Las 75 mejores frases de Sor Juana Inés de la Cruz
Te dejo las mejores frases de Sor Juana Inés de la Cruz, conocida como Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, una brillante mujer desde joven, nacida en la Nueva España (México colonial).
Fue una mujer que, oprimida por la sociedad de la época, se convirtió en religiosa para tener acceso a educación, para posteriormente convertirse en una de las exponentes en la poesía y literatura más prominentes del Siglo de Oro. Te pueden interesar también estas frases de grandes escritores.
-No estudio por saber más, sino por ignorar menos.
-Sin claridad no hay voz de sabiduría.
-Hay muchos que estudian para ignorar.
-Hasta el saber cansa cuando es saber por oficio.
-En un amante no hay risa que no se altere con llanto.
-Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis.
-Triunfante quiero ver al que me mata; y mato a quien me quiere ver triunfante.
-El saber consiste solo en elegir lo más sano.
-Quien oye y aprende, es mucha razón que atienda y calle.
-La más brillante de las apariencias puede cubrir las más vulgares realidades.
-Con entendimiento se suple todo.
-Así como ninguno quiere ser menos que otro, así ninguno confiesa: porque es consecuencia del ser más.
-Siento una grave agonía por lograr un devaneo, que empieza como deseo y para en melancolía.
-Este amoroso tormento que en mi corazón se ve, sé que lo siento, y no sé la causa por qué lo siento.
-Todos aquellos que se eligen por algún medio para algún fin, se tienen por de menor aprecios que el fin a que se dirigen.
-Perfeccionad vos la obra con nuestro amor infinito, para que el fin de su vida no desdiga del principio.
-De la más fragante rosa nació la abeja más bella, a quien el limpio rocío dio purísima materia.
-Teniendo por mejor en mis verdades consumir vanidades de la vida que consumir la vida en vanidades.
-Con poca causa ofendida, suelo, en mitad de mi amor, negar un leve favor a quien le diera la vida.
-Que te vean mis ojos, pues eres lumbre de ellos, y solo para ti quiero tenerlos.
-El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa.
-El que de amor adolece, de él divino ser tocado.
-De ver que odio y amor te tengo, infiero que ninguno estar puede en sumo grado, pues no le puede el odio haber ganado sin haberle perdido amor primero.
-Pero yo por mejor partido escojo de quien no quiero, ser violento empleo, que de quien no me quiere, vil despojo.
-Amor empieza por desasosiego, solicitud, ardores y desvelos; crece con riesgos, lances y recelos; susténtase de llantos y de ruego.
-Amor, que mis intentos ayudaba, venció lo que imposible parecía: pues entre el llanto, que el dolor vertía, el corazón deshecho destilaba.
-¡Cuán altiva en tu pompa, presumida, soberbia, el riesgo de morir desdeñas; y luego, desmayada y encogida, de tu caduco ser das mustias señas!
-Siento mal del mismo bien con receloso temor, y me obliga el mismo amor tal vez a mostrar desdén.
-Y así, amor, en vano intenta tu esfuerzo loco ofenderme: pues podré decir, al verme expirar sin entregarme, que conseguiste matarme mas no pudiste vencerme.
-Y aunque es la virtud tan fuerte, temo que tal vez la venzan. Que es muy grande la costumbre y está la virtud muy tierna.
-Mas sin duda es invencible del amor la fortaleza.
-Constante adoro a quien mi amor maltrata; maltrato a quien mi amor busca constante.
-Si con ansia sin igual solicitáis su desdén, por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal.
-Nunca hallo gusto cumplido, porque entre alivio y dolor hallo culpa en el amor y disculpa en el olvido.
-¿Cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga, la que peca por la paga, o el que paga por pecar?
-Si al imán de tus gracias, atractivo, sirve mi pecho de obediente acero, ¿para qué me enamoras lisonjero, si has de burlarme luego fugitivo?
-En perseguirme, mundo, ¿qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuando solo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas?
-Es compuesta de flores maravilla, divina protectora americana, que a hacerse pasa rosa mexicana, apareciendo rosa de Castilla.
-Todo el mundo es opiniones de pareceres tan varios, que lo que el uno que es negro el otro prueba que es blanco.
-Para todo se halla prueba y razón en qué fundarlo; y no hay razón para nada, de haber razón para tanto.
-Era una pasión por la mirada, y en su mirada estaban los ojos antes del tiempo; dice su padre que el tiempo es melancolía, y cuando se para lo llamamos eternidad.
-Detente, sombra de mi bien esquivo, imagen del hechizo que más quiero, bella ilusión por quien alegre muero, dulce ficción por quien penosa vivo.
-Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba, como en tu rostro y en tus acciones veía que con palabras no te persuadía, que el corazón que me vieses deseaba.
-Salgan signos a la boca de lo que el corazón arde, que nadie, nadie creerá el incendio si el humo no da señales.
-Yo no estimo tesoros ni riquezas, y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi entendimiento que no mi entendimiento en las riquezas.
-Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.
-Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito.
-Yo no puedo tenerte ni dejarte, ni sé por qué, al dejarte o al tenerte, se encuentra un no sé qué para quererte y muchos sí sé qué para olvidarte.
-En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía.
-Al que ingrato me deja, busco amante; al que amante me sigue, dejo ingrato.
-Yo no dudo, Lisarda, que te quiero, aunque sé que me tienes agraviado; mas estoy tan amante y tan airado, que afectos que distingo no prefiero.
-¡Con qué, con docta muerte y necia vida, viviendo engañas y muriendo enseñas!
-¿Pues para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis.
-Yo nunca he escrito cosa alguna por mi voluntad, sino por ruegos y preceptos ajenos, de tal manera que no me acuerdo haber escrito por mi gusto si no es un papelillo que llaman “el sueño”.
-Si daros gusto me ordena la obligación, es injusto que por daros a vos gusto haya yo de tener pena.
-Dime vencedor rapaz, vencido de mi constancia, ¿qué ha sacado tu arrogancia de alterar mi firme paz?
-Que aunque dejas burlado el lazo estrecho que tu forma fantástica ceñía, poco importa burlar brazos y pecho si te labra prisión mi fantasía.
-¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no está claro?
-También es vicio el saber, que si no se va atajando, cuando menos se conoce es más nocivo el estrago.
-Cuando mi error y tu vileza veo, contemplo, Silvio, de mi amor errado, cuán grave es la malicia del pecado, cuán violenta la fuerza de un deseo.
-Si es mío mi entendimiento, ¿por qué siempre he de encontrarlo tan torpe para el alivio, tan agudo para el daño?
-Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas, las queréis hallar muy buenas.
-¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada, la que cae de rogada, o el que ruega de caído?
-Solo los celos ignoran fábricas de fingimientos, que como son locos, tienen propiedad de verdaderos.
-Al que trató de amor hallo diamante; y soy diamante al que de amor me trata; si a este pago, padece mi deseo; si ruego aquel, mi pundonor enojo; de entrambos modos infeliz me veo.
-Estos versos, lector mío, que a tu deleite consagro, y solo tienen de buenos conocer yo que son malos, ni disputártelos quiero, ni quiero recomendarlos, porque eso fuera querer hacer de ellos mucho caso.
-Yo bien quisiera, cuando llego a verte, viendo mi infame amor poder negarlo; mas luego la razón justa me advierte que solo me remedia en publicarlo; porque del gran delito de quererte solo es bastante pena confesarlo.
-Rosa divina que en gentil cultura eres con tu fragante sutileza, magisterio purpúreo en la belleza, enseñanza nevada a la hermosura; amago de la humana arquitectura, ejemplo de la vana gentileza en cuyo ser unió naturaleza la cuna alegre y triste sepultura.
-Siempre tan necios andáis que con desigual nivel a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata ofende y la que es fácil enfada?
-Hijo y madre, en tan divinas peregrinas competencias, ninguno queda deudor y ambos obligados quedan. Pues si por eso es el llanto, llore Jesús, enhorabuena, que lo que expende en rocío cobrará después en néctar.
-Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo que adelante fueren, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido.
-Baste ya de rigores, mi bien, baste, no te atormenten más celos tiranos, ni el vil recelo tu quietud contraste con sombras necias, con indicios vanos: pues ya en líquido humor viste y tocaste mi corazón deshecho entre tus manos.
-Y si piensas que el alma que te quiso ha de estar siempre a tu afición ligada, de tu satisfacción vana te aviso. Si el amor al odio ha dado entrada, el que bajó de sumo a ser remiso de lo remiso pasará a ser nada.
-Siento un anhelo tirano por la ocasión a que aspiro, y cuando cerca la miro yo misma aparto la mano. Porque si acaso se ofrece, después de tanto desvelo, la desazona el recelo o el susto la desvanece.
-En dos partes dividida tengo el alma en confusión: una, esclava a la pasión, y otra, a la razón medida. Guerra civil, encendida, aflige el pecho importuna quiere vencer a cada una, y entre fortunas tan varias morirán ambas contrarias, pero vencerá ninguna.