Ansiedad

Podofobia: síntomas, causas, tratamientos


La podofobia es el miedo irracional a los pies, incluyendo sensaciones de asco, rechazo y repulsión. Los podófobos pueden sentir rechazo tanto por los pies ajenos como por los propios y tanto por los descuidados o con lesiones, como por los estéticos y bien cuidados.

Si bien para muchos los pies son partes erógenas del cuerpo, y para la mayoría son solo una parte más, para los podófobos el pie humano es signo de asco, miedo y rechazo. Es este un temor muy limitante, pues la persona no puede deshacerse de sus pies y su presencia genera una ansiedad fóbica constante.

Esta dificultad puede llevar a la persona con podofobia a descuidar sus propios pies, por temor o asco a tocarlos, lo que puede llevarlo a tener hongos, infecciones u otras afectaciones. Y, de forma extensiva, reduce la calidad de sus relaciones interpersonales, pues para quien no sufre la condición es difícil de entenderla.

Esta fobia es de tipo generalizada o, lo que es igual, su presencia es constante en la vida del individuo, pues el estímulo fóbico no desaparece jamás. La persona puede evitarlo, por ejemplo, usando medias incluso para bañarse y no asistir a sitios públicos, como playas, para no ver ningún pie, pero el objeto temido está allí presente siempre.

Síntomas de la podofobia

La podofobia, como cualquier otra fobia, se caracteriza por un temor acusado y persistente, que es excesivo e irracional y que ocurre ante la presencia, imagen o pensamientos asociados a pies humanos. Pero esta no es necesariamente la forma más común en que se experimenta esta fobia.

Es más común, en cambio, que la persona afectada sienta un profundo rechazo, repulsión o asco a ver pies de cualquier persona y en cualquier situación. Sin embargo, esta repulsión tiene las mismas cualidades de persistencia en el tiempo, exceso de afectación y dificultad o imposibilidad de eliminar la fobia por medio de la razón.

También es requerido que la persona sea capaz de acusar este temor y comprenderlo como excesivo e irracional. Es natural que casi cualquier persona sienta rechazo o asco ante pies feos, deformes o enfermos; pero el rechazo del podofóbico ocurre incluso con pies saludables y aseados y la repulsión es mayor a la normal ante pies enfermos.

La persona con podofobia también puede sentir disgusto por el hecho de que otros toquen sus pies o que los miren. Algunos de los signos físicos que se pueden sentir son dificultad para respirar, taquicardia, sudor, temblor, náuseas, mareos, entre otros. En algunos casos, la persona puede llegar a asociar la muerte o el morir con los pies.

La podofobia puede cursar con formas de fobia social, en tanto el individuo puede evitar situaciones sociales o salir al público para no exponerse a la posible vergüenza de que alguien evalúe sus pies de la misma manera que este lo hace. Así pues, las situaciones sociales podrían generarle altas cuotas de ansiedad e incluso ataques de pánico.

Esta fobia no es tan común en niños, pero cuando se presenta los indicadores son llanto, arcadas de vómito o vómito y altos niveles de frustración. Como en el caso de otras fobias, para que se pueda diagnosticar la podofobia en menores de 18 años, la misma debe haber estado activa en los últimos seis meses.

Por último, este cuadro ya descrito sobre la podofobia lleva al sujeto a experimentar un gran malestar, que es clínicamente significativo y reduce la calidad de su vida, de sus relaciones y de sus responsabilidades sociales, además de la posibilidad de sufrir enfermedades en los pies por el poco cuidado en los mismos.

Causas

La literatura acerca de fobias tan específicas como la podofobia es mínima, pero sobre sus causas se puede asumir que operan las mismas que en cualquier otra fobia. Algunas investigaciones aclaran que hay posibles identificadores de la fobia en los genes, pero no es una información conclusiva. Mayor utilidad aportan las causas psicológicas.

Es común que la podofobia tenga su origen en lecturas sobre enfermedades del pie, realizadas su juicio médico, que derivan en temores irracionales y que crecen a medida que las lecturas avanzan. También puede ser por sufrir o haber sufrido alguna enfermedad en los pies, que le deformen, causen dolor o alteren su piel u olor.

Es menos probable, en cambio, que pueda darse por un evento traumático, a menos que se trate de una causa desplazada que, por sus características, son difíciles de asociar al cuadro. Un ejemplo de evento traumático relacionado sería un adulto que recuerde haber sido pateado continuamente por un familiar o cuidador.

Sería más común, en cambio, que la fobia se desarrolle por aprendizaje o modelado, en tanto que en el hogar o núcleo familiar hay alguien con podofobia u otra fobia parecida, como bromidrofobia (miedo a los olores corporales), autodisomofobia (miedo a oler mal) o dermatofobia (miedo a las enfermedades de la piel).

Otra causa implicaría que la persona previamente tiene fobia social, y parte o la totalidad de la ansiedad social se deriva al rechazo por los propios pies, como excusa para evitar salir de casa y controlar el temor mayor. Esto podría verificarse realizando un análisis biográfico del paciente y su relación con sus miedos.

Sin embargo, hay que recordar que en la mayoría de los casos la persona no será capaz de recordar un solo evento o situación que explique su fobia. En su experiencia vital, la fobia parece haber estado desde siempre o su origen es incierto y la persona no puede precisarlo. Es ideal encontrar una causa, pero no es obligatorio para el tratamiento.

Diagnóstico diferencial

Se hará ahora un repaso breve sobre distintos tipos de fobia que guardan similitudes con la podofobia y que, como tal, pueden confundir tanto a quienes sufren sus síntomas como quienes tienen la responsabilidad de diagnosticarla. Ello, aunque en algunos casos pueden coexistir dos o más fobias distintas.

Dermatofobia

La dermatofobia, como ya se indicó, es el miedo a las enfermedades de la piel o incluso a la piel misma. Si bien, la persona con podofobia suele concentrar su temor a los pies en su parte visible, que es su piel, y puede temer las enfermedades de esta, la fobia se reduce solo a la piel del pie y no a ninguna otra.

Bromidrofobia

La bromidrofobia, que es el miedo a los olores del cuerpo, y la autodisomofobia, que es el miedo a oler mal, pueden tener como centro los olores del pie, pero también atienden a otros olores corporales. La persona con podofobia puede sentir repudio por los olores de sus pies, pero no le interesan o generan ansiedad otros olores de su cuerpo.

Chirofobia

La chirofobia es el miedo irracional a las manos. Salvo por que no se suele presentar asco o rechazo por las manos, es casi idéntica a la podofobia, salvo que en vez de temerse los pies se temen las manos. En estos casos, también evitarán usar o lavar las manos y las mantendrán cubiertas con guantes u otras prendas.

Ablutofobia

La ablutofobia es el miedo a bañarse, lavarse o limpiarse, mientras que la aigialofobia es el miedo a las playas o bañarse en estas. Si bien la persona con podofobia evitará en lo posible lavarse los pies o ir a lugares como la playa, no lo hace por temor a estos eventos, sino al temor o rechazo de ver sus pies o los de otros en estas situaciones.

Sexofobia

La sexofobia es el miedo irracional al sexo, la penetración, el orgasmo u otras formas de contacto sexual, pero también al ser vistos desnudos. La persona con podofobia puede evitar toda forma de contacto sexual aun sin temer a este, solo por evitar mostrar sus pies o ver otros.

Hafefobia

Dentro de esta misma línea, se encuentra la hafefobia, que es el miedo excesivo a tocar a otras personas o ser tocado. Pero este miedo suele no estar asociado a una parte específica del cuerpo o se refiere a ser tocado por alguien del sexo opuesto. Si bien el hafefóbico puede temer que se le toque el pie, teme ser tocado en otras partes.

Tratamiento de la podofobia

Es necesario hablar sobre el tratamiento de la podofobia, muy similar al de otras fobias. Por ejemplo, se sabe que la medicación contra la ansiedad puede ser útil, pero siempre se recomienda usarla tras probar la atención psicoterapéutica o, cuando menos, trabajar con ambas simultáneamente.

Entre las recomendaciones extraterapéuticas está el que la persona vuelva una rutina de su vida el recibir pedicuras, tanto para garantizar la salud y estética de sus pies, como para irse acostumbrando a exponerlos, verlos y cuidarlos. Este evento podría ayudar a que el sujeto vaya racionalizando de a poco su afección.

Se suele recomendar, también la hipnoterapia, la cual tiene una gran utilidad en ayudar a descubrir la o las causas del inicio de la fobia. Además, le permite a la persona exponerse al estímulo temido en un contexto menos hostil, lo cual le puede ayudar a verla en su correcta perspectiva.

Ya dentro de lo referido a la psicoterapia, la desensibilización sistemática se presenta como uno de los medios más efectivos para reducir los síntomas de ansiedad en poco tiempo. Pero se recomienda incorporar un modelo cognitivo también, para comprender los pensamientos inadecuados que han dado origen o que sostienen la fobia.

En tanto que una de las características de las fobias es que las mismas son irracionales, las distorsiones del pensamiento se mantienen con facilidad. Por ello, siempre es prudente procurarse la atención de un profesional si se sabe que se tiene una fobia y que la misma está reduciendo la calidad de vida o ya ha empezado a afectar las rutinas.

Referencias

1 APA (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5th Edition.