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Las 50 mejores frases de Nezahualcóyotl


Te dejo las mejores frases de Nezahualcóyotl, conocido también como El Rey Poeta. Este personaje fue el gobernante (tlatoani) de Texcoco, hoy parte del Estado de México, e hizo de la región una de las más florecientes, culturalmente hablando, del México antiguo. Asimismo fue arquitecto y académico de la época. Su idioma nativo era el Náhuatl.

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-Amo el canto del cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces, amo el color del jade, y el enervante perfume de las flores; pero amo más a mi hermano el hombre.

-El guerrero más poderoso es aquel que logra vencerse a sí mismo.

-Solo busco las flores, sobre la tierra he venido a cortarlas. Aquí corto ya las flores preciosas, para mí corto aquellas de la amistad: son ellas tu ser, ¡oh príncipe!

-Por allí anda el ave, parlotea y canta, viene a conocer la casa del dios. Solo con nuestras flores

-Solo en tu libro de pinturas vivimos, aquí sobre la tierra.

-Para librar a sus hijos de esos vicios y calamidades, haz que desde niños se den a la virtud y trabajos.

-He venido a estar triste, me aflijo. Ya no estás aquí, ya no, en la región donde de algún modo se existe. Nos dejaste sin provisión en la tierra. Por esto, a mí mismo me desgasto.

-Sobre las flores canta el hermoso faisán, su canto despliega en el interior de las aguas. A él le responden variados pájaros rojos. El hermoso pájaro rojo bellamente canta.

-Si yo nunca muriera, si nunca desapareciera. Allá donde no hay muerte, allá donde ella es conquista, que allá vaya yo.

-Que tu corazón se enderece: aquí nadie vivirá para siempre.

-Me fijo en sus rostros, por todas partes águilas y tigres, por experiencia conozco los jades, las ajorcas preciosas.

-Mal hacemos las cosas, oh amigo. Por ello no así te aflijas, eso nos enferma, nos causa la muerte. Esfuércense ustedes, todos tendremos que ir a la región del misterio.

-¿Acaso vendrán una vez más, acaso volverán a vivir? Solo una vez perecemos, solo una vez aquí en la tierra.

-¿Cómo hay que vivir al lado de la gente? ¿Obra desconsideradamente, vive, el que sostiene y eleva a los hombres?

nos alegramos. Solo con nuestros cantos perece su tristeza.

-Aunque fueras de jade, aunque allá vayas, al lugar de los descarnados. Tendremos que desaparecer. Nadie habrá de quedar.

-Dios, el señor nuestro, por todas partes es invocado, por todas partes es también venerado. Se busca su gloria, su fama en la Tierra. Él es quien inventa las cosas, él es quien se inventa a si mismo.

-Nadie puede ser amigo del dador de la vida. ¿A dónde pues iremos? Enderécense, que todos tendremos que ir al lugar del misterio.

-Tú solo repartes flores que embriagan, flores preciosas. Tú eres el cantor. En el interior de la casa de la primavera alegras a las personas.

-Como si fuera de oro, como un collar fino, como ancho plumaje de quetzal, así aprecio tu canto verdadero: con él yo me alegro.

-Como una pintura nos iremos borrando. Como una flor nos hemos de secar sobre la tierra. Cual ropaje de plumas de quetzal, del zacua, del azulejo, iremos pereciendo.

-Me siento fuera de los sentidos, lloro, me aflijo cuando pienso, digo y recuerdo.

-Con flores escribes, dador de la vida. Con cantos das color, con cantos sombreas a los que han de vivir en la Tierra.

-Nada es para siempre en la tierra: solo un poco aquí. Aunque sea de jade se quiebra, aunque sea de oro se rompe, aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.

-Con tinta negra borrarás lo que fue la hermandad, la comunidad, la nobleza. Tú sombreas a los que han de vivir en la Tierra.

-Todo lo que es verdadero (lo que tiene raíz), dicen que no es verdadero (que no tiene raíz).

-Toma ya tu cacao, ¡qué sea ya bebida! ¡Hágase el baile, comience el dialogar de los cantos! No es aquí nuestra casa, no viviremos aquí, tú de igual modo tendrás que marcharte.

-Sólo allá en el interior del cielo, tú inventas tu palabra, ¡dador de la vida! ¿Qué determinarás? ¿Tendrás fastidio aquí? ¿Ocultarás tu fama y tu gloria en la tierra?

-Por fin lo comprende mi corazón: escucho un canto, contemplo una flor: ¡Ojalá no se marchiten!

-Estoy triste, me aflijo, yo el señor Nezahualcoyotl, con flores y con cantos recuerdo a los príncipes, a los que se fueron a Tezozomoctzin, a Cuacuahtzin.

-Con ansia yo quiero, anhelo la amistad, la nobleza, la comunidad. Con cantos floridos yo vivo.

-Dentro del cielo tú forjas tu designio. Lo decretarás: ¿acaso te hastíes y aquí nos escondas tu fama y tu gloria en la tierra? ¿Qué es lo que decretas?

-¿Habré de erguirme sobre la tierra? ¿Cuál es mi destino? Yo soy menesteroso, mi corazón padece, tú eres apenas mi amigo en la tierra, aquí.

-¿Con qué he de irme? ¿Nada dejaré en pos de mí sobre la tierra? ¿Cómo ha de actuar mi corazón? ¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar sobre la tierra? Dejemos al menos flores. Dejemos al menos cantos.

-¿Eres tú verdadero, tienes raíz? Solo quien todas las cosas domina, el dador de la vida. ¿En esto verdad? ¿Acaso no lo es, como dicen? ¡Que nuestros corazones no tengan tormento!

-Sin violencia permanece y prospera en medio de sus libros y pinturas, existe la ciudad de Tenochtitlan.

-Allá en donde de algún modo se existe. ¡Ojalá pudiera yo seguir a los príncipes, llevarles nuestras flores! ¡Si yo pudiera hacer míos los hermosos cantos de Tezozomoctzin! Jamás perecerá tu nombre.

-Yo soy Nezahualcóyotl, soy el cantor, soy papagayo de gran cabeza. Toma ya tus flores y tu abanico ¡Con ellos ponte a bailar!

– Nadie puede estar acaso a su lado, tener éxito, reinar en la tierra. Solo tú alteras las cosas, como lo sabe nuestro corazón: nadie puede estar acaso a su lado, tener éxito, reinar en la Tierra.

-Resuena el canto, los cascabeles se hacen oír. A ellos responden nuestras sonajas floridas. Derrama flores, alegra el canto.

-Nos enloquece el dador de la vida, nos embriaga aquí. ¿Nadie puede estar acaso a su lado, tener éxito, reinar en la tierra?

-¿A dónde iremos, donde la muerte no existe? Más, ¿por esto viviré llorando? Que tu corazón se enderece: aquí nadie vivirá para siempre.

-Realidades preciosas hace llover, de ti proviene tu felicidad, ¡dador de la vida! Olorosas flores, flores preciosas, con ansía yo las deseaba, vana sabiduría tenía yo…

-Lo de esta vida es prestado, que en un instante lo hemos de dejar como otros lo han dejado.

-No acabarán mis flores, no cesarán mis cantos. Yo cantor los elevo, se reparten, se esparcen. Aun cuando las flores se marchitan y amarillecen, serán llevadas allá, al interior de la casa del ave de plumas de oro.

-Así somos, somos mortales, de cuatro en cuatro nosotros los hombres, todos habremos de irnos, todos habremos de morir en la tierra.

-¿Cómo ha de actuar mi corazón? ¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar sobre la tierra?

-Que no se angustie mi corazón. No reflexiones ya más. Verdaderamente apenas de mí mismo tengo compasión en la tierra.

-¡Vive en paz, pasa la vida en calma!

-Extiende tu compasión, estoy a tu lado, tú eres dios. ¿Acaso quieres darme la muerte? ¿Es verdad que nos alegramos, que vivimos sobre la tierra?