Golpe de Estado en Chile: antecedentes, causas, consecuencias
El golpe de Estado en Chile (1973) fue un pronunciamiento militar que tenía como objetivo derribar al gobierno democrático encabezado por la Unidad Popular, una coalición de diversos partidos de la izquierda chilena. El golpe tuvo lugar el 11 de septiembre de 1973 y estuvo liderado por el comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet.
Las elecciones de 1970 supusieron la llegada al poder de Salvador Allende, candidato de la Unidad Popular. Su programa contenía muchas medidas socialistas, como una reforma agraria o la nacionalización de algunos sectores económicos clave para el país.
Desde incluso antes de la proclamación de Allende como presidente, la oposición a su gobierno había sido muy dura. En el interior, la clase alta, la extrema derecha y las Fuerzas Armadas pronto comenzaron a realizar acciones en su contra. En el exterior, en el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos apoyó y financió las maniobras para derrocarlo.
Tras un intento de golpe de Estado previo, conocido como el Tanquetazo, las Fuerzas Armadas se conjuraron para levantarse el 11 de septiembre. Ese día, el Palacio de La Moneda fue tomado por los militares. Salvador Allende prefirió suicidarse antes de ser capturado. El resultado del golpe fue una dictadura militar que duró hasta 1990.
Índice del artículo
Antecedentes
Las elecciones celebradas en Chile en 1970 fueron ganadas por una alianza de varios partidos de izquierda denominada Unidad Popular. Su candidato para la presidencia era Salvador Allende.
Era la primera vez que una candidatura que promovía un sistema socialista llegaba al poder mediante las urnas. La llamada “vía chilena al socialismo” obtuvo, al principio, el apoyo de parte de la Democracia Cristiana.
Proclamación de Allende
Para ser investido presidente, Allende debía obtener la mayoría de los votos en el Congreso. A pesar de su victoria en las elecciones, la Unidad Popular no tenía los suficientes representantes para ello, por lo que debía conseguir el apoyo de algún otro grupo.
De esta forma, tanto la derecha, liderada por Alessandri, como la Democracia Cristiana, se plantearon sumar sus votos y elegir a un presidente diferente. Finalmente, los democratacristianos decidieron continuar con la tradición chilena de investir al candidato más votado.
A cambio, la Unión Popular aceptó aprobar un Estatuto de Garantías, que fue incorporado a la Constitución en 1971.
Asesinato de Schneider
Desde el mismo momento de las elecciones, varias agrupaciones de la extrema derecha comenzaron a actuar para tratar de evitar la proclamación de Allende.
De esta forma, miembros de la organización fascista Patria y Libertad liderados por el general Roberto Viaux y con apoyo estadounidense, idearon un plan para secuestrar a René Schneider, entonces Comandante en Jefe del Ejército.
El objetivo de esta acción era que las Fuerzas Armadas intervinieran y la sesión del Congreso para elegir Presidente fuera cancelada. Además, Schneider era un firme defensor de mantener la obediencia a la Constitución y, por lo tanto, de que los militares no interfirieran en la vida política del país.
Los conjurados trataron de secuestrar a Schneider el 19 de octubre de 1970, sin conseguirlo. Al día siguiente, realizaron un nuevo intento y prepararon una emboscada al coche en el que viajaba el jefe militar.
Schneider, en lugar de rendirse al verse rodeado, intentó defenderse con su arma. Sin embargo, se encontraba en inferioridad numérica y acabó recibiendo varios disparos por parte de los secuestradores. Aunque llegó al hospital, falleció el día 25 de octubre.
El Gobierno Popular
Ya en la presidencia, Allende procedió a normalizar las relaciones diplomáticas con los países socialistas, incluida Cuba, que se encontraba bajo el bloqueo decretado por los Estados Unidos.
Tal y como había prometido, Allende amplió la ley de Reforma Agraria, lo que conllevó la expropiación de tierras. En 1972, esta iniciativa significó la desaparición de los latifundios.
Por otra parte, emprendió un proceso de nacionalización de empresas y sectores productivos. En el caso del cobre, la propuesta recibió incluso el apoyo de los partidos de derecha. No obtuvo la misma respuesta positiva cuando comenzó a recuperar las principales empresas del país, que habían sido anteriormente privatizadas.
Aunque, durante los primeros meses, la economía presentó buenos resultados, la tendencia cambió totalmente en 1972. El aumento del gasto público destinado a asuntos sociales provocó que el déficit aumentara.
Estados Unidos
En plena Guerra Fría y después de la Revolución Cubana, Estados Unidos no estaba dispuesto a que apareciera otro país socialista en la región. Los documentos desclasificados por el gobierno estadounidense muestran cómo la administración del presidente Richard Nixon financió e impulsó campañas para sabotear la economía chilena.
Además, los estadounidenses empezaron a animar a las Fuerzas Armadas de Chile para que derrocaran a Allende.
El paro de octubre
Factores internos y externos se combinaron en octubre de 1972 para que la convocatoria de una huelga nacional por parte de la Agrupación de Dueños de Camiones fuera un éxito.
Entre los internos destacaba la crisis económica que azotaba el país, así como el temor de que el gobierno nacionalizara el sector. Por otra parte, los documentos hechos públicos por Estados Unidos muestran cómo este país apoyó a esa organización para que realizara el paro.
El resultado fue que la distribución de alimentos y otras mercancías casi se paralizara, provocando serios problemas de abastecimiento.
Los opositores a Allende aprovecharon para unirse a la convocatoria. El país, prácticamente, se detuvo por completo.
La huelga terminó cuando Allende remodeló el gobierno para incorporar a algunos militares. Entre ellos, Carlos Prats, que se hizo cargo de Interior, o Claudio Sepúlveda, en Minería.
Elecciones Parlamentarias de 1973
A pesar de todos los problemas económicos, la Unidad Popular logró una victoria holgada, con un 45% de los sufragios, en las elecciones legislativas celebradas en marzo de 1973.
Los partidos de la oposición se habían prometiendo destituir a Allende si conseguían ganar dos tercios de los escaños, pero se quedaron muy lejos de ese objetivo.
Allende intentó entonces negociar con los democristianos con el fin de acordar soluciones conjuntas para superar la crisis, pero sin encontrar una respuesta positiva por parte de sus rivales.
En esos momentos, la posibilidad de que se produjera un golpe militar era una de las preocupaciones de Allende. El apoyo del Comandante en Jefe del Ejército, Carlos Prats, era lo único que lo evitaba.
El Tanquetazo
Los temores del gobierno se hicieron realidad el 29 de junio de 1973. Ese día, el Teniente Coronel Roberto Souper protagonizó un intento de golpe de Estado. Para ello, movilizó un regimiento de blindados, lo que provocó que la sublevación recibiera el nombre de El Tanquetazo.
Las fuerzas gubernamentales consiguieron parar el golpe y, esa misma tarde, una gran manifestación de apoyo a Allende fue convocada frente al Palacio de la Moneda, sede del Presidente de Chile. Ese mismo día, el gobierno declaró el Estado de Sitio durante seis meses.
Según las declaraciones de Augusto Pinochet, quien no participó en esa intentona, el Tanquetazo había servido para comprobar la resistencia que los partidarios del Presidente podían presentar ante un golpe de Estado.
Ascenso de Augusto Pinochet
Uno de los acontecimientos que más ayudaron a los golpistas fue la dimisión de Carlos Prats como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Esta se produjo tras una gran manifestación en su contra convocada por esposas de generales, el 21 de agosto de 1973.
Durante el transcurso de la misma, los participantes insultaron a Prats. Cuando Allende y Pinochet, en esos momentos el segundo en la cadena de mando, llegaron al lugar en el que se desarrollaba la manifestación, fueron recibidos con más insultos.
Prats, afectado por lo que había ocurrido, pidió a los generales que confirmaran su lealtad hacia su persona. La mayoría no lo hizo, por lo que presentó su renuncia. Tras esto, recomendó a Pinochet como su sustituto, nombramiento que fue confirmado por Allende.
Causas
Como se ha señalado, entre las causas que dieron lugar el golpe de Estado en Chile aparecen tanto acontecimientos internos en el país como la situación internacional.
La guerra fría
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, las dos grandes potencias de la época, EE.UU y a URSS, mantenían una rivalidad mundial, tanto ideológica como de poder. Los dos países nunca llegaron a enfrentarse directamente, pero, prácticamente, todos los conflictos que se dieron durante las décadas siguientes tuvieron su participación indirecta.
En este contexto, el gobierno socialista de Allende fue considerado como una amenaza por los Estados Unidos. Estos, después de la Revolución Cubana, no estaban dispuestos a que apareciera otro aliado soviético en América Latina.
Posición de Estados Unidos
Por el motivo anteriormente expuesto, Estados Unidos tuvo una participación activa en los intentos de derrocar a Allende. Como afirmó Nixon su “principal preocupación en Chile es la posibilidad de que Allende se consolide, y que su imagen ante el mundo sea su éxito”.
Ya en los días posteriores a la elección de la Unidad Popular, el Secretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger, comenzó a planear cómo derrocar a Allende, como revelaron los documentos desclasificados por los Estados Unidos.
Una conversación, igualmente desclasificada, entre Kissinger, el presidente Nixon y el director de la CIA, Richard Helms, prueba cómo EE.UU colaboró en desestabilizar la economía chilena.
Nixon dio orden de actuar, apuntando que «haremos chillar a la economía chilena». A partir de ese momento, desarrollaron varias estrategias para hundir la economía.
Además de lo anterior, Estados Unidos también financió y apoyó a grupos que abogaban por levantamientos armados para derrocar a Allende. Como ejemplo, la ayuda monetaria a Garrastazu Medici, dictador brasileño, para que este convenciera a los militares chilenos de que dieran un golpe de Estado.
Crisis económica
Entre la intervención estadounidense, la oposición de la oligarquía y lo inadecuado de algunas de las medidas tomadas por el gobierno, la economía chilena entró en crisis en 1972. El gasto público se había disparado debido al aumento de sueldos en el sector estatal, lo que provocó el aumento del déficit.
La inflación también se disparó, ya que el gobierno tuvo que emitir moneda ante la imposibilidad de recibir financiación exterior. Esto trajo consigo la aparición de un mercado negro y la falta en las tiendas de algunos productos básicos.
El gobierno trató de frenar esta situación creando las llamadas Juntas de Abastecimiento y Precios (JAP). Sin embargo, pronto aparecieron denuncias de que estos organismos favorecían a los partidarios de la Unidad Popular.
Enfrentamientos en las calles
Desde antes de las elecciones, los incidentes violentos en las calles chilenas eran frecuentes. Estos eran provocados tanto por miembros del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario), partidarios de Allende, y por la extrema derecha de Patria y Libertad.
Los enfrentamientos entre ambos grupos se extendieron y comenzaron a hacerse, cada vez, más violentos, provocando heridos e, incluso, alguna muerte.
Además, a partir de 1973, las organizaciones ultraderechistas también comenzaron a realizar atentados para tratar de derribar al gobierno de Allende. El ataque más conocido fue el asesinato del edecán naval del presidente, el comandante de la Armada Arturo Araya Peeters.
Voto en el Congreso
Aunque, probablemente, el golpe se hubiera producido igualmente, la votación en el Congreso, de mayoría derechista y democristiana, sobre la inconstitucionalidad del gobierno, fue utilizada como excusa legal por los golpistas.
Desarrollo
La organización del golpe tuvo como centro neurálgico la localidad de Viña del Mar. Allí se reunían los militares y civiles que pretendían acabar con el gobierno de Allende.
Preparativos
A pesar de que contaban con un gran apoyo dentro de las Fuerzas Armadas, la presencia de Carlos Prats dentro del gobierno suponía un gran obstaculo, ya que esta contaba con la fidelidad de parte del ejército.
Este problema desapareció cuando Prats presentó su renuncia. En su lugar, fue nombrado Augusto Pinochet, quien, en esos momentos, era una incógnita para los golpistas, que no sabían a ciencia cierta si se uniría al levantamiento.
Otro aspecto que tuvieron que considerar fue la fecha. Los golpistas querían que el golpe se produjera antes del 18 de septiembre, cuando se celebraban en Chile las Fiestas Patrias.
Finalmente, eligieron el 11 de septiembre, a las 6:30, como fecha definitiva para el golpe. Durante los días anteriores, los cabecillas intentaron averiguar si Pinochet iba a participar, pero el general siempre respondía con ambigüedad.
Según algunos historiadores, el día 9 Allende anunció a Pinochet y otros generales que planeaba convocar un plebiscito. Esa misma tarde, varios militares involucrados en el golpe visitaron a Pinochet, para saber qué postura iba a tomar. Al final de esa reunión, tanto él como Leigh dieron el apoyo a los golpistas.
11 de septiembre en Valparaíso
En esas fechas se estaban desarrollando unas maniobras navales dirigidas por los Estados Unidos. Los golpistas aprovecharon esta cobertura para iniciar su plan. Además, se ha comprobado la participación de estadounidenses en diversas fases del golpe.
Los barcos de la marina chilena que iban a participar en el pronunciamiento partieron durante la tarde del 10 de septiembre. Como se ha señalado, la excusa fue participar en las maniobras mencionadas. Al mismo tiempo, los oficiales dieron orden al ejército para que se acuartelara, afirmando que podían producirse disturbios.
Siguiendo el plan previsto, a las 6:30 del 11 de septiembre, los barcos regresaron a Valparaíso. Enseguida, las tropas se desplegaron por la ciudad, tomando el control sin encontrar resistencia.
Las autoridades de la ciudad, al ver la situación, se pusieron en contacto con los Carabineros y con Allende. Este, según los cronistas, trató de localizar a Pinochet y a Leigh, pero sin conseguirlo.
Santiago
Salvador Allende, junto con su guardia personal, se dirigió al Palacio de la Moneda. Allí comprobó que el edificio estaba rodeado por militares golpistas. Muchos funcionarios gubernamentales comenzaron a llegar también al Palacio.
Mientras esto ocurría, Pinochet se ocupaba de tomar el control de las comunicaciones en el país. Además de silenciar a casi todas las emisoras de radio, organizó una red de comunicación con el resto de los líderes del golpe.
En La Moneda, Allende seguía intentando localizar a Pinochet. En esos momentos, aún pensaba que iba a permanecer fiel al gobierno y, según los historiadores, llegó a decir “pobre Pinochet, debe estar preso”.
Quien sí permaneció junto al presidente fue el jefe de los Carabineros, quien se presentó en el Palacio para ofrecer sus servicios.
FUe entonces cuando Allende logró emitir su primer mensaje al país. Allende comunicó al pueblo chileno lo que estaba ocurriendo. De igual forma, realizó un llamamiento a la prudencia, sin pedir que nadie tomase las armas en su defensa.
Primera proclama golpista
Los golpistas hicieron su primera declaración pública sobre ls 8:40 de la mañana. En ella, exigen la renuncia de Allende a la presidencia, que pasaría a estar ocupada por una Junta de Gobierno formada por los jefes de la Fuerzas Armadas: Leigh, Marino, Mendoza y Pinochet.
Igualmente, lanzaron un ultimátum al gobierno: bombardear el Palacio de la Moneda si antes de las 11 no era desalojado.
Reacciones
Casi por primera vez desde el inicio del golpe, la proclama de los golpistas provocó la reacción de los partidarios de Allende. La CUT trató de organizar a los trabajadores para plantar resistencia a los militares, aunque Allende, en un nuevo comunicado, no llamó a la resistencia armada.
En el Palacio se sucedieron las reuniones entre el presidente y sus ministros. Muchos intentaron convencerlo de que abandonara La Moneda, pero Allende se negó a hacerlo. Los propios golpistas ofrecieron a Allende la posibilidad de salir del país. La respuesta fue negativa.
Unos minutos antes de las 10 de la mañana, un destacamento de tanques se aproximó a La Moneda. Algunos francotiradores leales al presidente intentaron que los blindados no avanzaran y se registraron disparos cruzados.
Último discurso de Allende
La última comunicación de Allende a la nación se produjo a las 10:15. En ella, se reafirma en su intención de no rendirse y se declara dispuesto a morir resistiendo.
Ataque a La Moneda
Pocos minutos después del último discurso público de Allende, La Moneda comenzó a ser atacada por los tanques apostados en las inmediaciones.
Allende, de nuevo, se niega a rendirse y rechaza la oferta de exiliarse del país. Poco a poco, el personal que lo acompañaba comenzó a salir del edificio, incluidas sus hijas.
Sobre las 12:00 del mediodía, varios aviones comenzaron a bombardear La Moneda, causando una gran daño al edificio. Por su parte, los soldados lanzaron bombas lacrimógenas al interior.
Al mismo tiempo, la residencia presidencial de Tomás Moro también fue bombardeada por otros aviones. Durante este ataque, por error, uno de los proyectiles alcanzó el Hospital de la Fuerza Aérea.
Muerte de Allende
A pesar del bombardeo aéreo y de las bombas lacrimógenas lanzadas, Allende aún resistía en su interior. Ante esto, los golpistas al mando de Javier Palacios decidieron entrar en el edificio.
La entrada en el Palacio se produjo sobre las dos y media. Los pocos acompañantes del presidente le aconsejan que se rindiera, pero este les ordenó dejar las armas y rendirse para salvar la vida. Él, por su parte, decidió mantenerse en su puesto.
Aunque ha existido alguna controversia sobre lo que sucedió después, la justicia chilena ha confirmado el relato del médico de Allende, testigo directo del hecho, y que la familia del Presidente defendía.
Según el doctor, Patricio Guijón, el Presidente gritó “¡Allende no se rinde, milicos de mierda!” y, después, se suicidó disparándose con su fusil.
Fue Jorge Palacios quien informó a los jefes golpistas sobre la muerte de Allende. Sus palabras, según se han recogido, fueron: “Misión cumplida. Moneda tomada, presidente muerto”.
Consecuencias
La primera medida tomada por la Junta Militar surgida del golpe fue declarar el toque de queda en todo Chile. A partir de las 3 de la tarde, las radios que quedaban activas fueron silenciadas y sus trabajadores arrestados. Lo mismo ocurrió con los periodistas de algunos medios escritos.
Fuera de las ciudades, los militares arrestaron a los dirigentes de la Reforma Agraria, procediendo a ejecutar a bastantes de ellos.
Durante los siguientes días, la Junta declaró fuera de la ley al Partido Comunista y al Socialista. Igualmente, cerró el Senado y los otros partidos políticos, el Nacional, el Democristiano y el Radical, fueron suspendidos en sus actividades.
Estadio Nacional de Chile
La Junta Militar conminó a todos los que hubieran tenido algún tipo de actividad política o sindical a que acudieran a las comisarías. Las detenciones de cualquiera que fuera considerado izquierdista se dispararon.
El centro de detención más conocido fue el Estado Nacional de Chile, lugar al que fueron trasladadas alrededor de 30.000 personas. Allí, los militares ejecutaron a los que consideraron más peligrosos, incluido el famoso músico Víctor Jara.
Por otra parte, se produjeron arrestos y ejecuciones en la Universidad Técnica de Santiago. En los centros productivos, los trabajadores que no fueron purgados se vieron obligados a trabajar para mantener el ritmo de producción.
En las poblaciones tradicionalmente partidarias de la Unidad Popular, como La Legua o La Victoria, se produjeron detenciones masivas. Peor suerte corrieron en otras localidades, como Villa La Reina, donde todos los líderes izquierdistas fueron ejecutados en el acto.
Refugiados políticos
Ante la represión desatada y el miedo que cundía entre amplios sectores de la población, las embajadas de aquellos países considerados amistosos se llenaron de refugiados.
Aquellos que había tenido alguna actividad política eligieron las embajadas de Suecia, Australia, México, Cuba o la Unión Soviética. Canadá, por su parte, fue el destino de los que no habían tenido una relación directa con el gobierno.
Por su parte, las autoridades estadounidenses se quejaron, en privado, de la cobertura de la prensa. Desde muy pronto, se había descubierto la participación de los Estados Unidos en el golpe.
Kissinger, en otra conversación desclasificada, le comentó al presidente Nixon lo siguiente: “No lo hicimos nosotros… Quiero decir, les ayudamos. [frase censurada por el gobierno de EE.UU] creó las máximas condiciones posibles… En la era de Eisenhower, seríamos considerados héroes”.
Consecuencias políticas
Políticamente, la principal consecuencia del golpe de Estado fue el establecimiento de una dictadura militar que duró hasta 1990.
Después del triunfo del golpe, el gobierno fue ejercido por una Junta Militar. La ideología de la misma era conservadora, autoritaria y anticomunista. Entre sus medidas, la represión a la oposición y la eliminación de la libertad de prensa.
El hombre fuerte de este gobierno militar fue Augusto Pinochet, cuyo cargo estaba por encima de los que tenían el resto de los componentes de la Junta. Esta, por su parte, ocupó el papel del Congreso, asumiendo el poder legislativo y el constituyente.
Consecuencias económicas
En el ámbito económico, Chile pasó por varias etapas diferentes. En líneas generales, los expertos señalan que se convirtió en un país subsidiario, dejando atrás su etapa como nación productora. La Junta Militar basó su política económica en las teorías neoliberales provenientes de los Estados Unidos.
Así, a partir de 1975, la economía chilena quedó en manos de los llamados Chicago boys, un grupo de economistas formados en la universidad de esa ciudad estadounidense y firmes partidarios del neoliberalismo.
Con sus medidas, la industria chilena entró en una profunda crisis, aunque las cifras macroeconómicas eras positivas, como ocurrió con los buenos datos de inflación.
La Reforma Previsional fue una de las grandes apuestas de la dictadura para cambiar las estructuras económicas. Los resultados fueron positivos para las empresas y para el propio Estado, pero los trabajadores y los jubilados sufrieron una gran pérdida en sus salarios.
Otra de sus reformas, la laboral, tuvo como principal objetivo eliminar a los sindicatos, además de hacer más flexible el mercado de trabajo. Esto acabó provocando un incremento de la inestabilidad para los trabajadores, especialmente para los de clase media y baja.
Consecuencias sociales
Directamente relacionado con la política económica, la sociedad chilena tras el golpe de Estado presentaba una gran desigualdad. Las clases altas mantuvieron o aumentaron sus ganancias, mientras que las clases medias y bajas perdían poder adquisitivo.
Consecuencias culturales
Para los golpistas chilenos, la cultura nunca fue una prioridad. Además, consideraban que la mayoría de los autores eran izquierdistas, por lo que procedieron a reprimir cualquier atisbo de actividad cultural, en lo que fue conocido como “apagón cultural”.
Referencias
- López, Celia. 11 de septiembre de 1973: el Golpe de Estado en Chile. Obtenido de redhistoria.com
- Agencia EFE. Miles de documentos confirman que EEUU apoyó el golpe de Pinochet en 1973. Obtenido de elmundo.es
- Biblioteca Nacional de Chile. 1-11 septiembre de 1973. Recuperado de memoriachilena.gob.cl
- O’Shaughnessy, Hugh. Chilean coup: 40 years ago I watched Pinochet crush a democratic dream. Obtenido de theguardian.com
- The Editors of Encyclopaedia Britannica. Augusto Pinochet. Obtenido de britannica.com
- Bonnefoy, Pascale. Documenting U.S. Role in Democracy’s Fall and Dictator’s Rise in Chile. Obtenido de nytimes.com
- The Washington Post Company. Pinochet’s Chile. Obtenido de washingtonpost.com
- Van Der Spek, Boris. The battle for Chile – Salvador Allende’s last hours in La Moneda. Obtenido de chiletoday.cl