Albert Fish: biografía y víctimas
Albert Fish (1870-1936) fue un asesino en serie y caníbal nacido en Estados Unidos, cuyas víctimas fueron únicamente niños. Se le conoce con los apodos de “El hombre gris”, “El Abuelo Asesino”, “El hombre lobo de Wysteria” o “El vampiro de Brooklyn”. Confesó cuatro asesinatos y haber abusado sexualmente de más de 100 niños. Sin embargo, se sospecha que pudo haber cometido muchas más asesinatos de los que alegó.
Pasó a la historia por ser uno de los criminales más crueles. Se dedicó por años a abusar de niños y adolescentes, a algunos de los cuales secuestró, torturó, desmembró y cocinó para comerlos. Durante su arresto y posterior juicio, nadie podía creer que detrás de aquel rostro anciano, aparentemente frágil y de ojos tímidos, se escondiera un ser completamente macabro.
Antes de comenzar con su vida, puedes comenzar a entender la personalidad de Albert Fish con algunas de sus frases:
“Siempre tuve el deseo de infligir dolor a otros y hacer que otros me causaran dolor. Siempre me pareció disfrutar de todo lo que dolía”.
“Qué emoción será si tengo que morir en la silla eléctrica. Será la emoción suprema. La única que no he probado”.
Infancia y primeros años
Albert Fish, cuyo nombre de pila era Hamilton Howard Fish, nació el 19 de mayo de 1870 en Washington D.C. Tuvo tres hermanos y él era el menor de todos. Su padre, Randall Fish, fue capitán de un barco de río, pero para 1870 se dedicó a la fabricación de fertilizantes.
Fish padre murió de un infarto de miocardio cuando Albert apenas tenía 5 años. Su madre era 43 años más joven que su esposo, y al morir este dejándole a su cargo tantos hijos, tuvo que tomar algunas medidas.
Orfanato
En 1875 su madre lo envió a un orfanato porque ella no podía cuidarlo. Allí comenzó para Albert una vida de calamidades, siendo el lugar donde descubrió y desarrolló la personalidad de psicópata y sadomasoquista.
Y es que desde su llegada al orfanato comenzó a ser maltratado, donde era azotado, golpeado y humillado constantemente por sus compañeros. Sin embargo, en aquel ambiente no solo descubrió que le gustaba el dolor, sino que incluso se excitaba con los golpes.
Obviamente el entorno en el que creció no fue nada sano, pero sus problemas realmente iban más allá del ambiente. En su familia existían antecedentes de enfermedades mentales. Su madre tenía alucinaciones y aseguraba oír voces en la calle. Uno de sus hermanos era demente y otro alcohólico. Además dos de sus tíos habían estado internados en instituciones psiquiátricas.
Vuelta con su madre
Para 1879, cuando Albert tenía 9 años, la situación económica de su madre cambió gracias a que pudo conseguir un empleo. La mujer recuperó a su hijo y fue después de eso que el asesino se cambió el nombre de Hamilton Fish a Albert Fish.
Se dice que el psicópata sacó el nombre de un hermano fallecido y que cambió su nombre original porque los niños solían burlarse de él llamándolo ‘Ham and Eggs’, que en español sería jamón y huevos.
Primeros intereses
Su primera experiencia sexual la tuvo a los 12 años. Siendo tan joven comenzó a tener relaciones homosexuales y empezó a visitar baños públicos para ver a chicos desnudos. Para aquel entonces ya se sentía atraído por el sadomasoquismo y se divertía no solo infligiendo dolor a otras personas sino también a él mismo. Pero no solo esto.
También comenzó a desarrollar un gusto por la coprofagia, que es la afición por comer heces de humanos, así como por la urofilia, que es el acto de sentir placer o masturbarse con la orina.
También empezó a interesarse por los criminales que aparecían en la prensa, por lo que comenzó a coleccionar material relacionado con asesinos seriales y en especial con caníbales, con los que se sentía especialmente identificado.
Mudanza a Nueva York
En 1890 decidió dejar Washington para mudarse a Nueva York. Allí, con apenas 20 años, comenzó a prostituirse. Pero, a diferencia de la mayoría de los que trabajan en ese oficio, Albert no buscaba dinero sino más bien la posibilidad de experimentar nuevas sensaciones en el ámbito sexual. Fue allí donde, según confesó años después, que comenzó a violar a chicos jóvenes.
El comienzo de una “nueva vida”
Con el objetivo de ayudar a estabilizar su vida, la madre de Fish le buscó una novia y le arregló un matrimonio. Así, en 1898, Albert se casó con una mujer, quien era nueve años menor que él.
De aquel matrimonio nacieron seis hijos. Aunque suene extraño, al parecer el asesino no fue un mal padre. Si bien sus hijos fueron testigos de muchos actos extraños por parte de su progenitor, este nunca abusó de ellos ni los golpeó.
Trastornos mentales
Se dice que pocos años después comenzó a sufrir alucinaciones. Se obsesionó con la religión, con la idea del pecado y creía que la forma de expiar las culpas era a través del dolor.
Por ello solía autoinfringirse castigos, se cortaba y frotaba su cuerpo desnudo contra rosas con espinas. Además acostumbraba a pincharse agujas en el cuerpo, en especial en la pelvis y en sus genitales.
Primeros crímenes
Para aquella época trabajaba como pintor de casas y, según confesó el asesino, durante ese tiempo llegó a abusar sexualmente de al menos 100 niños, la mayoría menores de seis años.
En 1903, Albert fue arrestado por malversación de fondos. Fue sentenciado a prisión y fue enviado a la cárcel estatal de Sing Sing. Ese tiempo encarcelado le sirvió para reafirmar su orientación sexual, ya que durante esos años tuvo relaciones sexuales con varios de los reos. Después de aquella experiencia en la cárcel, llegó a ser detenido varias veces más.
Algunos de los motivos fueron robo, pago con cheques sin fondos e incluso por envío de cartas obscenas a los anuncios de agencias matrimoniales que salían en los periódicos.
A principios de 1917, su esposa lo abandonó por otro hombre. Este rechazo lo afectó aún más y fue a partir de ese momento cuando sus alucinaciones se hicieron más frecuentes.
Sus inicios como asesino
Según confesó el mismo asesino, el primer asesinato que cometió fue en 1910. Ocurrió en la ciudad de Wilmington, en el estado de Delaware y la víctima fue un niño llamado Thomas Bedden. Nueve años después de ese asesinato, Albert acuchilló a un joven con discapacidad mental en Georgetown, Washington D.C.
La siguiente víctima llegaría en 1924. Tras su arresto, el psicópata confesó el asesinato de Francis X. McDonnell, un niño de 8 años que murió en Staten Island, una isla del estado de Nueva York. Al parecer el asesino había estado acechando al niño durante días. El cuerpo del menor se encontró en un bosque cercano. Había sido estrangulado.
La siguiente víctima fue Billy Gaffney. En 1927 se reportó su desaparición en Brooklyn. El niño había estado jugando con otro niño, que apenas tenía tres años. Ambos desaparecieron pero poco después el pequeño fue encontrado en un tejado. Al preguntarle sobre el paradero de Gaffney, el chico respondió que el coco se lo había llevado.
El cuerpo de Billy nunca fue encontrado. Y según confesó el asesino tras su arresto, tras matarlo se lo comió por partes. A pesar de todos estos crímenes, Albert Fish no fue atrapado sino hasta unos ocho años después del secuestro de Billy Gaffney.
El caso de Grace Budd
Pero el principio del fin de Albert Fish llegó con el secuestro y asesinato de Grace Budd. Por alguna razón, el asesino cambió su modus operandi y comenzó a acercarse a los niños de otra forma.
Fish compraba periódicos para elegir a personas que se anunciaban buscando empleo. Así fue que el psicópata llegó hasta la familia Budd. En mayo de 1928 Edward Budd, de 18 años, había puesto un anuncio ofreciendo sus servicios y, tras leerlo, el asesino decidió hacerse pasar por un granjero para acercarse a la familia.
Tocó la puerta de la casa y se presentó como Frank Howard. Dijo ser un granjero de Farmingdale, Nueva York y aseguró que le daría empleo al chico. Aunque supuestamente su plan era llevarse a Edward, todo cambió cuando conoció a Grace, la hermana de 10 años del joven.
En una segunda visita a la casa, el hombre ya de avanzada edad, llevó fresas, queso fresco y la familia lo invitó a desayunar. Pero justo antes de irse, Fish convenció a los padres de la niña para que dejaran que esta lo acompañara a una supuesta fiesta de cumpleaños de su sobrina.
La madre dudó pero pronto se convenció. Fish prometió llevarla a casa antes de las nueve de la noche, pero eso nunca sucedió. Fish se fue con Grace y esta jamás regresó. Cuando fueron a la dirección donde vivía el hombre, no encontraron nada. La policía investigó, se repartieron más de mil volantes, pero la niña no apareció ni viva ni muerta.
Carta, confesión y arresto
El encargado del caso fue el detective William F. King, quien nunca pareció darse por vencido en el caso. Seis años después de la desaparición de Grace y a pocas semanas de que el caso fuera cerrado oficialmente, ocurrió algo que cambió todo. La madre de la niña recibió una carta del asesino en la que contó una historia sobre canibalismo y luego relató cómo asesinó y se comió a la niña.
Aunque muchos no creían que aquella carta pudiera ser cierta, el detective King siguió todos los detalles y pistas. Al identificar un símbolo en el sobre de la carta, dieron con la casera de un lugar donde había vivido Fish.
El asesino esperaba una carta de su hijo y la casera debía guardársela. En diciembre de 1934, la mujer llamó al detective para avisarle que Fish estaba en el lugar. Cuando llegó la policía el anciano tomaba una taza de té, se identificó como Albert Fish cuando preguntaron su nombre y al ponerse de pie sacó un pequeño cuchillo. El detective controló rápidamente la situación y fue arrestado.
Muerte
Tras su detención, Fish no negó el asesinato de Grace Budd, pero confesó que en un principio sus intenciones eran asesinar a Edward Budd. Después de eso, el psicópata confesó ser el autor de otros crímenes. También narró todas las aberraciones que había cometido durante toda su vida. Asimismo fue él quien confesó que la cifra de sus víctimas por violación ascendía a unas 100.
Fish confesó solo cuatro asesinatos. No obstante, el detective William King creía que era el responsable de otros tres crímenes más. King pensaba que Fish podía haber sido el violador y asesino apodado como “el vampiro de Brooklyn”. Las víctimas eran Yetta Abramowitz, una niña de 12 años asesinada en 1927 en el Bronx; Mary Ellen O’Connor de 16 años asesinada en Queens en 1932; y Benjamin Collings de 17 años, asesinado también en 1932.
Albert Fish fue llevado a juicio por el asesinato premeditado de la niña Grace Budd. El juicio, que comenzó el 11 de marzo de 1935 en Nueva York, duró diez días. Para defenderse, además de alegar locura, el asesino aseguró que escuchaba voces de Dios que le ordenaban matar niños.
Durante el juicio se le atribuyeron diversos fetichismos sexuales entre los que se incluía coprofagia, urofilia, pedofilia y masoquismo. Fredric Wertham, jefe experto de la defensa y psiquiatra especializado en desarrollo infantil, afirmó que Fish era un demente. No obstante, el jurado de catalogó como cuerdo, fue declarado culpable y sentenciado a la pena de muerte.
El criminal fue condenado a morir en la silla eléctrica. Llegó a la prisión en marzo de 1935 y fue ejecutado el 16 de enero de 1936. Su ingreso a la cámara de ejecución se registró a las 11:06 p.m. y tres minutos después fue declarado muerto. Antes de morir, el asesino definió su castigo como la experiencia suprema de su vida.
Perfil psicológico
Tras su detención, Albert Fish fue sometido a diversos exámenes psicológicos. Los informes psiquiátricos señalaron entre sus problemas el masoquismo, sadismo, castración y autocastración, exhibicionismo, canibalismo, pedofilia, voyeurismo, coprofagia, fetichismo, homosexualidad e hiperhedonismo.
La conclusión de algunos psiquiatras es que Fish estaba desquiciado. Lo diagnosticaron con psicosis paranoide. No obstante, a pesar de haber sido diagnosticado como psicótico, no se certificó su locura.
Vale destacar que durante su vida, el asesino fue internado en varias oportunidades en hospitales psiquiátricos. No obstante, en cada una de esas ocasiones lo dejaron salir porque consideraron que no estaba loco y que no era peligroso. Solo sufría de una personalidad psicopática de carácter sexual.