¿Qué es el dualismo platónico?
El dualismo platónico propone que nuestro mundo está dividido por una especie de línea invisible en donde se ubican las cosas importantes y permanentes (llamado eidos o mundo de las ideas), y por otra parte las cosas pasajeras, efímeras e insignificantes (doxa, opinión o mundo sensible).
Según Platón, debemos esforzarnos diariamente por alcanzar y elevar nuestro espíritu, de modo que solo pensemos y observemos desde el eidos o ese mundo de las ideas. Asimismo, en Platón no existe la verdad relativa, pues basándonos en este dualismo, la verdad es una y se encuentra del lado superior de la línea.
El dualismo filosófico se refiere a distintas creencias de que el mundo está dominado o dividido por dos fuerzas supremas que son intrínsecos y en algunas ocasiones, opuestas entre sí.
Con estas doctrinas se busca explicar cómo se creó y fundó el universo. Sin embargo, existen otras teorías un poco menos formales que sencillamente explican la existencia de dos leyes y ordenanzas distintas en el mundo, que pueden coexistir sin ningún problema.
Hay distintos autores como Pitágoras, Empédocles, Aristóteles, Anaxágoras, Descartes y Kant, quienes han expuesto su modo de pensar y concebir el mundo. Con distintas teorías como que el mundo está dividido en una especie de fuerza par e impar, amistad y odio, el bien y el mal, el caos con la inteligencia, el vacío con lo lleno, etc.
Sin embargo, uno de los aportes más importantes en esta área fue el que hizo el filósofo griego Platón.
¿Cuáles son los preceptos del dualismo platónico?
En el libro La República de Platón, podemos encontrar todas sus teorías sobre el dualismo desde una perspectiva tanto ontológica como antropológica.
Teoría de la línea
Ontológicamente, Platón explica y expone la teoría de que la realidad vivida está dividida en dos polos opuestos. Es aquí en donde se crea la famosa y denominada “teoría de la línea”.
En la parte superior de la línea se ubican todas las cosas pasajeras, lo visible y tangible, nuestras emociones y percepciones. A este lado de la línea, Platón lo llama la doxa, el mundo sensible o visible.
Conocida como eidos, en la parte inferior de la línea, Platón dispone a esas entidades eternas y atemporales, que nunca pasarán y siempre permanecerán. En este lado, hay objetividad y se encuentra la verdadera esencia de las cosas. También, se le puede llamar mundo de las ideas.
Cabe destacar que Platón en ningún momento desmerita o niega la existencia de cualquiera de estas realidades. Simplemente, ubica y le confiere más importancia al mundo de las ideas o inteligible pues considera que allí se encuentra el verdadero sentido de nuestra existencia, que es elevar nuestro espíritu hasta poder andar en el eidos y no contaminar nuestra vida por algo tan simple y ordinario como la doxa.
El problema con la doxa y el mundo sensible radica en que está lleno de imperfectos y nuestras experiencias, prejuicios, opiniones y apariencias siempre están presentes, actuando como una especie de filtro que nos impide captar lo verdaderamente esencial.
¿Por qué, según Platón, debemos anhelar, pensar y actuar desde el eidos?
Como se mencionó anteriormente, Platón propone que nuestro verdadero sentido para existir se encuentra al alcanzar el eidos, pero ¿cuáles son las razones que sustentan este planteamiento?
Dado que en el lado sensible predomina lo pasajero, en el eidos o mundo inteligible, no existen realidades personalizadas o parciales. Realmente en este lado se puede encontrar la verdad (entendiéndose esta como algo permanente e inmutable) y la perfección.
Platón aseguraba y afirmaba que cuando se piensa y actúa desde el eidos, las ideas son reales y duraderas, y precisamente eso es lo que diferencia la doxa del eidos, la opinión de la verdad.
Por último, es importante mencionar que se afirma que desde el mundo de las ideas, los pensamientos no son aislados los unos de los otros, sino que se forman mediante un conglomerado relacionado entre sí.
Dualismo platónico desde la antropología
Con pensamientos más o menos parecidos, pero desde una perspectiva antropológica, Platón establece el dualismo en la existencia humana. Él considera que el hombre posee dos entes totalmente opuestos.
El primero es nuestro cuerpo, que pensándolo desde la alegoría de la línea explicada anteriormente, pertenece al mundo sensible, debido a que es pasajero y cambiante.
En segundo lugar, se encuentra al alma, considerada como ese elemento intangible, divino y eterno que nos ata a la vida. Este pertenece al mundo de las ideas, pues nunca cambia y para el filósofo griego, es inmortal.
Por lo tanto, el hombre debería sentirse más identificado con su alma que con su cuerpo. De hecho, se piensa que el cuerpo es una especie de cárcel que nos ata e impide mostrar nuestra verdadera esencia y captar la de otras personas. El cuerpo pasa, pero el alma queda. El primero es una cosa transitoria, la segunda es algo eterno.
Uniendo este pensamiento a otra alegoría bastante famosa del filósofo, no importa cuál sea la vida que hayamos vivido: el objetivo es ignorar las sombras y salir de las cavernas. Este es el verdadero camino para existir de acuerdo al pensamiento racional e ignorando, establecido por Platón.
Definitivamente no es fácil dejar a un lado nuestra subjetividad e intentar alcanzar un nuevo nivel espiritual. Tal vez Platón pecó de utópico y por lo tanto, es imposible de llevar a cabo.
Sin embargo, si cada persona se esforzara por vivir, actuar y pensar desde el eidos, la sociedad sería totalmente diferente y alcanzaríamos el bien común.
No está de más realizar un esfuerzo (por más extraordinario que sea) para vivir desde lo racional y abandonar las cosas pasajeras, prescindir de los sentidos, parcialidades, subjetividades y enfocarnos la verdadera esencia de las cosas, y más profundamente, de la vida misma.
Este cambio de pensamiento y de forma de vivir solo puede ser posible mediante la dialéctica, considerada como una técnica que es capaz de llevar a la persona desde el mundo de lo sensible hasta alcanzar por completo lo inteligible y entender el concepto del bien común.
Referencias
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