Ética moderna: qué es, características, representantes e ideas
¿Qué es la ética moderna?
La ética moderna es la disciplina filosófica a través de la cual se estudia la moral, el deber, la felicidad, la virtud y lo que es correcto o incorrecto en el comportamiento humano. Está representada por diversos filósofos ubicados temporalmente desde principios del siglo XVII hasta finales del siglo XIX.
Cuando se hace referencia a una ética moderna no es desde un punto de vista de los conceptos filosóficos, sino desde un punto de vista temporal, puesto que en esos tres siglos fueron muchas las teorías filosóficas que salieron a la luz.
Algunas de las corrientes más importantes son: la materialista de Hobbes, el empirismo de Hume, la ética deontológica o del deber con Immanuel Kant, la utilitarista con Bentham y Mill y la nihilista de Nietzsche.
No obstante, no se pueden dejar de mencionar dentro de la ética moderna a Safstesbury, iniciador de la escuela de sentido moral, ni a los filósofos de tendencia intuicionista: Ralph Cudworth, Henry More y Samuel Clarke, así como a Richard Price, Thomas Reid y Henry Sidgwich.
Tampoco se puede obviar la importancia del filósofo judío holandés Benedict de Spinoza ni de Gottfried Wilhelm Leibniz. Además, es importante recordar a dos figuras cuyo desarrollo filosófico tuvo gran repercusión posterior: el francés Jean-Jacques Rousseau y el alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
Características de la ética moderna
El hecho de que existan tantas teorías de ética moderna hace imposible que se puedan enumerar características que las definan a todas. Sin embargo, se pueden especificar determinadas temáticas que han sido abordadas por la mayoría de los filósofos de esta época:
– Preocupación por delimitar el bien y el mal en el hombre y en la sociedad.
– Oposición o concordancia entre el deseo y el deber, y el deseo y la felicidad.
– Elección de la descripción ética a partir de la razón o del sentimiento.
– Bien del individuo y bien social.
– El hombre como medio o como fin.
Representantes de la ética moderna
Algunos de los filósofos más destacados de la ética moderna son los siguientes:
Thomas Hobbes (1588-1679)
Este filósofo nacido en Inglaterra fue un entusiasta de la Nueva Ciencia representada por Bacon y por Galileo. Para él, tanto el mal como el bien se relacionan con las predilecciones y los deseos del individuo porque no existe la bondad objetiva.
Por eso mismo no hay un bien general, ya que el individuo busca fundamentalmente satisfacer sus deseos, para autopreservarse frente a una naturaleza anárquica.
El hecho de que cada individuo satisfaga sus deseos genera conflicto, y para que este no termine en guerra se debe establecer un contrato social.
Mediante dicho contrato, el poder se transfiere a una autoridad política llamada “soberano” o “Leviathan”, para que haga cumplir lo establecido. Su poder debe ser el suficiente para mantener la paz y castigar a quienes no lo respetan.
Joseph Butler (1692-1752)
Obispo de la Iglesia de Inglaterra, se encargó de desarrollar la teoría de Shaftesbury. Afirmó que la felicidad aparece como un subproducto cuando se satisfacen los deseos por todo aquello que no sea la misma felicidad.
Así, quien tiene por fin la felicidad no la encuentra. En cambio, si se tienen objetivos en otro lugar que no sea la felicidad, es más probable que se alcance.
Por otro lado, Butler también introduce el concepto de conciencia como fuente independiente del razonamiento moral.
Francis Hutcheson (1694-1746)
Junto con David Hume, Hutcheson desarrolló la escuela de sentido moral que se había iniciado con Shaftesbury.
Hutcheson sostenía que el juicio moral no se puede basar en la razón; por eso no puede apoyarse sobre si una acción es amable o desagradable para el sentido moral de alguien.
Concibe así que es la benevolencia desinteresada la que da fundamento al sentido moral. De allí declara un principio que será tomado luego por los utilitaristas: “Esta acción es la mejor porque procura la mayor felicidad para la mayor cantidad de personas”.
David Hume (1711-1776)
Continuando con el trabajo de Shaftesbury y Hutcheson, propuso una descripción ética basada en el sentimiento más que en la razón. Así, la razón es y debe ser esclava de las pasiones, y solo debe servirlas y obedecerles.
Como la moralidad está unida a la acción y la razón es estática desde lo motivacional, Hume deduce que la moralidad debe ser una cuestión de sentimiento, en vez de razón.
Asimismo, enfatiza la emoción de la simpatía, que es la que permite que el bienestar de alguien sea motivo de preocupación de los otros.
Immanuel Kant (1711-1776)
Kant plantea como único bien incondicional a la “buena voluntad”, que en toda circunstancia se considera como lo único bueno, además de ser la que guía hacia el imperativo categórico.
Este imperativo categórico es el bien supremo de la moralidad y del que derivan todos los deberes morales. De tal manera que ordena que la persona debe actuar solamente basándose en principios que se puedan universalizar. Es decir, principios que todas las personas o agentes racionales, como los denomina Kant, podrían adoptar.
Es mediante este imperativo categórico que Kant enuncia la “fórmula de la humanidad”. De acuerdo con esta se debe actuar tratándose uno mismo y a las otras personas como un fin, nunca como un medio.
Como cada ser humano es un fin en sí mismo tiene un valor absoluto, incomparable, objetivo y fundamental; a este valor lo denomina dignidad.
En consecuencia, se respeta a toda persona porque tiene dignidad, y esto se realiza a través de tratarla como fin en sí misma; esto es, reconociéndola y haciendo que se reconozca en su valor esencial.
Jeremy Bentham (1748-1832)
Se considera a este economista y filósofo inglés como el fundador del utilitarismo moderno. Su pensamiento parte de que el hombre se encuentra bajo dos amos que le ha puesto la naturaleza: el placer y el dolor. Así, todo lo que parece bueno es placentero o se cree que evita el dolor.
Es a partir de allí que Bentham sostiene que los términos “correcto” e “incorrecto” son significativos si se utilizan según el principio utilitarista. Entonces, es correcto lo que aumenta el excedente neto de placer sobre el dolor; por el contrario, lo que lo disminuye es lo incorrecto.
En lo que respecta a las consecuencias de una acción frente a los demás, sostiene que se deben tener en cuenta las penas y placeres para todos los que están afectados en la acción. Esto debe hacerse en pie de igualdad, nadie por encima de nadie.
John Stuart Mill (1806-1873)
Mientras Bentham consideraba que los placeres eran comparables, para Mill algunos son superiores y otros son inferiores.
Entonces, los placeres superiores tienen un gran valor y son deseables; entre estos incluye la imaginación y apreciar la belleza. Los placeres inferiores son los del cuerpo o las simples sensaciones.
Con respecto a la honestidad, la justicia, la veracidad y las reglas morales, considera que los utilitaristas no deben calcular antes de cada acción si dicha acción maximiza la utilidad.
Al contrario, se deben guiar analizando si dicha acción se enmarca en un principio general, y si la adhesión a dicho principio promueve el aumento de la felicidad.
Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900)
Este poeta, filólogo y filósofo alemán critica el código moral convencional porque postula una moral esclava que está ligada al código judeocristiano de la moral.
Para él la ética cristiana considera como una virtud la pobreza, la humildad, la mansedumbre y el autosacrificio. Por eso la considera una ética de los oprimidos y débiles que odian y tienen miedo de la fuerza y la autoafirmación.
El hecho de transformar ese resentimiento en conceptos de moralidad es lo que ha llevado a debilitar la vida humana.
Esa es la razón por la que consideró que la religión tradicional se había terminado, pero en su lugar propuso la grandeza del alma, no como virtud cristiana, sino como la que incluye la nobleza y el orgullo por los logros personales.
A través de esa reevaluación de todos los valores es que propone el ideal del “superhombre”. Este es una persona que puede superar las limitaciones de la moral ordinaria ayudándose por su voluntad de poder personal.