Angustia: síntomas, causas y tratamientos
La angustia es un estado afectivo que aparece como reacción ante un peligro desconocido o una impresión interpretada como peligrosa. Suele estar acompañado por un intenso malestar psicológico y ligeras alteraciones en el funcionamiento del organismo.
Los principales síntomas de la angustia son el incremento del ritmo cardíaco, los temblores, la sudoración excesiva, la sensación de opresión en el pecho y la falta de aire. Estas sensaciones van acompañados de una serie de pensamientos y un estado mental de tensión.
Las sensaciones referentes a la angustia y el estado psicológico generado suele aparecer de forma inesperada. Así mismo, puede transformarse en una psicopatología conocida como trastorno de angustia cuando se presenta de forma muy intensa y recurrente.
Las causas de la angustia pueden ser muy variadas; no existe un único factor que pueda provocar su aparición.
Diferencia entre angustia y miedo
A la hora de definir y delimitar la angustia, resulta importante diferenciarla del miedo.
El miedo es una emoción que aparece en momentos determinados. Normalmente, cuando la persona es expuesta a algún tipo de peligro que amenaza su integridad.
La angustia, en cambio, es un estado afectivo que se caracteriza por la generación de múltiples pensamientos y sensaciones acerca del daño o las cosas negativas que le pueden ocurrir a uno mismo.
A pesar de que en la angustia suele predominar la generación de sentimientos de miedo, ambos elementos hacen referencia a conceptos diferentes.
El miedo se caracteriza por hacer referencia a un objeto; es decir, es un sentimiento que aparece como respuesta a un estímulo determinado.
La angustia, en cambio, no se refiere a la reacción psico-fisiológica originada por un objeto específico, sino a un estado mental que conduce a la persona a preocuparse por una gran cantidad de elementos inespecíficos.
Síntomas
La angustia se caracteriza por la generación de síntomas de ansiedad. Las manifestaciones pueden variar en su intensidad dependiendo de cada caso, pero suelen resultar siempre desagradables para la persona que las experimenta.
La angustia afecta a las tres áreas de funcionamiento de las personas (funcionamiento fisiológico, cognición y conducta) y suele manifestarse a través de todas estas vías.
Funcionamiento físico
La angustia suele generar modificaciones importantes en el funcionamiento del organismo. Estas alteraciones se relacionan con un incremento de la actividad del sistema nervioso autónomo.
El incremento de actividad del sistema nervioso autónomo se produce como respuesta al temor o miedo percibido y a la respuesta del cerebro ante dicha amenaza.
El sistema nervioso autónomo se encarga de controlar y regular una gran cantidad de funciones del organismo. Por este motivo, cuando se incrementa su actividad suelen aparecer una serie de manifestaciones físicas. Las más típicas son:
- Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardiaca
- Sudoración
- Temblores o sacudidas
- Sensación de ahogo o falta de aliento
- Sensación de atragantarse
- Opresión o malestar torácico
- Náuseas o molestias abdominales
- Inestabilidad, mareo o desmayo.
- Sensación de entumecimiento u hormigueo)
- Escalofríos o sofocaciones.
Síntomas cognitivos
La angustia es considerada como una afección psicológica porque provoca principalmente la alteración del pensamiento y la cognición de la persona. Aparece como consecuencia de la generación de una serie de pensamientos angustiosos que modifican tanto el estado psicológico como el estado fisiológico del individuo.
Los pensamientos referentes a la angustia se caracterizan por ser precisamente angustiosos. Es decir, la angustia genera una serie de cogniciones relacionadas con el miedo, el temor y la expectativa de vivir y padecer cosas negativas para uno mismo.
El contenido específico del la cognición referente a la angustia puede variar en cada caso, pero siempre se caracterizan por ser altamente angustioso y relacionado con elementos negativos.
Así mismo, la angustia puede provocar la aparición de una serie de sensaciones relacionadas con el pensamiento, tales como:
- Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).
- Miedo a perder el control o volverse loco.
- Miedo a morir.
Síntomas conductuales
La angustia es una alteración que, aunque no lo hace en todos los casos, suele afectar al funcionamiento conductual de la persona. Suele ser habitual que tanto los pensamientos angustiosos como las sensaciones físicas que estos provoquen afecten de una forma u otra al comportamiento del individuo.
La afección comportamental de la angustia suele manifestarse especialmente en los casos más graves, y suele caracterizarse por la aparición de la parálisis conductual. La persona altamente angustiada puede llegar a paralizarse, sin poder realizar ninguno de los actos que quiere o pretende llevar a cabo.
En algunos casos la angustia también puede generar sensaciones altamente elevadas de escapar, estar solo o recibir contacto con alguien. Estas sensaciones aparecen como respuesta a la necesidad de adquirir tranquilidad y seguridad a través de un elemento concreto, y en la mayoría de casos modifica el patrón conductual normal del individuo.
En los casos de angustia extrema, la persona puede iniciar conductas de escape o huída de la situación en la que se encuentra para poder reducir sus sensaciones angustiosas.
Causas
Las causas de la angustia resultan muy variadas y dependen en cada caso de factores relativamente distintos. Así mismo, en ocasiones resulta complicado detectar una única causa de la alteración, ya que esta suele estar sujeta a la combinación de diferentes factores.
De forma general, la angustia es una reacción que aparece en situaciones donde el individuo se enfrenta a una situación difícil, o interpretada como complicada por la propia persona.
La angustia aparece cuando hay uno o varios elementos, ya sean psicológicos o físicos, que son interpretados como amenazantes para la persona. En estas ocasiones, el organismo reacciona de forma automática activando diferentes mecanismos de defensa.
Por otro lado, múltiples estudios postulan la presencia de factores genéticos en el desarrollo de la angustia. En este sentido, el trastorno de angustia presenta una elevada comorbilidad con otros trastornos.
Especialmente, los trastornos de angustia se relacionan muy estrechamente con la distima y la depresión mayor; cada cuatro sujetos con trastorno de angustia padecería también patologías del estado de ánimo.
Tratamiento
El tratamiento más eficaz para intervenir la angustia es la combinación de psicoterapia y farmacoterapia.
Por lo que respecta el tratamiento farmacológico, se suelen emplear medicamentos ansiolíticos. Los que parecen resultar más eficaces son las benzodiacepinas, y su administración permite una interrupción rápida de la sintomatología angustiosa.
En el tratamiento psicoterapéutico se suele utilizar el tratamiento cognitivo conductual. La intervención se centra en encontrar los factores psicológicos relacionados con la aparición de la angustia, y el entrenamiento en habilidades que permitan hacerle frente.
Referencias
- American Psychiatric Association. Diagnostic and statistical manual of mental disorders. 3rd ed.. Washington D.C.: American Psychiatric Association; 1987.
- Ballenger JC. In: Coryell W, Winokur G, editors. The Clinical Management of Anxiety Disorders. New York: Oxford University Press; 1991.
- Hamilton M. The assessment of anxiety states by rating. Br J Med Psychol 1959;32:50–5.