Lengua y literatura

Santa Teresa de Jesús: quién fue, biografía y obras


¿Quién fue santa Teresa de Jesús?

Santa Teresa de Jesús (1515-1582), también conocida como Teresa de Ávila, fue una religiosa y escritora española que vivió durante el siglo XVI. Se le considera una de las teóricas más importantes del misticismo cristiano.

Santa Teresa fundó la orden de carmelitas descalzos, ramificación de la orden de Nuestra Señora del monte Carmelo, que propugna la oración en recogimiento y la vida sencilla en la pobreza, a la manera de los ermitaños que le rendían devoción a la Virgen del Monte Carmelo.

Fundó un total de 17 conventos en toda España. Sus obras escritas y su doctrina religiosa están inspiradas en visiones místicas que tuvo durante buena parte de su vida.

Fue canonizada en 1622 y nombrada doctora de la Iglesia católica por el papa Pablo VI en 1970, siendo la primera mujer en recibir esta distinción, junto con Catalina de Siena.

Biografía de santa Teresa de Jesús

Nacimiento, infancia y educación

Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada nació en Gotarrendura, provincia de Ávila, España, el 28 de marzo de 1515. Sus padres fueron Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila de Ahumada, ambos nobles católicos judeoconversos. 

Desde su infancia se aficionó a las lecturas de la biblioteca familiar, en la que encontró libros de caballerías, romanceros y otras poesías populares, así como vidas de santos.

Según relató la misma Teresa en Vida de santa Teresa de Jesús, estas lecturas dejaron huella en su imaginación y la llevaron a fugarse junto a su hermano Rodrigo hacia la “tierra de los moros”, con el fin de convertirse en mártires cristianos, intento que frustró un tío, quien los llevó de vuelta a la casa familiar. 

Muerte de su madre

En 1528, a los 13 años, falleció su madre. A partir de entonces se consideró a sí misma hija adoptiva de la Virgen María. Tres años más tarde, en 1531, su padre la envió al colegio de Santa María de Gracia, dirigido por las hermanas agustinas de Ávila.

En dicho colegio estuvo un año y medio como interna, pero tuvo que regresar aquejada de una enfermedad de la cual no se conocen muchos detalles.

A su regreso pasó una temporada en la residencia de su tío Pedro Sánchez de Cepeda, personaje de mucha devoción religiosa, quien fue muy cercano a Teresa en su juventud.

Posteriormente, residió durante algún tiempo más con su hermana María de Cepeda, ya casada, tras lo cual regresó a la casa de su padre en Ávila.

Durante estos años de juventud tomó la decisión de ingresar al convento de la Encarnación, aún en contra de la voluntad paterna.

Vida de religiosa, enfermedad y visiones

En 1535 huyó de su hogar para ingresar al convento. Dos años más tarde, profesó sus votos. Durante estos dos años en el convento padeció problemas de salud.

Se cree que sufrió continuamente de una cardiopatía y algún desequilibrio psíquico. Pocos meses después de profesar, su padre la llevó de regreso a la casa familiar para recibir cuidados médicos.

Algunos meses tras su regreso sufrió convulsiones y cayó en un coma profundo que duró cuatro días. Varios de sus familiares y hermanas religiosas la dieron por muerta.

Tras estos sucesos quedó muy debilitada y con movilidad reducida por los siguientes dos años. Esta experiencia le dejó secuelas físicas de por vida y fue el inicio de sus visiones y trances místicos.

Recuperación milagrosa y retorno al convento

En 1539 recobró la movilidad de sus piernas casi de manera milagrosa. Habiendo encomendado su salud a san José, agradeció a este santo con devoción de por vida, muestra de ello fue la dedicatoria de los diversos monasterios que fundaría años después.

Ese mismo año regresó al convento de la Encarnación, donde recibió frecuentes visitas y también pudo salir a ver a sus familiares cuando así lo deseó, tal y como era la costumbre de las religiosas en ese entonces.

Durante su enfermedad empezó a practicar la oración en recogimiento y de manera personal, a manera de meditación. Disfrutaba el escuchar sermones y leer, y llevó una vida social activa.

En 1541 falleció su padre, y el dominico Vicente Barón, cercano a la familia, lo asistió durante sus últimos momentos. Este sacerdote se convirtió, luego, en el mentor de Teresa y fue quien le hizo retomar la vida contemplativa y la oración, para no abandonarlas nunca más.

Nuevas lecturas y visiones

Por esos años se apoyó en las Confesiones de San Agustín y Tercer alfabeto espiritual, de Francisco de Osuna.

Además de estas lecturas, recibió mensajes divinos en repentinos trances o en sueños. Según sus propios relatos, Jesucristo le aconsejó que hiciese a un lado sus pláticas mundanas en el recibidor del convento y pusiese más empeño en comunicarse con Dios y el Espíritu Santo.

Estas visiones continuaron a lo largo de su vida y se hicieron más intensas. En otro de sus trances se sintió atravesada por una espada de oro sostenida por un ángel, y desde entonces abandonó el miedo a la muerte que le perseguía desde los días en coma durante su juventud.

Todas estas experiencias afianzaron su fe y la hicieron dedicarse a Dios con más fervor. Además, todo lo vivido le indujo a escribir numerosos poemas lírico-religiosos y obras didácticas.

En dichos textos dejó plasmadas sus visiones sobrenaturales y también sus ideas sobre la necesidad de una vuelta a la meditación en los conventos.

Reflexiones y deseos de reforma

En estos años reflexionó sobre la vida poco rigurosa y desligada de la espiritualidad que llevaban las hermanas de la Orden de las Carmelitas, y comenzó a idear una reforma.

En esa época las comunidades y grupos de religiosas eran muy numerosos y poco exigentes con las participantes. Ese comportamiento permisivo dio pie a que no hubiese firmeza en cuanto a la clausura ni al seguimiento de los votos de pobreza, castidad y obediencia.

El fervor y la comunicación constante con Dios de santa Teresa no pasaron desapercibidos para sus confesores, entre los que destacaron el padre jesuita Baltasar Álvarez, los dominicos Pedro Ibañez y fray García de Toledo.

También formaron parte importante del grupo el franciscano san Pedro de Alcántara y fray Luis Beltrán, quien la apoyó en sus primeras intenciones de reformar la orden de Nuestra Señora del monte Carmelo.

Fundación de la orden de los carmelitas descalzos

En 1562 recibió la bula del papa Pío IV autorizando la fundación de un nuevo monasterio. Con esta credencial inauguró el convento de San José, en Ávila, el 24 de agosto del mismo año.

Tenía apenas cuatro religiosas, pero con normas más estrictas y con exigencia de fervor en las oraciones, soledad y silencio.

Para este proyecto tuvo la ayuda económica de sus hermanos, quienes se trasladaron a América en busca de riquezas. La construcción del edificio la encargaron la hermana de Teresa, Juana de Ahumada, y su esposo.

En este convento residieron Teresa y sus novicias durante cuatro años en condiciones austeras. Calzaron siempre sandalias en lugar de zapatos, razón por la cual se autodenominaron carmelitas descalzas.

Benevolencia del Papa y fundación de nuevos conventos

En el convento ayunaron durante largos meses. En 1567 recibió la benevolencia del padre Juan Bautista Rubio Rossi, general del Carmen, y decidió viajar por España para fundar otros monasterios similares en diversas ciudades.

En los siguientes dos años fundó conventos en Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Toledo, Duruelo y Pastrana.

En esos viajes conoció a dos frailes influyentes de la orden de los carmelitas, que simpatizaron con la reforma propuesta por Teresa y la extendieron con la fundación de nuevos monasterios de frailes. Ellos fueron Antonio de Jesús Heredia y Juan Yépez, luego san Juan de la Cruz.

Poco después, en 1571, fundó nuevos conventos de descalzas y descalzos en Alcalá, Salamanca y Alba de Tormes. Más tarde, siguieron otros en Segovia, Beas de Segura, Sevilla y otras ciudades de España.

Problemas económicos y oposición

Durante estas fundaciones enfrentó tanto dificultades financieras como la resistencia de los hermanos y hermanas no reformados. Estos últimos prefirieron continuar la vida monástica de la manera que la habían llevado hasta entonces.

El revuelo que causó la extensión de la reforma de Teresa provocó mucha tensión entre los carmelitas calzados y los descalzos, así como diversos conflictos que no se resolvieron hasta 1580, cuando el papa Gregorio XVIII ordenó la separación oficial entre ambas órdenes, con lo cual los descalzos ya no tenían que cumplir los lineamientos de los calzados.

Dirección del convento de la Encarnación

Teresa fue nombrada directora del convento de la Encarnación durante algunos años. Pasó el resto de su vida viajando por el territorio español y fundando conventos y monasterios, tanto de monjas como de frailes.

En esa labor contó con el apoyo de san Juan de la Cruz y muchos otros religiosos.

Fallecimiento y reconocimientos post mortem

Murió a los 67 años, en Alba de Tormes (Salamanca), el 4 de octubre de 1582. Murió en brazos de la beata Ana de San Bartolomé, otra carmelita descalza de gran importancia histórica.

Su cuerpo se enterró en el convento de la Anunciación de Alba de Tormes, donde permanece incorrupto y custodiado.

El papa Paulo V la nombró beata en 1614 y Gregorio XV la canonizó en 1622. Obtuvo el doctorado honoris causa de la Universidad de Salamanca y de la Universidad Católica de Ávila.

En 1970 el papa Pablo VI la nombró Doctora de la Iglesia. Sus festividades se celebran en Ávila el 15 de octubre.

Actualmente la orden de los carmelitas descalzos cuenta con aproximadamente 14.000 hermanas, repartidas en 835 conventos alrededor del mundo, y 3.800 hermanos en 490 conventos.

Obras

Teresa dejó diversas obras literarias, consideradas referentes de la literatura hispánica. Ella y san Juan de la Cruz son los máximos representantes de la poesía mística experimental cristiana. 

Entre las más importantes están:

– Camino de Perfección (1564), meditación sobre la pobreza, la humildad y la oración, escrita para sus novicias del convento de San José en Ávila.

– Vida de santa Teresa de Jesús (1562–1565), compendio de apuntes autobiográficos y reflexiones personales sobre la fe y sus visiones.

– Libro de las constituciones (1563).

– Conceptos del amor de Dios (1577).

– Las moradas o El castillo interior (1577), especie de manual para el crecimiento del alma a través de la oración.

– Libro de las fundaciones (1582), donde relata la historia de la fundación de los carmelitas descalzos.

Referencias

  1. Biografía de Santa Teresa de Jesús (S. f.). Recuperado de webcatolicodejavier.org
  2. Santa Teresa de Jesús (S. f.). Recuperado de corazones.org
  3. Hechos curiosos de la vida y muerte de Santa Teresa (S. f.). Recuperado de abc.es