Historia

Textos históricos: qué son, características, estructura, tipos, ejemplos


¿Qué son los textos históricos?

Los textos históricos son documentos que recogen hechos ocurridos en el pasado. Tienen la misma forma que los textos expositivos, pues los hechos contados deben tener un orden  evitando comentarios subjetivos.

Un ejemplo de texto histórico es Historia de las Indias, de Bartolomé de las Casas. Estos textos son producidos por los historiadores, que se encargan de verificar fechas y sucesos con toda la objetividad posible.

Esto significa que se apoyan en otro tipo de texto histórico, los registros oficiales, como actas de nacimiento o casamiento, actas en donde se establecen los hitos importantes de una nación, como su constitución, la declaración de independencia o documentos diplomáticos que dan cuenta de las relaciones con otros países.

Deben ser escritos respetando dicho orden para que resulte inteligible, coherente y veraz. Su finalidad es enseñar los hechos ocurridos en otras épocas.

Por otro lado, cuando el historiador utiliza solo los documentos oficiales, está enfocando su visión desde el poder: desde quienes han gobernado la nación. El deseo de estudiar la historia de un modo más amplio ha significado un vuelco en el modo de investigar.

Por eso es cada vez más habitual que los historiadores hagan uso de diarios, correspondencia, relatos de viajeros (la principal condición es que tengan fecha), además de documentos oficiales, para investigar, interpretar y analizar los cambios históricos producidos en una sociedad determinada.

Características de los textos históricos

Estilo directo y claro

Los textos históricos se reconocen por su estilo: directo y claro. El uso verbal en pasado es primordial. Se deben incluir fechas, personajes históricos (principales y secundarios), lugares, sucesos, las causas de los mismos y las consecuencias que generaron.

Prosa

El autor de un texto histórico escribe en prosa. Respeta el orden cronológico y lineal, y en este sentido, asume el papel de expositor. Puede incluir anécdotas relacionadas con el personaje principal o declaraciones que haya hecho.

Análisis personal

El historiador suele incluir análisis propios de los sucesos tratados, interpretados según su visión. Aunque sean textos objetivos, en el sentido de que los acontecimientos y las fechas son indiscutibles, la interpretación que se haga de ellos, e incluso la elección de los hechos a estudiar, marca siempre una postura ideológica.

Estructura de los textos históricos

Como ya se mencionó, la estructura de estos textos es similar a la de los expositivos. Como su función es informar, contar un acontecimiento, debe hacerlo de una forma ordenada. Su estructura, en rasgos generales, es básica: consta de una introducción, un desarrollo y la conclusión.

Introducción

Es donde el autor introduce el tema en cuestión, presenta y delimita el estudio. En la introducción se puede establecer el propósito del texto, el procedimiento utilizado, cómo se exponen los hechos a lo largo del escrito y otras cuestiones igualmente importantes.

Como guía, la introducción responde a estas preguntas: “¿qué?”, “¿cómo?” y “¿para qué?”.

Desarrollo

Es el cuerpo donde se desarrolla el tema. El autor expone, explica, analiza, aclara y ejemplifica los hechos. Aquí organizará la información con subtítulos, y siguiendo un orden, que puede ser cronológico, lógico o de importancia. Es la parte del estudio que responde la pregunta de “¿para qué?”.

El orden cronológico es el que muestra la correlación de fechas, de más antiguas hasta más recientes. Es plantear los sucesos como acontecieron en el tiempo. El orden lógico es cuando el autor expone las causas de un hecho, y el de importancia, es cuando pone primero los hechos más relevantes de una época y después los secundarios o menos importantes.

Puede optar por cualquiera, pero siempre debe seguir un orden.

Es donde, además, alude a las fuentes que usa (como documentos jurídicos, registros, correspondencias, etc.).

Conclusión

El texto termina con una conclusión final del autor. Se cierra el tema con un resumen o recapitulación de los temas tratados, acompañado de una breve reflexión.

Tipos de textos históricos

A lo largo del tema hemos hablado de documentos oficiales, pero también de otro tipo de documentos que pueden ser considerados textos históricos. Veamos cuáles pueden ser.

Textos históricos personales

En este tipo entran todos aquellos textos escritos por personas (famosas o no) que recogen sus vivencias, recuerdos, impresiones, y que a veces también hablan sobre sucesos importantes de su tiempo.

Son textos históricos personales los diarios, las memorias, la correspondencia, las autobiografías, los cuadernos de viaje. Es importantísimo que incluyan las fechas, pues de lo contrario dejarían de ser propiamente históricos.

Es verdad que algunos de este tipo de documentos antiguos, como los citados, en ocasiones no incluían fechas. En estos casos habrá que hacer una indagación del contexto y corroborar de varias maneras la datación del escrito.

Podemos incluir aquí los textos escritos por historiadores reconocidos por su trayectoria.

Textos históricos oficiales

Aquí entran todos los documentos generados por un gobierno durante su mandato. Los textos jurídicos o leyes (por ejemplo, la Ley del Trabajo, el Código Civil, el Código Penal, la Constitución); registros de casamientos, de nacimientos o de muertes.

Estadísticas socioeconómicas elaboradas en los censos nacionales, datos de las diferentes oficinas y direcciones nacionales y provinciales son oficiales.

Pero también los textos elaborados por las academias de historia de los distintos países o por los ministerios de educación, podrían ser considerados oficiales.

Ejemplos de textos históricos

Ejemplo 1: Ley Áurea del 13 de mayo de 1888, que prohibió definitivamente la esclavitud en Brasil (texto histórico jurídico)

“Artículo 1: Es declarada extinta, desde la fecha de esta ley, la esclavitud en Brasil.

Artículo 2: Se revocan todas las disposiciones en contrario”.

Ejemplo 2: Diarios de Virginia Woolf (diarios)

“Domingo 3 de noviembre (1918)

Y luego Janet me habló de literatura, y sentí una melancolía pasajera. Dice que se han escrito muchas novelas, y que parece bastante evidente que ninguna será ‘inmortal’. Supongo que yo lo apliqué a mis propias novelas. Pero creo que lo que me ha deprimido no es solo la cuestión personal, sino el olor a moralidad rancia: el efecto de estar hablando con alguien que pretende, o así lo parece, que toda literatura se dedique a sermonear, y sea absolutamente digna, sensata y respetable.

Yo estaba también deprimida por la crítica implícita a Fin de viaje, y por la insinuación de que haría mejor si me dedicara a otra cosa en vez de escribir novelas. Esta es la maldición de los escritores: necesitar tanto los halagos, y desanimarse tanto por las críticas o la indiferencia”.

Ejemplo 3: Ludwig van Beethoven (biografía)

“Ludwig van Beethoven (Bonn, actualmente Alemania, 1770 – Viena, 1827), fue un compositor alemán. Nació en el seno de una familia de origen flamenco; su padre, ante las evidentes cualidades para la música que demostraba el pequeño Ludwig, intentó hacer de él un segundo Mozart, aunque con escaso éxito.

La verdadera vocación de Beethoven comenzó en 1779, cuando entró en contacto con el organista Christian Gottlob Neefe, quien se convirtió en su maestro. Él fue quien le introdujo en el estudio de Johann Sebastian Bach, músico al que Beethoven le profesó siempre una profunda devoción”.

Ejemplo 4: fragmento de una carta de Charles Darwin a su hermana Susan Darwin, del 9-14 de septiembre de 1831 (correspondencia)

“Te daré una prueba de que FitzRoy es un buen capitán: todos los oficiales serán los mismos del anterior viaje y dos tercios de su tripulación y los ocho infantes de marina que fueron antes con él, todos se han ofrecido a volver de nuevo, así que el servicio no puede ser tan malo. (…)

No creo que nos peleemos por la política, aunque Wood (como debe esperarse de un irlandés de Londonderry) advirtió solemnemente a FitzRoy que yo era liberal”.