Medicina

Tejido esfacelado: qué es, síntomas, causas, tratamiento


¿Qué es el tejido esfacelado?

El tejido esfacelado, o simplemente esfacelo, es una mezcla de células muertas y líquido inflamatorio que se deposita dentro y en los alrededores de las heridas. Se considera tejido desvitalizado y es contraproducente en el proceso de curación de úlceras u otras lesiones parecidas.

La cautela es necesaria ante la presencia de tejido esfacelado. Debe saber diferenciarse del revestimiento cicatricial habitual para evitar retirarlo quirúrgicamente y retardar así la resolución normal de la herida. Algunos médicos o profesionales de la salud pueden confundir el esfacelo con fibrina, y al eliminarlo entorpecen la mejoría del cuadro.

La aparición de tejido esfacelado está mediada por distintos factores inherentes al propio paciente, al tratamiento y al ambiente; puede estar relacionada con otros signos y síntomas que ayudan a hacer el diagnóstico correcto. Dependiendo de su origen y del cuadro clínico que lo acompaña, se establecerá el manejo y tratamiento adecuado.

Síntomas

Más que síntomas, debemos hablar de características propias del esfacelo. Algunas de las más importantes incluyen las siguientes:

Color

Lo más común es que presente un tono amarillento o grisáceo, pero puede hallarse en una gran gama de colores. Algunos autores lo describen como pardo, negro, verde, púrpura e incluso rosado.

Consistencia

Es muy blando y flexible, parecido al moco pero menos firme. Esta consistencia es una de las diferencias más importante con la fibrina, la cual es más sólida y rígida.

Ambas pueden estar adheridas a planos profundos de la herida, pero la fibrina se despega más fácilmente por su firmeza al contrario del esfacelo, que se estira y se encoge sin despegarse.

Olor

La fibrina naturalmente es inodora o presenta un olor sui generis. Cuando el tejido esfacelado se acompaña de infección (lo cual es frecuente) puede haber fetidez, como en cualquier tejido descompuesto.

Causas

Como ya se mencionó anteriormente, existen causas inherentes al paciente, al tratamiento y al ambiente. Entre las más importantes tenemos las siguientes:

Comorbilidades

Ciertas enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión o la insuficiencia hepática y renal pueden alterar el proceso de cicatrización. En la mayoría de los casos se debe a trastornos circulatorios, aunque existen también otras causas.

Diabetes

Una de las complicaciones más temidas de la diabetes es la angiopatía, que afecta grandes y pequeños vasos. Al estar alterada la circulación, muchos elementos celulares y humorales que actúan en la curación de lesiones se ven imposibilitados de llegar al sitio afectado, incluyendo los antibióticos cuando están indicados.

Por otra parte, la hiperglucemia sostenida ocasiona modificaciones en la membrana celular y en la respuesta inflamatoria. La entrada excesiva de glucosa al interior de la célula no permite su normal funcionamiento. Además, el eritrocito pierde fluidez y no puede alcanzar los tejidos menos vascularizados.

Hipertensión

La pérdida de elasticidad de las arterias a consecuencia de la presión elevada continua compromete el flujo sanguíneo local y, por ende, el proceso normal de cicatrización. Algunos medicamentos antihipertensivos afectan negativamente la respuesta a la agresión de ciertos tejidos.

Insuficiencia hepática y renal

La producción deficitaria de proteínas en el hígado (principalmente de transporte) compromete el arribo de los elementos curativos al área afectada.

Otras proteínas que actúan directamente en la respuesta inflamatoria local y en el inicio de la cicatrización también están disminuidas en cantidad y calidad, retardando la mejoría.

Las fallas renales filtran inadecuadamente ciertos tóxicos en la sangre, perpetuando su presencia y daño en el organismo. Muchos medicamentos indicados para ayudar en la no generación o en la eliminación del tejido esfacelado pierden efectividad por el daño renal.

Características de la herida

Cuando la herida compromete la circulación local por lesión vascular, hay un riesgo elevado de esfacelado tisular. Lo mismo ocurre cuando se genera un hematoma en el área, lo cual presiona los tejidos circundantes, disminuye el flujo sanguíneo y favorece la infección.

En algunas oportunidades, cuando la herida así lo permite, se realizan suturas para cerrarla. Una técnica desprolija o el uso de material inadecuado puede favorecer la presencia de bacterias e infección y, por ende, la aparición de tejido esfacelado.

Las úlceras por decúbito o por presión suelen ser un buen ejemplo de tejido esfacelado. Cuando el paciente no se moviliza permanentemente, las áreas donde se apoya pueden sufrir daño por compromiso circulatorio, necrosándose y curando indebidamente. Son muy frecuentes en personas mayores, encamadas o con lesiones medulares importantes.

Contaminación

Dependiendo de las condiciones ambientales y de cuidado, existe menor o mayor riesgo de contaminación de la herida. Algunos autores afirman que, junto con los problemas circulatorios, la principal causa de aparición de esfacelados es la infección.

Ciertas bacterias pueden ser más agresivas que otras en cuanto a la generación de necrosis. Este fenómeno obedece a la respuesta del germen al tratamiento antimicrobiano, las condiciones de aseo de la herida, el tipo de bacteria (aerobia o anaerobia, grampositiva o gramnegativa) y la presencia o no de comorbilidades.

Tratamientos

Son tres las vertientes fundamentales en cuanto al tratamiento del tejido esfacelado: quirúrgico, farmacológico e higiénico.

Tratamiento quirúrgico

Consiste en retirar el tejido desvitalizado respetando las estructuras sanas; a este proceso se le conoce como desbridamiento.

Se lleva a cabo posterior a una limpieza minuciosa del área afectada y, de ser posible, bajo anestesia, ya que la manipulación del tejido sano es muy dolorosa.

Tratamiento farmacológico

La terapia antimicrobiana en presencia de una herida contaminada es vital para evitar la aparición de esfacelado. La selección del antibiótico dependerá de las características de la lesión, resultados de los cultivos y antibiogramas, condiciones generales del paciente y criterio médico.

Además de los antibióticos, pueden indicarse tratamientos que mejoren la circulación y el proceso de cicatrización. Se han estudiado las terapias con vitaminas y otros nutrientes, remedios naturales, anticoagulantes y vasotónicos con resultados inconsistentes.

Tratamiento higiénico

La limpieza de las heridas es el tercer paso básico en el manejo del tejido esfacelado. El adecuado aseo de las lesiones con productos antisépticos mantiene un ambiente libre de gérmenes y sin condiciones apropiadas para la proliferación de bacterias u otros microorganismos patógenos.

Existen en el mercado numerosos apósitos especializados que ayudan en el adecuado cuidado de las heridas. Muchos de estos tienen sustancias especializadas capaces de disolver el tejido esfacelado, proceso conocido como desbridamiento enzimático, el cual no daña los tejidos normales y favorece la formación de nuevos vasos locales.