Historia

Sociedad romana: clases sociales y sus características


La sociedad romana estaba dividida entre ciudadanos y no ciudadanos, categorías que a su vez estaban compuestas por varias clases sociales que seguían un orden jerárquico. Esta estructura sufrió varios cambios dependiendo del periodo histórico, aunque siempre siguiendo unos patrones comunes.

La civilización romana fue una de las más importantes de la historia de la humanidad. En su etapa de mayor esplendor alcanzó una extensión territorial que cubría casi toda Europa. Durante los siglos que duró su dominio pasó por varias etapas, desde la monarquía hasta el imperio, pasando por la república oligárquica.

Las clases sociales existentes eran cinco. Los patricios y plebeyos tenían la consideración de ciudadanos, mientras que esclavos y libertos conformaban la clase de los no ciudadanos. Durante la historia de Roma fueron frecuentes las tensiones entre patricios y plebeyos, además de producirse algunas rebeliones protagonizadas por los esclavos.

Además de estas clases sociales cabe destacar la importancia del ejército, especialmente durante el periodo en el que los patricios entraron en decadencia. Por otra parte, la situación legal de las mujeres las colocaba en una situación menos ventajosas respecto a los hombres, aunque también existían entre ellas diferencias según su clase social.

Índice del artículo

Clases sociales de la sociedad romana

– Ciudadanos

La clase social compuesta por los ciudadanos incluía en su interior a dos grupos de población diferentes: los patricios y los plebeyos.

Patricios

Los patricios eran los descendientes de las primeras familiar romanas. Todas ellas afirmaban descender de un “pater”, un antepasado más o menos divinizado.

Las familias que compartían el pater conformaban un gens, llevaban el mismo apellido y practicaban el mismo culto.

Los miembros de esta clase tenían todos los privilegios, tanto políticos como económicos, pasando por los culturales y los judiciales. Eran, por lo tanto, ciudadanos con todos los derechos.

Entre sus privilegios se encontraban la posibilidad de ocupar puestos como magistrados, así como cargos en el senado o en el consejo del emperador, según la época.

Con el tiempo, la presión de una parte de la clase plebeya provocó que los patricios fueran perdiendo fuerza. Así, por ejemplo, dejaron de tener la exclusividad de ocupar los puestos importante del ejército y los plebeyos comenzaron a ejercer esos cargos.

Plebeyos

Los plebeyos formaban la clase más numerosa dentro de la sociedad romana. Al contrario del origen aristocrático de los patricios, los plebeyos procedían de algunos pueblos conquistados por Roma o eran descendientes de inmigrantes. Esto hacía que no tuvieran derechos.

Esta situación fue cambiando durante la historia de Roma. Los plebeyos comenzaron a luchar para conseguir derechos legales, algo que se vio favorecido por su participación en el ejército. El resultado fue la concesión de derechos cívicos, como la ciudadanía romana.

Igualmente, se les reconoció la posibilidad de elegir representantes y de tener sus propias instituciones políticas.

Tras el fin de la monarquía, sobre el 509 a. C., los plebeyos comenzaron a reclamar nuevos derechos. En el 302 a. C, lograron acceder a la magistratura.

Estos reconocimientos, sin embargo, no significaron que la sociedad romana se democratizara. En lugar de eso, surgió un nuevo orden aristocrático, como una estructura social más compleja e, incluso, más desigual.

Los clientes

Además de las dos clases principales de ciudadanos, en Roma existía una tercera con una consideración especial. Se trataba de los clientes, que, aunque plebeyos y ciudadanos libres, no tenían ningún tipo de recursos propios.

Esto les llevaba a ponerse voluntariamente al servicio de algún patrón, una persona rica que lo protegiera.

En un primer momento, la clientela suponía una relación estrecha entre el cliente y el patrón, pero la llegada del imperio las transformó hasta convertirla en una relación diferente. A partir de ese momento, el cliente se convirtió en una figura decorativa, con escaso sueldo y, frecuentemente, maltratada.

Evolución histórica

Las diferencias entre patricios y plebeyos comenzaron a reducirse a partir del siglo III a. C. En su lugar apareció un nuevo esquema basado en la riqueza, en la condición política y en sus relaciones familiares, entre otros factores.

Este nuevo esquema significó que la nobleza de sangre comenzara a perder importancia ante la nobleza de los cargos públicos, el llamado ordo senatorial, y ante la nobleza del dinero, el ordo equester.

El primer grupo, el ordo senatorial, estaba formado por los patricios y los plebeyos más adinerados. Eran ellos quienes podían acceder a los cargos púbicos y, en consecuencia, ganaron poder económico y político.

Por otra parte, el ordo equester estuvo formado por una especie de burguesía enriquecida gracias a sus actividades económicas. Políticamente estaban subordinados a los anteriores, pero sus riquezas les otorgaban ciertos privilegios.

– No ciudadanos

Esclavos

Para los romanos, los esclavos no tenían consideración de seres humanos. Era, en la práctica, objetos sin derechos que pertenecían a sus dueños, que incluso podían matarlos sin ningún tipo de repercusión legal.

Los esclavos realizaban los trabajos más duros y su situación llegó a ser tan precario que el imperio se vio obligado a legislar en contra del maltrato que sufrían. Según los historiadores, en esa época había unos 300 000 esclavos en Roma y algunas de las familias más ricas poseían hasta 1 000.

El esclavismo en Roma no estaba vinculado a la raza, sino que cualquiera podía sufrirlo. Aunque la mayoría eran prisioneros de guerra, los delincuentes o los miembros de las clases más bajas podían convertirse en esclavos por determinadas razones.

Además de los esclavos en manos privadas, los servi privati, también el estado poseía los suyos, los servi publici. Estos estaban destinados a ejercer de bomberos, remeros o a ser ayudantes de cargos religiosos o magistrados.

Libertos

Algunos esclavos podían llegar a ser liberados por algunos motivos. En ocasiones, eran los dueños quienes los liberaban y, en otros casos, el propio esclavo compraba su libertad.

Estos esclavos liberados conformaban la clase de los libertos. Sus derechos estaban limitados y debían guardar a sus antiguos dueños fidelidad y respeto.

La mujer en la Antigua Roma

Aunque no eran una clase social propiamente dicha, las leyes vigentes hacían que las mujeres formaran una especie de condición social diferente. Sus derechos, no obstante, también dependían de la familia en la que hubieran nacido.

Las mujeres nacidas dentro de una familia de ciudadanos sí tenían esa consideración, aunque no con los mismos derechos que los varones. Así, no les estaba permitido votar ni presentarse a juicios. Además, para ellas la emancipación suponía un estricto procedimiento legal.

Estas mujeres, al igual que las nacidas en otras clases sociales, estaban bajo la autoridad del cabeza de familia, ya fuera su padre o su marido.

Por otra parte, las libertas podían ejercer algunas tareas profesionales o, incluso, poseer sus propios negocios.

Por último, las esclavas no tenían más salida que dedicarse a las labores manuales o a la prostitución.

Referencias

  1. Sobre historia. Las clases sociales en el Imperio romano: patricios, plebeyos nobles y  plebeyos caballeros. Obtenido de sobrehistoria.com
  2. La Información. Cómo era la sociedad romana. Obtenido de lainformacion.com
  3. Gallego Hidalgo, José Antonio. Clases y estamentos sociales. Recuperado de uned-historia.es
  4. Ducksters. Ancient Rome. Plebeians and Patricians. Obtenido de ducksters.com
  5. Mark, Joshua J. Ancient Roman Society. Obtenido de ancient.eu
  6. McIntosh, Matthew A. The Social Structure and Culture of Ancient Rome. Obtenido de brewminate.com
  7. Hope, Valerie. Social Pecking Order in the Roman World. Obtenido de bbc.co.uk