Pensamiento simbólico: características, ejemplos, aplicaciones
El pensamiento simbólico es la capacidad de representar la realidad utilizando para ello conceptos abstractos como gestos, números y palabras. Su adquisición es uno de los puntos más importantes del desarrollo de los niños según teorías como la de Jean Piaget. Normalmente, se considera que se puede empezar a utilizar a partir de los 18 meses de edad.
Las primeras evidencias del uso del pensamiento simbólico tienen que ver con el uso de signos y símbolos que se utilizan de manera habitual para referirse a objetos, eventos y comportamientos. Por ejemplo, un niño pequeño que quiere agua podría hacer un gesto similar al de llevarse una botella a la boca para pedirla.
Sin embargo, el mayor exponente del pensamiento simbólico es el lenguaje, una capacidad que nos permite referirnos a todo tipo de elementos que no están presentes mediante el uso de palabras. De hecho, con el lenguaje podemos trascender la realidad y pensar en términos abstractos, por ejemplo al usar conceptos como “amor” o “felicidad”.
El pensamiento abstracto nos permite por lo tanto reflexionar sobre el pasado, planificar el futuro y entender la realidad presente. El desarrollo de esta capacidad fue fundamental a nivel de la historia de nuestra especie, y su adquisición cambia por completo la manera en que los ninños comprenden el mundo y se relacionan con él.
Índice del artículo
Características
A continuación veremos algunas de las características más importantes del pensamiento simbólico, tanto de manera general como en base a las situaciones en las que se puede observar.
Características básicas
Como el propio término indica, el pensamiento simbólico se refiere a la capacidad de utilizar símbolos o signos para representar elementos que no están presentes directamente en la realidad. En un punto más avanzado, esta capacidad también se utiliza para poder manipular y reflexionar sobre conceptos abstractos, que no pueden observarse a través de los sentidos.
Antes de desarrollar el pensamiento simbólico, los niños están “atrapados” en el aquí y ahora. Se ha descubierto que, para los menores de 18 meses aproximadamente, cuando una persona sale fuera de su campo de visión, consideran que ha dejado de existir por completo. Lo mismo ocurre con el resto de objetos y elementos de su entorno.
Por el contrario, con el pensamiento simbólico los niños adquieren la capacidad de relacionar elementos que aparentemente son diferentes, y utilizarla para expresarse y entender el mundo a su alrededor de forma más eficaz.
Características en el juego
El juego es una de las actividades más importantes en la infancia, pero no solo a nivel de entretenimiento, sino también en un plano cognitivo y de desarrollo. Por eso, cuando se habla de pensamiento simbólico es imposible hacerlo sin mencionar también el efecto que este tiene en el juego.
Cuando un niño entra en la etapa del pensamiento simbólico, la manera en la que juega cambia por completo. Así, a partir de los 18 meses, empezará a utilizar un objeto para representar otro que no está presente. Por ejemplo, puede que el niño utilice una escoba como si fuera una espada, o una toalla como la capa de un superhéroe.
A un nivel más avanzado, incluso, los niños son capaces de pretender ser otras personas, animales o elementos fantásticos. De esta forma, pueden explorar la realidad sin necesidad de tener que vivir todas las experiencias imaginables por sí mismos, lo que es de mucha ayuda en su proceso de desarrollo cognitivo.
En la comunicación
El pensamiento simbólico también puede manifestarse de formas mucho más concretas. Una vez que empiezan a adquirir la capacidad de hablar, los pequeños comienzan a utilizar signos (las palabras y gestos que reproducen) para referirse a objetos concretos y a personas. En un principio, estos signos estarán poco especializados, pero más tarde se vuelven cada vez más complejos.
Por ejemplo, cuando está aprendiendo a hablar, un niño puede usar la palabra “pan” para referirse a todos los tipos de comida que observa. Poco a poco, sin embargo, empezará a discriminar entre diferentes clases, y a aprender los nombres de cada una de ellas.
Todavía más adelante, la capacidad de utilizar símbolos se vuelve incluso más abstracta, permitiendo al niño pensar sobre elementos que no pueden encontrarse directamente en la realidad. En las etapas más avanzadas de desarrollo, la persona puede incluso utilizar otros elementos, como la música, la pintura o las matemáticas para representar la realidad.
Ejemplos y aplicaciones
El concepto de pensamiento simbólico es bastante amplio y complejo, y por lo tanto puede ser complicado de entender en algunas ocasiones. Por ello, a continuación veremos algunos ejemplos de situaciones en las que se está utilizando esta capacidad.
En el juego
Una de las actividades más típicas de la infancia es lo que se conoce como “juegos de pretender”. Durante los mismos, los niños actúan como si fuesen otra persona, imitando lo que creen que harían si estuvieran en una situación concreta.
Por ejemplo, una niña puede actuar como si fuera médico y “examinar” a sus muñecos, llegando hasta el punto de mandarles tomar medicinas imaginarias o de utilizar un estetoscopio de juguete sobre ellos.
Aunque esta conducta parezca irrelevante desde nuestro punto de vista adulto, en realidad el pensamiento simbólico que se está usando aquí es extremadamente útil para el jugador.
En las matemáticas
El pensamiento simbólico también puede utilizarse de manera mucho más avanzada, de tal forma que permite entender la realidad a un nivel mucho más profundo del que podríamos alcanzar sin él. Uno de los ámbitos en los que es más fácil observar esto es en las matemáticas.
Para poder realizar operaciones matemáticas realmente complejas, como por ejemplo en el álgebra o en el cálculo integral, es necesario comprender conceptos que no se pueden observar a través de los sentidos y aprender a sustituir unos conceptos por otros no relacionados directamente con ellos.
En el arte
Una de las expresiones más claras del pensamiento simbólico es el arte. Cuando pintamos un cuadro, tocamos una canción o representamos una obra de teatro, realmente lo que estamos haciendo es utilizar elementos aparentemente aleatorios para representar distintos aspectos de la realidad que nos rodea.
Esto se da de manera especialmente notable en algunas corrientes artísticas avanzadas, sobre todo las modernistas y posmodernistas, y aquellas que utilizan técnicas abstractas para plasmar la realidad. Por ejemplo, en pintura el surrealismo podría considerarse como una de las mayores expresiones existentes de pensamiento simbólico.
En el habla y la escritura
Pero no hace falta irnos tan lejos para encontrar ejemplos claros de pensamiento simbólico. Si existe una actividad que se base especialmente en esta habilidad, esta es sin duda el habla. Cuando utilizamos el lenguaje, estamos reproduciendo sonidos aleatorios y asociándolos con una serie de significados que queremos transmitirle a otro individuo.
Este es uno de los principales motivos por los que es tan complicado adquirir un nuevo idioma: para hacerlo, tenemos que memorizar una lista completa de nuevos símbolos que se pueden utilizar de manera alternativa para expresar los significados que tenemos en la mente.
Algo similar ocurre con la escritura. En este ámbito, en lugar de recurrir a sonidos hablados, los símbolos se convierten en formas (también completamente arbitrarias) que hemos adoptado mediante consenso para transmitir nuestros pensamientos e ideas.
Por supuesto, existen muchos otros lenguajes de símbolos, como por ejemplo las señales de tráfico, los colores de un semáforo o la notación musical. Sin embargo, el habla y la escritura son dos de los aspectos en los que más se utiliza el pensamiento simbólico.
Actividades para desarrollarlo
A pesar de que el pensamiento simbólico tiende a desarrollarse de manera espontánea en los niños si se encuentran en un entorno sano y se relacionan con otras personas, lo cierto es que en muchas ocasiones puede ser útil realizar con ellos actividades que les ayuden a trabajar esta capacidad de forma explícita.
A continuación veremos una serie de actividades que pueden utilizarse para acelerar el desarrollo del pensamiento simbólico en los niños.
Jugar a juegos de roles
Los juegos de roles, también conocidos como “de pretender”, son aquellos en los que los participantes actúan como si fueran otras personas, animales o criaturas de cualquier tipo. Ejemplos típicos son los de “médico y paciente”, jugar a “ser cocineros” o a “ser superhéroes”.
Aunque, como ya hemos visto, los niños suelen iniciar este tipo de juegos de manera espontánea, puede ser muy beneficioso que el adulto se involucre en ellos o incluso los proponga directamente. Así, el pequeño puede fortalecer su pensamiento simbólico de una manera divertida y segura.
“Veo – veo”
El “veo – veo” es uno de los juegos infantiles más antiguos que existen, y multitud de generaciones lo han utilizado para entretener a sus niños. Sin embargo, lo que no muchos saben es que esta aparentemente absurda actividad ayuda a los pequeños a desarrollar su pensamiento simbólico.
Cuando un niño juega al “veo – veo”, no solo tiene que observar su entorno, sino que también tiene que ser capaz de pensar en las características de los objetos que escoge quien ha dado la pista. Esta habilidad es fundamental para el desarrollo de la capacidad de pensar en símbolos.
Referencias
- “Symbolic Thought: Play, Language, and Critical Concepts” en: Pearson Prentice Hall. Recuperado en: 04 Octubre 2019 de Pearson Prentice Hall: wps.prenhall.com.
- “Symbolic Thought” en: Encyclopedia. Recuperado en: 04 Octubre 2019 de Encyclopedia: encyclopedia.com.
- “Symbolic Thought in Children: 6 Exercises” en: You Are Mom. Recuperado en: 04 Octubre 2019 de You Are Mom: youaremom.com.
- “What Is “Symbolic Thought” in Child Development?” en: Live Strong. Recuperado en: 04 Octubre 2019 de Live Strong: livestrong.com.
- “Domain 4: Symbolic Thought” en: Illinoise Learning Project. Recuperado en: 04 Octubre 2019 de Illinoise Learning Project: illinoisearlylearning.org.