Neuropsicología

La dopamina en el amor: química cerebral y emociones


El papel de la dopamina en el amor es especialmente relevante: cuando estamos enamorados de alguien, experimentamos emociones agradables y satisfactorias. Estas emociones producen de inmediato una liberación de dopamina en el cerebro, por lo que la misma emoción nos produce sensaciones de placer.

Uno de los argumentos más habituales entre aquellas personas que no “creen” en el amor o en la posibilidad de estar enamorado de alguien, consiste en decir que el amor no es más que una reacción química del cerebro.

Este argumento que mucha gente interpreta como rotundamente falso es en parte cierto, ya que el amor es en sí una reacción emocional de las personas y las emociones están controladas por procesos químicos del cerebro.

Sin embargo, si examinamos correctamente el “quit” de la cuestión, el cuerpo humano en su integridad funciona a través de procesos químicos. No solo el amor responde a reacciones químicas, sino que cualquier experiencia puede definirse  a través del intercambio de células y mecanismos basados en la química cerebral.

Por lo que respecta las emociones, los procesos químicos involucrados se encuentran mayormente en el cerebro y juegan un papel muy relevante en su experimentación.

Índice del artículo

¿Qué es el amor?

El amor es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres humanos. Este concepto puede definirse a través de distintos puntos de vista, tanto artísticos como científicos, filosóficos o religiosos. De forma habitual, se suele interpretar como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego.

Además, estos sentimientos son los que originan una serie de actitudes como la bondad, la compasión o el cuidado, y una serie de comportamientos que tienen como fin expresar y exteriorizar las emociones de amor que se experimentan.

Cuando hablamos de amor estamos haciendo referencia a una serie de emociones y sentimientos. Estos sentimientos se experimentan en las regiones cerebrales, provocan una serie de pensamientos y originan un gran número de modificaciones orgánicas y conductuales.

No obstante, el aspecto que nos permite entender por qué la química cerebral juega un papel importante en el desarrollo del amor radica en que este trata de un estado mental específico que se caracteriza por experimentar una serie de emociones y sentimientos.

¿Qué papel juega la química en el amor?

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Todos los sentimientos y todas las emociones que tenemos los seres humanos están modulados por el funcionamiento del cerebro. De hecho, todos los pensamientos, ideas, creencias, actitudes, conductas o comportamientos que realizamos también atienden al funcionamiento del cerebro.

Si nos pusiéramos exquisitos podríamos hasta afirmar la capacidad de caminar, el hecho de tener hambre, poder ver u oler, o tantas otras acciones, también están controladas por la actividad de la mente.

Sin embargo, para no complicarnos más, nos centraremos en el funcionamiento de las emociones y los sentimientos, ya que, el amor es precisamente eso, una serie de emociones y sentimientos que se suelen experimentar con una notable intensidad.

Atendiendo a las emociones, hay que tener en cuenta que el hecho de que una depresión, un trastorno de ansiedad o un trastorno bipolar se puedan tratar con fármacos significa que estas patologías están reguladas por procesos químicos.

Lo mismo sirve para explicar los sentimientos de amor, ya que esta emoción se experimenta cuando se activan una serie de procesos químicos cerebrales.

En el cerebro existen miles de sustancias químicas, y cada una de ellas nos permite hacer o experimentar alguna cosa. Mientras ciertas sustancias nos pueden capacitar para ver, caminar o razonar, otras nos permiten experimentar emociones, sensaciones y sentimientos.

En esta idea recae la relación entre química y amor, ya que esta emoción, al igual que sucede con todas las otras, se experimenta a través de una serie de mecanismos cerebrales.

¿Qué sustancias participan en el amor?

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Los sentimientos de amor liberan varios compuestos químicos y hormonas que se encargan de producir la experimentación de una serie de emociones determinadas.

El amor libera principalmente dopamina, serotonina y oxitocina. Este proceso químico explica que las sensaciones de enamoramiento sean más intensas al inicio y posteriormente vayan decayendo.

La disminución de excitación o emociones intensas no se debe interpretar como un “desenamoramiento” o como un decremento de las sensaciones de amor, sino como un proceso normal del cerebro.

La actividad cerebral que produce el amor al principio resulta muy novedosa y excitante. Sin embargo, a medida que transcurre el tiempo el cerebro se va habituando a dichas modificaciones químicas y las sensaciones pueden ser menos intensas.

Las principales estructuras químicas que se encargan de producir estas sensaciones de amor son:

1- Oxitocina

Trata de una sustancia segregada por el cuerpo que se encarga de liberar transmisores como la dopamina, la noradrenalina o la serotonina.

Los seres humanos producimos esta sustancia de forma constante pero existen ciertas situaciones que provocan un incremento o un decremento de oxitocina. El amor produce un aumento de oxitocina.

Cuando estamos enamorados liberamos mayores cantidades de esta sustancia por lo que los neurotransmisores que modula la oxitocina también aumentan en nuestras regiones cerebrales.

2- Serotonina

La serotonina es conocida como el neurotransmisor de la felicidad ya que, entre muchas otras acciones, esta sustancia química realiza la función de actuar sobre las emociones y el estado de ánimo.

Es la responsable del bienestar, genera sensaciones de optimismo, buen humor y sociabilidad, por lo que cuantas mayores cantidades de serotonina liberamos, mayores sensaciones de felicidad experimentamos.

De hecho, la mayoría de antidepresivos actúan incrementando la liberación de esta sustancia con el objetivo de incrementar el estado de ánimo.

Las experiencias positivas y situaciones agradables producen una liberación de serotonina en el cerebro, por lo que cuando experimentamos emociones de amor, los niveles de serotonina incrementan.

3- Dopamina

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La dopamina es una sustancia que está principalmente relacionada con el placer y desarrolla un papel importante en acciones placenteras como comer, mantener relaciones sexuales, consumir ciertas drogas.

De este modo, las experiencias placenteras se traducen en el cerebro en una mayor liberación de dopamina por lo que las emociones de amor incrementan los niveles de estas sustancias en el cerebro.

¿Qué es exactamente la dopamina?

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La dopamina es un neurotransmisor, es decir, una sustancia del cerebro que se encarga de conectar unas neuronas entre otras. Estas sustancias se encuentra distribuidas por múltiples regiones cerebrales y, en cada zona, desempeñan una actividad diferente.

Por encima de todas, destaca la dopamina situada en el sistema de placer y recompensa, una región del cerebro que se encarga precisamente de esto, de proporcionar sensaciones de placer.

Estas regiones se activan ante cualquier estímulo percibido como agradable. Por ejemplo, si comemos cuando estamos realmente hambrientos o bebemos cuando estamos muy sedientos, nuestro cerebro produce de inmediato una mayor liberación de dopamina en estas regiones.

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La liberación de dopamina se traduce de forma automática en una sensación de placer, por lo que nuestro cerebro refuerza la conducta ya que la interpreta como agradable gracias a la sustancia liberada.

Este mecanismo cerebral es el que explica las adicciones, ya sea a sustancias o a cualquier tipo de acción. De este modo, cuando fumamos por ejemplo, la nicotina de los cigarrillo produce una liberación de dopamina en las regiones de placer y recompensa.

Si se fuma de forma frecuente, esta liberación de dopamina se producirá también repetidamente, por lo que el cerebro se acostumbrará a liberar esta sustancia de forma habitual y crearemos una adicción al tabaco.

Dejando las drogas a parte, la dopamina se libera siempre que realizamos algo que resulta agradable. Por tanto, esas cosas que al hacerlas nos resultan placenteras, las interpretaremos como tal y las intentaremos hacer siempre que podamos para sentirnos bien.

Dopamina y amor

El mismo mecanismo que hemos comentado de la dopamina respecto al consumo de drogas, puede ser aplicable al amor. Cuando estamos enamorados de alguien, experimentamos emociones agradables y satisfactorias.

Estas emociones producen de inmediato una liberación de dopamina en el cerebro, por lo que la misma emoción nos produce sensaciones de placer. Este mecanismo cerebral podría explicar el mantenimiento de este tipo de emociones y sentimientos.

Es decir, si nuestro cerebro no liberara dopamina en los aspectos relacionados con el amor, probablemente no reforzaríamos esta emoción y quizá no la querríamos mantener.

Dicho de otra forma, cuando besamos a nuestra pareja y realizamos una conducta que permite expresar las emociones de amor, la dopamina se dispara en nuestro cerebro.

El aumento de esta sustancia en las regiones cerebrales es el factor principal que motiva la aparición de sensaciones de placer en esos momentos, por lo que actúa como un mecanismo mental que no indica que eso que estamos haciendo nos gusta.

Adicción al amor

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Las relaciones amorosas se construyen en base a muchas otras cosas que una simple reacción química del cerebro. Sin embargo, la liberación de dopamina juega un papel muy importante a nivel individual, es decir, cuando una persona experimenta emociones de amor.

Las sensaciones de placer que comentábamos anteriormente, podrían explicar parte de la necesidad que tiene una persona enamorada de ver a la persona que ama o estar con ella.

El cerebro del individuo sabe que cuando esté con su pareja liberará mayores cantidades de dopamina, por lo que buscará esas situaciones para experimentar placer.

Salvando las distancias (que son muchas), el amor puede motivar la búsqueda de esta emoción y los deseos de estar con la persona amada del mismo modo que la droga puede impulsar al adicto a consumir.

En ambos casos, lo que se produce es un incremento de las sensaciones de placer en base a un estímulo externo, moduladas por la liberación de dopamina.

Esta comparación puede resultar un poco extrema ya que evidentemente, los cambios que producen las drogas en el funcionamiento de la dopamina en el cerebro son muy distintos a los que producen los sentimientos de amor.

Sin embargo, nos sirven para ejemplificar cómo este tipo de sentimientos se experimentan gracias a la producción de modificaciones químicas en el cerebro. Por tanto, la dopamina puede explicar en gran parte la emociones de amor en el ser humano.

Dopamina y desamor

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Finalmente, el funcionamiento de esta sustancia en la experimentación de emociones y sentimientos de amor nos plantea una última cuestión: el papel que desarrolla la dopamina cuando el amor o la relación termina.

Al terminar una relación afectiva, suele aparecer un estado de ánimo decaído y unos síntomas determinados. La persona puede sentirse triste, desanimada, nerviosa, sin ganas de hacer nada, sin motivación o sin ilusión por las cosas.

Analizando el amor como objeto y concepto, se puede concluir que estas sensaciones están provocadas por la pérdida de un ser querido, la experimentación de una situación de pérdida o los deseos de tener algo que ya no se posee.

No obstante, sin tener que objetivar lo expuesto en el párrafo anterior, también se pueden analizar estos momentos desde el punto de vista cerebral.

Al terminar el amor, disminuye la dopamina

Como hemos dicho, cada sensación, emoción y sentimiento está producido por el funcionamiento de una serie de compuestos químicos del cerebro. Así pues, cuando se experimentan sentimientos de tristeza tras una ruptura, estos también responden a ciertas sustancias cerebrales.

Al estar con alguien, acostumbramos a nuestro cerebro a liberar unos niveles de dopamina determinados. Cuando la relación termina, estos niveles de dopamina desaparecen, ya que el estímulo externo que los motivaba ya no está presente.

En estos momentos, aparecen las sensaciones contrarias a las que producen los niveles elevados de dopamina, por lo que se experimentan sensaciones desagradables y de tristeza.

Por lo tanto, volviendo a salvar las distancias, esta reacción cerebral puede ser similar a lo que experimenta una persona adicta a una sustancia cuando deja de consumir.

El adicto experimenta malestar y la típica dependencia conocida como mono cuando deja de ingerir la droga a la que es adicto principalmente porque necesita restaurar sus niveles de dopamina.

En el amor, los efectos son menos claros, pero la obsesión o las sensaciones altamente desagradables que aparecen tras una ruptura, pueden responder, en parte, también a estas modificaciones sobre el funcionamiento de las sustancias químicas del cerebro.

Referencias

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  4. Jones, E.G. “Foundations of Neuroscience”. Trends in Neuroscience 1994; 17 (12): 543-545.
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