Lengua y literatura

Realismo literario: qué es, origen, características, temas, representantes


¿Qué es el realismo literario?

El realismo literario es un movimiento literario que surge a mediados del siglo XIX en Francia y se extiende rápidamente a otros países de Europa como reacción al romanticismo; se interesa por reflejar de un modo más real y objetivo las condiciones materiales, sociales y políticas de la sociedad moderna.

No es que durante el romanticismo no se reflejase la realidad, pero esta servía como medio para expresar ideas y sentimientos, y no como un escenario real, con personajes y situaciones reales.

La literatura realista hace mayor énfasis en el contexto histórico, el entorno físico y social donde se mueven los personajes, incorporando seres y situaciones hasta entonces ausentes de la literatura, o que se presentaban de modo idealizado, como campesinos, artesanos y obreros.

Los autores más destacados de esta corriente fueron Gustave Flaubert, Émile Zola, William Thackeray, Charles Dickens, Gustav Freitag, Leopoldo Alas “Clarín”, Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán, entre otros.

Origen y contexto histórico

Durante la segunda mitad del siglo XIX se acelera la modernización de Europa: las comunicaciones entre las principales ciudades mejoran gracias a los ferrocarriles, hay mayor intercambio de prensa, revistas y libros y en casi todos los países crece y se afianza la burguesía.

Se unifican Italia y Alemania, y la revolución industrial avanza rápidamente en Inglaterra y Francia, y luego en otros países, creando prosperidad pero también una mayor pobreza y descontento social.

Para algunos autores es el momento en que la burguesía se hace conservadora y por ello los intelectuales rompen con esta clase.

Antes de 1850, en literatura, el romanticismo comienza a mostrar interés por la situación social, hasta el punto de hablarse de un “romanticismo socialista”. En los avances hacia una literatura realista son precursores los escritores franceses Honoré de Balzac y Stendhal (Henri Beyle).

Características del realismo literario

Observación directa de la realidad

Hay una mayor preocupación por parte de los escritores por documentarse y reflejar los hechos con el mayor realismo posible. A modo de ejemplo, Flaubert estudió tratados de medicina para describir la muerte por envenenamiento de madame Bovary.

Predominio de la descripción

En las novelas realistas el paisaje circundante se vuelve un personaje más, las descripciones de ambientes urbanos (sobre todo las zonas pobres de las grandes ciudades) y rurales son muy detallistas.

Objetividad versus subjetividad

La vida interior de los personajes no desaparece, pero pasa a segundo plano en comparación con la interacción social y los hechos externos. El autor realista intenta actuar, aunque no siempre lo logre, como un observador imparcial de los hechos que narra. Predomina la psicología sobre la espiritualidad.

Estilo más sobrio, menos literario

Stendhal, uno de los precursores del realismo, recomendaba leer el código civil antes de comenzar a escribir. El realismo trata de utilizar un lenguaje sencillo y poco rebuscado, un lenguaje menos “literario”.

Influencias filosóficas e ideológicas

En la novela realista, también llamada novela burguesa, se pueden detectar influencias de las principales corrientes filosóficas e ideológicas de la época, como el positivismo, el cientificismo (en el que se incluyen varias teorías pseudocientíficas), el darwinismo y el marxismo.

Ausencia de eventos fantásticos y de exotismos

La novela realista descarta las historias de brujas y fantasmas, de fantasías y milagros, así como los relatos en lugares exóticos. Favorece paisajes urbanos o provincianos, bien descritos y contextualizados.

Sin embargo, autores realistas incursionaron también en géneros exóticos o fantásticos, como Flaubert con sus novelas Salambó (1862) o Las tentaciones de San Antonio (1874).

Mayor interés por temas sociales

Hay un menor interés por temas íntimos y sí más por temas sociales, enfocados en una crítica de los aspectos negativos del progreso industrial.

Preocupación por el lenguaje coloquial

En la literatura realista hay una preocupación por reflejar el lenguaje de los personajes del modo más real posible, con sus distintas formas dialectales.

Temas del realismo literario

Clases sociales

El realismo dirige buena parte de su atención a las historias y aventuras de personajes de la clase media y de la pequeña burguesía: empleados, abogados, médicos de provincia, amas de casa, etc.

Incluso cuando describe personajes de la aristocracia, como Tolstoi en Ana Karenina (1877), los contextualiza en un mundo rodeado de siervos y campesinos, y refleja la decadencia de la aristocracia rusa.

Condiciones políticas y sociales

La novela realista se enfoca a menudo en las condiciones de las clases sociales populares (Dickens, Zola, Pérez Galdós), o a la situación política (Tolstoi, Flaubert, Pérez Galdós). Temas como las guerras napoleónicas, la vida en los barrios de Londres o la revolución de 1848 (Francia), son parte de la literatura realista.

La realidad enfrentada a la ilusión romántica

Para algunos críticos la novela que prefigura el realismo es Don Quijote, de Cervantes, por el tema de la confrontación de la fantasía con el mundo real; que viene a ser el mismo, sobre el amor, en Madame Bovary (1857), de Gustave Flaubert: la confrontación del amor romántico con la vida real.

Representantes del realismo literario y sus obras

Gustave Flaubert (1821-1880)

Escritor francés, considerado como el mayor representante del realismo literario y uno de los grandes narradores de todos los tiempos. Se consideran realistas sus novelas Madame Bovary (1857), La educación sentimental (1869) y Bouvard y Pecuchet (1881).

Guy de Maupassant (1850-1893)

Novelista y cuentista francés, autor de seis novelas y más de trescientos cuentos, y considerado uno de los grandes renovadores de este género narrativo. Entre sus textos realistas destacan sus novelas Una vida (1883) y Bel-Ami (1885), y el cuento “Bola de sebo” (1880).

Émile Zola (1840-1902)

Este destacado intelectual francés, célebre por su participación en el caso Dreyfus, además de escribir novelas realistas creó otra corriente literaria: el naturalismo. Entre sus primeras novelas, de corte realista, destacan Thérèse Raquin (1868), La fortuna de los Rougon (1871) y La jauría (1871).

William M. Thackeray (1811-1863)

Narrador, periodista e ilustrador inglés, nacido en la India y considerado el principal rival literario de Dickens. Sus obras realistas más destacadas son La suerte de Barry Lyndon (1844), La feria de las vanidades (1844) y La historia de Henry Esmond (1852).

Este escritor inglés es considerado por la crítica como el mejor novelista de la época victoriana. Entre sus novelas realistas se encuentran: Oliver Twist (1839), Tiempos difíciles (1854) y Grandes esperanzas (1861).

León Tolstoi (1828-1910)

Es considerado uno de los más grandes escritores de la literatura rusa y universal, entre sus narraciones realistas más representativas están Guerra y paz (1869), Ana Karenina (1877) y La muerte de Iván Ilich (1886).

Mark Twain (1835-1910)

Escritor, humorista, articulista y orador, este autor norteamericano cuyo nombre originalmente era Samuel L. Clemens, es recordado sobre todo por sus novelas Las aventuras de Tom Sawyer (1876) y Las aventuras de Huckleberry Finn (1885), y sus memorias Vida en el Mississippi (1883).

Benito Pérez Galdós (1843-1920)

Autor de una extensa obra narrativa, es considerado uno de los mejores representantes del realismo y uno de los mayores escritores en lengua española. De su extensa obra podemos mencionar a modo de ejemplo los Episodios nacionales (46 novelas publicadas entre 1873 y 1912), La desheredada (1881) y Fortunata y Jacinta (1887).

Leopoldo Alas “Clarín” (1852-1901)

Escritor, abogado y catedrático, destacó también como crítico literario. Es autor de las novelas Cuesta abajo (1891), La Regenta (1885) y Su único hijo (1890).

Emilia Pardo Bazán (1851-1921)

Esta multifacética escritora española (periodista, ensayista, crítica literaria, poeta y dramaturga, entre otras actividades), es considerada además precursora del feminismo español. Entre sus novelas podemos mencionar La dama joven (1885), Los pazos de Ulloa (1887) y Memorias de un solterón (1896).