones de comercialización, sin consignatarios implicados.
Una vez conseguida la aprobación de su proyecto, envió a varios representantes a Europa para encontrar alguna empresa interesada.
La propuesta ganadora fue la de Dreyfus & Hnos, una empresa francesa. El día 5 de julio de 1869 se firmó el contrato en París y el 17 de agosto recibió la confirmación por parte del gobierno peruano.
Principales puntos
Los puntos principales del acuerdo entre el Estado peruano y la Casa Dreyfus Hnos. fueron los siguientes:
- La empresa compraría un volumen de dos millones de toneladas de guano al finalizar los contratos con los consignatarios.
- Antes de eso, Dreyfus pagaría en concepto de adelanto 2,4 millones de soles en dos mensualidades.
- El pago mensual al Estado peruano sería de 700 mil soles y finalizarían en marzo de 1871.
- La empresa se comprometía a cubrir la deuda externa peruana, 5 millones de soles al año.
- En el contrato se establecían los intereses y primas. La empresa obtenía la exclusividad del comercio de guano para Mauricio, Europa y sus colonias.
- Se establecía el precio de venta a Dreyfus en 36,5 soles por tonelada, mayor que lo que pagaban los consignatarios.
Cambios en el contrato
En los años venideros el contrato sufrió varias modificaciones. Así, en 1872 las mensualidades se redujeron por los adelantos y comisiones que Dreyfus había abonado al Estado. El nuevo convenio suscrito establecía que la empresa pagaría durante un año una mensualidad de 500 000 soles y en el siguiente solo de 200 000.
En 1873, el gobierno acordó con la empresa la suspensión del pago de 1 millón de libras esterlinas de la deuda externa, ya que los bonos habían sido ya rescatados. También se pactó la entrega de 2 millones de libras para poder afrontar las obras del ferrocarril que el Estado estaba llevando a cabo.
Las últimas modificaciones tuvieron lugar en 1875, cuando el gobierno recuperó el derecho a la venta de guano a partir de noviembre de 1876.
Consecuencias
Las primeras consecuencias del contrato Dreyfus se vieron desde el momento mismo de la firma. En Perú el acuerdo despertó un intenso debate acerca de si era beneficioso o no para el país. Los primeros en quejarse fueron, obviamente, los consignatarios que habían perdido la exclusividad en la venta del guano.
Estos intentaron judicialmente anular el contrato, con el fin de que la comercialización del producto estuviera en manos de nacionales. En un principio, la Corte Suprema les dio la razón en su postura, pero el gobierno no hizo caso de la sentencia y declaró la legalidad de lo firmado.
Infraestructuras
El principal destino del dinero pagado por Dreyfus fue la construcción de infraestructuras; en concreto, al desarrollo del ferrocarril en el país. Así, de los solo 90 kilómetros de línea férrea con los que contaba Perú en ese momento, se pasó en poco más de una década a 10 veces más.
Sin embargo, las obras fueron más caras de lo esperado, y pronto el gobierno se dio cuenta de que lo estipulado en el contrato no bastaba para pagarlas. Ante esto, solicitó dos empréstitos a la misma Casa Dreyfus por valor de casi 135 millones de soles.
El resultado final fue desastroso para la economía peruana. El ferrocarril resultó no ser tan rentable como los gobernantes esperaban y, una vez entró en servicio, no cubría los gastos provocados. Muchas líneas tuvieron que abandonarse a medio construir. La deuda pública aumentó de manera descontrolada, llegando a la bancarrota.
Económicas
Hacia 1872 las cifras económicas peruanas mostraban que el Estado estaba quebrado. El déficit público era de 9 millones de soles y la construcción del ferrocarril había aumentado la deuda externa hasta los 35 millones de libras.
Para empeorar las cosas, las ventas del guano habían descendido en un 50 % por la aparición de abonos químicos, por lo que Perú se quedaba sin una de sus principales fuentes de ingresos.
Por otra parte, los préstamos que se habían solicitado para el ferrocarril equivalían prácticamente a todas las mensualidades que tenía que pagar Dreyfus, por lo que no había manera de recortar la deuda usando ese dinero.
Cuando la Casa Dreyfus anunció que iba a abandonar el acuerdo en 1875, Perú intentó buscar otra empresa que la sustituyera, pero sin éxito ninguno. Ante este panorama, el Estado no tuvo más remedio que declararse en bancarrota en el año 1876. Ni siquiera la explotación del salitre fue capaz de solventar los problemas.
Socialmente, se produjo una gran crisis que afectó a la población general. El presupuesto no alcanzaba para cubrir los servicios mínimos, ya fueran educativos o sanitarios. Esto desembocó en la aparición de enfermedades como la fiebre amarilla y en unos altos niveles de malnutrición.