Manuela Cañizares: biografía y frases
Manuela Cañizares (1769-1814) fue una heroína ecuatoriana, conocida por haber contribuido de forma notoria con los primeros procesos independentistas de su país. Cañizares fue anfitriona y participante en una importante reunión de patriotas donde se determinó el curso de la insurrección de Ecuador.
Cañizares es recordada en la historia ecuatoriana como la mujer que obligó a los patriotas, reunidos en su vivienda la noche del 9 de agosto de 1809, a dar el golpe revolucionario en la mañana del 10 de agosto de ese mismo año. En esa reunión estaban presentes hombres notables como Juan Pío Montúfar, Juan Salinas, Juan de Dios Morales o Manuel Quiroga, entre otros.
Las autoras María Daniela Hidalgo y María José Lasso, en su artículo ¿Quién fue Manuela Cañizares? Más allá de la revolución ecuatoriana (2016), afirman que ese primer aporte para la independencia ecuatoriana no hubiera sido posible sin la determinación de Manuela Cañizares, quien es considerada por la mayoría como una de los próceres de Independencia.
Además, el historiador Manuel de Guzmán Polanco, en su texto Manuela Cañizares, la heroína de la Independencia del Ecuador (2006), establece que Manuela creía fervientemente en la idea de que los criollos solo harían valer sus derechos si terminaban su dependencia de la Corona española.
Así mismo, la heroína proclamaba públicamente la necesidad de instaurar un gobierno propio que contara con el derecho primigenio de soberanía y autonomía. A Manuela Cañizares se le atribuía un carácter limpio y discreto; se trataba de una seria señora de mediana edad, quien se ganaba la vida con trabajos manuales y confección de encajes.
Índice del artículo
Aunque el nombre de Manuela Cañizales aparece de forma constante en las diferentes fuentes históricas, en casi ninguna publicación se puede hallar una biografía que abarque de forma cabal la vida de esta mujer.
El historiador contemporáneo Pedro Fermín Cevallos, en su obra Resumen de la historia de Ecuador (1870), definió a Cañizales como una mujer de carácter masculino, cuyos ánimos hicieron ceder incluso a los hombres más desconfiados.
Posteriormente, en el año 2001 los historiadores Piedad Peñaherrera y Alfredo Costales realizaron un compendio donde dedicaron un apartado notable a la heroína. En este texto, se presentan algunos elementos del entorno familiar y la vida privada de Manuela.
Estos investigadores establecieron que, si bien Manuela afirmaba en su testamento haber nacido en Quito, en esta capital no se han encontrado ni su partida de defunción ni de nacimiento. No obstante, se considera que nació en 1769 y que falleció en 1814, cuando tenía apenas 45 años a causa de un accidente (el cual nunca quedó especificado en ninguna fuente).
También se pudo determinar que sus padres fueron Isabel Álvarez y Cañizares y Miguel Bermúdez Cañizares (quienes eran primos hermanos). Tuvo tres hermanos: María Cañizares (con quien vivía), Mariano y José, a quienes la heroína nombró en el testamento.
Es importante recalcar que Manuela fue producto de una unión ilegítima, por lo que su padre no se ocupó de ella. Además, su madre —aunque pertenecía a una familia distinguida— no contaba con buenos recursos económicos. Por esta razón, Manuela asumió una postura independiente y tuvo que aprender a sobrevivir por sí sola desde temprana edad.
Existen muy pocos documentos sobre Manuela, por lo que se trata de una mujer sin papeles. La primera vez que su existencia fue mencionada en el marco político fue el 10 de agosto de 1809; cuando los héroes de la insurrección empezaron a pronunciar su nombre con énfasis, ya que sin su incentivo no habrían tomado los riesgos necesarios para alcanzar la libertad. Incluso sus adversarios la denominaron como “la mujer fuerte”.
En cuanto a su educación, tampoco se tiene información notable. Según Manuel de Guzmán Polanco, Manuela debió haber recibido algunos estudios de acuerdo con las costumbres de la ciudad de Quito, ya que la mujer sabía escribir, leer y tenía conocimientos de aritmética.
Este dato resulta interesante para los investigadores, ya que para aquel entonces muchas mujeres no debían ni escribir ni leer, pues esto facilitaba el intercambio epistolar con enamorados indeseados por los padres o tutores. Manuela, en cambio, tenía incluso la potestad de escribir cuentas personales, donde registraba sus bienes muebles e inmuebles.
De hecho, se sabe que en 1805 compró por 800 pesos la hacienda de Gregoria Salazar, ubicada en Cotocollao. Posteriormente, Manuela le alquiló esta casa a Pedro Calderón, quien pagaba 151 pesos de forma anual.
Luego se mudó a una casa parroquial ubicada al lado de la iglesia de El Sagrario. Para aquel entonces, la heroína ya era una reconocida saloniere, vocablo empleado para designar a las mujeres ilustradas que organizaban reuniones con el fin de conversar acerca de literatura, política, artes, ciencias y también cotilleos.
Con el tiempo, tanto las mujeres como los hombres de la alta sociedad de Quito se convirtieron en visitantes asiduos de Manuela, conocida por ser una anfitriona atenta y amable. En esas tertulias conoció a Manuel Rodríguez de Quiroga, con quien desarrolló una notable amistad y quien la llevó a participar tiempo después en la causa de la Independencia.
En la noche del 9 de agosto de 1809, Cañizares fue la anfitriona de un encuentro entre 38 personas importantes dentro del ámbito político, el cual estuvo disfrazado como una tertulia más de las que organizaba con frecuencia la heroína.
En el transcurso de la noche, el grupo de patriotas quiteños mostró temor y duda frente a la idea de dar inicio al movimiento revolucionario. Viendo esto, Manuela tomó determinación y los incitó a comenzar la insurrección. Este sencillo acto convirtió a esta mujer en una de los protagonistas del movimiento independentista y la perpetuó en los libros de historia.
Luego de iniciada la insurrección, Manuela tuvo que resguardarse en una casa ubicada en el Valle de los Chillos, ya que los realistas consideraban que sabía demasiado sobre los rebeldes.
Mientras tanto, en la ciudad se instauró un procedimiento penal que tenía como objetivo erradicar a los sublevados. Eventualmente, Manuela pudo volver a Quito, pero se mantuvo refugiada en casa de sus amigos Antonia Luna y Miguel Silva.
El 27 de agosto de 1814, Manuela realizó su testamento. En este documento declaraba que había sufrido un accidente y afirmaba que era una mujer soltera sin descendencia. También confesaba que se había ganado la vida mediante la confección de encajes y el alquiler de vestidos. Así mismo, la heroína expresó que todavía tenía su finca de Cotocollao, donde se practicaba la cría de ganado.
Algunos historiadores afirman que Manuela falleció un par de meses después, específicamente el 15 de diciembre. Esta teoría se sostiene gracias a que de esa fecha data la compra de la hacienda de Cotocollao, adquirida por Josefa Cáceres en 1815 por un valor de 1950 pesos.
Todavía no se sabe con exactitud en qué lugar falleció Cañizares. Historiadores como José Dolores Monsalve establecen que ocurrió en el convento de Santa Clara, pero otros investigadores afirman que falleció escondida en la hacienda del Valle de los Chillos.
En homenaje a esta notable mujer, el presidente Eloy Alfaro Delgado en 1905 decidió fundar el primer colegio laico para mujeres en el país, colocándole el nombre de Manuela Cañizares.
Manuela Cañizares, al momento de incentivar a los patriotas que estaban indecisos, exclamó: “¡Cobardes! Hombres nacidos para la servidumbre… ¿De qué tenéis miedo? ¡No hay tiempo que perder!” Con esta frase, Manuela se convirtió en una prócer del movimiento independentista de Ecuador.
No se tienen registros de otras palabras dichas en vida por Manuela, sin embargo, se han recogido algunos testimonios y descripciones sobre esta heroína ecuatoriana:
“Son las nueve de la noche. Una mujer de espíritu esforzado, valiente, patriota y pasional, Manuela Cañizares, acoge en su aposento a Juan de Dios Morales, Juan Salinas, Manuel Rodríguez de Quiroga (…) Doña Manuela les recibe con el entusiasmo de su sensibilidad patriótica, no se arredra, más bien les conforta su ejemplo”. Dr. Manuel María Borrero.
“Muchos han querido mancillar el nombre de Manuela Cañizares, viendo en su contra acusaciones de su vida privada, pero jamás nadie podrá borrar su nombre como el de la más valiosa heroína de la Independencia” Efrén Avilés Pino.
“Doña Manuela Cañizares no pertenecía a su tiempo por sus nobles ideales; fue adorable por su hermosura, encantaba por su talento, se impuso a los patriotas por su carácter, e hizo la Independencia con su valor; el tiempo allega ya la reparación; la gloria abrillanta su nombre; la Patria la hará inmortal” Ángel Polibio Chávez.
“Esa mujer de aliento varonil, cuyo influjo y temple de ánimo cedieron aun a los más desconfiados y medrosos” Dr. Pedro Fermín Cevallos.
“Indudablemente, entre todas las mujeres patriotas de aquella época, ninguna tiene la importancia de doña Manuela Cañizares por la parte activa que tomó en los acontecimientos públicos de esos tiempos memorables” Ángel Polibio Chávez.
“Aparece de nuevo Doña Manuela. Irradia el pensamiento en su frente; su mirada centelleante despide fulgores de inspirada y parece leer en el libro invisible de los destinos futuros de este hemisferio” Dr. Rafael María de Guzmán.
“Con su palabra ardiente, retempla el valor de los unos, y aliente y decide a los que temen y vacilan; y allí, a impulso e inspiración de aquella mujer sublime, redondearon los Próceres el plan de insurrección” Dr. Rafael María de Guzmán.
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