Biografías de personajes históricos

Pablo de Tarso: biografías, viajes, teología, obras


Pablo de Tarso (c. 5/10 a. C. – c. 58/64), también conocido como san Pablo, fue un apóstol fundador de las primeras comunidades cristianas y evangelizador de diversos pueblos gentiles. A mediados de los años 30 y 50 fundó varias iglesias en Asia Menor y Europa.

Aunque no integró el grupo que siguió a Jesús en vida, los Doce Apóstoles, san Pablo es una de las figuras más importantes del cristianismo. Aprovechó su condición de ciudadano judío y romano para enseñar a audiencias hebreas y latinas.

De acuerdo al Nuevo Testamento, antes de su conversión, Pablo se dedicó a perseguir a los primeros discípulos cristianos en Jerusalén. Mientras Pablo se trasladaba con rumbo a Damasco Jesús resucitado se le presentó bañado por un potente halo de luz.

Pablo quedó cegado por el brillo, pero después de tres días su vista fue restaurada por Ananías de Damasco. Así fue como Pablo empezó a predicar que Jesús de Nazaret se trataba del Mesías que presagiaba la tradición judía.

Se piensa que de los veintisiete libros del Nuevo Testamento al menos 13 fueron elaborados por Pablo. Los estudiosos han catalogado de su autoría siete de las epístolas paulinas.

Actualmente, las epístolas de Pablo siguen siendo fuentes vitales de la teología cristiana, y han influido en gran medida en las tradiciones protestantes Occidentales y en las ortodoxas Orientales.

La interpretación de Martín Lutero acerca de los textos de Pablo de Tarso fue una de las bases fundacionales en la doctrina del padre del protestantismo.

Índice del artículo

Nombres

Se ha asumido tradicionalmente que el nombre de Pablo fue modificado cuando se convirtió en seguidor de Jesús, pero no es el caso. Su nombre hebreo era Saulo (Shaúl), nombre que provenía del primer rey de Israel.

De acuerdo con el Libro de los Hechos Saulo poseía de igual forma el nombre de “Pablo”, una transliteración latina de la versión hebrea. Eso se dio puesto que también era ciudadano romano.

Los judíos contemporáneos con Pablo habían adoptado por costumbre tener dos nombres, uno en su idioma natal y otro en latín o griego.

Hechos de los Apóstoles «13, 9 » es el escrito en el que se halla la primera referencia acerca de Saulo como “Pablo”. Lucas, el autor de ese libro, apuntó que los nombres eran intercambiables: “Saúl, que también es llamado Pablo”.

Biografía

Fuentes

La principal fuente de información sobre la vida de Pablo es el material que se encuentra en sus epístolas. Sin embargo, las mismas contienen pocos datos concernientes al tiempo que antecedió a su conversión.

En Hechos se puede hallar más información, aunque algunos periodos en su vida permanecen sin dilucidarse.

Algunos estudiosos creen que los Hechos de los Apóstoles contradicen en algunos aspectos las cartas de san Pablo, especialmente lo referido a la frecuencia de con la que acudía a la iglesia en Jerusalén.

En cuanto a material externo al Nuevo Testamento, se pueden mencionar:

– La epístola de Clemente de Roma a los Corintios (siglo I – II).

– Cartas de Ignacio de Antioquía a los romanos y a los efesios (siglo II).

– Carta de Policarpo a los Filipenses (principios del siglo II).

Primeros años

Pablo nació entre el 5 y el 10 a. C., en la ciudad de Tarso, capital de Cilicia, que en la actualidad comprende a una parte de Turquía.

Las dos fuentes principales de información acerca de los primeros años de la vida del santo católico son el libro de los Hechos de los Apóstoles, además de los fragmentos autobiográficos contenidos en las cartas que realizó a las comunidades de la iglesia.

Procedía de una devota familia judía de la ciudad de Tarso, que había fungido como epicentro económico para el mediterráneo en los albores de la época helenística.

En tiempos de Alejandro Magno, más de trescientos años antes del nacimiento de Pablo, Tarso jugó un rol fundamental en la realidad geopolítica de Asia Menor.

Educación

Cuando era muy joven, Pablo fue enviado a Jerusalén para recibir su educación en la escuela de Gamaliel, nieto de Hilel, uno de los rabinos más notables de la historia, «Hechos 22, 3».

La escuela se destacó por dar a sus estudiantes una educación equilibrada. Probablemente fue allí que Pablo consiguió obtener una amplia exposición a la literatura clásica, la filosofía y la ética.

En sus cartas, Pablo se sirvió de sus conocimientos de los estoicos. Empleaba términos y metáforas propias de esa filosofía para ayudar a sus nuevos conversos en la comprensión de la palabra revelada de Dios.

Conversión

La conversión de Pablo se ha asignado tradicionalmente al periodo entre el 31 o 36, por su referencia a ella en una de sus cartas. Afirmó en «Gálatas 1, 16» que fue el mismo Dios quien presentó a su hijo ante él.

En «Corintios 15, 8», al enumerar el orden en que Jesús se apareció a sus seguidores tras haber resucitado, Pablo apuntó: “El último de todos, como a un nacido prematuro, se me apareció a mí también”.

Evento

Según el relato de los Hechos, en el camino a Damasco ocurrió el referido evento donde relató haber experimentado una visión del Jesús resucitado.

De acuerdo con la tradición tras caer al suelo escuchó una voz que repetía su nombre cuestionó el motivo que impulsaba su persecución, a lo que Pablo respondió: “¿Quién eres tú, Señor?”. La voz contestó que se trataba de Cristo, que estaba siendo acosado por él.

En «Hechos 9,1-22» se afirma que Pablo fue cegado durante tres días y tuvo que ser llevado a su destino de la mano. En ese período no ingirió alimento alguno y se dedicó a la oración a Dios.

Según «Hechos 9, 17» cuando Ananías de Damasco llegó, le puso las manos encima y dijo: “Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo”.

Luego una especie de escamas se separaron de sus ojos y pudo ver nuevamente. Tras eso fue bautizado. El relato continúa diciendo que “habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco”.

Posteriormente, Pablo recuperó su visión, se puso de pie y recibió el bautismo.

Tras la conversión

A partir de su encuentro Pablo comenzó a esparcir el mensaje de Jesús en los templos. El cambio que había demostrado, al igual que sus palabras, dejaban asombrados a aquellos que entraban en contacto con él.

Especialmente impactaba a sus contemporáneos el hecho de que fuese el mismo Pablo quien había perseguido a los cristianos tiempo atrás, además de haber prometido presentarlos en cadenas ante los jefes de la sinagoga.

Las palabras que Saulo dirigía al pueblo cada día se volvían más convincentes, por lo que los judíos de Damasco no encontraban argumentos para rebatir las pruebas de que Jesús de verdad era el Mesías.

Primeros años de ministerio

Tras aceptar a Jesús como el Mesías, Pablo se dirigió a Damasco, allí su ceguera desapareció y recibió el bautismo por Ananías. Expresó que en dicha ciudad apenas pudo escapar de la muerte «Corintios 11, 32».

Se cree que luego Pablo estuvo en Arabia y tras eso retornó. Sin embargo esa travesía no está documentada en otros textos, por lo que algunos han especulado que su visita fue al monte Sinaí.

Tres años más tarde Pablo emprendió un recorrido que lo llevó a Jerusalén, esos hechos fueron narrados por el mismo santo en el libro de Gálatas. Al llegar a su destino se encontró con discípulos de Cristo como Santiago o Simón Pedro, quien le ofreció su hospitalidad.

En «Gálatas 1, 11-16», Pablo apuntó que el Evangelio que había recibido se le había dado directamente por Jesucristo y a través del los hombres, es decir, la difundida por sus seguidores de Jerusalén, de quienes se consideraba independiente.

Para Pablo de Tarso era fundamental la difusión del Evangelio y consideró prudente que en Jerusalén tuviese contacto con el material de iglesias gentiles que se encontraban en otros lugares.

Vuelta a Jerusalén

En sus escritos, Pablo usó las persecuciones que sufrió para confesar proximidad y unión con Jesús, así como una validación de su enseñanza. En «Gálatas 2, 1- 10» narra su regreso a Jerusalén 14 años después de haberse convertido al cristianismo.

Desde su primer viaje a Jerusalén hasta el segundo es considerado como un espacio obscuro, puesto que las referencias en la Biblia son breves. A pesar de eso, es sabido que fue Bernabé el que instó a Pablo a retornar a Antioquía.

Cuando ocurrió una hambruna en Judea, cerca del año 45, Pablo y Bernabé viajaron a Jerusalén para dar apoyo financiero a la comunidad de Antioquía.

Según los Hechos, Antioquía se había convertido en un centro alternativo para los cristianos después de la dispersión de los creyentes después de la muerte de Esteban. A partir de ahí los creyentes de Jesús recibieron el nombre de “cristianos”, «Hechos 11, 26».

Primer viaje como misionero

La cronología de los viajes de Pablo fueron ordenadas en tres secciones: En «Hechos 13-14» se narra la primera travesía que fue encabezada por Bernabé. En esa ocasión Pablo fue de Antioquía a Chipre, luego a Anatolia y, finalmente, tornó a Antioquía.

En Chipre, Pablo castigó y le quitó la visión a Elimas un mago que, según lo recogido en «Hechos 13, 8-12», se dio a la tarea de criticar las enseñanzas de la palabra de Cristo difundidas por Pablo.

Luego navegaron con destino a Perga, en Panfilia. Juan Marcos los dejó y regresaron a Jerusalén, posteriormente, Pablo y Bernabé se enrumbaron a Antioquía Pisidiana. Ambos se presentaron a la sinagoga un sábado.

Intervalo en Antioquía

Los líderes los invitaron a hablar y Pablo repasó la historia israelita, desde la vida en Egipto hasta el Rey David. En su relato Jesús fue retratado como uno de los descendientes de David, que además había sido llevado a Israel por Dios.

Pablo dijo que su equipo había asistido a la ciudad para llevarle el mensaje de salvación. Después, continuó contando a la audiencia presente la historia de la muerte y resurrección de Cristo.

Posteriormente fue invitado a volver a hablar ante judíos y gentiles la semana siguiente. La mayoría de los habitantes de la ciudad acudieron a escuchar las palabras de Pablo.

Esa actitud molestó a algunos judíos influyentes que hablaron en su contra. Fue entonces cuando Pablo decidió anunciar el cambio en su misión evangelizadora personal, en la que desde entonces iría dirigida únicamente a los gentiles.

Antioquía sirvió como un importante centro cristiano para la evangelización de Pablo, y permaneció allí mucho tiempo con los discípulos al final de su primer viaje.

La duración exacta de la estadía de Pablo en Antioquía es desconocida, con estimaciones que van desde nueve meses hasta ocho años.

Concilio de Jerusalén

Una reunión vital entre Pablo y la iglesia de Jerusalén tuvo lugar en algún momento de los años 50 o 51. Fue descrita en «Hechos 15, 2» y usualmente es vista como el mismo evento mencionado por Pablo en «Gálatas 2, 1».

La pregunta clave que se planteó en la reunión fue si los gentiles conversos necesitaban ser circuncidados.

Incidente en Antioquía

A pesar del acuerdo alcanzado en el Concilio de Jerusalén, Pablo contó que más tarde hubo de confrontar públicamente a Pedro en una disputa llamada el “Incidente de Antioquía”.

En dicho altercado, Pedro se mostraba renuente a compartir una comida con cristianos gentiles en la ciudad, aduciendo que no se adherían estrictamente a las costumbres judías.

Escribiendo más tarde sobre el incidente, Pablo dijo: “Me opuse a (Pedro) en su cara, porque estaba claramente equivocado”, y dice que le dijo a Pedro: “Tú eres judío, pero vives como un gentil y no como un judío”.

Pablo también menciona que incluso Bernabé, su compañero de viaje y apóstol hasta ese momento, se puso del lado de Pedro. Sin embargo en ninguna parte del texto se aclara cuál fue el resultado de la discusión.

La Enciclopedia Católica sugiere que Pablo ganó el argumento, porque “el relato de Pablo sobre el incidente no deja lugar a dudas de que Pedro vio la justicia de la reprimenda”.

Segundo viaje como misionero

En el año 49 fue que Pablo decidió ir en busca de su nueva jornada evangelizadora. Ese año partió de Jerusalén y se dirigió  alrededor del Mar Mediterráneo.

Entonces, Pablo y Bernabé se detuvieron en Antioquía donde tuvieron una fuerte discusión acerca de si llevar o no a Juan Marcos con ellos.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles está asentado que Juan Marcos junto con Bernabé se separaron de Pablo y emprendieron su viaje por otro rumbo debido a las diferencias que surgieron entre ellos, mientras que Silas permaneció al lado de Pablo.

Pablo y Silas

Los compañeros visitaron en primer lugar Tarso, el lugar de nacimiento de Pablo. Así mismo llegaron hasta Derbe y Listra, donde conocieron a Timoteo, cuya reputación era impecable. A partir de entonces se les unió y continuaron el viaje los tres hombres.

Pablo y sus compañeros, Silas y Timoteo, tenían planes de viajar al suroeste de Asia Menor para predicar. Los planes cambiaron tras un evento que le ocurrió a Pablo: en una visión le apareció un macedonio quien le imploró que acudiera a su tierra para ayudarlos.

Después del clamor que se le presentó a Pablo, decidió acudir a esa tierra con sus compañeros. Allí se dedicaron a predicar el evangelio, según lo recogido en  «Hechos 16, 6-10». En Macedonia la Iglesia creció, y comenzó a sumar creyentes y a fortalecer la fe de los cristianos «Hechos 16, 5».

Continuaron viajando, pasaron por Berea y luego arribaron a Atenas, donde Pablo predicó tanto a los judíos como a griegos que asistían a la sinagoga. Posteriormente se dirigió a intelectuales griegos en el Areópago.

Intervalo en Corintos

Después de haber recorrido otras ciudades griegas, cerca del 52, Pablo pasó cerca de año y medio en Corinto. Allí conoció a Priscila y a Aquila «Hechos 18, 2», quienes se convirtieron en creyentes fieles y ayudaron a Pablo en sus sucesivos viajes como misionero.

La pareja siguió a Pablo y a sus compañeros de Efeso, y se quedaron allí, donde fundaron una de las iglesias más fuertes y fieles en ese tiempo «Hechos 18, 18-21».

En el 52, tras dejar Corinto, Pablo se detuvo en el pueblo cercano de Cencreas. Junto con sus nuevos compañeros de misión, Pablo navegó a Efeso y de allí pasó a Cesárea con el propósito de saludar a la Iglesia de allí.

Luego viajó hacia el norte, a Antioquía, donde permaneció durante algún tiempo, antes de emprender de nuevo un tercer viaje misionero.

En el Nuevo Testamento se plantea que Pablo de Tarso también estuvo en Jerusalén en la época con motivo de la celebración de una de las fiestas judías, posiblemente Pentecostés.

Tercer viaje como misionero

Según Hechos, mientras se encontraba en Galacia y Frigia Pablo comenzó su tercer viaje misionero para educar a los fieles.

En seguida viajó a Éfeso, un importante centro del cristianismo, y permaneció allí durante casi tres años, probablemente trabajando como fabricante de tiendas, tal como lo hizo cuando permaneció en Corinto.

Pablo recorrió Macedonia y arribó a Acaya «Hechos 20, 1-2». Luego se asentó durante tres meses en Grecia, posiblemente en Corinto cerca del año 57, según «Hechos 20, 1-2».

Luego se preparó para ir a Siria, pero alteró sus planes y volvió en sus pasos al ser el objetivo de un complot realizado por hebreos de la zona.

Cuando volvía a Jerusalén pasó por otras poblaciones como Filipos, Troas, Mileto, Rodas y Tire. Pablo completó su viaje con una parada en Cesarea, donde permaneció con el evangelista Felipe y sus compañeros antes de llegar a su destino.

Última visita a Jerusalén y arresto

Pablo se estableció en Jerusalén en el año 57, después de completar su tercer viaje misionero. En el libro Actos se afirma que al principio fue acogido con benevolencia.

Emprendió un ritual de purificación para no ofrecer a los judíos ninguna razón que diera pie a acusaciones de no seguir su ley «Hechos 21, 17-26».  Siete días después comenzó a correr el rumor de que Pablo había profanado el templo. Una multitud enfurecida lo capturó y lo arrojó a la calle.

Estuvo cerca de la muerte, pero se salvó al entregarse a una banda de centuriones romanos que lo detuvieron, lo esposaron y lo llevaron a la tribuna «Hechos 21, 27-36».

Marcus Antonius Felix lo mantuvo como preso durante dos años, hasta que Porcius Festus, el nuevo gobernador, cerró su caso en el 59.  Cuando el nuevo regente propuso que fuera enviado a Jerusalén para ser procesado, Pablo ejerció el privilegio de “oponerse al César” como ciudadano romano.

Hechos menciona que en su camino a Roma para su sumisión a César como ciudadano romano, Pablo naufragó en Malta, allí se le concedió un trato excepcional e, incluso, Publius se encontró con él.  De allí se trasladó a Siracusa, Rhegium y Puteoli y, finalmente, arribó a Roma «Hechos 28, 11-14».

Años finales en Roma

Cuando Pablo llegó a la capital del Imperio romano, alrededor del año 60, hubo de permanecer por dos años más bajo arresto domiciliario. La narración de los Hechos de los Apóstoles culmina con las predicas de Pablo, que alquiló una casa mientras esperaba el juicio «Hechos 28, 30-31».

En el siglo II, Ireneo escribió que Pedro y Pablo habían sido los fundadores de la Iglesia católica en Roma y que habían nombrado a Linus como el obispo sucesor.

Muerte

Se cree que la muerte de Pablo tuvo sucedió en algún punto posterior al Gran Incendio de Roma en julio del año 64.

Según diversas fuentes Pablo fue decapitado bajo las órdenes de Nerón en Roma. Se piensa que su martirio se llevó a cabo en el Aquae Salviae, de la Vía Laurentina.

Según la leyenda, el cuerpo del santo fue enterrado en la propiedad de una mujer cristiana llamada Lucina fuera de los muros de Roma, en la segunda milla de la Via Ostiensis. Allí mismo, dos siglos más tarde, el emperador Constantino el Grande construyó la primera iglesia.

Los emperadores Valentín I, Valentín II, Teodosio I y Arcadio la expandieron significativamente entre los siglos IV y V. La actual basílica de San Pablo Extramuros es mucho más reciente pues fue erigida en el siglo XVII.

Restos

En 2002, un sarcófago de bronce de 2,4 m de largo con la inscripción “Paulo apostolo mart”, lo que se traduce como “Pablo apóstol mártir”, fue encontrado durante una inspección de la Vía Ostiensis alrededor de la Basílica de San Pablo Extramuros.

En junio de 2009 fueron anunciadas por el Papa Benedicto XVI las conclusiones arrojadas por la excavación del lugar. El sarcófago no se abrió, sino que se examinó usando una sonda que reveló partes de incienso, lino púrpura y azul, y pequeños fragmentos de hueso.

El hueso fue datado del siglo I o II con radiocarbono. Estos resultados, según el Vaticano, favorecen la suposición de que la tumba pertenece a Pablo.

Apariencia física

El Nuevo Testamento provee poca información sobre la apariencia física de Pablo, pero en los escritos apócrifos existen varios detalles.

En los Hechos de Pablo se le caracteriza como “una persona de baja estatura, con la cabeza calva y los pies doblados, en buen estado físico, con las cejas y la nariz ligeramente dobladas”. En la edición latina del mismo texto se agrega que su rostro era rojizo.

Los Hechos de San Pedro confirmaron que la cabeza de Pablo era calva y brillante, con el pelo negro. Crisóstomo nota que el tamaño de Pablo era pequeño, su cuerpo inclinado y su cabeza calva.

Nicéforo argumentó que Pablo era un hombre pequeño con un rostro pálido, largo y arrugado, y una cabeza calva, torcida, y casi doblada como un arco.

Obra

De los 27 libros del Nuevo Testamento, 14 fueron han sido atribuidos a Pablo. Siete de ellos son generalmente considerados genuinos, mientras que la validez de los otros siete es cuestionada.

Los documentos cuya autoría es considerada fiel se toman, generalmente, como las referencias más significativas. Pablo fue quien asentó por vez primera cual era el significado de ser cristiano, al igual que la esencia de su espiritualidad.

Al igual que los Evangelios de Mateo y Juan, las epístolas de Pablo han representado una de las más grandes influencias que están presentes en el Nuevo Testamento.

Teología paulina

La exposición sumaria de la escolástica de san Pablo es considerablemente ardua. En general, se denomina teología paulina al análisis fundado, metódico y exhaustivo de la ideología planteada por Pablo, que mutó a través del tiempo y las interpretaciones que se hicieron de sus escritos.

Según la teoría luterana clásica, el argumento fundamental de la teología paulina sería el de la defensa de la fe sin las obras de la Ley. A partir de esa noción se llegó a especular que en la doctrina paulina se hallaba el núcleo esencial del anuncio cristiano.

El mayor conflicto de cualquier intento de sistematización del pensamiento del apóstol radica en que Pablo no era un teólogo consecuente, por lo que cualquier categorización y clasificación parece responder más a las preguntas del exégeta que a esquemas paulinos.

Por mucho tiempo la discusión estuvo supeditada a una encrucijada.

Desde la perspectiva del cristianismo si bien el fundamento forma parte del mensaje paulino, no constituye su elemento central. El testimonio católico original argumentaba que Dios, más que “declarar justo” al individuo, hace ecuánime al hombre al transformarlo.

Evolución a través de los siglos

En el siglo XX, la actitud a favor del principio de la sola fide, o solo por la fe,  fue una constante en el trasfondo y en la orientación de la escuela de Rudolf Karl Bultmann. Así mismo se presentó, con una diversidad de matices, en seguidores suyos tales como Ernst Käsemann o G. Bornkamm.

  1. Barbaglio propuso que el Evangelista escribió una “teología en epístola”. De ahí que su esquema se basó en exhibir la teología de cada epístola siguiendo cronológicamente cada una, para culminar con el capítulo: “Coherencia de la teología de Pablo: hermenéutica del Evangelio”.

De acuerdo con R. Penna, se tiende a reconocer que en el fondo de la corriente de Pablo se encuentra el “evento-Cristo”, un hecho indiscutible en “su teología”. Se plantea que dicho antecedente influyó en las consecuencias tanto antropológicas, como escatológicas y eclesiológicas.

Brown sugirió que todas las propuestas encierran un trozo de verdad, aunque derivan de “juicios analíticos” posteriores a Pablo.

Teología paulina en la actualidad

En los últimos años diferentes estudiosos protestantes, como Krister Stendahl, Ed Parish Sanders, y James D. G. Dunn,​ criticaron la actitud luterana clásica.

Hasta entonces se había planteado la oposición de una fe cristiana portadora de la gracia e independencia, contra un supuesto judaísmo ancestral afecto al legalismo y exacerbación soberbia de la disciplina de las prescripciones mosaicas.

Los autores católicos Lucien Cerfaux, Rudolf Schnackenburg, y especialmente Joseph A. Fitzmyer, centraron la doctrina de Pablo en su abstracción sobre Cristo. Particularmente en lo relativo a su caída y su resurrección.

Para J. Fitzmyer e eje de la mística paulina es la “cristología”. Este autor considera que la teología de san Pablo era una escolástica cristocéntrica, específicamente, una teología cuyo soporte trascendental es Cristo muerto y resucitado.

Otros autores como Joachim Gnilka y Giuseppe Barbaglio hablan de un teocentrismo paulino, es decir, que todo el pensamiento de Pablo arranca en Cristo y vuelve a él.

Una detallada investigación de las epístolas paulinas certificadas como verdaderas permite percibir que en la ideología del discípulo se produjo un avance y que, como resultado, no se podría traer a cuento un único foco de interés en su predicación.

Perspectivas

Sobre sí mismo

Pablo ofreció una letanía de su propio nombramiento apostólico para predicar entre los gentiles en los pasajes iniciales de Romano.

Se consideró igual que aquellos que conocieron a Cristo en vida, ya que Jesús se apareció ante él tras su resurrección, al igual que tiempo atrás se le había mostrado a Pedro, Santiago y los otros discípulos.

Debido a la gracia todopoderosa, Pablo percibió esto como un cambio imprevisto, repentino y chocante, y no como el fruto de sus argumentos o pensamientos.

También asentó que poseía una condición física débil, que pudo tratarse de alguna discapacidad. Ese aspecto lo retrató con una comparación a la que describió como: “una espina en la carne”.

Hay discusiones acerca de si Pablo al momento de su conversión se vio a sí mismo como el principal comisionado para llevar el Evangelio a los gentiles.

Interpretación de la figura de Jesucristo

Pablo vio a Jesús como el verdadero Mesías e Hijo de Dios, como predijeron las Sagradas Escrituras a través de sus profetas. Los escritos de Pablo enfatizan la crucifixión, la resurrección y la Parusía o segunda venida de Cristo.

Se afirmó que Jesús descendía directamente de David por línea biológica. Pablo mostro en sus textos la muerte de Cristo como una victoria. Consideró que el último acto de misericordia de Jesús, su sacrificio, perseguía el propósito de emancipar a los creyentes del pecado.

Pablo enseñó que cuando Cristo regresara aquellos que habían muerto creyendo él como el salvador de la humanidad volverían a la vida, mientras que los que aún vivían serían “arrebatados en las nubes junto con ellos para encontrarse con el Señor en el aire”, «Tesalonicenses 4, 14-18».

Claves del cristianismo

En los escritos de Pablo se reveló lo que a luego sería la esencia del mensaje cristiano:

1) Dios envió a su hijo.

2) La muerte y resurrección del hijo persiguen el objetivo de salvar a la humanidad.

3) El hijo regresaría pronto.

4) Los que creyeran en el hijo vivirían con él para siempre.

El evangelio de Pablo también incluyó la necesidad de vivir bajo una moralidad superior: “Que tu espíritu, tu alma y tu cuerpo sean sanos e irreprensibles en la venida de nuestro Señor Jesucristo”, «Tesalonicenses 5, 23».

Expiación

Pablo dijo que los cristianos serían redimidos de todos sus pecados y, en consecuencia, podían aspirar a obtener una nueva vida gracias a la muerte y resurrección de Jesús.

Su defunción fue “expiación y propiciación, y por la sangre de Cristo la paz se hace entre Dios y el hombre”.  La venida de Jesús como un camino para la salvación de los hombres suprimió el problema de la exclusión de los no judíos del pacto de Dios, como lo indica «Romanos 3, 21-26».

La conversión de Pablo cambió fundamentalmente sus creencias básicas con respecto al pacto de Dios y la inclusión de los gentiles en este pacto.

Antes de su conversión él creía que la circuncisión era el rito por el cual los hombres se hacían parte de Israel, una comunidad exclusiva del pueblo escogido de Dios, pero después pensó que la circuncisión no era trascendental en el camino a la vida eterna.

Relación con el judaísmo

Algunos estudiosos ven a Pablo como un personaje completamente en línea con el judaísmo del primer siglo, otros lo ven como opuesto al judaísmo, mientras que la mayoría lo ve como un punto intermedio entre estos dos extremos.

Pablo se opuso a la insistencia en mantener los rituales sagrados del judaísmo, por ejemplo, la controversia de la circuncisión en el cristianismo primitivo, considerados previamente necesarios para entrar en la reino de los cielos.

El evangelio de san Pablo acrecentó la división entre aquellos que consideraban a Cristo como el Mesías, con los que seguían fielmente los preceptos del judaísmo, a pesar de que ese no había sido su propósito.

Una sola fe

Escribió que la fe en Cristo era la única decisiva en la salvación tanto para los hebreos, como para gentiles. Eso hizo inevitable y permanente el cisma entre los seguidores de Cristo y los judíos de la corriente dogmática.

La oposición de Pablo a la circuncisión masculina para los no judíos está en consonancia con lo que había sido planteado por los profetas del Antiguo Testamento en el que se afirma que el resto de las naciones buscaría al Dios de Israel cuando se acercara el final de los tiempos.

Pablo de Tarso consideró que Dios le había legado la responsabilidad de hacer posible el encuentro entre las naciones, «Romanos 11, 25».

Mundo por venir

Pablo creyó que antes de su propia muerte volvería Jesús a la tierra. Pensaba que los cristianos que habían muerto mientras tanto resucitarían para compartir el reino de Dios, y creía que los salvos serían transformados, asumiendo cuerpos celestiales e imperecederos, «Corintios 15, 51-53».

Las lecciones de Pablo de Tarso en lo que concierne al fin del mundo están detalladas en sus cartas a los cristianos en Tesalónica.

Esto sugiere un fin inminente, pero es inespecífico en cuanto a los tiempos y anima a sus seguidores a esperar una demora. El final del mudo se dará en un enfrentamiento entre Cristo y el hombre sin ley, como es afirmado en «Tesalonicenses 2, 3», cuya conclusión sería el triunfo de Jesús.

Rol de la mujer

El segundo capítulo de la carta original, dirigida a Timoteo, ha sido usada por muchas cofradías para negar a las mujeres un voto en los asuntos de la iglesia.

También justifica el rechazo a las mujeres para servir como maestras de clases bíblicas para adultos, los impedimentos a que sirvan como misioneras, y en general privarlas de los deberes y privilegios del liderazgo de la iglesia.

Sin embargo, algunos teólogos concuerdan en que las cartas de Pablo acogían una óptica mucho más inclusiva de la mujer. El teólogo J. R. Daniel Kirk escribe que «Romanos 16» es un testimonio tremendamente importante para el papel de la mujer en la iglesia primitiva.

Pablo alaba a Febe por su trabajo como diaconisa y a Junia, a quien Pablo describe como una persona respetada entre los apóstoles «Romanos 16, 7».

Polémica sobre la prohibición femenina

Según Kirk, en diversos estudios se ha concluido que el pasaje de Corintios 14 que ordenaba a las mujeres permanecer en silencio durante la adoración fue una adición apócrifa que no formaba parte del texto original de san Pablo a los Corintios.

En el caso de Giancarlo Biguzzi, plantea que la restricción de Pablo sobre las mujeres de «Corintios 14» es genuina, pero solo se aplica a un caso particular en el que hubo problemas locales de mujeres que hacían preguntas o charlaban durante los servicios de adoración.

Biguzzi no cree que sea una prohibición general de que cualquier mujer hable en lugares de adoración, eso puesto que Pablo afirma el derecho de las mujeres a ejercer como profetas en Corintios.

Influencia en otras religiones

La influencia de Pablo en el cristianismo ha sido posiblemente más significativa que la de cualquier otro autor del Nuevo Testamento. Fue él quien declaró que “Cristo es el fin de la ley”, exaltó a la Iglesia como el cuerpo de Cristo y describió el mundo fuera de esos preceptos como bajo juicio.

Los escritos de Pablo incluyen la referencia más temprana a la “cena del Señor”, un rito tradicionalmente identificado como la comunión cristiana o Eucaristía, y conocido a posteriori como la última cena.

Judaísmo

El interés judío en Pablo de Tarso es un fenómeno reciente, puesto que los líderes religiosos y académicos del judaísmo habían escrito muy poco sobre él.

Antes de las reevaluaciones históricas positivas de Jesús por parte de algunos pensadores judíos en los siglos XVIII y XIX, Pablo apenas había aparecido en la imaginación popular judía.

Podría decirse que está ausente del Talmud y de la literatura rabínica, aunque aparece en algunas variantes de la polémica medieval.

Sin embargo, con Jesús ya no considerado como el paradigma del cristianismo no judío, la posición de Pablo se hizo más importante en las investigaciones históricas hebreas  y la contextualización de la relación de su religión con el cristianismo.

Los filósofos judíos como Baruj Spinoza, Leo Shestov o Jacob Taubes, y los psicoanalistas Sigmund Freud y Hanns Sachs, reconocieron al apóstol como una de las figuras más influyentes del pensamiento occidental por su influencia en la masificación del cristianismo.

Islamismo

Durante mucho tiempo los musulmanes han creído que Pablo corrompió intencionalmente las enseñanzas originales reveladas por Jesús.

Eso ha sido afirmado puesto que se le adjudica la introducción de elementos tales como: el paganismo, la conversión del cristianismo en una teología de la cruz, y la introducción del pecado original y la necesidad de la redención.

Sayf ibn Umar afirmó que ciertos rabinos persuadieron a Pablo a engañar deliberadamente a los primeros cristianos introduciendo en el cristianismo lo que Ibn Hazm consideraba doctrinas objetables.

Pablo de Tarso también ha sido criticado por algunos pensadores musulmanes modernos.

Syed Muhammad Naquib al-Attas escribió que Pablo tergiversó el mensaje de Jesús. Por otro lado, Rashid Rida acusó a Pablo de introducir el politeísmo en el cristianismo.

En la polémica musulmana sunita, Pablo juega el mismo papel corruptor de las enseñanzas de Jesús que un judío posterior, Abdullah ibn Saba, en su intento de destruir el mensaje del Islam desde dentro, al introducir creencias protohititas.

Entre los que apoyaron este punto de vista estaban los eruditos Ibn Taymiyyah e Ibn Hazm, que afirmaron que los judíos incluso admitieron el siniestro propósito de Pablo.

Referencias

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