Filosofía

Jean-Jacques Rousseau: quién fue, biografía, filosofía y aportes


¿Quién fue Jean-Jacques Rousseau?

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) fue un escritor, filósofo, botánico, naturalista y músico suizo francófono, que cuestionó las estructuras sociales y políticas de su época. Sus aportes en el campo de la filosofía, la política y la educación han sido considerados claves en el devenir social e histórico de las sociedades modernas de la actualidad.

Considerado como uno de los pensadores más importantes e influyentes del siglo XVIII, adquirió fama y renombre tras la publicación, en 1750, de su primera obra Discurso sobre las ciencias y las artes, con la cual fue galardonado con un premio por la prestigiosa academia francesa de Dijon.

El objetivo de este primer escrito fue señalar abiertamente cómo el progreso de las ciencias y las artes se había encargado de corromper a la sociedad, su ética y moral.

Su segundo discurso Sobre los orígenes de la desigualdad, publicado en 1755, generó gran controversia tras ir en contra de las ideas del famoso pensador Thomas Hobbes (1588-1679).

Indicó que el ser humano es bueno por naturaleza, sin embargo, es la sociedad civil con sus diferentes instituciones la que le corrompe llevándolo hacia la opulencia, violencia y la tenencia de lujos excesivos.

Rousseau está considerado entre los más grandes pensadores de la Ilustración. Sus ideas sociales y políticas sirvieron de inspiración a la Revolución francesa. Por su estilo literario se adelantó al romanticismo, y por sus conceptos en el campo de la educación, se le considera el padre de la pedagogía moderna.

Tuvo un gran impacto en la forma de vida de la gente de la época; enseñó a educar a los niños de forma diferente, abrió los ojos de las personas a la belleza de la naturaleza, hizo de la libertad un objeto de aspiración universal y fomentó la expresión de las emociones en la amistad y el amor en lugar de la moderación educada.

Fue autor de numerosas obras, entre las que destaca El contrato social, reflexión ineludible para entender los posteriores sucesos de nuestra historia moderna y contemporánea.

Biografía de Jean-Jacques Rousseau

Nacimiento e infancia

Jean-Jacques Rousseau nació en Ginebra el 28 de junio de 1712. Fue criado principalmente por su padre, un humilde relojero, con quien desde temprana edad leyó literatura griega y romana. Su único hermano se escapó del hogar cuando todavía era un niño, y su madre murió a los pocos días de nacer él.

Estudios

Cuando Rousseau tenía 10 años, su padre, que se dedicaba a la caza, tuvo una disputa legal con un terrateniente por haber pisado sus tierras. Para evitar problemas se trasladó a Nyon, Berna, junto a Suzanne, la tía de Rousseau. Se volvió a casar y desde entonces Jean-Jacques no supo mucho de él.

Rousseau se quedó con tu tío materno, quien lo envió junto a su hijo Abraham Bernard a una aldea a las afueras de Ginebra, donde aprendieron matemáticas y dibujo.

A los 13 años fue aprendiz de un notario y luego de un grabador (utilizaba distintas técnicas de impresión). Este último lo golpeó y Rosseau huyó a Ginebra el 14 de marzo de 1728, pero las puertas de la ciudad estaban cerradas por un toque de queda.

Se refugió entonces en la cercana Saboya con un sacerdote católico romano, que le presentó a Françoise-Louise de Warens, mujer noble de 29 años, de origen protestante, separada de su marido y sin hijos. Vivió varios años bajo su tutela, y se convirtió al catolicismo, aunque luego renegó de él y del calvinismo.

Edad adulta

Siendo adolescente, Rousseau trabajó por un tiempo como sirviente, secretario y tutor, viajando por Italia (Saboya y Piamonte) y Francia. De vez en cuando vivía con De Warrens, que intentó iniciarlo en una profesión y le proporcionó clases formales de música. En una época acudió a un seminario con la posibilidad de convertirse en sacerdote.

Cuando Rousseau cumplió 20 años, De Warrens lo consideró su amante. Ella y su círculo social formado por miembros altamente educados del clero, lo introdujeton en el mundo de las ideas y las letras.

En esta época Rousseau se dedicó a estudiar música, matemáticas y filosofía. A los 25 años recibió una herencia de su madre y una parte la cedió a De Warrens. A los 27 años aceptó un trabajo como tutor en Lyon.

En 1742 viajó a París para presentar a la Académie des Sciences un nuevo sistema de notación musical que pensaba lo haría rico. Sin embargo, la Academia pensaba que no era práctico y lo rechazó.

Desde 1743 hasta 1744 tuvo un puesto de honor como secretario del conde de Montaigu, embajador de Francia en Venecia, etapa que despertó en él el amor por la ópera.

Vuelta a París

Volvió a París, sin mucho dinero, y se hizo amante de Thérèse Levasseur, costurera que se ocupaba de madre y hermanos. Al principio de su relación no vivieron juntos, aunque más adelante Rousseau llevó a Thérèse y a su madre a vivir con él como sus sirvientes. Según sus Confesiones, tuvieron hasta 5 hijos, aunque no hay confirmación.

Rousseau pidió a Thérèse que los entregara a un hospital para niños, pues no confiaba en la educación que la familia de Thérèse les podía proporcionar, tal y como lo escribió en sus Confesiones. Cuando más tarde Jean-Jaques fue famoso por sus teorías sobre la educación, Voltaire (1694-1778) y Edmund Burke (1729-1797) utilizaron su abandono de los niños como críticas a sus teorías.

Las ideas de Rousseau fueron el resultado de sus diálogos con escritores y filósofos como Denis Diderot (1713-1784), del que se hizo gran amigo en París. Escribió que caminando por Vincennes, ciudad cercana a París, tuvo la revelación de que las artes y las ciencias eran responsables de la degeneración del ser humano, que básicamente es bueno por naturaleza.

En París también continuó su interés por la música. Escribió las letras y música de la ópera “The Village Soothsayer”, representada para el rey Luis XV en 1752. Este quedó tan impresionado que le ofreció a Rousseau una pensión vitalicia, quien sin embargo la rechazó.

Vuelta a Ginebra (1754)

En 1754, reconvertido al calvinismo, Rousseau volvió a obtener la ciudadania de la república de Ginebra.

En 1755 completó su secundo gran trabajo, el Segundo Discurso.

En 1757 tuvo un romance con la joven de 25 años Sophie d’Houdetot, aunque no duró mucho tiempo.

En esta época escribió tres de sus principales obras:

1761 – Julia o la Nueva Eloísa, una novela romántica inspirada en su amor no correspondido y que alcanzó gran éxito en París.

1762 – El contrato social, obra que trata básicamente sobre la igualdad y libertad de los seres humanos en una sociedad a la vez justa y humana. Este libro fue uno de los que influyó en la Revolución francesa por sus ideales políticos.

1762 – Emilio o De la educación, una novela pedagógica, todo un tratado filosófico acerca de la naturaleza humana. Según el propio Rousseau, fue la mejor y más importante de sus obras.

El carácter revolucionario de este libro le valió la condena inmediata. Fue prohibido y quemado en París y Ginebra. Sin embargo, con rapidez se convirtió en uno de los libros más leídos en Europa.

Traslado a Môtiers

La publicación de De la educación indignó al parlamento francés, que emitió una orden de arresto contra Rousseau, quien huyó a Suiza. Las autoridades de este país tampoco simpatizaron con él y fue cuando recibió una invitación de Voltaire, aunque Rousseau no contestó.

Después de que las autoridades suizas le informaron que no podía seguir viviendo en Berna, el filósofo d’Alembert le aconsejó moverse al Principado de Neuchâtel, gobernado por el rey Federico de Prusia, quien le dio ayuda para trasladarse.

Rousseau vivió en Môtiers durante más de dos años (1762-1765), leyendo y escribiendo. Sin embargo, las autoridades locales comenzaron a ser conscientes de sus ideas y escritos y tampoco se mostraron de acuerdo con permitirle residir allí.

Se trasladó entonces a una pequeña isla suiza, la isla de San Pedro. Aunque el Cantón de Berna le había asegurado que podía vivir en ella sin miedo a ser arrestado, el 17 de octubre de 1765 el Senado de Berna ordenó que abandonara la isla en 15 días.

El 29 de octubre de ese año se trasladó a Estrasburgo y más adelante aceptó la invitación del filósofo David Hume (1711-1776) para trasladarse a Inglaterra.

Refugió en Inglaterra (1766-1767)

Tras una breve estancia en Francia, Rousseau se refugió en Inglaterra, donde fue acogido por David Hume, pero pronto se enemistaron. 

Grenoble

El 22 de mayo de 1767, Rousseau regresó a Francia a pesar de tener en contra una orden de arresto. 

En enero de 1769 él y Thérèse fueron a vivir a una granja cerca de Grenoble, donde practicó botánica y completó su obra Confesiones. En abril de 1770 se trasladaron a Lyon y más tarde a Paris, donde llegaron el 24 de junio.

En 1788 René de Girardin le invitó a vivir en su castillo de Ermenonville, donde se trasladó con Thérèse y enseñó botánica al hijo de René.

Muerte

Rousseau falleció de trombosis el 2 de julio de 1778 en Ermenonville, Francia, sin saber que solo 11 años más tarde las ideas de su Contrato social, servirían para proclamar la revolución de la libertad.

En 1782 fue publicada póstumamente su obra Ensoñaciones del paseante solitario. Es su último testamento donde Rousseau plasma las maravillas que nos regala la naturaleza.

Filosofía de Rousseau

Estado natural

Uno de los principales preceptos que presenta Jean-Jacques Rousseau es que el ser humano es bondadoso por naturaleza, no tiene maldad, y es la sociedad quien le corrompe. En 1754 escribió:

El primer hombre que, habiendo ballado un pedazo de tierra, dijo “esto es mío”, y encontró que la gente era lo suficientemente ingenua para creerle, ese hombre fue el verdadero fundador de la sociedad civil. De cuántos crímenes, guerras y asesinatos, de cuántos horrores y desgracias podría haber salvado nadie a la humanidad, tirando de las estacas, o llenando la zanja, y llorando a sus compañeros: cuídate de escuchar a este impostor; estás perdido si olvidas que los frutos de la tierra nos pertenecen a todos, y la tierra a nadie.

A este estado del ser lo llamó ‘hombre natural’ o ‘estado de la naturaleza’ y corresponde al momento previo a la concepción de las sociedades. Describió a este hombre como aquel ser humano en su esencia más profunda, incluso sin razón y sin predisposiciones, que responde a la compasión (está limitado por la piedad) y al amor por sí mismo (busca la autoconservación).

Es un ser transparente, sin segundas intenciones, con mucha inocencia y sin conocimiento del concepto de moralidad, que vive lleno de felicidad y está dispuesto a convivir de forma pacífica con todo lo que le rodea.

Para Rousseau, el hombre natural no tiene disposición de actuar de forma maligna, es independiente y libre de hacer sus propias elecciones; es decir, presenta libertad tanto física como en el ámbito de la conciencia.

Rousseau afirmó que el estado del desarrollo humano asociado a lo que llamó “salvajes” (de donde provendría su concepto de “buen salvaje”), era el mejor o más óptimo, entre el extremo de brutos animales y el otro extremo de la decadente civilización.

Estado social

Además del hombre natural, Rousseau indicó que existe un hombre histórico, que corresponde a aquel ser humano que vive y se desenvuelve dentro de una sociedad.

Para Rousseau, el hecho de vivir dentro de una sociedad con características específicas implica que el ser humano puede desarrollar ampliamente sus capacidades cognitivas, como la imaginación, el entendimiento y la razón, pero necesariamente se tornará maligno, perdiendo la bondad que tenía originalmente.

Rousseau afirmó que en este contexto el hombre es sumamente egoísta y va en busca solo del beneficio propio, en lugar de buscar generar armonía con su entorno. Cultiva un amor propio desfavorable para el resto de los hombres, dado que se basa en el egocentrismo.

Entonces, con base en este planteamiento, en el contexto del estado social el hombre es visto como un esclavo, y la capacidad del ser más fuerte es la que tendrá preponderancia.

Comportamiento social

En general, las actitudes déspotas de este ser histórico no son expuestas de forma muy evidente, sino que se encubren utilizando como herramienta el comportamiento social, en el cual tiene amplia participación la educación.

Como consecuencia de este egoísmo generalizado, la sociedad vive una opresión constante, lo que impide que se disfrute de una real libertad.

Al mismo tiempo, dado que el comportamiento social se encarga de esconder las verdaderas intenciones de los hombres, no es posible comprender realmente cuál es el nivel de corrupción del ser, para poder así reconocerlo y hacer algo positivo al respecto.

Según indicó Rousseau, el hombre histórico se generó como consecuencia del surgimiento de dos conceptos impensables en el estado de la naturaleza, y a la vez esenciales para el estado social: el poder y la riqueza.

Estrategias para salir del estado social

Ante este escenario de alienación, Rousseau estableció que lo más importante no es solo detallar las características del utópico estado de la naturaleza, sino comprender cómo es posible pasar del estado social actual a otro en el cual se rescaten las características esenciales de ese hombre natural.

En este sentido, estableció que básicamente existen tres maneras de salir del estado social. A continuación describiremos las características principales de cada una de estas:

Salida individual

Esta salida es generada como consecuencia de la preocupación que puede tener una persona en específico con relación a su situación actual.

En su obra autobiográfica Confesiones Rousseau desarrolló esta concepción con mayor profundidad.

A través de la educación

En segundo lugar, Rousseau planteó la salida del individuo moral por medio de la educación, que debería basarse en los principios naturales.

Las características de esta educación natural se basan en una investigación amplia sobre la esencia del ser, no sobre elementos tradicionales que plantean estructuras sociales aprendidas.

En este sentido, para Rousseau eran muy valiosos los impulsos primarios y espontáneos que tienen los niños al estar en contacto con la naturaleza. Serían los mejores indicadores de cómo debe comportarse para encaminarse hacia el rescate de su esencia natural.

Rousseau indicó que estos impulsos han sido censurados por la educación formal, y que más bien esta se ha enfocado en enseñar a los niños, de forma muy prematura, a desarrollar su inteligencia y a prepararse para las labores que se supone les corresponderán en la adultez. A este tipo de educación la llamó “positiva”.

La propuesta de Rousseau va enfocada en impartir una “educación negativa”, a través de la cual promover el desarrollo de los sentidos y la evolución de esos primeros impulsos naturales.

Según la lógica planteada por Rousseau, es necesario fortalecer el “órgano del saber” (en este caso, los vinculados a los sentidos) para luego poder desarrollarlo a su máxima expresión y así generar un escenario que permita que la razón evolucione en armonía con los sentidos primitivos.

Rousseau planteó entonces un programa de cuatro fases a través del cual pudiese aplicarse esta educación negativa. Dichas fases son las siguientes:

Desarrollo del cuerpo

Esta fase se promueve entre el primer y el quinto año del niño. La intención es concentrarse en propiciar un cuerpo fuerte, sin comenzar a incluir aspectos de aprendizaje cognitivo.

Desarrollo de los sentidos

Esta fase es promovida entre los 5 y los 10 años de edad. El niño comienza a estar más consciente del mundo que le rodea por medio de lo que percibe a través de sus propios sentidos.

Se trata de buscar un acercamiento a la naturaleza y un entrenamiento de los sentidos del niño, de forma que pueda luego hacer uso de estos de la forma más eficiente posible.

Este aprendizaje ayudará al niño a despertar y estimular su curiosidad, y a demostrar interés por lo que le rodea y hará que sea un hombre despierto e indagador.

Así mismo, esta enseñanza fomentará el hecho de que el niño pueda acostumbrarse a obtener conclusiones coherentes y justas basándose en lo que perciben sus sentidos y en sus propias experiencias. De esta forma va cultivando la razón.

En este punto del proceso el maestro es apenas una guía de referencia, sin tener participación evidente o directa en el proceso, pues el objetivo principal es que el niño vaya acumulando experiencias y aprendiendo de estas.

Este escenario no contempla la enseñanza de la escritura, dado que Rousseau considera más importante desarrollar la curiosidad y el interés que imponer una actividad. Un niño que cultive el interés y el deseo por indagar podrá obtener herramientas como la lectura y la escritura por sus propios medios.

Del mismo modo, en esta fase tampoco se contemplan amonestaciones por actividades mal realizadas o mal enfocadas. Rousseau establece que este conocimiento de lo que es correcto y lo que no, también debe llegar por medio de la experiencia propia.

Desarrollo del cerebro

Esta tercera fase propuesta por Rousseau se promueve cuando el joven tiene entre 10 y 15 años.

Es en este momento cuando se procede a alimentar el intelecto, sobre la base de un joven despierto, interesado, acostumbrado a indagar, a observar y a obtener conclusiones propias basadas en sus experiencias personales. Este joven puede aprender por sí mismo, no necesita de tutores que le impartan conocimientos a través de sistemas formales.

A pesar de que hasta ese momento no cuente con conocimientos considerados básicos, como leer y escribir, la predisposición a aprender y el entrenamiento que ha tenido en instruirse a sí mismo harán que el aprendizaje de estas competencias sea mucho más rápido.

El sistema propuesto por Rousseau buscaba garantizar que el joven aprendiese por su innato deseo de aprender, no porque un sistema lo empujase a ello.

Para este filósofo la educación positiva deja de lado el propio hecho del aprendizaje. Establece que más bien se concentra en promover que los alumnos memoricen conceptos de manera mecánica y cumplan ciertos estándares sociales, que no tienen ninguna relación con la educación.

Así mismo, para Rousseau es fundamental que los estudios relacionados con las ciencias naturales, como las matemáticas y la geografía, vayan acompañados del aprendizaje de actividades manuales; él mismo era un promotor del oficio de trabajar en la madera.

Desarrollo del corazón

La última fase de la enseñanza está relacionada con la moral y la religión, y lo ideal es que se pusisese en práctica cuando los jóvenes tienen entre 15 y 20 años.

Rousseau considera que las etapas anteriores han preparado al joven para este momento dado que, al reconocerse a sí mismo, también llega a reconocer a sus semejantes. De igual forma, al acercarse a la naturaleza desarrolla una especie de admiración por un ente superior, vinculando este sentir con la religión.

En esta fase se busca la reflexión profunda sobre cuáles son las relaciones que existen entre cada individuo y su entorno; según Rousseau, esta búsqueda debe prolongarse durante el resto de la vida.

Para Rousseau, es fundamental que este conocimiento moral y religioso llegue al joven cuando tiene al menos 18 años, pues es en este momento cuando podrá comprenderlos verdaderamente y no tendrá el riesgo de que permanezcan como conocimientos abstractos.

Salida política

La última de las alternativas que expone Rousseau para salir del estado social en el cual se halla inmerso el ser humano es la opción de carácter político, o con énfasis en el ciudadano.

Esta concepción fue ampliamente desarrollada en las obras de naturaleza política de Rousseau, entre las cuales destacan el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres y El contrato social.

Contrato social

Contexto

La noción de ‘contrato social’ fue propuesta por varios estudiosos, entre los que destacan los ingleses Thomas Hobbes y John Locke (1632-1704) y, por supuesto, Rousseau. Las consideraciones de estos tres filósofos fueron diferentes entre sí. Veamos los elementos principales de cada planteamiento:

Thomas Hobbes

Hobbes propuso su concepción en 1651, enmarcada en su obra cumbre titulada Leviatán. El planteamiento de Hobbes tenía relación con que el estado de la naturaleza era más bien un escenario de caos y violencia, y que es a través de la aplicación de una fuerza mayor como los seres humanos pueden superar ese estado violento.

Esta noción se funda en la idea de que la naturaleza se basa principalmente en el sentido de conservación. Por lo tanto, dado que todos los seres humanos provenimos de la naturaleza y albergamos ese principio básico, la búsqueda de la autoconservación solo genera violencia y enfrentamientos.

Al no existir un orden natural que regule este comportamiento, Hobbes considera necesaria la creación de un orden artificial, encabezado por una autoridad que goza del poder absoluto.

Entonces, todos los seres humanos deben renunciar a esa libertad completa que forma parte de ellos de forma natural y cederla a una figura que representa la autoridad. En caso contrario esa naturaleza lleva irremediablemente a los conflictos.

Lo principal de este planteamiento es que el contrato social se basa en la sumisión, lo cual de inmediato elimina el carácter consensuado del pacto y plantea un contexto más bien de coacción.

John Locke

Por su parte, Locke plantea sus conclusiones en su obra Dos ensayos sobre el gobierno civil, publicada en 1690.

Allí establece que el ser humano, naturalmente, tiene una esencia cristiana. Esta esencia implica que el ser humano pertenece a Dios, no a los demás humanos, por lo cual goza de libertad y, a la vez, tiene el deber de proteger tanto su propia vida como la de sus semejantes.

En vista de esto, para Locke no es necesaria una comunidad como tal. Sin embargo, indica que en algunos casos puede ocurrir que existan hombres que no estén dispuestos a cumplir con estos derechos y deberes naturales, o que se presenten conflictos en los cuales sea complicado encontrar una solución.

Para ello establece la necesidad de crear un contrato que busque únicamente resolver ese tipo de situaciones a través de la existencia de una figura de autoridad.

Las leyes sobre las cuales se basa el contrato propuesto por Locke son planteadas como una continuación de los principios naturales, haciendo énfasis en el respeto a la igualdad, la libertad, la vida y la propiedad.

Según esta concepción el ser humano renuncia a su derecho a poner en práctica la ley natural por sí mismo, y cede esta obligación a los entes creados para tal fin dentro de la comunidad.

El ente planteado por Locke para llevar a cabo esta función de dirimir conflictos es el parlamento, entendido como un grupo de individuos que representan a una comunidad. Entonces, Locke establece dos momentos principales en la generación del contrato; la creación de la comunidad y la creación del gobierno.

Planteamiento de Rousseau

La aproximación de Rousseau fue expuesta en su obra El contrato social, publicado en 1762.

Rousseau no consideraba válido un contrato o pacto que estuviera basado en la obligación, dado que en el mismo instante en el que hay coacción se pierde la libertad, la cual forma parte fundamental de los principios naturales a los cuales el hombre debe regresar.

Entonces, Rousseau planteó la creación de un contrato social que tuviera como base la libertad del individuo, que no tenía por qué superponerse a la superioridad del orden político y social establecido a través de dicho pacto.

La idea era pasar a una libertad de carácter político y civil. Lo más importante es que los individuos puedan encontrar una manera de asociarse por medio de la cual se obedezcan a sí mismos y a nadie más, manteniendo su libertad.

Sometimiento voluntario

A través de esta vía, los hombres se someten de forma voluntaria al orden creado buscando el bienestar de la comunidad, no únicamente el suyo. En este contexto, Rousseau introduce el concepto de voluntad general.

Es importante distinguir entre la voluntad general y la voluntad del grupo. La primera no corresponde a la suma de las voluntades de todas las personas, concepción más vinculada con la voluntad de grupo. La voluntad general es aquella que surge de las conclusiones generadas por las asambleas de ciudadanos.

El contrato social de Rousseau establece que existe un sometimiento, pero solamente a las normas y a los órdenes que los mismos individuos han generado de forma racional y buscando el consenso, por lo que no se trata de una participación basada en la imposición.

Al contrario, el basamento principal del pacto social rousseauniano es la libertad y la razón. Así mismo, el reconocimiento de los semejantes es uno de los pilares fundamentales de este contrato, dado que todos los miembros de la sociedad comparten los mismos derechos y deberes.

Para Rousseau, la implementación de este contrato social en la única forma a través de la cual será posible vencer las injusticias y las maldades que han traído los modelos anteriores, y buscar así la trascendencia y la felicidad del ser humano.

Aportes principales de Rousseau

Contribuyó al surgimiento de nuevas teorías y esquemas de pensamiento

Rousseau se convirtió en uno de los principales líderes intelectuales de la Revolución francesa.

Sus ideas sentaron las bases para el nacimiento del periodo romántico y abrieron las puertas a nuevas teorías filosóficas como las liberales, republicanas y democráticas.

Impulsó el comunitarismo como una importante corriente filosófica

Con sus obras Rousseau señaló la importancia de la vida en comunidad, precisando cómo esta debe ser el valor moral más alto que toda sociedad civil debe alcanzar.

Tomando como inspiración el estado ideal de Platón planteado en La República, Rousseau buscaba romper con el individualismo, el cual pensaba que era uno de los principales males de toda sociedad.

Definió los principios básicos de todo sistema democrático

En El contrato social, Rousseau precisa cómo el principal objetivo que todo sistema político debe alcanzar es la plena realización de la libertad y la igualdad como principios éticos y morales capaces de guiar a la comunidad.

En la actualidad, dichos principios se han convertido en los motores que guían a todo sistema democrático.

Propuso el derecho como la principal fuente de orden en la sociedad

Si bien los romanos ya se habían encargado de realizar anteriormente grandes avances en el campo de las leyes, normas y el derecho en general, con Rousseau se establece la necesidad de un conjunto de normas capaces de guiar a la comunidad y conferirle igualdad a todo ciudadano.

Es gracias a Rousseau que la libertad, igualdad y propiedad empiezan a ser considerados derechos ciudadanos.

Estableció la libertad como valor moral

Rousseau es uno de los primeros pensadores en hablar de la libertad civil, estableciéndola como el principal valor moral que debe existir en toda sociedad.

El pensador señala que al estar en comunidad, los seres humanos deben gozar de libertad, pero una libertad siempre apegada a la ley, incapaz de socavar las libertades de los demás.

Construyó una percepción positiva del ser humano

Señaló que el humano es bueno por naturaleza, de ahí que la violencia o la injusticia no forman parte de él. Sin embargo, es la sociedad quien le corrompe. 

Rousseau propone cultivar las virtudes personales y obedecer las leyes para tener sociedades más justas.

Instaura una filosofía de vida ética

Rousseau busca que el humano desarrolle plenamente sus capacidades en sociedad, y para lograrlo debe alejarse del individualismo, dedicándose a cultivar valores morales de igualdad y libertad.

Los seres humanos se vuelven esclavos de necesidades superfluas y deben alejarse de los lujos excesivos.

Logra convertir el deísmo en una filosofía

Rousseau teoriza sobre el deísmo, postura filosófica bajo la cual es aceptable creer en la existencia de un dios o más dioses, pudiendo experimentar la religión a través de la razón y la propia experiencia personal, en vez de hacerlo a través de los comunes sistemas religiosos ya existentes.

Desarrolla una nueva pedagogía

Rousseau consideraba que para educar a un niño era crucial tomar en consideración los intereses y capacidades de este, estimular su deseo de aprender y que la educación fuera autónoma. 

Define la soberanía como concepto político por excelencia

Rousseau es uno de los primeros en afirmar que la soberanía y el poder residen intransferiblemente en el pueblo. Señala que el soberano es quien ha sido escogido por el pueblo, definiendo la soberanía como inalienable, indivisible, recta y absoluta.

Según este concepto, el poder de gobernar no vendría de Dios ni de ningún poder divino, sino de la voluntad de los gobernados, es decir, del pueblo. Con esto, les quita a las monarquías la justificación de sus gobiernos.

Referencias

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