Pensamiento mítico: origen, características, ejemplos
El pensamiento mítico fue la forma a través de la cual los primeros pobladores del planeta explicaron los distintos fenómenos que sucedían. Generalmente, los protagonistas de los relatos propios del pensamiento mítico eran seres sobrenaturales cuyas actuaciones eran incuestionables.
Según el pensamiento mítico, los dioses y seres sobrenaturales eran los responsables de cada escenario que tenía lugar en la realidad; por esto se consideraban entes extremadamente poderosos.
En esencia, la principal finalidad del pensamiento mítico fue dar un poco de orden a la realidad tal como se presentaba en la antigüedad. A través de este pensamiento se creó una especie de relación de causa y efecto que sirvió para que los seres humanos pudiesen situarse y comprender mejor su entorno.
Este tipo de pensamiento se caracterizó por ser ampliamente dogmático. A través de este se buscó dar sentido a la realidad pero no se cuestionaba: una vez concebido, se tomó por verdad absoluta.
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El pensamiento mítico surgió desde la necesidad de comprender los fenómenos a los que estaban expuestos los seres humanos.
Esta es una característica intrínseca de los individuos; por esto, ya en los primeros hombres y mujeres se apreció esta intención de explicar el porqué de los fenómenos, que eran totalmente extraños para los humanos originarios.
Una de las primeras inquietudes fue comprender cuál era el origen del ser humano, así como el origen del universo como tal.
En este contexto, los primeros hombres concibieron mitos en los que los protagonistas fueron seres sobrenaturales y muy poderosos; dado que las causas de los fenómenos sobrepasaban la comprensión de los seres humanos, la respuesta más natural fue adjudicar dichos fenómenos a dichos seres milagrosos.
Cuando los primeros pobladores comenzaron a convertirse en sedentarios y formaron civilizaciones más complejas, el pensamiento mítico también fue muy útil para explicar valores y comportamientos que se asociaban a la tribu en específico.
Gracias a los mitos fue posible estructurar una sociedad ordenada, y dado que estas explicaciones no eran cuestionadas, significaron también una forma de control bastante eficiente, usualmente de las clases pudientes hacia las más vulnerables.
Según indican diversos investigadores, el pensamiento mítico fue el punto de origen del cual se generó la filosofía, pues los primeros filósofos se adentraron en dicho pensamiento con un enfoque más racional, buscando explicaciones que poco tuviesen que ver con seres sobrenaturales.
Los protagonistas de los relatos relacionados con el pensamiento mítico siempre son seres milagrosos, con poderes sobrenaturales que tienen la potestad de hacer y deshacer según su voluntad y en muchos casos movidos por caprichos.
Como consecuencia de esa característica algunos fenómenos no podían ser predichos del todo, lo que podía generar total sumisión de los primeros habitantes hacia sus dioses.
El pensamiento mítico no admite cuestionamientos. Los personajes sobrenaturales que participan en los eventos míticos están por encima de la comprensión e inteligencia del hombre, así que los seres humanos solo pueden aceptar los fenómenos tal cual se presentan.
Esta característica está relacionada con la explicada anteriormente. Como no se admiten cuestionamientos, tampoco resulta necesario demostrar la veracidad o falsedad de los sucesos que conforman el pensamiento mítico; simplemente ocurren.
A través del pensamiento mítico las sociedades originarias lograron explicar tanto los fenómenos naturales como los sociales. El hecho de poder dar explicación mítica a determinados procesos sociales permitió generar una estructura ordenada dentro de las sociedades.
Puede afirmarse que muchos de los valores que caracterizaron a las distintas civilizaciones provinieron precisamente del pensamiento mítico que concibieron en sus inicios.
El pensamiento mítico sirvió como base social e histórica de los pueblos originarios. Para ellos, las características que tenían en una época determinada venían dadas por estos fenómenos que habían sido explicados a través del pensamiento mítico.
Es decir, las primeras civilizaciones humanas se consideraban resultado de los mitos que concibieron sus miembros más antiguos.
La historia relacionada con el surgimiento de los mayas está narrada en el Popol Vuh, el libro sagrado de esta civilización. Según esta historia, un grupo de seres sobrenaturales decidieron crear el ser humano; sin embargo, tuvieron varios intentos fallidos.
Los dioses solo fueron exitosos cuando utilizaron maíz blanco y amarillo: a partir de estos elementos concibieron a un ser humano capaz de hablar. Esta historia explica por qué el maíz fue un elemento tan valioso para los mayas.
Según la cosmovisión colombiana —específicamente, la de la civilización chibcha—, los dioses Ráquira y Ramiriquí habitaban solos en un espacio lleno de bellezas naturales. En una oportunidad se plantearon crear a los seres humanos a través de barro y juncos: con el barro crearon al hombre y con los juncos a la mujer.
Luego de ver que los primeros especímenes fueron exitosos, los dioses crearon más y más seres humanos; gracias a esto lograron habitar todo el imperio chibcha.
El pensamiento filosófico es completamente distinto del pensamiento mítico; sin embargo, están íntimamente relacionados, pues el punto de partida para el pensamiento filosófico fue justamente el pensamiento mítico.
Los primeros filósofos —que no se consideraban como tal porque aún no había nacido la filosofía como disciplina— comenzaron a estudiar con detenimiento los mitos que estaban predeterminados en sus culturas, pero la diferencia estuvo en el enfoque de su acercamiento: fue un foco netamente racional.
Entonces, puede decirse que la principal diferencia entre el pensamiento filosófico y el mítico es que el primero se basa en explicaciones sobrenaturales, mientras que el segundo enfoca sus esfuerzos en comprender los fenómenos con base en una visión racional y objetiva.
Además, el pensamiento filosófico está en constante cuestionamiento. Se considera que cada nuevo argumento racional enriquece el pensamiento y lo fortalece.
En cambio, en el pensamiento mítico no está concebida la argumentación ni la demostración de lo planteado. Se trata de explicaciones cerradas que no admiten preguntas ni refutaciones.
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