Relaciones

Causas de divorcio más comunes


¿Cuáles son las causas de divorcio más comunes?

Las causas de divorcio más comunes son la falta de compromiso, la falta de amor, exceso de discusiones, expectativas no realistas, falta de igualdad en la relación, abusos, problemas económicos o falta de comunicación en la pareja.

El divorcio es la finalización legal del matrimonio. Es un fenómeno creciente en nuestra sociedad. Durante los últimos años se ha experimentado tanto una disminución de matrimonios como un incremento de divorcios.

Causas de divorcio más comunes

1. Falta de compromiso

La falta de compromiso es el factor que se ha mostrado más prevalente entre los divorcios y las separaciones. 

El compromiso es indispensable. Sin voluntad de comprometerse no se puede mantener ningún tipo de relación, mucho menos una conyugal.

Así pues, se observa que muchas parejas deciden casarse sin estar lo suficientemente comprometidas. Este hecho se traduce de forma prácticamente automática en divorcio durante los años posteriores.

2. Exceso de discusiones

La segunda causa asociada con las rupturas matrimoniales es el exceso de discusiones. 

Investigaciones y estudios sociales argumentan que cuando en el seno de una relación conyugal predominan las discusiones, las probabilidades de divorcio se incrementan de forma exponencial. Si analizamos este factor, podemos ver que el exceso de discusiones puede ser más un síntoma que una causa en sí.

Es decir, el hecho de que un matrimonio discuta constantemente puede ser una muestra de que hay algo que no funciona correctamente. 

De este modo, el exceso de discusiones pone de manifiesto otro tipo de problemática, como falta de coordinación, mala comunicación, incapacidad para solucionar problemas o intereses distintos dentro de la pareja.

Está claro que las discusiones son uno de los aspectos más delicados dentro del matrimonio. Esto no quiere decir que para que un matrimonio funcione no se debe discutir nunca.

Las discusiones se consideran normales y necesarias en muchos casos. Sin embargo, estas deben ser productivas y controladas. Cuando la pareja pierde el control sobre ellas, la probabilidad de divorcio se hace muy elevada.

3. Infidelidad

Probablemente este es el factor que la gente más relaciona con los divorcios y las separaciones. Para muchas personas estos comportamientos resultan inadmisibles dentro de la pareja y los que pueden motivar con mayor facilidad una ruptura.

Sin embargo, a pesar de que esta visión está ampliamente extendida en la sociedad actual, los datos muestran cómo, en la práctica, la infidelidad cae hasta la tercera posición en la lista de causas de divorcio.

La mayoría de estudios apuntan a que este factor puede motivar entre un 50 y un 55% de todos los casos de divorcio. A pesar de no ser la causa principal, su incidencia es muy relevante.

No obstante, el estudio de esta causa presenta una serie de discrepancias. En primer lugar, un estudio mostró que el 90% de la población americana afirmaba que la infidelidad es un acto moralmente inadmisible. Por tanto, la actitud de la sociedad sobre este fenómeno parece estar bastante claro.

La infidelidad puede originar más de la mitad de divorcios. Sin embargo, solo un 2% de la población americana admitía haber sido infiel a su pareja. Este hecho expone que la infidelidad resulta un comportamiento más individual que de pareja, por lo que está sujeto a variables altamente incontrolables.

4. Casarse demasiado joven

Hoy en día existe un elevado consenso en afirmar que el matrimonio es un tipo de relación compleja. Se ha demostrado que casarse demasiado joven es un factor de riesgo para el divorcio.

Los datos muestran que en el 46% de las separaciones se indica este hecho como una de las principales causas. Por ello, los matrimonios que se efectúan en edades tempranas presentan mayores probabilidades de fracasar.

El hecho de que casarse demasiado joven sea una de las principales causas de divorcio reside en las condiciones sobre las que se establece la relación: las parejas que no están bien asentadas y consolidadas antes de casarse podrían no estar lo suficientemente preparadas para el matrimonio.

Muchos expertos relacionan este factor con el nivel de compromiso y las actitudes respecto al matrimonio. Los matrimonios “precipitados” o efectuados en etapas iniciales de la relación pueden tener menos opciones de desarrollar un compromiso satisfactorio.

Asimismo, las personas jóvenes tendrían mayores probabilidades de no presentar la madurez personal necesaria para comprometerse al matrimonio y ser constantes en su relación.

5. Expectativas poco realistas

El matrimonio representa un cambio notable en la vida de las personas, ya que implica una modificación del estilo de vida. Tal y como sucede ante cualquier cambio vital, las expectativas personales sobre la nueva situación resultan altamente relevantes.

Para poder adaptarse bien a una situación nueva es necesario que lo que se espera guarde una cierta relación con lo que se presencia. De lo contrario, será necesario un mayor esfuerzo adaptativo y una modificación de las expectativas.

Cuando esto no sucede, suele resultar muy complicado aceptar y estar a gusto con el cambio que se ha producido. 

Así pues, poseer expectativas idílicas y sobrevaloradas sobre la vida dentro del matrimonio puede poner en entredicho la relación. En estos casos, si los cónyuges no consiguen adaptar sus expectativas a su comportamiento y al funcionamiento de la pareja, el matrimonio puede fracasar.

6. Falta de igualdad en la relación

El establecimiento de roles y papeles es uno de los factores principales que determinan la calidad de las relaciones personales. En el caso de las parejas y los matrimonios, este elemento debe contar con unas características determinadas.

Independientemente de otras muchas variables, la igualdad suele ser un elemento común en la mayoría de matrimonios. Establecer un matrimonio desigual, en el que uno de los cónyuges posee un papel más importante que el otro, suele ser un factor negativo.

La concepción del matrimonio ha variado notablemente durante los últimos años. Las relaciones en las que uno de los miembros desarrolla un papel dominante y el otro un rol sumiso constituye una conceptualización poco aprobada en la actualidad.

Este hecho se pone de manifiesto en los datos sobre las causas de divorcio. En el 44% de los casos se postula la falta de igualdad en la relación como causa de la separación.

7. Inhabilidad para resolver conflictos

El estudio de las relaciones personales ha puesto de manifiesto que la aparición de conflictos entre dos o más individuos resulta un hecho prácticamente inevitable.

Poder estar de acuerdo en todo resulta una situación idílica, pero muchas veces inalcanzable. En este sentido, la capacidad para resolver conflictos en pareja se erige como un factor prácticamente igual de importante que conseguir evitar discrepancias.

La clave de toda pareja consiste en desarrollar reglas básicas para que cada miembro se sienta respetado y escuchado. En muchos casos, esto se puede conseguir a través de los propios mecanismos de la relación.

En los casos en que esto no sucede, resulta importante incorporar un tercer elemento. La terapia de pareja puede constituir una herramienta muy útil para aprender a resolver conflictos y desarrollar las habilidades necesarias para gestionar las situaciones complicadas.

Si no se pone remedio a estos problemas, las discusiones puede ir aumentando paulatinamente e incrementar el riesgo de separación.

8. Abuso

El abuso requiere una consideración especial. Hay comportamientos claramente fuera de los límites morales del matrimonio. Todas las personas tienen derecho a estar seguros física, emocional y sexualmente dentro del matrimonio y de cualquier relación personal.

Esto incluye tanto adultos como a niños, y tanto cónyuges como a hijos. No es el objetivo de este artículo examinar las características de este tipo de comportamientos, pero sí poner de manifiesto su relación con los divorcios.

Desafortunadamente, los abusos son hoy en día un fenómeno relativamente común en los matrimonios. Así lo muestran los datos que ponen de manifiesto cómo un 29% de los divorcios podrían estar causados por este factor.

Esto es una problemática social y una dificultad importante de las relaciones conyugales actuales.

9. Falta de identidad individual

La intimidad y la proximidad de las relaciones matrimoniales puede provocar una pérdida de la identidad individual. La conexión y la sobreimplicación en la pareja puede ocasionar el desarrollo de una identidad común que destruye la identidad propia de cada uno de los individuos.

Este hecho se puede producir en mayor o menor medida y puede afectar la relación en diferentes grados.

En algunos casos, la pérdida de identidad individual puede repercutir negativamente en la pareja y ocasionar conflictos, por lo que este factor puede incrementar la probabilidad de divorcio.

Por otro lado, encontramos otra situación que también puede afectar negativamente al matrimonio. Es el desarrollo de discrepancias importantes en las prioridades e intereses individuales de cada uno de los cónyuges.

En estos casos, tener necesidades y preferencias muy alejadas puede romper la estabilidad de la relación.

Muchos terapeutas de pareja hacen especial hincapié en la importancia de mantener actitudes y prioridades comunes para el buen funcionamiento de las relaciones matrimoniales.

10. Problemas económicos

La falta de dinero o las dificultades económicas pueden ser un problema muy importante para la pareja. 

De hecho, si un matrimonio no gestiona adecuadamente este factor, con el tiempo el conflicto puede llegar a que el divorcio sea la solución más lógica.

Referencias

  1. Marriage in Utah: 2003 Baseline Statewide Survey on Marriage and Divorce (2003). 
  2. Paul James Birch, Stan E. Weed, & Joseph Olsen (2004). Assessing the impact of community marriage policies on county divorce rates. Family Relations.
  3. S. Census Bureau, Statistical Abstract of the United States (2002). Vital Statistics: Section 2. No. 111. Marriages and Divorces-Number and Rate by State: 1990 to 2001.