Historia

República de Weimar: origen, causas, crisis y personajes


La República de Weimar fue el nombre que recibió el régimen político instalado en Alemania en 1918, tras su derrota en la Primera Guerra Mundial. Esta denominación también se aplica al periodo histórico que duró hasta 1933. Oficialmente el país siguió llamándose Imperio Alemán, a pesar del cambio de sistema de gobierno.

Aún antes de reconocer su derrota en la Gran Guerra, la mayoría de la población y de los militares sabían que era inevitable. Sin embargo, todavía quedaban algunos sectores dispuestos a seguir enfrentándose a los aliados. Esto provocó que el pueblo se levantara en la llamada Revolución de Noviembre.

En un contexto de casi guerra civil entre derechistas y comunistas, entre otras corrientes, se convocó en Weimar una Asamblea Constituyente que dotara al país de una nueva Constitución republicana.

A pesar del establecimiento de la nueva república, la inestabilidad fue la principal característica de toda su existencia. La crisis económica, la hiperinflación y la existencia de grupos armados de varias ideologías dieron la opción a que el Partido Nacionalsocialista, liderado por Adolf Hitler ganara cada vez más partidarios.

Fue el propio Hitler, con su llegada al poder y las leyes que promulgó para concentrar todo el poder el que acabó con la República de Weimar.

Índice del artículo

Origen y establecimiento

Alemania, tras cuatro años de guerra, afrontó las últimas semanas de conflicto envuelta en una gran crisis económica y sin contar con recursos militares para oponerse a sus enemigos. El 14 de agosto de 1918, los Aliados efectuaron su última ofensiva y el Alto Mando alemán tuvo que reconocer que la derrota era inminente.

El mes siguiente, dos de los mariscales más influyentes del ejército germano solicitó a las autoridades que aceptaran firmar un armisticio basado el los 14 puntos que el presidente estadounidense Wilson había preparado.

Tras esta petición, se formó un gobierno nuevo, de carácter parlamentario. Este eligió como canciller a Maximilian von Baden, quien, aunque noble, tenía una ideología liberal y era partidario de negociar la paz.

Las condiciones impuestas por Wilson, que negoció sin que sus aliados lo supieran, fueron inasumibles para el ejército alemán. Posteriormente, Hitler utilizaría estos sucesos para declarar que los políticos habían traicionado al país.

El gobierno había quedado en manos de los socialistas, que pensaban que el Kaiser Guillermo II iba a abdicar. En este contexto, estalló la Revolución de Noviembre, también llamada “los sucesos de Kiel”.

Sucesos de Kiel o Revolución de Noviembre

En la ciudad de Kiel se produjo una insurrección provocada por la intención del Alto Mando de la Marina de enfrentarse a los británicos. La respuesta fue un motín entre los soldados de la marina, que consideraban absurdo enfrascarse en una batalla cuando la guerra estaba ya perdida.

El Alto Mando suspendió la operación, pero cursó orden de detener a los amotinados para que fueran juzgados. Enseguida estas detenciones generaron la solidaridad de buena parte de sus compañeros, así como la de los obreros de la ciudad. Las manifestaciones fueron reprimidas por las autoridades, lo que acabó provocando una revuelta general.

El 4 de noviembre, los marinos nombraron a un consejo de representantes antes de asaltar los barcos y ocupar la base naval de Kiel. Pronto se les unieron obreros, con lo que acabó conformándose un consejo común parecido a los sóviet rusos.

Junto con otros sectores de la población tomaron la ciudad mientras entonaban La Internacional. Esa misma noche se presentó en Kiel un diputado del Partido Socialdemócrata, el SPD, quien consiguió calmar la situación.

Contagio de la revuelta

Los sucesos de Kiel se extendieron por el resto del país. Los militares se sublevaron contra sus oficiales y, junto con los obreros, emprendieron una campaña de huelgas y protestas.

Los resultados variaron dependiendo de las distintas zonas. Como ejemplo, los marineros que se encontraban en Brunswick consiguieron que el Gran Duque abdicara y se produjo la proclamación de una república socialista.

El día 7, el rey de Baviera, Luis III, abandonó Munich, la capital, y el gobierno fue asumido por un consejo conformado por campesinos, obreros y militares. Este declaró constituida la República de Baviera.

Dos días más tarde, las revueltas alcanzaron Berlín. El régimen estaba acabado y von Baden comunicó que el Kaiser había abdicado.

Poco a poco, el resto de los príncipes que gobernaban en los distintos Estados alemanes fueron dejando el poder. En una situación de caos, un exministro del Imperio proclamó la República y, pocas horas más tarde, uno de los líderes de la Liga Espartaquista se presentó en el Palacio Real para proclamar la República Libre y Socialista de Alemania.

El SPD

Antes de que llegaran al poder el Partido Socialdemócrata (SPD) era el que contaba con más partidarios en el país, por lo que se les confió la formación del gobierno. Un miembro de su partido, Friedrich Ebert, había asumido la cancillería de manera provisional tras la abdicación del Kaiser.

En 1917 había aparecido el USPD, los socialistas independientes. Su escisión se produjo por considerar que el SPD estaba prestando demasiado apoyo al gobierno del Imperio durante la guerra. Sus partidarios consideraban que el sistema parlamentario era compatible con la existencia de consejos revolucionarios.

La corriente más radical era la Liga Espartaquista. Esta trató de aprovechar el ambiente revolucionario que se produjo en noviembre de 1918. Su fin último era proclamar un Estado socialista similar al soviético, pero sin las limitación de los derechos individuales que allí se había producido.

Tras la revolución de noviembre, los independientes y los socialdemócratas compartieron el poder. El Gobierno Provisional conformado por ambos partidos fue el que firmó el Armisticio de Compiegne, basado en los puntos de Wilson.

El Congreso Panalemán de Consejos, en la reunión que tuvo lugar entre el 16 y el 20 de diciembre, convocó unas elecciones para elegir una Asamblea Nacional Constituyente.

Levantamiento espartaquista

El Movimiento Espartaquista, liderado por Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, no aceptó que se dejara de lado a las organizaciones obreras. En diciembre de 1918 crearon el Partido Comunista Alemán.

A pesar de que los dos principales dirigentes pensaban que no era el momento, ya que su apoyo popular no era suficiente, la mayoría de la organización optó por tomar las armas. Para finales de años, las revueltas impulsadas por lo espartaquistas llevaron al canciller a recurrir al ejército. La apuesta por la represión violenta solo provocó la extensión de las revueltas.

En enero, la situación era parecida a una guerra civil, especialmente en Berlín. Las autoridades trataron de destituir al jefe de policía, miembro del Partido Comunista. Su negativa a abandonar el puesto desembocó en nuevos levantamientos. En enero, 200.000 trabajadores salieron a las calles para exigir que se retirara el ejército.

Al final, las tropas gubernamentales contaron con la ayuda de los freikorps, organizaciones paramilitares de extrema derecha, para acabar con la revolución espartaquista.

Mientras, ante la situación bélica que sufría Berlín, el gobierno había abandonado la ciudad. Las autoridades eligieron Weimar como nueva sede.

La Constitución de Weimar

La derrota de los espartaquistas en Berlín no significó el final de los enfrentamientos en otras pares del país. Esto no impidió que se celebraran las elecciones, en las que el SPD se alzó con la victoria con el 37,9% de los sufragios.

Al no alcanzar la mayoría absoluta, los socialdemócratas se vieron obligados a pactar con la derecha, en lo que se conoció como la Coalición de Weimar.

La Asamblea Nacional comenzó sus sesiones en 19 de enero de 1919. Su propósito era redactar y aprobar una nueva Constitución. Esta labor no resultó sencilla y necesitó de seis meses de debates hasta que el 31 de julio fue promulgada.

Según los expertos, se trataba de una Carta Magna muy progresista pero con algunos defectos notables. El que tendría más repercusión en el futuro del país fue el gran poder que se le concedió a a la figura del Presidente, que quedaba capacitado para gobernar sin hacerle caso al Parlamento en caso de emergencia.

Por otra parte, la Constitución de Weimar reafirmó el carácter federal del país. Además, estableció amplias libertades individuales, así como derechos sociales muy avanzados.

Tratado de Versalles

Una de las primeras medidas que Ebert propuso aprobar como presidente de la República fue que la Asamblea Nacional firmará el Tratado de Versalles. Se trataba del acuerdo mediante el que terminó la Primera Guerra Mundial y contenía artículos claramente perjudiciales para Alemania. Con todo, la Asamblea lo ratificó el 9 de julio de 1919.

Los partidos nacionalistas y conservadores consideraron esta firma como una traición. Ebert empezó a perder parte de su popularidad, aunque su mandato se amplió hasta 1925.

Crisis y final

Aunque se puede afirmar que la República de Weimar estuvo siempre inmersa en una gran crisis, los años de la posguerra fueron especialmente complicados.

La nueva república pasó por momentos muy difíciles en todos los ámbitos, desde el económico hasta el político. Se sucedieron los intentos de golpes de Estado, aparecieron movimientos separatistas y el gobierno se encontró con la oposición de la izquierda, de la extrema derecha, de la burguesía y del ejército.

Reacción derechista

La represión contra los espartaquistas y demás revolucionarios hizo que la extrema derecha tuviera más presencia en la vida del país. En la calle, ya había participado formando grupos paramilitares y en el Parlamento presentaron un partido, el DVNP, encabezado por un antiguo ministro imperial: Karl Helfferich.

El golpe de Estado de Kapp fue uno de los intentos de tomar el poder más serios por parte de la derecha ultraconservadora. Tuvo lugar el 13 de marzo y no fue controlado hasta cuatro días después.

Los golpistas, liderados por Wolfgang Kapp y el general Walther von Lüttwitz lograron hacerse con el poder en Berlín. Entre otras medidas, obligaron al presidente de Baviera de idas socialdemócratas a dejar el cargo y nombraron en su lugar a un político simpatizante con la causa conservadora.

La reacción al golpe no vino desde el gobierno. Fueron los sindicatos los que se pusieron al frente de la misma, llamando a la huelga general. Por su parte, el Partido Comunista hizo un llamamiento a resistir por las armas.

Gracias a estas acciones, el golpe fue derrotado. La consecuencia principal fue la convocatoria de unas nuevas elecciones para junio de 1920.

Reacción izquierdista

Tampoco la izquierda facilitó la labor del gobierno de la nueva república. En los primeros años de su existencia se contabilizaron varios levantamientos protagonizados por los obreros. Uno de los que más cerca estuvo del éxito se produjo en la cuenca del Ruhr, justo tras el golpe de Kapp.

Elecciones de 1920

Las elecciones de 1920 para conformar, por primera vez, el Parlamento (Reichstag) resultaron un fracaso para la socialdemocracia. El SPD perdió 51 escaños y tuvo que conformarse con pasar a la oposición. En cambio, los partidos nacionalistas y contrarios a la república obtuvieron buenos resultados.

El gobierno quedó presidido por Fehrenbach del ZP, centrista. Para alcanzar la mayoría debió aliarse con otros partidos burgueses. Este resultado, no obstante, no frenó los atentados cometidos por la extrema derecha.

Hiperinflación en la República de Weimar

La hiperinflación golpeó duramente a Alemania a partir de 1922. El motivo principal fue el Tratado de Versalles, que establecía el pago de indemnizaciones imposibles para la economía germana.

Para poder abonar esas indemnizaciones, el gobierno alemán comenzó a imprimir dinero. Para empeorar la situación, Francia y Bélgica invadieron la zona con más industrias del país, el Ruhr, como represalia por la falta de pagos por parte de Alemania.

El gobierno, superado, lanzó un mensaje para comenzar una campaña de resistencia pasiva y, para compensar las pérdidas que sufrían los dueños de las industrias, emitió aún más moneda.

Poco a poco, los billetes que se imprimían iban perdiendo valor real, mientras los precios se incrementaban. Para 1923, existían billetes con un valor nominal de cientos de millones, pero que, en realidad, apenas servían para comprar nada.

El “putsch” de Múnich

Ante la invasión francesa del Ruhr, Alemania no tuvo más remedio que reanudar el pago de lo acordado en Versalles. Fue en ese contexto cuando se produjo un intento de golpe de Estado por parte de algunas organizaciones nacionalistas.

El denominado “putsch” de Munich fue una de las primeras apariciones de los nazis, partido que se había fundado tres años antes. Después de que se desataran enfrentamientos en la ciudad, los líderes del golpe fueron detenidos, incluido Adolf Hitler.

Hitler fue condenado a 5 años de cárcel, aunque fue indultado tras cumplir solo un año de condena.

Gustav Stresemann

El hombre llamado a derrotar a la hiperinflación fue Gustav Stresemann, quien llegó a la cancillería en 1923. Igualmente, ocupó también la cartera de Asuntos Exteriores.

Stresemann tomó la decisión de crear el nuevo marco, la moneda alemana. Esto permitió que la inflación se estabilizara, aunque hizo falta tres años para que la situación fuera normalizándose.

Durante ese periodo de transición, el desempleo aumentó considerablemente, al igual que la producción. Sin embargo, para 1924, Alemania dio muestras de recuperación. Para 1929, la economía se había recuperado casi por completo.

La Gran Depresión

Stresemann murió el 3 de octubre de 1929 y, por lo tanto, no fue testigo de la nueva caída de la economía del país.

En esta ocasión, la causa no fue interna. Alemania, como el resto del mundo, resultó afectada por el estallido de la Gran Depresión, una crisis que comenzó en los Estados Unidos. Los efectos fueron devastadores. Para 1931, los trabajadores en paro eran casi 8 millones.

En el ámbito político, la Gran Depresión provocó la caída del Canciller Müller, socialdemócrata. Lo sustituyó Heinrich Brüning, de ideología centrista. Fue el presidente, Paul von Hindenburg, quien lo propuso.

Brüning, que apenas tenía apoyos en el Parlamento, fue incapaz de sacar adelante las reformas financieras que pretendía. Esto abocó a que se celebraran nuevas elecciones. Estas tuvieron lugar el 14 de septiembre, tras una campaña en la que los nazis trataron de sacar partido del enfado de la población.

Crecimiento de los nazis

El resultados en las urnas confirmaron que la estrategia de los nacionalsocialistas había sido un éxito. Antes de esas elecciones solo tenían 12 escaños, que pasaron a ser 107 tras conseguir más de seis millones de votos.

A partir de ese momento, los nazis recibieron financiación de algunos grandes industriales, como los Thyssen.

Intento de evitar la victoria nazi

La situación de la economía no mejoró en 1931. El desempleo afectaba a más de cinco millones de personas y las entidades financieras pasaron por grandes dificultades.

Ante esto, muchos empezaron a temer una victoria de Hitler en las siguientes elecciones. Estas debían realizarse en 1932 y la edad de Hindenburg parecía indicar que no se iba a volver a presentar.

Brüning esbozó una estrategia para eliminar la posibilidad de victoria nazi. Este plan pasaba por conseguir que se suspendieran dichas elecciones y que se ampliara el periodo de presidencia de Hindenburg. Igualmente llegó a plantear convertir Alemania en una monarquía constitucional.

Ninguna de las dos propuestas encontró suficientes apoyos entre el resto de los partidos políticos, por lo que las elecciones se convocaron para la fecha prevista.

Elecciones de 1932

El partido nazi se había dedicado a crear una imagen de Hitler que lo presentaba como el salvador de una Alemania humillada por los aliados.

Mantenían que la derrota en la Gran Guerra se había debido a la traición de los políticos y prometía mejorar la economía y devolver la grandeza perdida. Todo ello se unía a la propaganda que culpaba a los judíos de todos los problemas.

Las elecciones al Reichstag de julio de 1932 fueron ganadas por el Partido Nacionalsocialista. Consiguió casi un 40% de los votos en primera vuelta, aunque en la segunda debió conformarse con el 33%.

En una maniobra que ha sido catalogada como muy discutible, los conservadores decidieron dar su apoyo a Hitler para que se convirtiera en Canciller.

Hitler canciller

A pesar de que había conseguido ser nombrado Canciller, el poder de Hitler era aún limitado. Su grupo no tenía mayoría, por lo que debía contar con la ayuda del presidente Hindenburg para sacar adelante sus medidas. En el gabinete de gobierno, de hecho, solo había tres nazis de un total de once miembros.

En ese contexto ocurrió un acontecimiento que lo cambió todo. La sede del Reichstag ardió el 27 de febrero de 1933. Los nazis culparon enseguida a los comunistas de haber provocado el incendio, aunque las investigaciones realizadas después de la Segunda Mundial apuntan a que fue causado por los mismos nazis para tener la excusa perfecta para aumentar su poder.

El día 28, Hitler pidió al Presidente que aprobara un decreto que le concediera poderes extraordinarios. Entre ellos, la eliminación de la libertad de prensa y expresión, la abolición de la privacidad de las comunicaciones y la capacidad de tomar el control de los gobiernos de cada uno de los Estados que formaban el país.

Una vez aprobado el decreto, Hitler se encargó de que los socialistas y los comunistas no tuvieran forma de realizar la siguiente campaña electoral.

Final de la República de Weimar

La maniobra de Hitler no dio el resultado esperado. Las elecciones federales de marzo de 1933 no dieron a los nazis la mayoría que esperaban: dos tercios de la cámara, lo necesario para reformar la Constitución.

El 15 de marzo, Hitler encontró la manera de resolver ese problema. Mediante el decreto aprobado tras el incendio de Reichstag, expulsó del parlamento a los diputados comunistas, 81. Lo mismo hizo con parte de los socialdemócratas. Con esto, la unión de sus diputados y los pertenecientes a los partidos nacionalistas casi alcanzaron la cifra que necesitaban.

Los nazis solicitaron que las funciones del parlamento pasaran a depender del Canciller. Esta ley se votó el 23 de marzo de 1933 y fue aprobada con el voto de todos los diputados presentes con la excepción de los pocos representantes socialdemócratas que no habían sido expulsados.

Esa votación significó el fin de la República de Weimar. En la práctica, instauró una dictadura, con todo el poder en manos de un solo hombre. Durante los meses siguientes, los nazis desmantelaron los pocos focos de poder que aún no estaban en sus manos.

Causas del fracaso

El fracaso de la República de Weimar no tuvo un único motivo. En su caída y en la consiguiente llegada de Hitler al poder confluyeron desde causas políticas hasta razones económicas.

Cláusulas del Tratado de Versalles

El acuerdo que los aliados hicieron firmar a los alemanes tras la Gran Guerra es considerado por los historiadores como el germen de los acontecimientos que llevarían a la Segunda Guerra Mundial.

Por una parte, Alemania se vio obligada a aceptar una cláusula que la hacía única responsable del estallido del conflicto. Esto, junto con la pérdida de territorios en manos de sus enemigos, provocó la aparición de un sentimiento de humillación entre parte de su sociedad.

Convenientemente espoleado por los nazis y los partidos conservadores, el nacionalismo creció enormemente.

Las reparaciones económicas fueron otro de los motivos que hicieron que la República de Weimar naciera ya con serios problemas. De hecho, estas fueron una de las principales responsables de la hiperinflación, cuyos efectos sobre la población aumentó la inestabilidad y la influencia de los partidos anti republicanos.

Los efectos de la Gran Depresión

Si ya la hiperinflación había causado un importante aumento del desempleo y la disminución de la riqueza, el siguiente golpe a su economía llegó tras la Gran Depresión. Sus efectos afectaron a toda la población y se convirtieron en una de las bazas usadas por los nazis para aumentar sus seguidores.

Además, Hitler y los suyos crearon un chivo expiatorio para explicar los males que aquejaban al país: los judíos.

Inestabilidad política

La República de Weimar fue escenario desde su misma creación del enfrentamiento entre varias corrientes ideológicas. Por una parte, los comunistas protagonizaron varios levantamientos armados y convocaron huelgas generales y multitud de protestas.

La extrema derecha, por otra parte, también tuvo un gran protagonismo en ese periodo. Nostálgicos del régimen anterior, intentaron en varias ocasiones acabar con la república mediante las armas.

Por último, aparecieron movimientos nacionalistas en varios Estados federales, que buscaban independizarse del país. Su represión dio aún más protagonismo a la derecha radical, que formó grupos paramilitares.

Personajes principales

Friedrich Ebert

Miembro del Partido Socialdemócrata Alemán, Ebert se convirtió en el primer presidente de la República de Weimar.

Antes de eso, había sido el presidente del gobierno provisional. Desde ese cargo, fue quien negoció la firma del Tratado de Versalles con los aliados.

Más tarde, tuvo que afrontar la Revolución de Noviembre y el Levantamiento Espartaquista. En ambos casos, no dudó en usar al ejército para acabar con los insurrectos.

Sus problema no acabaron con esas dos revoluciones. En 1920, se produjo un intento de golpe de Estado realizado por los derechistas. Los obreros reaccionaron con el Levantamiento del Ruhr. Tres años después, fue el responsable de arrestar a Hitler por el denominado “putsch” de Múnich. Un año después, indultó al futuro dirigente nazi. Ebert se mantuvo en el cargo hasta su fallecimiento, el 28 de febrero de 1925.

Paul von Hindenburg

Este militar y político ya ejerció una influencia notable en la política alemana durante la Primera Guerra Mundial. La derrota hizo que se retirara posteriormente, pero retomó su actividad en 1925.

Ese año fue nombrado presidente de la República de Weimar. Se trataba de un político conservador, con pocas simpatía por el sistema democrático. En 1932, cuando contaba con 84 años, sus partidarios lo convencieron de que volviera a optar al cargo de presidente para evitar una posible victoria de Hitler en las elecciones.

Durante esa convulsa legislatura, Hindenburg tuvo que disolver el Parlamento dos veces. Al final, ante la presión que estaba recibiendo, aceptó nombrar a Hitler como Canciller en 1933.

Ese mismo años, aprobó el Decreto del incendio del Reichstag, que dio plenos poderes al nuevo canciller. Hindenburg murió en 1934, lo que fue aprovechado por Hitler para autodeclararse Jefe de Estado.

Franz von Papen

Sus maquinaciones resultaron fundamentales para que Hitler accediera al poder. Papen había sido un político poco conocido hasta que Hindenburg lo nombró Canciller en sustitución de su compañero de partido, Heinrich Brüning. Esto le valió ser expulsado de su organización.

Su gobierno se distinguió por sus políticas autoritarias y conservadoras. Atacó constantemente a los socialdemócratas y legalizó la Sección de Asalto SA, un grupo paramilitar nazi.

Las siguientes elecciones supusieron un aumento de votos para los nazis, sin que Papen pudiera aumentar sus apoyos. Eso le llevó a dimitir de su puesto como Canciller. Sin embargo, continuó maniobrando para conservar su poder.

Finalmente, acordó aliarse con el derechista DNVP y con los propios nazis. Mediante esta alianza, Hitler fue nombrado Canciller. Ya durante la guerra, Papen ocupó varios cargos dentro del gobierno nacionalsocialista.

Adolf Hitler

Adolf Hitler, después de fracasar como pintor y participar en la Primera Guerra Mundial, empezó su carrera política en 1919. El futuro líder nazi ingresó en el Partido Obrero Alemán, que luego se convertiría en el Partido Nacionalsocialista.

Ya como líder de ese partido, Hitler fue uno de los participantes en el “putsch” de Munich, un levantamiento armado que terminó en fracaso. Junto con otros miembros del partido, fue condenado a cinco años de cárcel. Durante los meses que estuvo en prisión, empezó a escribir Mi Lucha, un libro en el que reflejaba su ideología.

Un indultó permitió a Hitler salir de la cárcel en 1924. A partir de ese momento comenzó a aumentar su influencia en la sociedad alemana, presentándose como el único que podía devolver la grandeza al país y terminar con sus enemigos.

En 1933, Hitler fue elegido Canciller y tras el fallecimiento de Hindenburg, en 1934, se proclamó a sí mismo Jefe de Estado. La República de Weimar pasó a denominarse Tercer Reich y Hitler asumió todos los poderes.

Cinco años después, sus políticas expansionistas provocaron el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Referencias

  1. Lozano Cámara, Jorge Juan. La democracia alemana (República de Weimar). Obtenido de claseshistoria.com
  2. EcuRed. República de Weimar. Obtenido de ecured.cu
  3. García Molina, Víctor Javier. Weimar, la república inviable. Obtenido de abc.es
  4. The Editors of Encyclopaedia Britannica. Weimar Republic. Obtenido de britannica.com
  5. Holocaust Encyclopedia. The Weimar Republic. Obtenido de encyclopedia.ushmm.org
  6. New World Encyclopedia. Weimar Republic. Obtenido de newworldencyclopedia.org
  7. German Bundestag. The Weimar Republic (1918 – 1933). Obtenido de bundestag.de
  8. Mount Holyoke College. Political Disorder: The Weimar Republic and Revolt 1918-23. Obtenido de mtholyoke.edu