Historia

Reinos aymaras: ubicación, religión, arquitectura, arte


Los reinos aymaras, llamados también reinos lacustres, fueron una serie de señoríos que se desarrollaron tras la caída de la cultura Tiahuanaco, sobre el 1200 d. C. Estos pueblos estaban ubicados en la meseta del Collao, en las riberas del lago Titicaca.

Desde el actual departamento peruano de Puno y del departamento boliviano de La Paz, los aimaras extendieron sus dominios por las costas de Perú, parte del norte de Argentina y por algunas zonas de Bolivia y Chile. En 1438 fueron conquistados militarmente por los incas, aunque todavía existen unos dos millones de aymaras divididos en los países que ocuparon originariamente.

Los principales reinos aymaras fueron 12, aunque algunos historiadores amplían la cifra al incluir varios señoríos importantes. Tres de esos reinos, Colla, Lupaca y Pacajes, controlaban al resto, aunque nunca llegó a existir una unidad política y, de hecho, los enfrentamientos entre ellos eran frecuentes.

Los puntos de unión entre estos reinos eran culturales y religiosos. Todos compartían la misma cosmovisión y dioses, además de la lengua y elementos como el culto a los muertos. Este último aspecto se puede contemplar en las chullpas, unas torres funerarias destinadas a dar enterramiento a las élites.

Índice del artículo

Ubicación geográfica

Los reinos aymaras surgieron en la región del Altiplano, en la meseta del Collao. El lago Titicaca, centro vital del área, se encuentra en medio de la zona.

Desde su ubicación original, los aymaras se extendieron por las costas peruanas, el norte de Argentina y zonas determinadas de Chile y Bolivia.

Urcosuyo y Umasuyo

Cuando la cultura Tiahuanaco desapareció, varias etnias se agruparon en los alrededores del lago Titicaca. En el periodo intermedio tardío, la meseta del Collao se encontraba dividida en dos suyos: el Urcosuyo, al oeste del lago y que englobaba las tierras altas; y el Umasuyo, al este del lago y que correspondía a las zonas bajas.

Alrededor del lago se establecieron los reinos aymaras, unos en Urcosuyo y otros en Umasuyo. Aunque conformaban una unidad cultural, estos reinos mantuvieron frecuentes conflictos motivados por la búsqueda de mejores tierras.

Religión aymara

Las creencias religiosas de los antiguos aymaras estaban basadas en dos pilares: el culto a los muertos y la agricultura.

Existían dos dioses relacionados con la práctica agrícola: Tunupa y Pachamama. El primero representaba a los fenómenos naturales que influían positiva o negativamente en las cosechas, mientras que la segunda era la responsable de proporcionar la fertilidad en la tierra de cultivo.

El culto a los muertos, por su parte, se manifestaba de manera material con la construcción de las chullpas, unas tumbas-templo con una complejidad creciente según la importancia del fallecido.

Por otra parte, los aymaras rendían culto a los achachilas, unos espíritus que protegían a los pueblos y que encarnaban la presencia de los ancestros. Estos espíritus vivían en los cerros cercanos a los asentamientos. Además de vigilar y proteger, también compartían los sufrimientos y daban bendiciones.

La religión aymara también contaba con dioses malignos. Se trataba de los llamados anchanchu, que habitaban ríos, grutas y lugares aislados. Esas zonas eran evitadas por todos los aymaras.

Los encargados de relacionarse con todos esos espíritus eran los yatiris, un término que puede traducirse como guía, chamán, sanador o maestro. Eran, además, los encargados de practicar la medicina tradicional de la cultura.

Cristianización

En el siglo XV, los reinos aymaras fueron conquistados por los incas, primero, y por los españoles, después. Como sucedió con el resto de los pueblos indígenas, los conquistadores trataron de eliminar sus creencias tradicionales e imponer el catolicismo.

La religión aymara asumió esos elementos cristianos, pero fue capaz de mantener parte de sus creencias. Así, identificó el cielo-tierra-infierno con sus antiguas concepciones y mantuvo su concepto acerca de la santidad de la naturaleza.

Los aymaras siempre habían creído en la dualidad de todo lo existente, desde el día-noche hasta el macho-hembra. Para ellos, esos polos opuestos no luchaban entre sí, sino que eran complementarios.

Dentro del sincretismo que crearon, los aymaras colocaron una cruz sobre los cerros que adoraban. En cambio, la celebración de la fiesta de Navidad nunca llegó a superar en importancia al Carnaval (Anata), época en la que agradecían a Pachamama la cosecha.

Arquitectura aymara

La escasez de restos arqueológicos no permite conocer en profundidad la forma de construir de los aymaras. Se piensa que sus ciudades eran pequeñas y que solo estaban habitadas por los reyes, los cortesanos y los sirvientes. El resto de la población residía en el campo.

Chullpas

Estas tumbas-templo estaban destinadas a personajes importantes de la sociedad aymara. Los cuerpos son ocupaban un espacio reducido de la torre, en la parte baja.

Las características arquitectónicas de las chullpas variaba dependiendo de la jerarquía del difunto. A mayor importancia, más elaborada era la torre. Las encontradas en Sillustani y Cutimbo, por ejemplo, estuvieron destinadas a miembros de la clase alta de los collas y los lupacas.

Aunque existen algunas diferencias en su construcción en cada uno de los reinos, en general estas torres se construían con varios materiales. Para el exterior se utilizaba la piedra labrada, mientras que en el interior la piedra se quedaba sin labrar. La parte superior estaba compuesta con toba volcánica. En ocasiones, también se usaba argamasa o arcilla.

Algunas chullpa presentan decoración con diseños zoomorfos en alto relieve, principalmente representando pumas, serpientes o vizcachas.

Además de las chullpas, los aymaras tenían un segundo tipo de construcción funeraria, las cistas. En este caso, estaban destinadas para la élite de un rango menor.

Arte aymara

Las evidencias encontradas sobre la cerámica elaborada por este pueblo muestran que su producción era eminentemente utilitaria. La forma más predominante era el vaso decorado con tres colores. Los huacos, por su parte, eran bastante toscos y se piensa que eran confeccionados por los campesinos.

Los aymaras mostraron una gran habilidad en el trabajo del bronce y, sobre todo, la plata. Con ambos materiales elaboraban adornos de varios tipos.

Textilería

La actividad más destacada en los pueblos aymaras fue la textilería, que muestra una evidente influencia de la cultura Tiahuanaco.

Sus creaciones se caracterizaban por sus vivos colores y finos acabados. Los tejidos más elegantes se reservaban para los sacerdotes y sus descendientes. Los materiales más utilizados eran la lana de alpaca y de vicuña, animales que pastoreaban.

Además de las prendas de vestir, los aymaras también elaboraban piezas destinadas al uso ceremonial, como las chuspas y los manteles utilizados en los rituales. En algunos enterramientos se han encontrado cuerpos envueltos en mantas, posiblemente de miembros de las clases más altas.

De igual forma, la cabeza de esos personajes principales se adornaba con cintillos y turbantes. Otras piezas textiles encontradas en las tumbas han sido pulseras y tobilleras de lana.

Las sociedades aymaras

La mayoría de los historiadores afirma que existieron 12 reinos aymaras. Otros investigadores consideran que algunos importantes señoríos también deben estar en esa lista.

Colla

Los españoles dejaron constancia de la importancia del reino de Colla en la época, ya que lo consideraban como uno de los tres que dominaban al resto. Este tri-estado se encargaba de gobernar a los reinos más pequeños, aunque nunca llegaron a conformar una unidad política.

Los collas se asentaron en la región occidental del lago Titicaca, al norte de la ciudad de Puno. Su principal ciudad, según la investigadora Catherine Julián, fue Hatun Colla, mientras que también estaban relacionados con el complejo de chullpas de Sillustani.

Lupaca

De acuerdo a los cronistas españoles del siglo XVI, el reino de Lupaca fue el más importante entre los situados en el altiplano del Titicaca.

Este reino estaba situado en la orilla suroeste del lago y contaba con siete subdivisiones: la capital Chucuito, Ilave, Pomata, Zepita, Acora, Yunguyo y Juli. A su vez, cada una de estas divisiones contaba con dos sayas. En esas sayas había varios hatha, la forma aymara de denominar los ayllus. Los lupacas estaban gobernados desde su capital por un monarca denominado Cari.

Algunos historiadores afirman que los lupacas establecieron colonias en las vertientes occidentales del Pacífico.

Pacajes

Pacajes se encontraba ubicado al sureste del lago Titicaca y fue otro de los tres reinos que conformaron el tri-estado. El reino estaba dividido en dos grupos llamados omasuyo y urcosuyo y su capital era la ciudad de Caquiaviri.

Los pacajes extendieron sus dominios hacia el sur, hasta Sica Sica y Umala, donde se encontraban los señoríos Caranga y Sora. Por el norte alcanzaron la península de Achacachi, donde comenzaba el territorio de los collas. El reino también hacía frontera con los lupacas, por el noroeste.

Las investigaciones etnohistóricas han desvelado que los pacajes tuvieron territorios en Calamarca y Larecaja, así como cultivos de coca en las yungas. También se han encontrado restos arqueológicos de este pueblo en la costa, cerca de las cuencas de los ríos Azapa, Lluta y Caplina.

Los restos mejor conservados del reino de Pacajes son varios grupos de chullpares repartidos por el altiplano. Estas torres funerarias eran muy variadas, ya que podían ser de barro con revestimiento de colores o de piedra de base cuadrada o circular.

Canas y Canchis

Los canas y los canchis fueron dos grupos aymaras que se establecieron fuera de la meseta del Collao. Estos reinos estaban asentados al norte de Vilcanota.

Antes de que los incas conquistaran a los reinos aymaras, los canas y los canchis había sido aliados del imperio. Se sabe que soldados de estos señoríos participaron en la invasión de Andahuaylas apoyando a los incas a cambio de una participación en los botines de guerra.

Charcas o Charkas

Este reino aymara estuvo situado en la cuenca alta del río Cachimayu, en el territorio hoy ocupado por la ciudad de Sucre, en Bolivia.

Este pueblo era conocido por su habilidad militar, por lo que durante el Imperio inca prestaron servicios de mitmak en el ejército inca y sus guerreros participaron en la conquista de Chinchaysuyo.

Además de su labor militar, los charcas también prestaron servicios agrícolas para los incas. Sin embargo, cuando el Tahuantinsuyo extendió sus territorios, muchos charcas no podían regresar desde las tierras conquistadas hasta su reino para trabajar en la cosecha. Por ese motivo, se les exoneró de las labores en el campo y solo se les exigió participar en las campañas militares.

Soras

El señorío de los soras ocupaba la zona del lago Uru Uru. Su territorio limitaba al este con el reino aymara de Carangas y al sur con los quillacas. Al este alcanzaron zonas de la actual Cochabamba y norte de Potosí.

La capital de este reino era la localidad de Paria. En esta se cuenta la existencia de una parte vieja, con arquitectura típicamente indígena, y una Paria nueva, edificada al estilo español. Durante la conquista de Collasuyo, la ciudad se convirtió en capital administrativa de todo el territorio.

Carangas

La zona controlada por los carangas se encontraba en la región del río Lauca. Aunque no se está confirmado por completo, se piensa que su capital fue Hatu Carangas, de la que se han encontrado registros etnográficos.

Los restos arqueológicos asociados a este reino han sido muy poco estudiados. Aun así, los investigadores consideran que varios grupos de chullpares polícromos situados al norte del Salar de Coipasa (Bolivia) fueron construidos por los carangas.

Los relatos de la época virreinal incluyen referencias sobre la posesión por parte de los carangas de territorios en Arica y en zonas del río Lluta y del valle de Azapa. Igualmente, también quedó recogido en las crónicas el dominio de este pueblo a la hora de criar camélidos.

Tarik’a o Tarija

El reino aymara de Tarija ha sido muchas veces confundido con el señorío chichas. Su territorio comprendía las comunidades de Iscayachi, Tojo, Chaguaya y Chilcayoc, lugares en los que desarrollaron una intensa actividad agrícola que incluía la construcción de andenes.

Los tarijas construían sus asentamientos en plataformas circulares, lo que los distinguía de los reinos situados más al norte. Otra diferencia era la falta de chullpas, ya que sus enterramientos los realizaban en cistas.

El suelo de estas cistas estaba compuesto de arcilla, mientras que las paredes fueron construidas con piedra labrada. Después, se adornaban con dibujos iconográficos.

Otro elemento que distinguió a este reino fue su trabajo con la cerámica. Sus piezas contaban con relieves en los bordes y con diseños iconográficos en color negro y con forma de zig-zag.

Referencias

  1. Bernat, Gabriel. Reinos aymaras. Obtenido de gabrielbernat.es
  2. Pueblos originarios. Religión Aymara. Obtenido de pueblosoriginarios.com
  3. Historia peruana. Reinos Aymaras: Lupaca y Pacajes. Obtenido de historiaperuana.pe
  4. The Editors of Encyclopaedia Britannica. Aymara. Obtenido de britannica.com
  5. Worldmark Encyclopedia of Cultures and Daily Life. Aymara. Obtenido de encyclopedia.com
  6. Années de Pèlerinage. Chullpas – the stunning funerary towers of the Aymara. Obtenido de annees-de-pelerinage.com
  7. Archaeology Wordsmith. Aymara. Obtenido de archaeologywordsmith.com