Cultura general

Teoría poligenista o poligenismo


La teoría poligenista o poligenismo defiende que la especie humana se divide en razas cuyo origen se debe a diferentes linajes. Se ha desarrollado para explicar el origen y la evolución del hombre.

Según el poligenismo, los homínidos que vivían en África salieron en una primera y, años después, los hombres evolucionados salieron en una segunda oleada de África y se encontraron con los habitantes de esas tierras.

Se trata de una teoría que riñe con la noción del pecado original defendido por la Iglesia católica. También se ha dicho que es una concepción del hombre que sirvió para justificar la esclavitud.

Teóricos partidarios del poligenismo

Ernst Haeckel, quien divulgó profusamente su interpretación de las ideas de Darwin entre los germano parlantes, era partidario del poligenismo argumentando que el ser humano era un género dividido en nueve especies separadas desde la aparición del habla.

Mientras que Carleton Coon, defensor de un poligenismo moderno, que cada raza humana evolucionó separadamente (hipótesis multirregional).

En todo caso, se trata de una creencia que no se ha consolidado suficiente como para generar consenso entre la comunidad científica.

Poligenismo y biología humana

Las primeras teorías que se difundieron sobre el origen del ser humano moderno, proponían que las razas remitían a especies biológicas distintas con poco o ningún flujo genético entre ellas.

Por ejemplo, el modelo multiregional, basado en el registro fósil, plantea que una evolución paralela de Homo erectus a Homo sapiens ocurrió después de la migración del Homo erectus de África (hace más de 800.000 años).

De acuerdo con el modelo de origen africano reciente (RAO), todas las poblaciones no africanas comparten un antepasado: el Homo sapiens, que evolucionó en África hace aproximadamente 200 mil años, y sustituyó a las poblaciones que encontró fuera de África (los neardentales, por ejemplo).

En efecto, las investigaciones en fenotipo, ADN mitocondrial (ADNmt) y del cromosoma Y, revelan que esa migración se originó desde África oriental.

Siendo que los seres humanos, como especie, comparten un ancestro y son genéticamente similares ¿qué base científicas sustentan la noción de razas? La respuesta parece encontrarse en el campo de la demografía.

Ocurre que el hombre no se aparea al azar; las posibilidades de aparearse son mayores entre seres que viven en la misma región geográfica y comparten el idioma.

Esto es así tanto por el proceso natural de deriva genética como por la tendencia de los seres humanos de aparearse con aquellos con quienes comparte ciertas características fenotípicas.

Existen estudios sobre la estructura de la población que investigan la varianza genética entre las poblaciones y se basan en la FST de Sewall Wright. Esta es una estadística cuyos resultados van desde cero (sin diferenciación) hasta uno (sin variación genética compartida).

Cuando los resultados reflejan un bajo valor de FST podría significar que existen ancestros comunes recientes o altos niveles de migración.

Muchos estudios revelan mayores niveles de variación genética en las poblaciones africanas que en las poblaciones no africanas; las poblaciones fuera de África sólo tienen una fracción de la diversidad genética que hay dentro de ella.

Hay que considerar que existen factores demográficos que inciden en el genoma: el tamaño y la estructura de la población, el efecto fundador y la adición.

La asociación no aleatoria de alelos se denomina desequilibrio de ligamiento (LD), y la ciencia se ha encontrado con que los africanos tienen menor LD que los eurasiáticos y que los americanos.

Eso podría explicar por qué, las poblaciones africanas ancestrales mantuvieron un tamaño de población efectivo mayor (Ne) y, en consecuencia, tuvieron más tiempo para recombinación y mutación para reducir su LD.

Más allá de esto y de las variaciones impuestas por la adaptación de los individuos a su entorno cercano (por ejemplo, la inmunidad a ciertas enfermedades o la variación de melanina que incide en el color de la piel), la correlación entre lo que popularmente se entiende como “raza”, y las variaciones físicas reales en la especie humana, es prácticamente nula.

Poligenismo y religión

Ante el monogenismo planteado por el Génesis cristiano (origen de la humanidad en una sola pareja), el poligenismo propone que la vida humana se formó en varios lugares de forma relativamente simultánea y que el nombre Adán, no se refiere a una sola persona sino que alude al colectivo “los hombres” y/o “la humanidad”.

Esta interpretación, herética hasta mediados del siglo XIX, se ha considerado como un intento por explicar científicamente, sin renunciar a la fe cristiana, las pocas generaciones humanas entre Adán y Eva y los humanos de hoy.

Esta duda planteada por Voltaire en 1756, encontró a algunos seguidores y la resistente oposición en la iglesia católica no solo por atentar contra uno de sus principales dogmas de fe, sino por encontrar evidencias históricas de una evolución biológica y cultural tan fluida que no puede ser restringida a algunas etapas unidas por transiciones. 

Poligenismo y derechos humanos

Siendo que el poligenismo también funcionó como una manera científica de justificar la esclavitud, los defensores de los derechos humanos no han ahorrado esfuerzos para refutarlo.

A mediados del siglo XX, el movimiento internacional en defensa de los derechos humanos se concentró en los experimentos biológicos enfocados en investigar sobre los tipos raciales y las jerarquías que implicaban.

En ese momento, las discusiones que se generaron en la comunidad científica hacían pensar en una disolución de la jerarquía entre las razas, aun cuando se seguía asumiendo la existencia de las mismas.

De hecho, hoy la biología molecular y la genética, siguen tratando de encontrar evidencias de la existencia de razas. La noción de razas sigue vigente y arraigada como categoría social en Occidente, tal vez por el hábito, para muchos reduccionista, de pensar en categorías.

Mientras que desde la medicina se dice que este tipo de clasificación permite desarrollar políticas públicas de salud más adecuadas, para otras ciencias contribuye con los esfuerzos por conocer la historia evolutiva de nuestra especie, pero para un activista de los derechos humanos genera estigmatización para ciertas poblaciones.

Referencias

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