Imperio chino: origen, localización, características, dinastías
El Imperio chino fue la época histórica en la que China estuvo gobernada por un emperador. Este periodo se extendió desde el año 221 a. C. hasta el 1912 d. C., con pequeñas interrupciones debidas a guerras civiles o divisiones de su territorio en varios reinos.
Durante los siglos que China se organizó como un imperio gobernaron once dinastías. La primera fue la dinastía Qin, fundada por el primer emperador, mientras que la última fue la dinastía Qing. Aunque la mayoría fueron de origen chino, también existieron algunas que procedían de otros países, como la Yuan, procedente de Mongolia.
El emperador tenía poderes absolutos en una sociedad muy jerarquizada. El sistema administrativo fue cambiando con el tiempo, hasta implantarse el denominado sistema del examen imperial chino, que puede considerarse como un antecedente de las actuales pruebas para acceder al funcionariado.
La gran extensión de China supuso, y todavía lo hace, que existieran numerosas etnias, lenguas y tradiciones diferentes. La agricultura era la principal actividad económica, aunque con el paso de los siglos el comercio fue adquiriendo cada vez más importancia. En este ámbito destacó la Ruta de la Seda, que unía Asia con Europa.
Índice del artículo
- 1 Origen y división histórica
- 2 Localización
- 3 Características del Imperio chino
- 4 Forma de gobierno
- 5 Dinastías
- 6 Economía
- 7 Religión
- 8 Referencias
Origen y división histórica
Según la mitología de China su cultura apareció hace 5 000 años, con el Emperador Amarillo, Huang Di. Durante siglos, China había estado dividida en pequeños reinos, hasta que Qin Shi Huang luchó por unificar esos estados durante el periodo de los Reinos Combatientes.
Origen del Imperio chino
El reino de Qin, un estado del noroeste, había iniciado durante el siglo IV a. C. una serie de reformas administrativas y militares. Con el debilitamiento de la dinastía Zhou, que entonces controlaba un territorio bastante amplio, los Qin fueron conquistando diferentes estados hasta convertirse en el reino dominante dos siglos después.
El rey de Qin se proclamó Qin Shi Huangdi, primer emperador de su dinastía en el 221 a. C. Precisamente, el nombre de China proviene de la denominación de esta dinastía.
Con la colaboración de un ministro legalista, Li Si, el emperador fue centralizando administrativamente a los diferentes estados feudales que había conquistado. Igualmente, también trató de unificarlos culturalmente.
Imperio temprano
El periodo llamado imperio temprano comenzó son la mencionada unificación de China a manos de Qin Shi Huang, en el 221 a. C. El primer emperador acabó así con cinco siglos de guerras feudales en el oriente de la actual China.
Aunque la dinastía Qin gobernó por poco tiempo, las reformas introducidas fueron fundamentales para afianzar el imperio. Qin Shi Huang abolió el feudalismo e instauró una monarquía absoluta. Junto con su primer ministro, Li Si, dividió su territorio en 36 provincias.
Otra medida importante para consolidar el imperio fue la construcción de redes de comunicación entre las ciudades. De igual forma, el gobierno unificó el código de leyes y la escritura, además de estandarizar las unidades de todo tipo. Fue entonces cuando se inició la obra de ingeniería de la Gran Muralla.
Dinastía Han
La dinastía Qin fue derrotada en el año 206 a. C., año en que comenzaron los cuatro siglos de gobierno de la dinastía Han. Estos convirtieron al confucianismo en la ideología del Estado.
La etapa del imperio temprano concluyó en el 220 d. C., cuando el territorio imperial fue dividido durante el periodo de los Tres Reinos y, más adelante, durante una fase de desunión denominada las Seis Dinastías.
China vivió cuatrocientos años de guerra civil casi continua hasta que la dinastía Sui se impuso a sus rivales en el año 589.
Imperio medio
La reunificación de China por parte de la dinastía Sui, en el 589 d. C., fue el comienzo del periodo imperio medio. Los nuevos gobernantes cambiaron el sistema de elección de sus funcionarios e impulsaron un gran plan de obras públicas, entre las que destacó el Gran Canal.
Por otra parte, esta dinastía también reemplazó la estructura estatal e implementó un sistema llamado Tres Departamentos y Seis Ministerios. Este se mantuvo prácticamente sin cambios hasta 1911.
Dinastía Tang
Los Sui fueron derrocados por la dinastía Tang, que se mantuvo en el poder durante tres siglos, hasta el 907. Después de ese año, China pasó por unas décadas muy convulsas, conocidas como Cinco Dinastías y los Diez Reinos. Pueblos del norte aprovecharon la desunión del país para formar las Dinastías del Norte.
Dinastía Song
En el 960 d. C., la dinastía Song consiguió reunificar casi todo el territorio central de China. Este nuevo gobierno se caracterizó por los avances económicos, culturas y tecnológicos, así como por la aparición del neoconfucianismo.
El periodo de gobierno de la dinastía Song se prolongó hasta la conquista de China por parte del Imperio mongol, en 1279.
Imperio tardío
El último periodo fue el imperio tardío, que abarcó desde 1368 a 1912. Su comienzo se produjo cuando los mongoles perdieron su poder en China y finalizó con la conversión del país en una república. Las dinastías gobernantes fueron la Ming y la Qing, aunque algunos autores también añaden la Yuan.
El final de esta etapa se debió a las derrotas chinas frente a potencias extranjeras. El triunfo británico en las Guerras del Opio provocó una gran inestabilidad y los Qing se vieron obligados a realizar reformas.
La guerra sino-japonesa, que terminó en 1895, supuso que China perdiera el control de la península de Corea y de Taiwán, lo que aumentó el malestar de la población. En ese contexto, las fuerzas republicanas de Sun Yat-sen desencadenaron la Revolución de Xinhai, en 1911, que provocó el final del Imperio chino.
Localización
El tamaño del Imperio chino fue variando dependiendo de la época histórica. En algunas de ellas, tan solo abarcaba partes de la China actual, mientras que en otras incluía Mongolia, Japón, zonas de Rusia o la península de Corea.
La cultura china se desarrolló a lo largo de los dos grandes ríos del país: el Amarillo, por el norte; y el Yangtze, por el sur.
Con el tiempo, las distintas dinastías imperiales ampliaron el territorio hasta alcanzar una extensión de casi 11 millones y medio de Km², mayor incluso que la China actual.
Características del Imperio chino
La cultura china es una de las más antiguas del mundo y el hecho de contar con fuentes escritas sobre su historia desde hace miles de años ha permitido conocerla en profundidad.
El Imperio chino presentaba una gran variedad lingüística y cultural, ya que se formó mediante la unificación de distintos reinos.
Desde muy pronto, sus dirigentes intentaron unificar la cultura, un aspecto en el que tuvieron mucha importancia las doctrinas del confucionismo y del taoísmo.
Sociedad china
La sociedad china ha estado siempre muy unida a la práctica de la agricultura. Al igual que en otros aspectos, esta actividad se realizaba de acuerdo a las enseñanzas de Confucio, un filósofo que vivió entre los siglos V y VI a. C.
Por otra parte, su estructura era muy jerarquizada, con cuatro grandes estratos sociales. En la cúspide se encontraba el emperador y su corte, a los que seguían los funcionarios estatales y los propietarios de tierras.
Los militares se encontraban también entre las clases privilegiadas de la sociedad, especialmente los de alto rango.
Los campesinos eran la base de la pirámide social y debían obediencia a los terratenientes. Por debajo de ellos solo se encontraban los esclavos.
Arquitectura
Una de las características más importantes de la arquitectura imperial china era la distribución de los espacios en unidades rectangulares que se unían hasta formar un todo. El resultado fue la construcción de templos con una imagen exterior espectacular y dinámica, como era el caso de las pagodas.
Los materiales más utilizados eran el adobe y la madera. Esta última era usaba para las vigas y los pilares, mientras que el adobe se destinaba a los muros.
Entre las construcciones más espectaculares construidas durante el Imperio chino destacan la Ciudad Prohibida de Pekín y la Gran Muralla.
Arte
El arte chino no solo se limitó a la arquitectura, sino que también tuvo un gran desarrollo en la cerámica, la pintura o la escultura. Según los expertos, aunque existieron diferencias según la dinastía reinante, su evolución fue más ordenada y uniforme que en Europa.
Algunos tipos de arte, como la porcelana, la papiroflexia o la acuarela nacieron en China y después se extendieron por el resto del mundo.
Escritura y literatura
Como se ha señalado, los registros escritos chinos más antiguos provienen de hace 5 000 años. Relacionado con esto, los chinos desarrollaron la caligrafía casi como un arte popular. Su forma de escritura está basada en un sistema de pictogramas e ideogramas con los que se forman conceptos completos.
La literatura, por su parte, jugó también un papel importante en el Imperio chino. La poesía, por ejemplo, era escrita en el siglo XI a. C. en trozos de madera o bambú. La xilografía permitió a los chinos crear una especie de imprenta unos 600 años de que se inventara en Europa. Fueron ellos, además, quienes inventaron el papel.
Forma de gobierno
La forma de gobierno durante esta larga etapa histórica fue el imperio. Este llegó cuando Qin shi Huang impuso un sistema de monarquía absoluta tras abolir el feudalismo. Asesorado por su primer ministro, Li Si, dividió el territorio en 36 provincias, cada una regida por tres gobernadores.
El gobierno de la dinastía Qin estaba basado en un sistema llamado Tres Señores y Nueve Ministros. Los primeros eran tres altos funcionario, mientras que el segundo organismo estaba formado por los ministros más importantes del gobierno central.
Examen imperial chino
Ya en el 606, la dinastía Sui introdujo en el país el sistema de examen imperial, que continuó vigente hasta 1905. Este sistema consistía en unas pruebas para elegir a los más válidos entre los candidatos a funcionarios.
Pasar el examen y ocupar uno de los puestos funcionariales era la manera más rápida de ascender en la escala social, por lo que se convirtió en un objetivo para las clases más cultas.
Tres departamentos y seis ministerios
Por otra parte, la dinastía Sui también cambió la estructura estatal por la de los Tres Departamentos y Seis Ministerios, vigente casi sin cambios hasta 1911.
Los tres departamentos que componían el sistema eran el Secretariado, un órgano político que proponía reformas y los decretos imperiales; la Cancillería, que funcionaba como un consejo que verificaba que las leyes no iban en contra de la situación el Imperio; y el departamento de Asuntos de Estado, encargado de aplicar los decretos aprobados.
Al frente de estos departamentos estaba el emperador, ante el que sus directores debían rendir cuentas.
Dinastías
Los documentos escritos de la época han permitido conocer las dinastías reinantes durante los primeros tiempos del Imperio chino.
La dinastía Qing
Aunque su reinado fue muy breve, entre el 221 a. C. al 206 a. C., esta dinastía fue la creadora del imperio cuando unificó a los diversos estados existentes hasta entonces.
El primer emperador de esa China unificada fue Shi Huang, quien centralizó el poder y dividió el país en distritos. Para que estuvieran bien comunicados, ordenó construir una red de caminos, puestos y canales por todo el imperio.
Igualmente, bajo su mandato se comenzó a construir una gran muralla al norte del territorio con fines defensivos.
Este primer gobernante dio orden de destruir todos los libros existentes excepto los que trataran de medicina, farmacia y otras materias que consideró de utilidad.
Dinastía Han
El hijo y heredero del primer emperador fue un gobernante débil que se ganó pronto la animadversión de la población. Liu Bang, un líder campesino, encabezó una revuelta que derrocó al monarca.
La dinastía que subió al trono fue la Han, la más larga de todo el periodo imperial (206 a. C. – 220 d. C.). En total, esta dinastía estuvo compuesta por 15 emperadores.
Los 400 años de dominio Han marcaron la historia del país. Entre otros aspectos, extendieron las fronteras del imperio hasta llegar a las zonas sureñas de la China actual.
Los han también fueron los responsables del inicio del comercio con occidente a través de la Ruta de la Seda. Otro de sus logros fue la invención del papel.
En este periodo se restableció el confucianismo, así como las enseñanzas clásicas chinas que los Qin habían rechazado.
Dinastía Sui
La caída de la dinastía Han provocó que China entrara en una época convulsa que provocó la disgregación del imperio. Esta situación se prolongó durante tres siglos, hasta que en el 581 d. C., la dinastía Sui logró reunificar el país.
La dinastía Sui reinó hasta 618 y fue la responsable de reconstruir y ampliar la Gran Muralla y los canales.
Entre sus obras principales destacó el Gran Canal, que unía el Huang He con los ríos del sur. Gracias a esta infraestructura, mejoró el transporte de arroz y de alimento desde la zona meridional hacia el norte.
Dinastía Tang
En el 618 d. C., una nueva dinastía, la Tang, accedió al trono del imperio. Su etapa en el gobierno se prolongó durante casi 300 años, que se convirtieron en una auténtica Edad de Oro para el país.
La capital en esos momentos, Changan, se convirtió en la ciudad más grande del mundo, con más de un millón de habitantes. Procedente de la India llegó una nueva religión, el budismo, que se extendió con rapidez por todo el país. Los Tang, además, impulsaron las artes, la impresión con prensa de madera y la poesía.
Las fronteras siguieron ampliándose y aumentó el comercio por la Ruta de la Seda. Los chinos enviaban a Europa seda, porcelana y papel, mientras recibían metales preciosos o lana.
En el 868 una rebelión militar estalló en el país. Trece años después, los rebeldes tomaron la capital y los gobernadores de las distintas provincias proclamaron la independencia. El último emperador de la dinastía Tang fue depuesto en el 907.
Dinastía Song
La dinastía Song llegó al poder en el 960, aunque dividida en dos ramas diferentes: la del norte y la del sur. Sus monarcas destacaron por su apoyo a la cultura y a la ciencia.
Esta etapa abarcó hasta el año 1279 y estuvo marcada por épocas de lucha que interrumpían largos periodos de paz. Fue entonces cuando los pueblos de las estepas comenzaron a amenazar las fronteras chinas.
Dinastía Yuan
En 1206, Genghis Khan había fundado el Imperio mongol tras unificar a las tribus de la región. Enseguida organizó una campaña militar para extender sus dominios.
El nieto de Genghis Khan, Kublai, conquistó China en la década de los 70 del siglo XIII e instauró la primera dinastía extranjera en el imperio: la Yuan. Una de sus primeras decisiones fue trasladar la capital a Dadu, la actual Pekín.
La dinastía mongol estuvo en el poder entre 1279 y 1368, un periodo marcado por el gran desarrollo tecnológico. Además, el comercio siguió aumentando y fue entonces, por ejemplo, cuando el comerciante veneciano Marco Polo llegó a China desde Venecia.
Dinastía Ming
Con la dinastía Yuan muy debilitada, el caudillo Zhu Yuanzhang encabezó una rebelión que consiguió derrocarla en 1368. Tras su victoria, se instaló en el poder y fundó su propia dinastía, la Ming (1368 – 1644).
Su hijo, Shu Di, fue quien ordenó construir la Ciudad Prohibida y convirtió a Pekín en la capital oficial del imperio.
En esos momentos, China era considerada como el país más avanzado del mundo. Durante la dinastía Ming se vivió un gran renacimiento cultural, las artes se desarrollaron y la porcelana alcanzó su mejor momento. Los comerciantes chinos recorrieron el Índico y alcanzaron, incluso, el continente africano.
Por otra parte, el ejército se fortaleció hasta contar con un millón de efectivos. Las minas del país producían más de 100 mil toneladas de hierro anuales y se comenzaron a comercializar los primeros libros.
Dinastía Qing
La última dinastía imperial era también de origen extranjero. En este caso, fueron los manchúes del noreste de China quienes conquistaron el poder en 1644.
En este periodo, que duró hasta 1911, destacaron dos emperadores: Kangxi y Qianlong. Los historiadores afirman que sus mandatos supusieron dos etapas de prosperidad en todos los ámbitos.
Los Qing continuaron aumentando el territorio del imperio. Así, conquistaron Taiwan, Tibet y el Turkestán oriental, con lo que se fijaron las fronteras de la última etapa del imperio.
A pesar de los periodos de brillantez, el final de la dinastía Qing fue nefasto para el país. Sus enfrentamientos con las potencias occidentales y con Japón acabaron en derrota y el antaño todopoderoso Imperio chino quedó convertido en un estado semicolonial.
Economía
Durante su larga historia, el Imperio chino pasó por épocas de gran esplendor comercial y financiero. Estos momentos coincidieron con los periodos de paz y de gestión centralizada.
Por otra parte, la situación económica estuvo muy relacionada con la caída de las diferentes dinastías. Así, cuando los rendimientos de su agricultura eran insuficientes, las autoridades y los terratenientes veían su poder debilitado y tenían que afrontar revueltas que acababan derrocándolos.
La agricultura era la actividad económica más importante del imperio. La producción estaba destinada a abastecer todas las necesidades de la población y los cultivos más habituales eran los de arroz, caña de azúcar, cebada y trigo. Otra actividad fundamental era la minería, ya que el territorio era rico en hierro, plomo, cobre y oro.
Los primeros emperadores, además, trataron de unificar el vasto territorio también en cuestiones económicas para impulsar el comercio. Entre otras medidas, acuñaron monedas y estandarizaron la medición de pesos.
Agricultura
Durante siglos fue muy común que la tierra se dividiera en unidades cuadradas. Estas, a su vez, se parcelaban en forma de triángulo hasta que quedaban 9 partes iguales. Las parcelas exteriores eran trabajadas por los campesinos y la restante lo era colectivamente y lo obtenido se entregaba al terrateniente.
Como se ha señalado, los cultivos más habituales eran los cebada, trigo y arroz. Gracias a la fertilidad del terreno, el Imperio chino obtenía alimentos para su población.
Conforme el desarrollo tecnológico avanzaba, los chinos incorporaron nuevas técnicas, como el arado de hierro o el regadío. El aumento de la producción permitió que los excedentes se utilizaran para el comercio.
Concepto de moneda
Según los expertos, los chinos fueron los pioneros en usar el concepto de moneda. En un primer momento, utilizaban conchas, pero con el tiempo comenzaron a intercambiar objetos metálicos que, para que fuera más cómodo, fueron reduciendo su tamaño hasta parecerse a las monedas que hoy se conocen.
Durante la dinastía Song del norte (960 – 1127) se creó el papel moneda más antiguo del mundo, el Jiaozi. Con el desarrollo de la economía, del comercio y la demanda de divisas, los comerciantes necesitaban una especie de moneda que pudieran llevar encima con facilidad y la solución fue ese papel moneda.
Ruta de la Seda
Aunque no fue la única ruta comercial existente en el Imperio chino, la Ruta de la Seda fue fundamental para su economía.
Esta ruta tenía más de 4 000 millas de largo y unía China con Europa. Por ella se transportaban alimentos, oro, plata, especias y el producto que le daba su nombre, la seda, muy demandada en algunos países europeos como objeto de lujo.
Religión
La religión durante el Imperio chino era politeísta, animista y chamánica. Sus raíces se encontraban en el confucianismo, el taoísmo y el budismo. Esas tres doctrinas no son excluyentes y la población seguía los aspectos de cada una que más les convencían.
Algunos aspectos que eran habituales en esa religión eran el culto a los astros, a los antepasados y a los “ocho inmortales”, las ocho deidades primarias.
Confucianismo
Esta doctrina, creada por Confucio, tiene más de filosofía que de religión. Su doctrina está compuesta por una serie de normas y principios morales para vivir en comunión con la comunidad.
El hombre, según Confucio, no tiene que quedarse solo con lo que ve, sino que debe profundizar para encontrar la belleza que existe en todo lo que existe. Además, anima a que las experiencias vividas sirvan como enseñanza.
Taoísmo
El taoísmo apareció como una filosofía que se inspiraba en las primeras religiones que existían en China y que, en general, rendían culto a los ancestros y a la naturaleza.
Se trata de una religión sin normas definidas ni ceremonias. Para su creador, Lao Tse, el ser humano solo debe seguir el tao y dejarse llevar por el ritmo natural de las cosas.
Budismo
Aunque procedía de la India, el budismo se convirtió en la religión con más seguidores de China tras su llegada al país hace unos 2 000 años.
En esos momentos estaba reinando un emperador de la dinastía Han que decidió enviar a funcionarios a la India para recoger textos budistas con el objeto de estudiarlos. Con el tiempo, se construyeron numerosos templos de esta religión por todo el país.
Referencias
- Marino, Alejo. Antiguo Imperio Chino (221 aC – 1912 dC). Obtenido de historiando.org
- Ruiz, Gonzalo. Las dinastías de China. Obtenido de sobrehistoria.com
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