Psicología educativa

4 tipos de padres según su estilo educativo


Los tipos de padres han sido estudiados ampliamente por disciplinas como la psicología del desarrollo y la educativa. Esta clasificación se encarga de investigar las diferentes maneras que existen de educar a un niño, y los efectos más comunes que suele provocar cada una de ellas.

Los estilos educativos o de crianza comenzaron a ser estudiados por la psicóloga Diana Baumrind, en la década de 1960. Durante varios años, esta investigadora observó a una muestra muy amplia de niños en edad de crecimiento y su relación con sus padres, a los que también entrevistó para recopilar más datos.

A partir de estas investigaciones, Baumrind identificó tres estilos principales de crianza, que se distinguían principalmente en cuatro características: calidez y nutrición, estilo de comunicación, estrategias disciplinarias, y expectativas de control y madurez. Cada una de estas características y la forma en que eran llevadas a cabo tenían determinados efectos en el desarrollo del niño.

Así, Baumrind describió inicialmente tres estilos educativos: el democrático, el autoritario, y el permisivo. Más tarde, en 1983, Macoby y Martin continuaron con las investigaciones de esta psicóloga e identificaron el cuarto estilo, conocido como negligente. El modelo ha continuado desarrollándose desde entonces.

¿Cómo se clasifican los tipos/estilos de padres?

Las últimas versiones del modelo de los estilos educativos dividen los cuatro tipos en función de dos características: el nivel de demanda de los padres a los hijos, y la calidez vs. frialdad frente a sus necesidades. Veamos cada una de ellas.

Nivel de demanda

La primera característica que diferencia a los distintos estilos educativos es el nivel de exigencia que tienen los padres hacia sus hijos.

Por un lado, algunos padres creen que los niños deberían realizar todo tipo de tareas, cumplir con las normas que se les imponen, y en general comportarse de forma impecable.

Por el contrario, otros padres consideran que “los niños son niños”, y que hay que dejarles la máxima libertad para que se comporten como quieran.

Los que pertenecen a este último grupo no esperan gran cosa de sus hijos, y en general no se preocupan por aspectos como la disciplina o el trabajo personal de los pequeños.

Como en casi todas las áreas de la vida, ninguno de los dos extremos es bueno. Así, para que un niño crezca con una buena autoestima y tenga una actitud adecuada ante la vida, es necesario ponerle retos. Sin embargo, si se lleva este aspecto al extremo, pueden aparecer elementos como el estrés o la baja confianza en uno mismo.

Esta variable, por otro lado, se encuentra matizada por la siguiente: la calidez que muestran los padres frente a las emociones de sus hijos.

Calidez vs. frialdad

La segunda variable que influye en el estilo educativo de los padres es la preocupación que muestran por el bienestar de sus hijos.

Así, en un extremo, algunas personas tienen muy en cuenta las emociones de los niños. En general, tratan de darles todo lo que piden, y tienen el bienestar de los pequeños como una de las máximas prioridades en su vida.

Por el contrario, otros padres no se preocupan demasiado por cómo se sienten los niños, sino que consideran que hay aspectos más importantes de los que preocuparse. Por ejemplo, algunos padres ponen la disciplina y la obediencia por delante de las emociones de sus hijos.

De nuevo, los dos extremos pueden convertirse en problemático. Mientras que una preocupación excesiva por las emociones de los hijos puede llevar a que el padre pierda autoridad, desdeñarlas totalmente hará que los niños se sientan poco queridos y que alberguen mucho resentimiento hacia su familia.

Tipos/estilos parentales según su estilo educativo

Las dos variables que acabamos de estudiar se complementan y matizan. Así, por ejemplo, un padre que presente altos niveles de exigencia actuará muy distinto si también puntúa alto en calidez que si lo hace en frialdad.

La interacción de estas dos características da lugar a los cuatro estilos parentales: democrático, autoritario, permisivo y negligente. Veamos cada uno de ellos.

Estilo democrático

Para los padres que presentan un estilo educativo democrático, las dos prioridades básicas son crear y mantener una buena relación con sus hijos, y preocuparse por mantener una disciplina y fomentar el trabajo duro de los niños. Por lo tanto, puntúan alto tanto en calidez como en nivel de expectativas.

Los padres que presentan este estilo de crianza suelen esperar mucho de sus hijos, por lo que crean todo tipo de reglas y normas sobre cómo deberían comportarse. Sin embargo, para hacerlo, tienen siempre en cuenta cómo se sienten los niños, y explican las razones detrás de cada una de ellas.

Las consecuencias de romper las normas de estos padres suelen ser duras, pero quienes presentan un estilo democrático prefieren educar mediante el uso de refuerzos y premios. Les importa mucho que los niños se sientan a gusto, pero en última instancia, siempre demuestran que el adulto es el que está al mando.

Debido a que los padres democráticos tratan de evitar todo tipo de problemas antes de que se produzcan, y fomentan la independencia y el esfuerzo de los niños, sus hijos suelen crecer para convertirse en adultos felices y responsables.

Cuando crecen, desarrollan habilidades como la asertividad, y son capaces de tomar decisiones y asumir todo tipo de riesgos.

Por todo ello, se suele considerar que el estilo democrático es el mejor de los cuatro.

Estilo autoritario

El segundo estilo tiene en común con el anterior la existencia de un gran número de reglas y normas. Sin embargo, la manera de aplicarlas es muy distinta.

Los padres autoritarios, debido a que puntúan bajo en calidez, apenas tienen en cuenta los sentimientos de sus hijos ni se preocupan por establecer una buena relación con ellos.

Por el contrario, estos padres creen que mantener la autoridad es lo más importante. Así, romper las reglas suele conllevar castigos muy severos. Por otra parte, los niños nunca conocen los motivos que existen detrás de las normas, ya que la obediencia es considerada como más importante que cualquier tipo de negociación.

En general, estos padres creen que los niños no pueden valerse por sí mismos. Por eso, establecen todo tipo de normas para evitar que tengan que enfrentarse a obstáculos o resolver problemas. Cuando sus hijos cometen un error, en lugar de enseñarles a aprender de él, les castigan para que se sientan mal por lo que han hecho.

Los niños con este tipo de padres aprenden a seguir las normas al pie de la letra. Sin embargo, esta actitud tiene un coste: de adultos, suelen presentar muchos problemas de autoestima. En general, se convierten en adultos incapaces de tomar decisiones, y con problemas de ira y agresividad.

Estilo permisivo

El estilo permisivo es el completo opuesto del autoritario, puntuando los padres que lo presentan alto en calidez, pero bajo en expectativas. Para estas personas, lo más importante es el bienestar emocional de sus hijos, y el cumplimiento de normas apenas tiene importancia para ellos.

Así, los padres permisivos pueden establecer algunas reglas, pero les suele costar mucho esfuerzo hacer que se cumplan.

Si un niño se salta una norma, la mayoría de las veces los padres no serán capaces de castigarle. Así, los hijos aprenden rápido que no hay consecuencias por sus actos, y acaban desarrollando problemas de disciplina y actitud.

El papel de este tipo de padres es más el de amigo que el de adulto. Sus hijos suelen contarles sus problemas, pero en general no les toman demasiado en serio.

Por eso, cuando crecen, estos niños suelen presentar problemas en muchos ámbitos: por ejemplo, en el académico, o incluso en el plano emocional, pudiendo desarrollar trastornos como depresión o ansiedad.

Estilo negligente

El último estilo parental está formado por aquellas personas que puntúan bajo en nivel de expectativas, y alto en frialdad. Por lo tanto, estos padres no solo no establecen normas sobre la manera en la que deben comportarse los niños, sino que no se preocupan demasiado sobre su bienestar.

En general, las personas de este grupo no se preocupan de sus hijos debido a que tienen que enfrentarse a sus propios problemas personales.

Así, dentro de este grupo encontramos a adictos a todo tipo de sustancias, a personas que tienen que pasar la mayor parte de su tiempo en el trabajo, y a gente que presenta alguna enfermedad grave que no les deja preocuparse por nada más.

Los hijos de este tipo de padres prácticamente tienen que criarse solos, por lo que aprenden pronto a ser independientes y autónomos. Sin embargo, suelen presentar problemas de autoestima en la vida adulta, así como agresividad y resentimiento hacia sus padres.

Conclusión

Aunque ninguno de los cuatro estilos es perfecto, parece claro que el democrático o asertivo es el que mejores resultados da en la crianza de los niños.

Por eso, los padres que quieran desarrollar buenas habilidades como padres deben identificar en qué punto se encuentran, y trabajar para acercarse cada vez más a este modelo de crianza. Así, tendrán prácticamente garantizado el bienestar de sus hijos y la buena relación con ellos.