Endogrupo: qué es, características, sesgo, ejemplos
¿Qué es un endogrupo?
Un endogrupo es todo aquel conjunto de personas cuyos miembros experimentan fuertes sentimientos de lealtad y pertenencia los unos con los otros. Debido a las emociones que despierta pertenecer a un endogrupo, quienes pertenecen a él tienden a discriminar a toda la gente externa al mismo (lo que se conoce como exogrupo).
El estudio de los endogrupos es fundamental para la psicología social. Debido a que las personas somos animales sociales, gran parte de nuestra personalidad se formará en función de los grupos a los que pertenezcamos. Así, tan solo por compartir una serie de rasgos con otras personas, tenderemos a discriminar a los que no son como nosotros.
Esta discriminación ha sido comprobada en numerosos experimentos a lo largo de la historia. Conocida como “sesgo de endogrupo”, puede estar a la base de problemas tan graves como el racismo, los crímenes de odio y el sexismo; pero también se da de base en la vida cotidiana, sin que llegue a suponer un problema la mayoría de las veces.
En este artículo estudiaremos exactamente en qué consiste el endogrupo, y cómo nos afecta este sesgo en diferentes áreas de nuestra vida.
Características de los endogruos
Conjunto de personas
En su expresión más básica, un endogrupo es simplemente un conjunto de personas con las que compartimos una característica. La división entre “nosotros” y “los de fuera” ocurre incluso cuando el rasgo compartido no tiene ninguna importancia.
Así, debido al llamado “paradigma del grupo mínimo”, las personas podemos sentirnos parte de algo por temas tan triviales como sentarnos en un lado u otro del aula, vivir en un barrio u otro, o tener un color de pelo distinto.
Sin embargo, en muchos casos la identificación con el propio grupo de referencia es mucho más profunda. Cuantos más atributos, valores y conductas se compartan con el resto de miembros del mismo, más afectará éste a la manera en la que nos comportamos.
Sentimiento de pertenencia
Una de las necesidades básicas humanas es la de afiliación. Es decir, las personas necesitamos sentirnos apoyadas por otros para estar bien.
Un endogrupo puede ayudarnos en este sentido, generándonos sentimientos de comprensión y aceptación por parte de personas similares a nosotros mismos.
Esto puede tener efectos muy poderosos en la autoestima de las personas. Por lo general, alguien que pertenezca a un grupo con el que se sienta identificado y en el que le acepten se sentirá más justificado a actuar en base a sus creencias. En cambio, alguien que no cuente con apoyo social tenderá a ser más cauteloso con sus acciones.
Modificación de la conducta
Por otra parte, identificarse plenamente con un grupo puede ser un arma de doble filo. Una vez que una persona ha invertido mucho en una forma de comportarse, puede ser muy complicado que cambie su manera de actuar aunque realmente quiera hacerlo.
En un estudio de Marques y Páez (1996), se describió el llamado “efecto oveja negra”. Según estos investigadores, tendemos a juzgar mucho más severamente a los miembros del endogrupo que se comportan de manera diferente a nosotros.
Por este motivo, puede costarnos mucho llevarle la contraria a aquellos que pertenecen a nuestro grupo de referencia. Esto puede causar muchos problemas a largo plazo, ya que, a pesar de que los miembros de un endogrupo puedan ser muy parecidos, nunca serán exactamente iguales.
Código de comportamiento
En los casos más extremos, la pertenencia a un endogrupo puede provocar que una persona deje de pensar por sí misma y simplemente comience a comportarse como le dictan las reglas del mismo.
Esto puede ocurrir en diferentes ámbitos, como en el caso de las religiones, las ideologías políticas o los movimientos sociales. Por lo general, la adopción ciega de una serie de reglas de comportamiento suele traer más problemas que beneficios a la persona.
Sesgo de endogrupo
Uno de los problemas más graves de sentirnos identificados plenamente con un endogrupo es comenzar a ver a todas las personas divididas en dos categorías: “ellos” y “nosotros”. Esto, conocido también como “polarización social”, tiene todo tipo de consecuencias negativas para todos los implicados.
Debido al efecto de polarización social, dejamos de ver a una persona en función de sus características individuales, su forma de ser y la manera en que se comporta. Por el contrario, comenzamos a etiquetarle en función de los grupos a los que pertenece, atribuyéndole características propias de éstos.
Por ejemplo, una persona que pertenezca al movimiento “skinhead” verá a los demás no en función de cómo son realmente, sino dependiendo de su raza o grupo étnico. Esto, por lo general, suele llevar al odio, el miedo y la violencia.
Numerosos estudios han mostrado que el sesgo del endogrupo se da de manera mucho más acusada en momentos históricos en los que los recursos son escasos. Así, una crisis económica o una guerra pueden provocar que nos sintamos más identificados con nuestro grupo de referencia y odiemos a los que son diferentes.
Por lo general, este sesgo es la base de problemas como la discriminación, el racismo, el sexismo, y los estereotipos.
Ejemplos de endogrupos
- Una clase/grupo que estudia una carrera universitaria.
- Una clase/grupo de preescolar.
- Una familia.
- Un equipo de fútbol.
- Un grupo de amigos de un barrio.
- Los foreros de un foro privado de internet.
Experimento de la cárcel de Standford
Probablemente uno de los ejemplos más claro de los efectos del endogrupo es el famoso experimento de la cárcel de Stanford. En él, 24 estudiantes universitarios fueron reclutados para estudiar los efectos de los papeles sociales en el comportamiento.
El experimento consistía en lo siguiente. Tras ser divididos en dos grupos, los estudiantes fueron asignados al papel de “prisioneros” y “guardias” de una cárcel imaginaria.
Para darle más realismo a la situación, los prisioneros debían dormir en celdas reales y vestir solo una bata y sandalias; mientras que los guardias iban con uniforme y podían volver a su casa por las noches.
Las únicas instrucciones que se les dieron a los guardias, que habían sido seleccionados aleatoriamente, es que no podían utilizar la violencia física.
Sin embargo, tras unos pocos días en los que habían asumido su papel totalmente, comenzaron a ver a los prisioneros como sus enemigos.
Así, comenzaron a tratarles de formas cada vez más sádicas. Por ejemplo, les prohibían ir al baño, les hacían dormir desnudos en el suelo, les negaban la comida y les humillaban e insultaban constantemente. Todo ello, debido a que les empezaron a ver como parte de un exogrupo.
Finalmente, el experimento tuvo que ser detenido a los pocos días de comenzar debido a la preocupación de algunos de los investigadores por la salud mental y física de los participantes.